Mi blog sobre Economía

martes, 17 de junio de 2014

Carta abierta sobre Cuba

Por Pablo González Casanova

A MR. JOHN D. ROCKEFELER, DIRECTOR HONORARIO DE LA SOCIEDAD DE LAS AMÉRICAS Y DISTINGUIDOS INDIVIDUOS DEL SECTOR PRIVADO Y DE LAS ORGANIZACIONES GUBERNAMENTALES O DE LAS FUNDACIONES, QUE ENVIARON UNA CARTA AL PRESIDENTE OBAMA PARA APOYAR A LA SOCIEDAD CIVIL EN CUBA:
 
Hemos leído con mucho cuidado su solicitud al presidente Obama. En ella nos sorprende a la vez su indiscutible cambio de política hacia la pequeña Isla y su gran pueblo. Durante más de cincuenta años habéis realizado todas las medidas abiertas y encubiertas para que fracasara su proyecto de Independencia y Libertad. Hoy veis la posibilidad de lograr, con distintas políticas los mismos objetivos que antes, y argumentáis por aplicarlos, con la misma emoción que ponéis, en “defensa de vuestros valores e intereses”...
 
Las medidas que exaltáis revelan, sin embargo, muchos errores y autoengaños al creer (y algunos creéis) que vais a impulsar “la independencia económica de Cuba”, sus “derechos individuales” y sus “derechos humanos”, cuando en realidad se trata de un país al que no habéis podido vencer, a pesar de las tremendas presiones y acciones abiertas y encubiertas en su contra, y del incalificable bloqueo de más de medio siglo que le habéis inflingido.
 
¿Tenéis ojos y no veis?, ¿oídos y no oís? Es bien sabido. En Cuba todos los niños y jóvenes en edad de aprender tienen escuelas, universidades e institutos, todos los enfermos médicos, medicinas y hospitales, todos los trabajadores empleo, y los ancianos asistencia...  Es cierto que uso  aquí la palabra “todos” como la definió García Márquez, como el 80% o más de la población, o mucho más, con limitaciones de que se encargarían los cubanos si en la práctica los hubierais dejado cumplir con vuestros buenos deseos. Pero ya, en medio de presiones y bloqueos, muchísimo es lo que han logrado y, hasta centros de investigación científica de punta tienen, a nivel mundial, así como servicios hospitalarios tan buenos y tan amigos del pueblo norteamericano que curaron a los bomberos heridos  el “11 de septiembre”, a quienes vuestros hospitales no habían atendido y a quienes Michael Moore se encargó de llevar a los hospitales públicos de Cuba.
 
Es más, si echáis cuentas veréis que en ese país de Nuestra América los habitantes que reciben beneficios gratuitos alcanzan proporciones mucho mayores que en Estados Unidos, Canadá, Inglaterra y la Unión Europea. Los logros se realizan con modestos recursos pero buscando, tesoneramente, que alcance para todos en lo que se pueda, y se puede mucho.
 
Las ofertas que proponéis de “ayuda humanitaria”, “seguridad nacional”, “prohibición de  drogas y medio ambiente”, muy bien sabéis de los inhumanos fracasos que han tenido cuando las aplicasteis y aplicáis en países enteros como Afganistán, Irak, Haití, Sudán del Sur, Nigeria, Libia entre otros, o en Continentes enteros como la propia África, el Medio Oriente, la América Latina, cuyas poblaciones –en una gran mayoría o en su totalidad– se encuentran envueltas en las llamadas “guerras de espectro completo” que vuestros estrategas diseñan, y que acrecientan los odios, enfrentamientos y pesares de inmensas poblaciones que no tienen derechos humanos, viven y mueren peor que animales, hambreados y enfermos, flacos y hasta tan esqueléticos que sorprende verlos con los ojos hundidos, la mirada de los niños perdida, sin brillo, y su pielecita arrugada que se les pega a los huesos. Duele verlos hasta en la tele, e imaginar cómo viven día a día y minuto a minuto y cómo crecen en medio del hambre y el terror, sin agua ni techo, sin forma de trabajar que no sea servil o esclava, agotadora, riesgosa, o insalubre, entre ofensivas generalizadas de los capataces, de los guardias blancos, de militares y paramilitares que con otros bandidos, asesinos y sádicos fanáticos todos muy bien armados y aprovisionados, para gloria de la industria armamentista, son espanto de niños, adultos y viejos, víctimas y candidatos a las políticas de etnocidio y genocidio crecientes, cada vez más preconizadas o patrocinadas por los “neoconservadores”, y por la ”extrema derecha” enardecida por la xenofobia, el asco visual y el racismo del mundo global que encabezáis.
 
En medio de tan inhumanos hechos, confirmados por los “medios” y hasta por las íntimas miradas de vuestros propios hijos –con unos que se preparan para sucederos con la misma saña y otros que cada vez más protestan y se rebelan con admirable fortaleza– vosotros añadís el error de creer que en la Cuba invencible tras más de cincuenta años de asecho se puede separar y aun enfrentar a la “sociedad civil” contra  su gobierno”. No os cabe imaginar gobiernos que no sean de las corporaciones y de los burócratas. Pero en Cuba, pueblo y gobierno están fusionados y soldados tan estrechamente –y en una proporción tan alta– que no hay grupo de “contras” aventureros que haya podido tener éxito, en tan largo tiempo, con sus acciones terroristas y subversivas.
 
El “pueblo gobierno” de Cuba es un fenómeno “demo-crático” que si lo entendierais os causaría horror, pues de hecho –como ha escrito David Brooks– la democracia es a lo que más teméis, en tanto encierra el verdadero sentido de la etimología griega y corresponda a la definición de una práctica del pueblo como hacedor de las grandes decisiones, en que para ser efectivo en el logro de sus fines se organiza como pueblo-gobierno, con los más variados colectivos y las más variadas estructuras, unas coordinadas y otras jerárquicas, todas para lograr, en cada tarea, los objetivos a alcanzar.
 
La organización de las prácticas democráticas en Cuba es muy distinta a la de los gobiernos de las corporaciones, pues tanto en las grandes como en las pequeñas estructuras los valores e intereses dominantes engarzan con los de la Independencia y la Libertad, todo, por supuesto, en medio de contradicciones, errores y flaquezas –menores o mayores– que los enemigos del proceso cubano buscan acrecentar fingiendo consternación por las fallas que ellos mismos o sus patrocinadores atizan.
 
Pensad bien y entenderéis con suma claridad, que vuestros grandes triunfos en el mundo, por algo no se han dado en Cuba. Veréis, en lo íntimo de vuestra conciencia política, que los cubanos han logrado subsistir en su proyecto emancipador precisamente por la clase de democracia que los habitantes de Cuba han redefinido, tanto en la creación como en la práctica de sus organizaciones. Creación y práctica abarcan a una inmensa población con cientos de miles de cuadros, cuya conciencia, voluntad y valentía incluyen la disciplina que por convicción tienen quienes ni se rinden ni se venden.
 
