Mi blog sobre Economía

miércoles, 17 de julio de 2013

Mankiw: la imposible defensa del 1%

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Por Alejandro Nadal La Jornada
 
El 12 de noviembre de 2011 los 70 estudiantes del curso de economía del profesor Greg Mankiw en la Universidad Harvard decidieron salirse del salón de clases como acto de protesta. En una carta abierta a su profesor, los estudiantes le reprocharon el hecho de no ofrecer una discusión adecuada sobre los fundamentos de la teoría económica. Además, señalaron que el curso tampoco brindaba perspectivas críticas sobre la teoría económica convencional ni opciones alternativas a través de otros enfoques teóricos. En los tiempos que corren, esas dos acusaciones son bastante serias.
Los alumnos anunciaron en su carta de protesta que estaban hartos del sesgo impuesto en el curso de Mankiw. Explícitamente señalaron que la orientación del curso contribuía a perpetuar la desigualdad económica que hoy marca a la sociedad estadunidense. Esta es una imputación grave si se toma en cuenta que hoy en Estados Unidos el coeficiente de Gini para medir la desigualdad (el indicador más utilizado para medir niveles de concentración en la distribución del ingreso) es de .48 y constituye un dramático testimonio del fracaso de la política económica de la economía capitalista más desarrollada del mundo. Ese indicador en México es de .49, lo que dice mucho sobre el pésimo desempeño de la economía estadunidense.
Pero los bravos profesores de economía afiliados al establishment no tienen miedo de nada. Hoy Mankiw está publicando en una prestigiosa revista académica un artículo con el provocativo título En defensa del uno por ciento. El texto comienza señalando que en los últimos 40 años el ingreso medio en Estados Unidos ha crecido, pero dicho crecimiento no ha sido uniforme: para el uno por ciento en lo alto de la pirámide social el aumento del ingreso ha sido mucho más alto que el promedio. Según Mankiw eso se debe a que las personas en el uno por ciento han realizado grandes contribuciones a la economía del país norteamericano.
El texto del profesor recurre en diferentes momentos a la idea de que la remuneración que recibe la gente está en proporción directa a su contribución al producto social. Los que reciben poco en términos de compensación salarial, por ejemplo, realizan una exigua contribución al producto. En cambio, los que perciben grandes ingresos lo hacen porque han realizado grandes aportaciones al producto y al bienestar social.
En su artículo, Mankiw redescubre la teoría marginalista sobre la distribución. El sentido clave de esta teoría es que la distribución del ingreso en una economía (capitalista) está determinada por la productividad marginal de los factores de la producción, capital y trabajo. Los factores de la producción perciben como remuneración lo que corresponde a su aportación a la producción social. Cada trabajador recibe como remuneración su aportación marginal al producto.
Entre 1965 y 1975 se desató una importante controversia entre los seguidores de esta teoría y un grupo de profesores de la Universidad de Cambridge, Inglaterra. En esa disputa la teoría marginalista recibió una crítica decisiva. Los críticos, con Piero Sraffa, Joan Robinson y Pierangelo Garegnani a la cabeza, demostraron que no había manera de medir el factor llamado capital de manera independiente de la distribución. Esta crítica demostró que la teoría de la productividad de los factores adolecía de una circularidad fundamental. Sólo es posible determinar la productividad del capital si se conoce el precio de los bienes de capital (porque eso es lo que permite sumar máquinas heterogéneas y edificios de todo tipo), pero los precios no son independientes de la distribución del ingreso y, en el caso del capital, el precio depende de la tasa de ganancia. Por lo tanto, para conocer la productividad del capital es necesario conocer la tasa de ganancia, pero para ello es necesario conocer ¡la productividad del capital!
Los seguidores de la teoría de la productividad marginal dieron la pelea pero su caso estaba perdido. Al final, el sumo pontífice de la secta neoclásica, Paul Samuelson, aceptó la derrota en un célebre artículo publicado en 1966. Ese reconocimiento debió haber sido suficiente para abandonar el enfoque marginalista. Pero la contribución ideológica que realiza esta teoría es clave y los poderes establecidos se resisten a perderla.
La conclusión del debate es clara: la distribución del ingreso no está determinada por factores técnicos en la economía. La distribución se define, como bien señaló Sraffa hace ya 50 años, por fuerzas que están afuera del sistema económico y depende de cosas como la fuerza relativa de las uniones de empresarios y de los sindicatos de los trabajadores. No hay ninguna razón técnica por la cual los salarios deben ser bajos o incluso miserables. Tampoco hay motivos tecno-económicos para justificar los descomunales ingresos del uno por ciento de la población que Mankiw quiere defender, por más que insista que sus aportaciones a la economía guardan proporción con esos ingresos.