Tamaño esfuerzo del pequeño gran país no deja de padecer y enfrentar –como hemos dicho– esas contradicciones que a ustedes tanto les interesan y, también, las que recientemente reconoció con precisión y claridad admirables. Mr. Warren Buffet, el tercer millonario de los Estados Unidos de Norteamérica, cuando dijo hace poco: “Sin duda hay guerra de clases, y es mi clase, la mía –la de los ricos–, la que está ganando”…
 
La lucha sigue y ustedes –como signatarios de la carta al presidente Obama sobre Cuba… (Por cierto,  permítanme que les cambie de trato y les hable de “usted” pues me resulta más fácil)… Repito: la lucha de clases sigue, y confieso que la están dando muy bien en lo que les es posible, pues ahora la quieren cambiar para ganar la guerra por las buenas ya que no la ganaron por las malas. En su propuesta al presidente Obama le piden que cambie la política de bloqueo, de sanciones y prohibiciones que Estados Unidos ha aplicado contra Cuba durante cincuenta años. Afirman que “Estados Unidos puede ayudar al pueblo cubano a determinar su propio destino…”; puede “empoderar”, (como ya se dice en mal castellano) al pueblo; puede “fortalecer a un amplio espectro de la sociedad civil independiente”, y “a las organizaciones creadas para impulsar la economía individual, y las necesidades sociales, al margen de su orientación política…”
 
En su carta abierta al presidente Obama le proponen sin ambages “un cambio radical,” en vista de que la política seguida por Estados Unidos en sus relaciones con Cuba ha dejado a Estados Unidos cada vez más solo en términos internacionales. “Es la oportunidad de cambiar, –le dicen–, ….de ayudar al pueblo de Cuba, a la sociedad civil de Cuba; la oportunidad de ampliar el comercio con “las empresas independientes”, eso sí, la “de facilitar y legalizar el uso de tarjetas de crédito”, de promover “la importación y exportación de artículos y servicios”, y de que las ONG’s, (las Organizaciones no Gubernamentales), “apoyen a los pequeños propietarios agrícolas”, y “que también apoyen, por supuesto, a las pequeñas empresas y hasta a las micro-empresas…”
 
En varias ocasiones –no sé por qué tantas– ustedes insisten en la necesidad de promover varios proyectos de telecomunicaciones, y se refieren a diversas formas de cooperación de las ONGs con instituciones académicas cubanas mediante fondos para la educación, becas para estudiantes distinguidos y para gastos de viaje, y que en ese terreno se dé la necesaria autorización para que quienes viajen a Cuba, o tengan familiares en Cuba, puedan usar, junto con las tarjetas de crédito, otros servicios bancarios norteamericanos, así como abrir cuentas en los bancos de Estados Unidos, o enviar remesas a sus familiares, o prestar servicios profesionales a “empresarios independientes”…
 
Por supuesto, al mismo tiempo, insisten ustedes en que “el gobierno de Estados Unidos se comprometa cada vez más con el pueblo de Cuba, y que simultáneamente  cumpla con el deber de seguir presionando al gobierno de Cuba en el terreno de los derechos humanos”. “El gobierno debe dar prioridad” –terminan diciendo al presidente Obama– a concertar compromisos en áreas “de interés mutuo y a realizar discusiones serias con sus contrapartes cubanos en asuntos de seguridad mutua y deberes humanitarios”. En éstos destacan la liberación de un preso al que estiman.
 
Para cualquier lector bien enterado, como Mr. Warren Buffet, todo el mensaje a que nos hemos referido busca seguir ganando la lucha de clases en Cuba. Su innegable sagacidad consiste en privilegiar los intereses individuales, de grupo, ideología o clase frente a los intereses de la comunidad nacional de un país donde el pueblo-gobierno de las grandes mayorías está construyendo la transición a un mundo viable, pues en el que vivimos se encuentra en proceso la destrucción por ese 1% al que parte de ustedes pertenece, un proceso que la juventud americana, con la del mundo entero, va a sufrir y  a enfrentar, amenazada como está en su futuro inmediato por el enfermizo y hegemónico proyecto de acumulación de poder y riquezas que practicáis a costa de la miseria de la inmensa mayoría de la humanidad y del creciente peligro para la vida de toda la humanidad, situación y peligro confirmados por los propios “think tanks” de Harvard, MIT, Instituto de Santa Fe, y por numerosos organismos científicos del mundo, entre los que destacan los principales de Naciones Unidas, el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático, y muchos más que con todo rigor y responsabilidad científica registran, a más del cambio climático; del crecimiento del hoyo de ozono, –que sólo por un momento pareció contenerse–, y de muchos otros peligros más, que abarcan la polución de los mares y de las aguas dulces; la destrucción de los suelos, y subsuelos; de los bosques, vegetales y faunas de mar y tierra, y hasta de la biosfera entera. Como nos dicen los expertos, muchos de esos daños y peligros son irreversibles, y nos aseguran que cada día se aceleran más, y que conforme pasa el tiempo se vuelve más difícil contenerlos. Las más prestigiosas revistas científicas de Estados Unidos y el mundo sostienen estas afirmaciones que para nada tienen que ver con meras creencias apocalípticas ni con supuestos errores u opiniones de algunos especialistas, ni menos con manipulaciones de los datos por científicos tramposos de que llegaron a acusar, sin la menor base un grupo de científicos ingleses por el hecho de haber señalado el carácter “antropogénico” del cambio climático que amenaza al planeta. Tan temeraria acusación fue desmentida por las grandes revistas científicas de vuestro propio país y del mundo. Ese  peligro y otros que amenazan a la Tierra son antropogénicos. Por primera vez en la historia del sistema solar el hombre es capaz de destruir a la tierra. Piénsese nada más en el perfeccionamiento y la excedente cantidad de bombas nucleares y e sistemas de lanzamiento, que a su capacidad letal, precisión y alcance añaden la irresponsabilidad con que las grandes potencias juegan a las amenazas de guerra.
 
Bueno…, es posible que ganéis la lucha de clases, pero vuestra victoria será una victoria pírrica si destruís a los movimientos que están luchando por la construcción de la vida, como el gobierno-pueblo de Cuba, y muchos otros que desde las comunidades agrícolas y las ciudades perdidas están construyendo la transición a otro mundo posible y autosostenible.
 
Con mis mejores deseos y buenas maneras os digo. Dejaos de “descalificaciones” y “negaciones” freudianas. Alentad a los hombres de ciencia que han confirmado la verdad, atended su verdad, y pensad por vuestra propia cuenta que la democracia de las corporaciones y complejos ya es insostenible, que la organización del mundo por los complejos empresariales-militares-políticos y mediáticos, cuyo más poderoso “atractor” es la “maximización de utilidades y riquezas”, ya ha entrado a una “fase de transición” terminal, “entrópica”, y que es necesario impulsar la transición a un sistema cuyo atractor principal sea la libertad y la vida.
 
En ese camino veréis que es pionero el pueblo-gobierno de Cuba y también el ciberespacio en el que desde Wall Street y hasta Washington D.C. luchan muchos de vuestros propios hijos. Todos ellos, absolutamente todos, buscan caminos pacíficos, y continúan, bajo nuevas formas, la vieja lucha de los rebeldes por la paz y por la vida para transitar a un mundo viable, realmente humano…
 
Conocerlos y reconocerlos consiste en respetarlos, y en empezar por honrar vuestra palabra, un acto para el que también apelamos a la Señora Hilary Clinton, que ha empezado a organizar su campaña por la presidencia del gobierno de Estados Unidos y que podría empezar por honrar su palabra y la del gobierno al que aspira, así como la de su esposo, demandando la inmediata liberación de los tres jóvenes aún encarcelados –Gerardo Hernández, Ramón Labañino y Antonio Guerrero– quienes por acuerdo con el expresidente Clinton formaron parte de un grupo cubano-norteamericano encargado de poner al descubierto a los terroristas que desde Miami estaban cometiendo atentados sin cuento.
 
La lucha de clases sigue, la lucha por la independencia y la autonomía de los pueblos sigue, así como la lucha por la redefinición en los hechos de la libertad, la justicia y la democracia: Ninguna se detendrá. Sólo que en el mundo actual los seres humanos tienen que empezar por recuperar el uso de la palabra para la transición a la paz y la vida.
 
Haced vivir la palabra que se honra con actos… Haced –para empezar– algo que os parecerá muy pequeño y que será muy grande. Pidan al presidente Obama la libertad de los tres héroes cubanos encarcelados. Inicien una nueva historia de su palabra con actos como éste a que nos obligan los cambios de un mundo en que no sólo existe la lucha de clases sino la lucha por la vida, por la vida del 99% y también del 1% de la humanidad y de nuestros descendientes.
 
Pensad que otra vez en el principio del mundo estará la palabra.
Viva la vida y la libertad.
Viva el pueblo de Estados Unidos y el pueblo de Cuba.
Viva la Humanidad y la transición a otro mundo viable, posible  y necesario.
 
Gracias por su atención.
Sinceramente
 
 
Pablo González Casanova

Profesor de la Universidad

LOS PRECIOS: UNA ALERTA PARA MOVILIZARNOS CONTRA LA CORRUPCIÓN.

ESTEBAN MORALES
UNEAC.

Cuando vemos la Mesa Redonda dedicada a este tema y el “Cuba Dice” de hoy, sobre las irregularidades en los precios, DE MODO ESPECIAL, en las tiendas recaudadoras de divisas, experimentarnos una sensación de desamparo, desconsuelo, impunidad, desorganización, tolerancia, burocratismo, demagogia y otras tanta sensaciones, imposibles de soportar.
No es difícil percatarse de que iguales productos tienen precios diferentes en distintos establecimientos. Ya se trate de alimentos, productos industriales y de todo tipo. En algunos lugares lo justifican con supuestas categoría diferentes de establecimientos, pero en otros descaradamente es posible observar, que sin dudas los administradores multan los precios o simplemente los hacen invisibles, para qué el ciudadano tenga que preguntar, para entonces timarlo. Es frecuente estar en un mismo establecimiento, en que al cliente de al lado le están diciendo un precio diferente del que le dicen a otro que esta mas allá en el mismo mostrador. Se trata de una cadena corrupta, en la que el administrador puso su multa y el dependiente agrega la suya, cada vez que le es posible.

Si dentro de una misma tienda esto tiene lugar; imaginemos cuando los establecimientos son diferentes, con más facilidad se le roba al consumidor. Del fraude participa también, no pocas veces, el mismo al que le toca inspeccionar. Resultando que hay establecimientos a los que se les puede poner una reja que los rodee y dejarlos presos a todos.

Existe un verdadero desprestigio y descontrol. No soy sicólogo, pero me atrevo asegurar, que ninguno de los que hablaron, en “Cuba Dice”, desde una posición administrativa, refiriéndose al problema, lo hicieron de tal modo, que se pudiera confiar en lo que estaban diciendo.

Algunos tenían claramente la indolencia y la justificación descarada, reflejada en el rostro. Un estudio sicológico de muchas de las caras que aparecieron en el programa, hubieran dado como resultado, que entre ellos hay muchos de los que roban y medran a costa del dinero del pueblo. Entre ellos están los principales ladrones, pues la mayoría de sus explicaciones eran de gente tomada infraganti cometiendo el delito. La sorpresa resulto ser un arma más que efectiva para cogerlos con el cuerpo del delito. Así debe ser, tomarlos siempre por sorpresa, para que no tengan la más mima oportunidad de tirar la “cortina de humo”. Hay que felicitar al periodista Boris Fuentes, por la firmeza y la habilidad profesional con que se condujo. Poniendo claramente de manifiesto donde estaba el fraude y quien era el responsable. Solo faltaba el policía para que se los llevara preso.

Un funcionario, de la burocracia comercial, llego a justificar la alteración de precios a partir de las diferencia en facturación de los productos que se reciben para la venta por distintos establecimientos. Solo había que observarle el rostro para percatarnos de que el mismo no creía en lo que estaba diciendo. Se trataba del típico burócrata que explica muy bien el porqué de la disposición para que siempre el cliente salga perdiendo.

Un administrador entrevistado, no podía siguiera justificar porque al pesar los paquetes de pollo, estos tenían un contenido diferente, por debajo siempre del precio que tenia fijado en la bolsa. Su comportamiento era como para suspender la entrevista y sacarlo preso de la tienda .Porque o es un “verraco” que se deja robar, o el robo lo prepara el mismo. En ninguna de las dos circunstancias podría administrar una tienda, ni por estúpido ni por ladrón. Varios paquetes de pollo, pesados, por el propio entrevistador, ninguno coincidía con el precio fijado en la bolsa, precio que resultaba siempre por encima del verdadero contenido del paquete. Es cierto que hay personas indolentes que alteran las bolsas, pero la muestra era demasiado grande para poder echarle la culpa al consumidor. Era evidentemente una alteración interna entre precio y contenido producida por la propia tienda.

De esa burocracia administrativa, que controla, maneja y roba los recursos al pueblo, no debe quedar “títere con cabeza”. Hace falta comenzar a eliminarlos por medio de un mecanismo en el que participe el barrio, la gente del pueblo.

Propongo que cuando se vaya a hacer una visita por parte de la prensa, se invite a un grupo de ciudadanos y la inspección se haga frente a ellos, sacando inmediatamente preso a los que se les descubran los fraudes. Ese del supermercado, que no podía justificar el problema con el pollo, debió haber salido preso inmediatamente de allí.

Por eso, hace algunos meses ya, no querían que la periodista Thalía, entrara en la tienda de Línea y L a tirar fotos, ni entrevistar a nadie, porque todos se combinan como un buen antro de ladrones. Entonces un “administradorcillo de pacotilla” se dio el lujo de cerrarle el camino a la prensa .Cosa que no debe volver a ocurrir. Porque no son dueños de nada, no administran un comercio privado, ejercen una función en nombre del pueblo, por si no lo saben, y el pueblo los puede destituir.

La prensa y la organización sindical pueden desempeñar un papel fundamental en esto. Por eso en cada centro debe existir una “comisión anticorrupción”, formada por los mejores trabajadores, los considerados como los más honrados, con la capacidad de destituir de inmediato cuando ocurra algo similar a lo del administrador del supermercado con las bolsas de pollo.

La burocracia no va a solucionar el problema, porque es ella la que lo crea. No todos los burócratas son corruptos, pero como he dicho, la burocracia es corrupta por su propia naturaleza. Establece muchos compromisos a determinados niveles de la estructura burocrática y está limitada para irrumpir en ciertos niveles de esa estructura.

La prensa, el barrio, el Sindicato, el CDR, la Asociación de Combatientes, deben acompañarse mutuamente, para visitar las tiendas y contribuir a crear en los administradores un “clima de terror “ de que pueden ir presos en cualquier momento. Los que sean honrados no tendrán nada que temer, pero los corruptos saltaran ellos solos y se descubrirán. Ahí mismo entonces convocar a una asamblea del departamento visitado y establecer acusaciones Alrededor de ese administrador del incidente del pollo, debió haberse convocado al público para que lo viera como estaba robando y ahí mismo sacarlo preso del supermercado. Porque esos programas ponen de manifiesto que la corrupción ha escalado a unos niveles insostenibles.

La otra burócrata, Directora entrevistada; asustada, dando explicaciones que ni ella misma se puede creer. Todos con un lenguaje burocrático, rebuscado, tecnocrático, críptico, como para que nadie entienda de qué están hablando y lograr saltar sobre el mal rato.

Que no vaya sola la prensa cuando decida visitar un supermercado o cualquier comercio, que convoquen al público a presenciar y que le hagan preguntas a los entrevistados, que les lancen a la cara las irregularidades que han visto, que los insulten si es necesario, que los conminen a responder claro y directo.

El único modo de acabar con esta situación, es a esta burocracia corrupta, crearles un clima de “terror ciudadano”. Crearles una situación en que experimente cada día el temor de ser inspeccionada, cuestionada moralmente, vigilada. Con los corruptos no hay que andarse con consideraciones.

Por cierto, no ha salido en nuestra prensa la foto de ningún corrupto. Por que habría que tener tales consideraciones. Aun las medidas que adoptamos son débiles, no estando acorde con la gravedad que ha alcanzado el problema. No ataca moralmente el problema. El corrupto es en el fondo un contrarrevolucionario y como tal debe ser tratado.

Pero como van a defenderse el pueblo, los trabajadores, de un asunto sobre el cual no se le da información sistemática. La Contraloría no informa de cómo van todos los procesos anticorrupción, desconocemos porqué cierto secretismo a su alrededor. La prensa tampoco informa en muchos casos. Generándose en el pueblo un ambiente de desconfianza respecto a lo que está ocurriendo. Solo cuando la televisión exhibe una situación como la divulgada en “Cuba Dice” es que podemos percatarnos de lo sumamente grave que es el problema. Pues es posible extraer la conclusión de que la corrupción se ha extendido de una manera sumamente peligrosa. Por lo que sin dudas hay que adoptar medidas drásticas contra ella, que por lo demás no pueden ser solo medidas burocráticas, sino políticas y represivas.