¿Qué países crecieron y aumentaron más su riqueza en los últimos cincuenta años?

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Por Jesús González Fonseca
 
¿Qué países y regiones del planeta han tenido mayores progresos en su renta per cápita comparados con el promedio mundial en los últimos cincuenta años?, ¿cuáles en cambio han tenido mayores retrocesos o estancamientos?. Si bien la mayoría de países ricos en 1960 siguen siéndolo en la actualidad se pueden observar cambios importantes que merece la pena destacar.

Explorando los datos históricos de evolución de la renta per cápita mundial y estableciendo una comparativa respecto al percentil de riqueza sobre la economía mundial vemos como ha habido una serie de países que no formaban parte del primer mundo en 1960 que en cambio hoy sí ostentan ese rango. Como podemos ver en el siguiente gráfico resumen los casos más destacables serían los de Corea del Sur, Japón, Irlanda, España y Portugal. También tenemos otros casos como los de China o Brasil, que pese a estar todavía bastante lejos de poder considerarse países ricos sí que están haciendo considerables progresos y están logrando que millones de personas abandonen la pobreza. En el plano negativo los países de relevancia económica mundial que más han variado de forma negativa su percentil de riqueza respecto al promedio serían Argentina, Venezuela, Sudáfrica y Turquía.

Países con mayor variación en su percentil de riqueza respecto al promedio mundial (1960 - 2010)

El crecimiento asiático
Pero veamos los datos con mayor precisión aportando gráficos comparativos y detallando algunos de los casos más notables. En ese sentido es obligatorio pararse a explicar el caso de Corea del Sur, el mayor milagro económico de la última mitad de siglo. Es el ejemplo de cómo un país que en 1960 se equiparaba en términos de nivel de vida a Marruecos, Bolivia o Zambia ha pasado a formar parte con pleno derecho del primer mundo y a ser una referencia mundial a nivel tecnológico y de innovación. 



Corea del Sur es un territorio con muy escasos recursos naturales y materias primas. Hasta la década de 1960 tuvo una economía básica de subsistencia, principalmente agricultura y pesca. Era un país muy diferente del actual, uno de los más pobres del mundo, con una base agrícola muy fuerte y un mercado interior pequeño y poco activo. El 40% de la población era analfabeta y el 80% de la población activa se dedicaba al sector primario. 

Durante los años 70 el país se enfocó en mejorar la competitividad de los productos coreanos en el exterior, principalmente a través de productos intensivos en mano de obra (competitiva en relación con los países del entorno). El enfoque de innovación se orientó a la copia de bajo coste, pero también de bajo valor añadido. 

El país se dio cuenta de la importancia de impulsar la educación (actualmente su sistema educativo está considerado como uno de los mejores del mundo) y de formar personal especializado. El desarrollo científico-tecnológico fue la base sobre la que se cimentó el progreso coreano y los resultados pronto comenzaron a dar sus frutos.

                        
Es a partir de los 80 cuando se comienza a desarrollar una infraestructura científica, que sería acompañada de importantes estímulos fiscales a los grandes conglomerados de empresas como Hyundai, LG o Samsung, a las que el Estado subvencionó mediante la eliminación de determinados impuestos. Desde los años 90 el sistema coreano está evolucionando desde un modelo controlado por el estado y planificado de forma centralizada a uno más orientado en el mercado. A raíz de la crisis asiática del año 1997 se plantearon profundas reformas que incentivaron a que las empresas privadas cogieran el testigo de la innovación (en 2003 representaban algo más del 76% del esfuerzo innovador).