Hay que movilizar al pueblo alrededor del problema, que es donde están los principales dolientes, aunque dentro del estén también los corruptos. Sin embargo, perfectamente distinguibles estos últimos del ciudadano común, porque son los que administran y tienen al alcance de la mano los recursos que roban y malversan.

En términos prácticos un corrupto es fácilmente distinguible de un ciudadano común. Este último solo concurre al mercado a comprar, mientras que el que administra los bienes, todo lo puede obtener por otras vías colaterales. El que administra nunca será una víctima de la corrupción en los precios como si lo es el ciudadano común.

Es al ciudadano común al que hay que proteger y por tanto proveerlo de los instrumentos para que se proteja. Esos instrumentos serán siempre políticos; leyes que les permitan reclamar su derecho, instituciones y agrupamientos civiles desde los que puedan atacar la corrupción, incluido los agentes de la ley que también a veces se corrompen. No es difícil ver algunos miembros de los cuerpos del orden, como actúan con las prostitutas a la puerta de los hoteles turísticos; ni como se hacen los de la “vista gorda” en el supermercado, etc.

Insisto en que hay que meter a la Organización Sindical en este proceso de lucha contra la corrupción en los centros de trabajo. Hay que organizar a las masas, a través de sus organizaciones. Hay que crear dispositivos protectores anticorrupción en las barriadas donde hay supermercados, para que junto a la prensa participen en las visitas a los supermercados. No sería difícil, apoyándose en las organizaciones y los organismos sindicales, crear alrededor de las áreas donde hay supermercados, grupos anticorrupción que acompañen a nuestra prensa cada vez que vayan a realizar una visita.

La burocracia no puede detener la corrupción, en ningún lugar lo ha logrado y Cuba no va a ser una excepción. Repito, solo el “Terror Ciudadano”, organizado, apoyado por la prensa y las masas podrá detener una lacra que lo único que ha hecho hasta hoy es reproducirse de manera creciente.

Los más ricos ocultan 8 billones de dólares en paraísos fiscales

Gabriel Zucman es profesor asociado en la London School of Economics (LSE) y uno de los discípulos del célebre Thomas Piketty, el gurú de la desigualdad. Su misión ha sido calcular lo más certeramente posible la cantidad de dinero que se evade a través de paraísos fiscales: casi 8 billones de dólares que distorsionan la economía mundial y atan de manos a los Gobiernos a la hora de afrontar sus políticas económicas.

El enfoque de Zucman es distinto, tal y como recoge The New York Times, ya que en lo que se ha fijado es en las diferencias entre los activos y los pasivos de los balances internacionales. Al contener muchos más pasivos, las cuentas no cuadraban; la explicación siempre ha sido los paraísos fiscales. Multinacionales e individuos acaudalados "esconden" sus activos para evitar el ojo del fisco.

La que nunca se había estimado con demasiada exactitud era a cuánto ascendía la evasión fiscal global. Tras analizar los datos que han publicado recientemente Suiza y Luxemburgo, este economista estima que actualmente hay aparcados unos 7,6 billones de dólares en paraísos fiscales, es decir, el 8% de la riqueza personal total mundial. Y, además, asegura que son unos cálculos conservadores.

Zucman cree que si este dinero fuera registrado y propiamente gravado, los ingresos fiscales de los Estados aumentarían en más de 200.000 millones de dólares anuales. Y esos datos ni siquiera incluyen la elusión fiscal que practican algunas multinacionales, una cantidad que podría ser todavía mayor. De hecho, según sus cálculos, el 20% de los beneficios de las empresas estadounidenses son trasladados a paraísos fiscales y las prácticas evasivas reducen en un tercio los ingresos fiscales del Gobierno por este concepto.

De hecho, las prácticas fiscales de este tipo se han vuelto tan comunes desde los años 80 que el impuesto de sociedades efectivo en EEUU ha caído desde el 30 al 15% aunque el tipo nominal no ha cambiado en ese mismo tiempo. Recientemente, el think tank español Fedea recogía los estudios de Zucman a nivel español, que estiman que los españoles tendrían unos 144.000 millones de euros en paraísos fiscales, lo que supondría que solo en España se pierden 7.400 millones de euros en impuestos.

Estos números son lo suficientemente grandes como para poner en cuestión algunos lugares comunes que se han extendido en los últimos años, como por ejemplo que China se haya convertido en el "dueño" del mundo o que Europa y EEUU estén realmente tan endeudados como podría parecer. La idea de un mundo rico endeudado es "una ilusión creada por los paraísos fiscales", defendía Zucman en un trabajo publicado el año pasado.

Otro efecto de los paraísos fiscales es que subestiman la desigualdad real que hay en el mundo, dado que solo las multinacionales y la gente que tiene como mínimo 50 millones de dólares pueden permitirse las estructuras necesarias para esconder su dinero en un paraíso fiscal. Además, pagan menos impuestos que un trabajador corriente, por lo que la desigualdad crece todavía más.

"Hubo un cambio profundo de actitud en los años 80", mantiene Zucman en declaraciones al diario neoyorquino. "En los 50, los 60 y los 70 los impuestos eran mucho más altos, pero no se consideraba normal tratar agresivamente de reducir tu factura de impuestos o incluso evadir", añade. Y apunta a la llegada al poder de Ronald Reagan y la idea de que el Gobierno es una 'bestia' que debe morir de inanición.

Además de reducir los ingresos públicos, estos esquemas tienen otro problema. Al no reflejar la realidad en estadísticas, disminuye la capacidad de los gobernantes para gestionar. Erosiona el respeto por la ley y desincentiva la creación de empleo, ya que da beneficios a aquellos que trasladan al extranjero su riqueza y sus empresas en lugar de invertir en los países donde obtienen sus ingresos.

¿Cómo se podría controlar este fenómeno? Zucman apunta a que se están dando pasos correctos respecto a límites del secreto bancario, pero que se necesita un enfoque internacional para acabar con el problema. Por ello la medida más importante sería un registro financiero global que monitorice la riqueza de la misma manera que hoy en día se registran las propiedades en EEUU. "Si no puedes medir la riqueza, es casi imposible gravarla", explica Zucman.

Un registro de este estilo haría imposible que las multinacionales se atribuyeran de manera fraudulenta beneficios en paraísos fiscales que correspondan a los países en los que los obtengan y donde deberían pagar sus respectivos impuestos. Una misión difícil, pero que según este economista se podría plantear ya con un gran acuerdo entre EEUU y la Unión Europea dentro del tratado de libre comercio que están negociando actualmente.
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Contar la gente. Población y tendencias demográficas

Entre los temas que proliferan en el “reducido espacio público cubano”, marcado (dicen) por un “contexto conservador” carente de temas polémicos, está el de la baja tasa de natalidad. En un extremo de este debate, se encuentran los que le achacan “la culpa” a las mujeres, por ser las que, en última instancia, toman la decisión de parir o no; en el otro, los que se la imputan a la “situación del país”. La pregunta “¿Cuál es la causa de la baja tasa de natalidad?” se reduce a un cúmulo de opiniones polarizadas, donde escasean evidencias y análisis.

Temas comparte con sus lectores este panel de su espacio mensual Último Jueves en torno a los problemas de la dinámica poblacional cubana, donde hombres y mujeres, jóvenes y viejos, entre ellos demógrafos, sociólogos y otros analistas del tema, los examinan de modo ecuánime y argumentado, en sus causas, consecuencias y probables (e improbables) remedios.


Contar la gente. Población y tendencias demográficas

(Panel realizado en el espacio Último Jueves, el 25 de abril de 2012)

Participantes:

Mayda Álvarez. Directora del Centro de Estudios de la Mujer, Federación de Mujeres Cubanas.
María del Carmen Franco. Investigadora. Centro de Estudios de Población y Desarrollo.
Grisell Rodríguez. Investigadora. Centro de Estudios Demográficos, Universidad de La Habana. Oficina Nacional de Estadísticas e Información.
Rafael Hernández (moderador). Politólogo. Director de la revista Temas.