El país se ha centrado en potenciar sectores considerados como estratégicos: tecnologías de la información y telecomunicación, biotecnología, ciencias de la vida, nanotecnología, tecnología medioambiental y nuevos materiales. Corea del Sur es hoy el mayor fabricante de tablets, teléfonos móviles, pantallas de cristal líquido y barcos, ocupa el tercer lugar en semiconductores -ordenadores- y el quinto en automóviles. 

Evolución de la riqueza relativa de naciones relevantes no europeas o latinoamericanas

Variación de los percentiles de riqueza de otras naciones relevantes no europeas o latinoamericanas entre 1960 y 2010

Otro ejemplo digno de mención en Asia lo tenemos en Japón. En los años sesenta el nivel de vida de Japón era la mitad del de Europa del Norte y la quinta parte del de Estados Unidos. En tan solo tres décadas la economía nipona logró expandirse hasta llegar a ser la segunda potencia económica mundial. Entre 1950 y 1970 los índices de producción manufacturera e industrial se duplicaron cada cinco años, mientras que la economía se expandió 55 veces. Durante la década del 60 las tasas anuales de crecimiento económico de Japón fueron del 10-14%. En poco más de dos décadas Japón se convirtió en una potencia industrial, siendo el primer país del mundo en construcción naval, producción de motos, aparatos fotográficos y televisores y el segundo en automóviles, acero y fibras sintéticas. La agricultura que ocupaba a la mitad de la población en los años cincuenta tan sólo llegaba al 14% en 1972. 

El crecimiento redujo su marcha notablemente a finales de los ochenta y durante la década de los noventa, en lo que se ha conocido como la década perdida. Pero incluso pese a que actualmente se podría decir que Japón lleva ya 20 años en crisis sigue manteniendo altos sus estándares de vida. Se trata de un país en el que la riqueza está muy bien repartida (Japón es un país con pocos ricos y pocos pobres, casi todos pertenecen a la clase media), su tasa de desempleo no ha superado el 6% desde hace más de 50 años, es además el tercer país con mayor porcentaje de población con estudios universitarios finalizados y está entre los cinco países del mundo con mayor inversión en I+D per cápita . 

En las dos últimas décadas China está también comenzando a crecer con gran fuerza (ver imagen) y logrando que muchos millones de personas salgan de la pobreza. Igualmente todavía le queda lo más complejo, China sigue siendo un país pobre con un nivel de riqueza per cápita inferior a la media mundial (un factor a menudo olvidado cuando solo se dan datos absolutos). Además también deberá afrontar pronto la llamada trampa de la renta media, es decir, estaría llegando a un nivel de desarrollo que le impediría competir a la vez con los países de alto nivel tecnológico (como Alemania) y con los de bajos salarios (como Bangladesh).

América latina, el desarrollo inestable

Al contrario de lo sucedido en Asia, en el polo opuesto vemos países que en cambio no han seguido una senda equilibrada ni estable de desarrollo económico, el caso de Sudamérica es el más paradójico, a excepción de Brasil (que está creciendo por encima del promedio) la mayoría de los países del subcontinente no han evolucionado positivamente en los últimos 50 años. 

Evolución desde 1960 de la riqueza relativa en América Latina

Variación de los percentiles de riqueza en América Latina respecto al promedio mundial entre 1960 y 2010

Destaca especialmente lo acontecido en Venezuela y Argentina. De Argentina podría decirse que ostenta el dudoso honor de ser el único país que ha dejado la élite económica del planeta en el último siglo. A comienzos del Siglo XX Argentina y EEUU competían por ser potencias mundiales. En 1950 y se codeaba con los países más ricos del planeta, superando en renta per cápita a Francia, Noruega o Alemania. Sesenta años después ha visto como su crecimiento se ha visto muy ralentizado perdiendo el tren respecto a otras regiones ricas del planeta. Por ejemplo España no pudo superar en PIB per cápita a Argentina hasta 1970, pero actualmente lo dobla.