Rafael Hernández: Último Jueves, panel de discusión de la revista Temas, está dedicado hoy a discutir un asunto de gran interés y que es objeto de discusión pública; queremos contribuir a esa discusión desde una perspectiva ilustrada, desde la experiencia de tres investigadoras que se dedican a estudiarlo. ¿Nos estamos poniendo viejos? ¿No nacen suficientes niños? ¿Mucha gente se va? ¿La población no crece? ¿Disminuye? ¿Qué significa esto para el desarrollo social? ¿Es una anomalía o es algo natural? ¿Qué se puede hacer frente a esta problemática, con vistas al futuro? ¿Es reversible la situación demográfica actual? Estas son las cuestiones que queremos discutir en este panel.
La primera pregunta entonces es cómo se relacionan entre sí estas diferentes variables, el envejecimiento poblacional, la baja tasa de natalidad, la migración.

María del Carmen Franco: El envejecimiento poblacional, desde el punto de vista demográfico, es el aumento de la proporción de personas mayores dentro de la población total, y esto está reforzado por la disminución en las edades infanto-juveniles, o sea, del grupo de edad menor de quince años. En Cuba estamos en un proceso de envejecimiento poblacional en camino, no podemos determinar si es acelerado o no. En estos momentos, 18% de la población cubana tiene más de sesenta años, lo que adquiere una mayor connotación si se tiene en cuenta la baja proporción o la disminución de la población de cero a catorce años. Otra causa de este envejecimiento es la emigración; pero sobre todo la baja natalidad o baja fecundidad: cada año hay menos nacimientos, y por lo tanto menos personas conformando las generaciones que después van a seguir subiendo en esta pirámide de población.
La emigración incide en el envejecimiento porque su estructura está concentrada —como en casi todos los procesos migratorios del mundo— en las edades reproductivas. En el caso de Cuba, hay una alta participación de mujeres en esa estructura; alrededor de 53% forma parte de los flujos migratorios cada año. Ello influye no solo en los nacimientos que dejan de producirse en el país, sino también en el hecho de que desde que se decide emigrar —aun cuando no se llegue a efectuar—, se está aplazando un nacimiento que pudiera afectar un proyecto de vida que incluye la emigración. En resumen, el envejecimiento poblacional se relaciona con la natalidad y con los flujos migratorios que están ocurriendo en la Isla. Y eso es un reto para el país; no es aún un problema; el reto es evitar que lo sea en los años venideros.

Fuente: Censo de Población y viviendas 2012 (Cubadebate.cu)

Grisell Rodríguez: Los niveles de envejecimiento poblacional en Cuba, como apuntaba María del Carmen son altos. Yo sí considero que la población cubana está envejecida. Se dice que esto sucede cuando más de 12% de ella está por encima de sesenta años, y Cuba tiene hoy alrededor de 17%, o un poquito más. Concuerdo en que esto constituye un reto; para mí, uno de los más importantes en lo que se refiere a la dinámica o al contexto de la población cubana.
Ahora bien, ¿por qué estamos envejecidos? La causa está asociada, esencialmente, a los bajos niveles de fecundidad. Esa es la relación más directa o condicionante entre la fecundidad y los niveles de envejecimiento. ¿Qué pasa con eso en términos de acciones?
Ciertamente, hay una importante incidencia negativa de la emigración en los niveles y en el volumen de población que estamos teniendo. Cuba tiene un saldo migratorio negativo sostenido durante muchos años, que se ha incrementado en niveles importantes en los últimos tiempos, y esto está también repercutiendo en la estructura por edades de la población. Hoy decimos que el decrecimiento poblacional cubano está marcado o está halado en lo fundamental por la baja fecundidad; pero se piensa que esta va a dejar de ser la que lo determine en mayor grado y empezará a tener un peso importante la emigración, por lo que sucede hoy y por lo que parece que va a continuar sucediendo con el proceso migratorio.

Mayda Álvarez: En relación con la fecundidad que, como se explicó, hasta ahora es uno de los factores esenciales o el que más está —para usar la palabra de Grisell— «halando» el tema del envejecimiento, quisiera apuntar dos cosas. En primer lugar, según las encuestas de fecundidad que ha hecho el Centro de Población y Desarrollo de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información, para las mujeres el número ideal de hijos sigue siendo, al menos, dos; sin embargo, hay que tener en cuenta que en la construcción de la identidad femenina, la maternidad, que siempre ha sido central, se mantiene, pero no sola; desarrollarse como persona y profesionalmente es también parte del ideal de las mujeres de hoy, de ahí la posposición de los embarazos hasta edades superiores.
Por otra parte, quisiera apuntar elementos que tienen que ver con las políticas y los impactos sociales. Cuando se les pregunta a las mujeres por qué no han podido cumplir ese ideal, mencionan varios factores: las condiciones de vida; el costo en la actualidad de tener un hijo; la sobrecarga doméstica de las mujeres; la irresponsabilidad paterna. Muchas de ellas dicen: «Yo quería tener dos hijos, pero me quedé con uno, porque me quedé sola, y estoy haciéndome cargo completamente del niño». Y un elemento que no siempre tenemos en cuenta es quiénes son hoy los abuelos y abuelas; no son los de otras épocas, con los que se podía contar para cuidar a los niños; son, generalmente, personas incorporadas a la vida social, que tienen sus propias responsabilidades y expectativas. A esto se suman las dificultades con las instituciones dedicadas al cuidado de los niños, que no son suficientes, lo que también representa un factor para posponer la maternidad ante la posibilidad de estudiar, trabajar, o hacer vida social.

Rafael Hernández: Parecería que hay un factor que atrae o que arrastra a los demás: la baja tasa de fecundidad, causa determinante de una mayor proporción de ancianos, en la cual incide la salida de mujeres del país. ¿Esto es así? Y planteando la cuestión desde el punto de vista de lo que significan estos comportamientos respecto al futuro, hay países donde la población no crece tanto, hay una alta proporción de personas mayores de sesenta años, donde las mujeres no tienen tres y cuatro hijos, sino uno. ¿En el caso nuestro, estos factores pueden tener un efecto perjudicial en términos de futuro?

María del Carmen Franco: Antes de contestar eso, quiero referirme a otra cosa. El crecimiento demográfico y el envejecimiento tienen una tercera variable que es la mortalidad. Esa gran proporción de adultos mayores de sesenta años se debe también a la baja mortalidad en el país y a la muy elevada esperanza de vida. Cada vez sobreviven más personas en edades mucho más allá de los sesenta años, e incluso de los setenta, de los ochenta y cinco años.
Evidentemente, el envejecimiento poblacional compromete el desarrollo social y económico en el futuro. En estos momentos, tal vez estamos en una situación todavía manejable, por eso decimos que es un reto, porque la estructura poblacional que se avizora para los próximos años realmente pone en riesgo la capacidad productiva del país en el sentido de que va a haber más personas inactivas que activas. Compromete el reemplazo de la fuerza de trabajo al no haber población que entre a las edades productivas en la misma magnitud que los que están saliendo. Compromete el capital humano del país porque no hay reemplazo suficiente en las edades escolares; compromete los sistemas de seguridad social porque va a haber una mayor demanda de la población —ahora muy numerosa— que va a pedir su jubilación dentro de unos pocos años; compromete otras estructuras sociales como, por ejemplo, la familia, porque va a haber cambios en su estructura, va a haber más personas dependientes de un mismo ingreso económico. Es decir, compromete un montón de esferas de nuestra vida social y económica que necesariamente tiene que ser un aspecto que, desde ahora, estemos tratando en discusiones como esta y en acciones.