Europa: el ingreso de Irlanda, España y Portugal en el primer mundo

En Europa las mayores variaciones en el plano positivo las encontramos en Irlanda y en la Península Ibérica. Paradójicamente los tres países europeos citados (Irlanda, España y Portugal) están sufriendo de forma bastante severa la última crisis económica mundial, pero incluso con ese frenazo en su tasa de crecimiento estamos ante los tres países europeos que han tenido mayor incremento relativo de renta per cápita en la última mitad de siglo.

Irlanda es un caso atípico de un país septentrional que consigue una tardía, aunque espectacular, expansión. Por ejemplo el promedio de ingresos personales en Irlanda pasó de estar un 40% debajo del promedio europeo en 1973, cuando el país se incorporó a la Unión Europea, al 36% por encima de la media europea en 2003. Pasó de ser un país agrícola empobrecido a ser uno de los mayores centros tecnológicos del mundo. Irlanda se ha convertido en la plataforma de exportación de la principales multinacionales de la industria informática y farmacéutica (es el mayor exportador de software del mundo, sobrepasando incluso a Estados Unidos), incluidas Intel, Microsoft, Oracle, Lotus, Pfizer, Merck, American Home Products e IBM. Unas mil cien empresas multinacionales se instalaron en el país en los últimos años. Las causas del “milagro celta” serían la combinación de ayuda europea, eliminación de obstáculos a la creación de nuevas empresas, la desregulación de la industria de telecomunicaciones, rebaja del impuesto a las sociedades de 40% a 12.5% (que otros países de la UE hoy califican como de “dumping fiscal”) y una fuerte inversión en educación produciendo capital humano con capacitación técnica, indispensable para los intereses del país.

Evolución desde 1960 de la riqueza relativa en Europa
 (Nota: puesto que la riqueza media en Europa se sitúa en rangos altos para facilitar  la visualización del gráfico el punto mínimo del eje de los percentiles se ha fijado en el 0.4 en vez de en 0.0)


Variación de los percentiles de riqueza en Europa respecto al promedio mundial entre 1960 y 2010
En relación al crecimiento de España hay que comentar que a mediados del siglo XX la renta per cápita española era la quinta parte de la sueca o la tercera parte de la francesa. Incluso Italia prácticamente duplicaba la riqueza española. La economía española arranca tardíamente, pero tras el Plan de Estabilización de 1958 y la posterior apertura de la economía crece con fuerza en el periodo 1960-74, permitiéndole así acortar distancias con los países más avanzados de Europa. En la década de los 60 España tuvo la segunda mayor tasa de crecimiento en el mundo, un poco por detrás de Japón. La recuperación se basó principalmente en la apertura al exterior, la inversión pública, el desarrollo de infraestructuras y en la apertura de España como destino turístico. La apertura de España al turismo masivo atrajo al país un gran número de divisas que se utilizaron para pagar las importaciones de capital (maquinaria, etc) necesarias para una rápida expansión de las infraestructuras y de la industria. Esta mano de obra intensiva de la industria también proporcionó mucho empleo. En el crecimiento económico se registraron mejoras notables en el nivel de vida y el desarrollo de las clases medias. España dejó poco a poco de ser un país agrario para transformarse en un país industrial y urbano, alcanzando los estándares de país desarrollado y próspero. En estos años, la industria gana importancia en España, así como el sector terciario, los ciudadanos de las zonas rurales emigran a las ciudades. Las principales producciones industriales se convirtieron en la fabricación de automóviles, maquinarias y la construcción naval. 