Grisell Rodríguez: Más que comprometer, yo diría que lo que se está vislumbrando en la dinámica demográfica cubana es el resultado de las tendencias que fueron pautadas por un grupo de políticas o de acciones sociales en un momento determinado; y lo deseado en el proceso de transición demográfica fue, justamente, disminuir primero los niveles de mortalidad y luego incidir indirectamente en la elevación del nivel de escolaridad de la mujer, y su incorporación social. Eso tuvo una influencia, también indirecta, en el decrecimiento de las tasas de fecundidad, similares a países de un desarrollo social y económico elevado. Ese es el lugar adonde ha llegado Cuba después de un grupo de acciones de carácter social, lo que hace que se convierta en un reto contar hoy con esta composición poblacional, porque, de cualquier manera, en el análisis de con qué población contamos y si esta es la ideal o no, es imperativo tener un vínculo con la voluntad de tomar acciones en pos de ella y los elementos del desarrollo; es decir, es muy difícil concebir la población separada del contexto y el desarrollo de los elementos que la están determinando; por ende, yo lo veo más en términos de un reto.
Como decía María del Carmen, nos vamos a enfrentar al fenómeno, pero no como otros contextos desarrollados, porque Cuba, un país del Tercer mundo, se encuentra demográficamente a la par del Primer mundo. En ese sentido, se convierte en reto enfrentar tal situación; pero para continuar, para accionar sobre ello desde el punto de vista social. Son tendencias irreversibles, a las cuales ha llegado el país.

Rafael Hernández: Al hacer la comparación con los países del Primer mundo nos encontramos con condiciones de crecimiento económico o de nivel de desarrollo desiguales, y también con que el factor migración tiene una característica diferente, porque en el caso de los países del Primer mundo, la mayoría recibe migración, no la emite. Ahí habría una diferencia, ¿no?

Grisell Rodríguez: Nosotros tenemos, como los países desarrollados, bajos niveles de fecundidad, bajos niveles de mortalidad, pero un saldo migratorio negativo. Ese es un elemento discordante en relación con otros contextos; y por eso insisto en que lo veo en términos de reto, pero para el desarrollo social y económico, no para la población, estatus al que ha llegado precisamente como resultado de las acciones de las políticas de desarrollo social del país.

Mayda Álvarez: En esta misma línea de pensamiento, quiero apuntar que, indiscutiblemente, las decisiones fundamentales sobre la fecundidad se toman en la familia, y también, por las tradiciones, esta asume el cuidado de ancianos y ancianas. No tenemos tendencia a internar a las personas mayores y desentendernos de ellas, sino a estar atentos; pero en este reto, creo muy importante que la responsabilidad no quede solo en manos de la familia; hay que hablar de corresponsabilidad Estado-comunidad-familia.
Los términos de reto, en cuanto a desarrollo económico y social, están también en la creación de determinadas condiciones para enfrentar este envejecimiento poblacional y para, de alguna manera, estimular la fecundidad, porque, de hecho, tenemos una potencialidad; no se ha renunciado a tener hijos; puede haber casos de mujeres que no lo deseen, pero, en términos generales, el ideal de las cubanas es tener al menos dos.

Nacimientos y tasa de natalidad. Cuba 1958-2012

Fuente: Anuarios Demográficos de Cuba 2010-2012. (Revista Cubana de Salud Pública. v. 39, 2013)

Rafael Hernández: Vamos a hacer un alto en esta conversación con el panel y entregarles la palabra a los asistentes para recoger cuatro o cinco intervenciones, con vistas a facilitar la continuidad, la fluidez del debate, y el intercambio de puntos de vista.

Domingo Lezcano: Yo soy laico comprometido. Por una u otra razón, frecuento la Sección de Intereses de los Estados Unidos. Lloro cada vez que veo la población que está solicitando visa para emigrar hacia los Estados Unidos y hacia otros países en embajadas en las que he estado de visita. Se nos va poco a poco el futuro de Cuba. Se nos van las mujeres en edad fértil, se nos van los hombres, que son los padres de los futuros niños que ya no van a estar en Cuba, se nos van los niños; se nos van, lamentablemente, técnicos, médicos, personal calificado, que es lo que garantiza el futuro del país.
Yo discrepo en cuanto a que es un problema que tener en cuenta en el futuro. Pienso que ya está presente, incidiendo, desde hace varios años, en el porcentaje de edad en la población de Cuba.
Es cierto que cada vez va creciendo más la esperanza de vida de los cubanos, pero también lo hace cada vez más la emigración de jóvenes. Habría que buscar entonces la respuesta a por qué se nos va el futuro de la Isla.

Carlos Alzugaray: Es obvio que determinadas políticas de la Revolución han generado efectos positivos: la longevidad y la mayor participación de la mujer en la sociedad. Evidentemente, esas son consecuencias positivas de políticas establecidas, que, de alguna forma, repercutieron en la estructura poblacional. La emigración es otra cosa. Es una consecuencia no deseada, que puede ser también resultado de políticas que se siguieron. En este momento el gobierno está en un doble proceso que puede tener un impacto sobre esos retos que el panel mencionó. Ellos hablan de reto, ¿pero dónde está la solución o las soluciones?
Las cosas hay que hacerlas con un pensamiento a muy largo plazo; no es algo que se va a resolver de hoy para mañana. Los Lineamientos aprobados recientemente van dirigidos a impactar de manera positiva sobre la gente; puede ser que como resultado de esas políticas haya más posibilidades de tener más hijos, y que siga aumentando la esperanza de vida. Ahora, el tema migratorio quizás sea el más complejo. El gobierno ha anunciado, por boca del Presidente de la Asamblea Nacional, una reforma migratoria radical, que inevitablemente, pienso yo, tiene que flexibilizar las entradas y salidas del país. Imagino que elimine de algún modo una serie de trabas burocráticas que existen en este terreno. En opinión de ustedes, ¿cómo debería ser esta?, ¿de qué manera una política inteligente, combinada con los Lineamientos, por supuesto, impactaría para hacer que la migración no represente un problema para la estructura poblacional?


Enrique López Oliva: Otro problema que se ha esbozado es el de la familia, que en Cuba, en los últimos años, ha pasado por un proceso de transición muy grande; ya no es la misma de antes del año 59, por una serie de factores, entre ellos el compromiso en todo el proceso social, económico y político que ha vivido el país. Los cambios en la familia influyen, obviamente, en todo este proceso demográfico. Tenemos una familia que, por regla general, está fragmentada; abundan las madres solteras o que atienden solas a los hijos porque los padres se fueron del país, o se separaron, o buscaron otra pareja.
¿Cómo enfocar en este momento el problema de la familia cubana hoy? La familia está pasando por una serie de circunstancias muy difíciles. La vida diaria se ha convertido cada vez más en una situación muy tensa. Yo conozco padres que le dicen al hijo joven: «Vete al exterior, para que nos ayudes a sobrevivir». ¿Cómo ven ustedes eso?
Otro aspecto que me gustaría tocar es la repercusión de este tema en la religión. Actualmente, en cualquier iglesia vemos un envejecimiento notable de la feligresía. Tengo entendido que el promedio de edad de los sacerdotes en el país excede los sesenta o setenta años. Cuba no es una excepción, en la mayoría de los países existe la misma problemática.


Ramón García: Coincido exactamente con todo lo que han dicho las panelistas; o sea, creo que el mapa es inmejorable. Pero si se escuchan bien, no fueron las condiciones objetivas las que han determinado este fenómeno, sino los patrones culturales. Estamos hablando de la mujer cubana y poniendo sobre ella la responsabilidad de la reproducción de la población. Evidentemente, hay unos patrones culturales que están detrás, y que nos hacen pensar que el problema está allí y no en otro lugar.
La primera cosa que quiero hacer es una objeción relativa al énfasis metafísico en los análisis demográficos, o sea, una sustancia sujeta a regularidades, leyes, etc., cuando el análisis que está haciendo el panel prácticamente niega esa metafísica.
Hablando de patrones culturales, se están modificando las condiciones de reproducción de la población, y no miremos como un peligro el problema de este proceso, porque, según Darcy Ribeiro, los procesos sociales son autocorrectivos, o sea, en el tiempo vuelven a un punto, giran y siguen adelante; y en ese sentido no veamos la emigración por la polémica aquella entre Moisés y los rabinos, entre el pueblo migrante y el pueblo sedentario, etc. Este proceso migratorio está creando un espacio de frontera, donde se está dando respuestas a la diáspora, o, en las ciudades pequeñas de veinte mil a treinta mil habitantes, se está dando respuestas a este proceso de actualización de las condiciones de reproducción de la población, que incluye todos estos patrones culturales. Yo veo esto con optimismo, creo que es un proceso muy saludable, en el que el perro se sacude de toda esa agua que traía al salir del río.

José Luis Martin: Quiero reaccionar a una de las afirmaciones que se hicieron. La doctora María del Carmen Franco hablaba del reto que significan, en materia productiva, los procesos de envejecimiento y lo que, en efecto, como ella dice, va a ser una proporción diferente de personas fuera y dentro del quehacer laboral, cosa que, para decirlo con más precisión, según las proyecciones, después de 2018 tal vez sea un hecho constatable. Ella decía que era un reto, y yo estoy de acuerdo, pero añado que es también una oportunidad, y esto empata con lo que decía López Oliva, que hablaba de soluciones; con Domingo, que mencionaba el tema de la actualidad del asunto; y con Carlos, que también estaba refiriendo otras posibilidades que se mueven alrededor de todas estas complejidades.
Mayda era mi directora cuando hicimos un trabajo en el central Camilo Cienfuegos, y concluimos que estaban fallando las condiciones de trabajo, eran disfuncionales en los puestos claves de las áreas claves. Esto determinaba la investigación, y decidimos revertirlo, y después de una serie de técnicas logramos seleccionar un grupo de trabajadores absolutamente empoderados, con un cambio en aquella realidad. Cuando se hizo una votación y se escogieron aquellas personas, el grupo resultante pasaba claramente de los cincuenta años, y 60% tenía más de sesenta. Se buscaba a los mejores trabajadores, los más experimentados, los más honestos, los más sabios, y esa convocatoria reunió a aquella gente.
Además concluimos que buena parte de los mejores trabajadores que tiene este país están en un proceso de envejecimiento sustantivo. A ello añado que los que más sufren las dificultades de las condiciones y las malas relaciones de trabajo, son los mejores trabajadores. Los peores sufren menos. Es así. ¿Entonces, qué sucede?, ¿a dónde nos lleva esto? El reto se convierte en oportunidad. Decía Jorge Mañach que una solución es un problema puesto al revés, y estoy un poco de acuerdo con eso: si ese es el problema, vamos a ponerlo al revés. Vamos a tratar de trabajar sobre las condiciones y las relaciones de trabajo, a rescatar la mejor cultura de trabajo, que está en los trabajadores envejecientes. Creo que por ahí está, por lo menos, una de las puertas de las soluciones de las que estábamos hablando.

Rafael Hernández: Les devuelvo la palabra a las panelistas. Algunas de las intervenciones tienen que ver con mi tercera pregunta: ¿Qué políticas pueden y deberían implementarse para enfrentar los problemas, los desafíos, que plantean las tendencias demográficas?

María del Carmen Franco: Antes de pasar ya a hipótesis, ideas que tenemos, que hemos debatido, quiero referirme a las intervenciones de los participantes, sobre todo a lo relacionado con la emigración, porque casi todas estuvieron centradas en este asunto. A mí también me conmueve, cuando paso por las embajadas, por la Oficina de Intereses, ver tal cantidad de personas. No pienso que todo el mundo se está yendo, sino que muchos van a visitar a sus familiares, a amigos; pero lo que más me conmueve es el trabajo que pasa esa gente para poder viajar. A eso me remite la segunda intervención: ¿qué flexibilidad? Una que permita que se pueda viajar. La gente necesita hacerlo, conocer otras culturas, si así lo desea, tener cierta facilidad para ello, buscar algún tipo de opción que le plazca más en algún otro lugar, incluso pensando en un regreso, en una familia. La emigración tiene que ser una opción, una elección de las personas, y no una necesidad, una estrategia para la subsistencia de la familia.
Entre las políticas de flexibilización tiene que estar la posibilidad de que las mujeres quieran tener sus hijos dentro de Cuba y no necesariamente fuera, para que no pasen los mismos trabajos que ellas, con unos trámites migratorios que ellas mismas pasaron. Eso está entre las cosas que creo que podrían cambiarse.
Los cubanos que ya han nacido, los niños de nuestros coterráneos que están naciendo fuera de Cuba deben tener opciones, no sé si mediante nuestras embajadas, para apropiarse de nuestra cultura, de nuestras tradiciones, y en un futuro, o cuando lo deseen, sepan dónde nacieron y si quieren venir y estar aquí ¿por qué no? Podemos convertirnos en algún momento en un país a lo mejor no de inmigración, pero sí de una emigración neta menos distorsionada que la que tenemos ahora. Creo que por ahí van todas estas cosas.
Actualmente, hay una alta dependencia de las remesas familiares. Eso no solo pasa en Cuba; tampoco las oficinas de las embajadas de los Estados Unidos en todos los países están vacías; hay muchas llenas. Pero hay que pensar en lo bueno que tenemos para seguir, y tratar de mejorar las cosas que no son buenas, en bien de la población.

En el caso de las políticas, en Cuba, por lo que hemos logrado, por el nivel de las mujeres, es importante incidir sobre la igualdad de géneros. Entre los países de baja fecundidad, donde menos ha bajado es en los escandinavos, que se han caracterizado por relaciones de género más igualitarias y que tienen políticas activas sobre esto. En Cuba eso funcionaría, además de otras muchas cosas que yo sé que van a salir aquí en el debate.

Mayda Álvarez: Quien hizo referencia a los patrones culturales tiene toda la razón. Cuando hablamos de fecundidad tenemos que hablar de las mujeres, pero también se dijo que las decisiones se toman en la familia, y que un factor que está incidiendo es si se está asumiendo o no los roles de paternidad y de maternidad, o toda esa responsabilidad está recayendo sobre las mujeres, y esto constituye un factor limitante. Incluso muchas veces después de los divorcios se produce otro divorcio con los hijos y ni siquiera el padre atiende la manutención. Ahí hay un tema de igualdad de género y de corresponsabilidad, en el caso de la familia, que es muy importante.
Cuando de la familia se trate, debemos tener una mirada mucho más flexible; no podemos pensar en la tradicional patriarcal. Y Cuba comparte con los países del mundo toda esa serie de tendencias de que se estaba hablando: aumento de hogares de jefatura femenina, uniones consensuales en lugar de matrimonios legalizados, madres solteras, etcétera.
En relación con la emigración, como dijo Grisell, ha sido una estrategia de enfrentamiento de la familia a la crisis, como también el fortalecimiento de las redes familiares con los parientes emigrados.
Hace mucho tiempo, antes de que empezara el Período especial, las investigaciones sobre familia señalaban que en Cuba su función económica estaba hipertrofiada, es decir, que había, sobre todo, sobrecarga femenina; pero hombre y mujer dedican mucho tiempo y muchos esfuerzos a la búsqueda de recursos económicos, a la realización de tareas domésticas, al cuidado de niños y ancianos, etc., y esto se ha agravado en los últimos años; por lo tanto, es importante que las políticas tiendan al mejoramiento de los servicios de apoyo al hogar, como alternativa para hacer más compatible vida laboral y vida familiar, para aliviar la carga de las responsabilidades domésticas. Las soluciones no tienen que ser nacionales, podrían buscarse en el desarrollo local.
Se está hablando ahora de nuevas cooperativas, de otro tipo; tendríamos que pensar en crearlas para el cuidado de niños y ancianos, o para brindar servicios de apoyo al hogar.
Por supuesto, hay políticas de salud. Si yo sigo un criterio solo económico para reestructurar los servicios de salud, digo: «Voy a quitar este policlínico porque aquí hay poca población», pero si tengo una mirada sobre del envejecimiento, si en ese lugar donde está el policlínico la población está muy envejecida, no lo puedo quitar porque las personas mayores no tienen transporte para llegar al otro que está más lejos.
Igual me parecen muy importantes las políticas educativas para crear una cultura del envejecimiento. A veces en el trato somos crueles con las personas adultas mayores, cuando las vemos en un transporte, un servicio de salud, o en otros lugares. Por otra parte, se dan manifestaciones de violencia con ellas en la familia. Por lo tanto, hay que educar.
Y hay que tener una mirada también de atención a cuidadoras y cuidadores, porque se sabe que pasan por procesos de estrés, y que necesitan habilidades para desempeñar estas funciones.