Evolución del litoral costero de la Manga del Mar Menor (Murcia)

La crisis del petróleo de 1973 y 1979, terminó este crecimiento "milagroso" y a partir de entonces, la economía siguió una trayectoria ascendente más leve. Al unirse a Europa en 1986 España se incorpora definitivamente en el mundo industrializado, la entrada requirió que el país abriera su economía, con un fuerte incremento de la inversión extranjera en España y un impulso modernizador de la empresa española ante la competencia exterior.

España se unió así a los países industrializados, dejando atrás la pobreza y el subdesarrollo endémico que había experimentado hasta la primera mitad del siglo XX, convirtiéndose en la quinta economía más grande de la UE y, en términos absolutos, la duodécima del mundo. Por otra parte los cambios sociales, económicos y culturales de los años 60 y 70, y el crecimiento en dichos años de la población escolarizada, harían por fin posible que el país alcanzara los porcentajes de alfabetización (en torno al 95 %) que los países europeos más avanzados ya habían alcanzado treinta o cuarenta años antes.


Fuentes: Wikipedia, World BankJavier Megias, www.mcabezas.com, Kirainet, Artehistoria, El País, economy.blogs.ie

El carnicero y el precio de la vida

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Por Lucía López Coll

Archivo IPS Cuba
A propósito de los salarios.
El carnicero y el precio de la vida
Sin percatarse de mi presencia, el dependiente agitaba en la mano varios billetes de cincuenta pesos y, bastante alterado, se quejaba a su compañero: "¿tú crees que con esto se puede vivir...? Mira chico, si lo que me dieron ganas es de tirárselos en la cara...". Entonces se volteó y, al verme, trató de componerse. Con visible esfuerzo me dio los buenos días y esbozó una sonrisa de disculpa. "¿Ya te desahogaste?", le pregunté para bajar la tensión y mientras guardaba los billetes en su cartera el hombre me dijo a modo de explicación: "Es que acabo de cobrar, figúrate...¿qué vas a llevar?"
 
Comprobé en la pizarra los precios escritos con tiza: carne deshuesada 35 pesos, lomo ahumado 30 pesos, jamón viking 30 pesos...Volví a mirar al hombre que a sus treinta años ya empezaba a perder el pelo y pensé que el salario recibido por su trabajo de todo un mes apenas le alcanzaría para adquirir unas libras de cualquiera de los productos que se vendían en el establecimiento donde trabajaba.
Finalmente me decidí por el lomo ahumado, lo guardé en la jaba que le compré al viejito (¿o debería decir persona de la tercera edad?), que siempre ofrece su mercancía por los alrededores, y me fui a hacer la cola de la papa, pensando todavía en el persistente desfasaje entre los salarios y el costo de la actual de la vida, un problema que, a pesar de las medidas dispuestas para la actualización del modelo económico cubano impulsada por el gobierno del presidente Raúl Castro, no se ha logrado solucionar.
Muchos cubanos con edad suficiente para haber vivido como adultos los últimos años de la década de 1980, recuerdan con cierta nostalgia esa época en la que escaseaban los bienes de consumo y pocos tenían acceso al confort de la vida moderna, pero al menos el salario permitía afrontar los gastos cotidianos. Pero la crisis de los años 1990 anuló esta posibilidad que desde entonces no ha vuelto a recuperarse.
En un discurso pronunciado en el ya lejano diciembre del 2007 el presidente cubano Raúl Castro se encargó de señalar este desajuste que seguía afectando a una buena parte de los trabajadores, especialmente a los vinculados al sector estatal y a las personas de más bajos ingresos, como es el caso de los pensionados. "Somos conscientes igualmente –expresaba entonces el gobernante-, de que en medio de las extremas dificultades objetivas que enfrentamos, el salario aún es claramente insuficiente para satisfacer todas las necesidades, por lo que prácticamente dejó de cumplir su papel de asegurar el principio socialista de que cada cual aporte según su capacidad y reciba según su trabajo".
En aquella ocasión el propio mandatario reconocía que esta difícil coyuntura había favorecido "manifestaciones de indisciplina social y tolerancia que una vez entronizadas resulta difícil erradicar, incluso cuando desaparecen las causas objetivas que las engendran". Las "causas objetivas" no eran más ni menos que las prolongadas carencias y necesidades derivadas de la crisis y que hasta cierto punto favorecieron la aparición de determinadas posturas y actitudes que trascendieron y empezaron a transformar al ámbito social.
Seis años después de aquella intervención la situación no ha variado demasiado. A pesar de las medidas tomadas desde entonces para incentivar la producción en sectores vitales como el agropecuario, aún no se han logrado rebajar de manera sensible el costo de la vida, lo que se refleja especialmente en los elevados precios en moneda nacional de los comestibles producidos en el país, por no hablar de los productos que se venden en pesos cubanos convertibles (CUC) en las tiendas recaudadoras de divisas, grabados con fortísimos impuestos. Tampoco los salarios se han elevado proporcionalmente, por lo que todavía resultan "claramente insuficientes para satisfacer todas las necesidades..." de la población.
No es extraño entonces que lejos de disminuir, las "manifestaciones de indisciplina social" se hayan incrementado, alimentadas por un caldo de cultivo favorable. No se trata de justificar de este modo simplificado la aparición de tales comportamientos, aunque en última instancia muchos de ellos pueden entenderse y explicarse como resultado de un contexto que no por gusto fue bautizado con el nombre de Período Especial, durante el cual se acudió a todas las alternativas posibles de subsistencia y que todavía hoy, con muchos de aquellos problemas pendientes de solución, nos está pasando factura.
¿Un ejemplo?: la cantidad de personas que trabajan para el Estado sólo por los beneficios "extras" que les reportan esas plazas y no por el salario que perciben, de modo que el robo y la corrupción en pequeña escala (y a veces no tan pequeña), hoy prácticamente son aceptados sin trauma aparente por una parte de la sociedad, que lo considera una de las formas posibles de ganarse la vida y ha constituido una vía bastante socorrida para enfrentar la carestía de la vida en Cuba.
Es imposible negar que las manifestaciones de soborno, corrupción y otras ilegalidades constituyen verdaderas lacras censurables en cualquier sociedad, pero cuando estas nacen, crecen y se reproducen (como es el caso), al calor de las carencias y necesidades de las personas, llegan a adquirir un cierto matiz de "normalidad" que las hace mucho más difíciles de erradicar sin que antes desaparezcan las condiciones favorables para su desarrollo.
El pasado 7 de julio, durante su intervención final en el Primer Período Ordinario de Sesiones de la VIII Legislatura de la Asamblea Nacional, el presidente cubano Raúl Castro se refirió a la necesidad de crear "un clima permanente de orden, disciplina y exigencia en la sociedad cubana", indispensable para impulsar "el avance de la actualización del modelo económico". Entre otros aspectos relacionados con el tema, el mandatario se refirió a la necesidad de suprimir la dualidad monetaria, un requisito decisivo para "acometer transformaciones de mayor alcance y profundidad en materia de salarios y pensiones, precios y tarifas, subsidios y tributos". Según afirmó, ello incentivaría el trabajo legal y permitiría "restablecer la vigencia de la ley de distribución socialista, de cada cual según su capacidad, a cada cual según su trabajo".
En ese sentido resulta importante que el gobernante se haya referido a las dos partes de la ecuación: a la disciplina, al orden y a la exigencia, sin las cuales cualquier sociedad estaría abocada al caos, pero también a la profundización de aquellas medidas que permitan alcanzar un verdadero equilibrio entre el trabajo que se entrega a la sociedad y la remuneración que el trabajador recibe a cambio, lo cual no solo le permitiría a este cubrir sus necesidades y las de su familia, sino también hacerlo de una manera digna.
De otra manera casi sería impensable recuperar por decreto la disciplina, la integridad, el amor hacia el trabajo y otros valores perdidos o relegados por su aparente inutilidad en las complejas y difíciles circunstancias que han enfrentado los cubanos en su lucha cotidiana por el pan de cada día por más de veinte años.