Grisell Rodríguez: En relación con la última pregunta que hacía Rafael, lo primero que hay que pensar, y creo que eso reúne muchos de los elementos que aisladamente hemos estado anotando, es que en Cuba no ha habido nunca una política explícita de población; es decir, todo el tiempo hemos estado realizando acciones que indirectamente han incidido o movido los indicadores demográficos. Lo hemos estado mirando a la inversa. Los estudiosos de población decimos que han sido políticas no explícitas, sino implícitas.
Un elemento primordial es determinar una política de población; o sea, hacia dónde iría la intencionalidad, ¿queremos que suba la fecundidad?, ¿queremos mantener determinados indicadores demográficos?, ¿cómo deseamos mover o incidir en la variable migración? Y a partir de ahí, las otras políticas: una migratoria específica, una en torno a la salud sexual y reproductiva y a los elementos alrededor de la fecundidad, o determinadas políticas en el área de la educación, etcétera.
Otro factor importante es que, de alguna manera, entre esas políticas y las acciones hay elementos contextuales socioeconómicos. En diferentes momentos de la historia de este país ha habido contextos que han determinado que se hayan movido de una manera específica los indicadores demográficos. La población tiende a la inercia en sus comportamientos durante un tiempo. Por esa inercia es que hay que trazar políticas, con una mirada a largo plazo. Y en ese sentido —voy a introducir una idea que a lo mejor va a ser un poco discordante y va a generar polémica— deberíamos pensar: ¿queremos, deseamos, es importante para Cuba que, como país, se incremente la fecundidad?, ¿va a subir la fecundidad cubana?, ¿estamos en condiciones de hacer acciones específicas para incidir sobre ella?
Lo que dicen las teorías y mucho de lo que hemos estudiado es que los ideales de la fecundidad, incluso en los contextos donde las mujeres deciden tener pocos hijos, son casi siempre de dos hijos; lo que pasa es que hay una diferencia entre esos ideales y su ejecución concreta.
Lo mismo pasa con los procesos migratorios. Alzugaray preguntaba por dónde irían las medidas. Creo que las políticas y las acciones en temas migratorios deben estar incluidas en una política de población, como decía María del Carmen. Otra de las preguntas estaba relacionada con la motivación para emigrar. En Cuba, el motivo fundamental, hace bastante tiempo, según el resultado de las investigaciones, es económico, salvando determinados períodos en que las salidas han sido por coyunturas políticas específicas. En ese sentido, hay aspectos hacia los cuales tomar acciones en función de rescatar ese proceso migratorio si es que dentro de una política de población nos interesa tomarlo en cuenta. Uno de los elementos que se manejan por algunos de los estudiosos en el tema, es hablar de una circularidad en el proceso migratorio, es decir, que exista la posibilidad del retorno, como pasa en otros contextos y que ese proceso sea menos complejo; que los migrantes salgan, resuelvan algunas de sus necesidades económicas, y regresen.
Alrededor de la emigración cubana, como hemos hablado, hay muchos escenarios. Actualmente no solo se emigra para los Estados Unidos, aunque haya un porcentaje importante de salidas para ese país; se han diversificado los destinos de los emigrantes. Creo que he respondido algunas de las interrogantes.

Rafael Hernández: ¿Consideras que sería muy difícil pensar en políticas o mecanismos que, a corto plazo, tuvieran como efecto el incremento rápido de la fecundidad?

Grisell Rodríguez: Coincido con quien habló de patrones culturales y de tendencias; los niveles de la fecundidad cubana hoy son un resultado histórico, a partir de condicionantes claves. Por supuesto, manejamos los elementos económicos, pero no esencialmente, sino más bien los patrones culturales. Ya la población cubana tiene instaurada, desde hace muchos años, la familia de pocos hijos. Lo que pasó después del 59 fue la homogeneización del proceso, de modo tal que en la zona rural también se disminuyó la fecundidad y continuó haciéndolo, y hoy una mujer rural, lo mismo que una urbana, con alto o bajo nivel escolar que con bajo, etcétera, tiene pocos hijos. Esto se ha convertido en un patrón de comportamiento de la familia cubana. Yo siempre digo que mañana puede dársele a una persona las posibilidades económicas de tener muchos hijos, y esa no va a ser la razón fundamental para decidirlo; hay también aspiraciones de superación personal de la mujer, de incorporación social, de intenciones de diversa índole, culturales, personales, que una familia de muchos hijos estaría limitando.
También se ha demostrado que con pocos hijos ya la sociedad está funcionando. Es muy raro encontrar familias numerosas. Incluso mujeres que dicen que quieren tener muchos hijos, no los tienen.
Por otra parte, ¿deseamos que aumente la fecundidad?, ¿por qué?, ¿cuáles son los elementos que eso aportaría en relación con la población cubana?, ¿es que la que tenemos ahora no es suficiente? Queremos que haya más niños, pero ¿qué costo social y económico tiene eso?, ¿cómo lo vamos a estimular desde el punto de vista económico? Mi criterio es que, concretamente, ni necesitamos que se incremente la fecundidad, ni las medidas que se tomen van a incidir, ni en el corto ni en el largo plazo, en un aumento importante de esta.
En los últimos tiempos, la fecundidad cubana ha tendido a oscilar; un año ha sido un poco más baja, el próximo un poco más alta, y esa es la propensión que se ha encontrado en muchos otros contextos. En España hay una política pro-natalista en la cual a las familias se les entrega algo así como dos mil quinientos euros por cada nuevo hijo, y la fecundidad solo ha subido ligeramente. ¿En Cuba estamos en condiciones de hacer eso? ¿Lo necesitamos?

Tasa de fecundidad (hijos por mujer) y de reproducción (hijas por mujer) desde 1959 hasta los 2000

Los datos muestran que la curva declinante de la tasa de fecundidad cubana empezó hace cuatro décadas (1972), coincidente con el inicio del mayor ciclo de incremento (parejo) del nivel de vida en Cuba. La caída de la fecundidad por debajo del nivel de reemplazo poblacional (1978 y siguientes) ocurre en el marco de dos décadas de prosperidad, ampliación y acceso masivos al mercado de consumo, y apogeo de los servicios sociales en el país, que se prolonga hasta el inicio de la crisis (1991). (Fuente: Oficina Nacional de Estadísticas).

María del Carmen Franco: Estoy de acuerdo con muchas de las cuestiones que dice Grisell respecto a los patrones culturales. Es cierto que el ideal de familia de los cubanos es el de un núcleo pequeño, de dos a tres hijos; pero yo pienso, y siento, que Cuba sí necesita incrementar la fecundidad, llegar, al menos, al nivel de reemplazo, que son dos hijos por mujer, y que necesita hacerlo ahora, porque esos beneficios sobre la estructura de la población, sobre la sociedad, se van a ver dentro de quince años, cuando esas personas pasen a la edad laboral. Ello tendrá ahora un costo, realmente; pero no podemos esperar cinco años, a estar en mejores condiciones económicas, porque entonces será dentro de veinte años, y así. Estoy de acuerdo en que es muy difícil, que no lo vamos a resolver de inmediato por dar doscientos o trescientos pesos por hijo, etc. Está en los propósitos del desarrollo económico, entre los Lineamientos —que son las cosas que el país se propone hacer en los próximos cinco años— atender estos problemas, tratar de alcanzar tendencias demográficas más favorables, y algo hay que hacer, por lo menos para que las personas tengan los hijos que desean tener.
Yo creo que hay que hacer cosas, y políticas integrales. Si estamos pensando en la fecundidad, ahora sabemos que hay mujeres que van a pasar al sector no estatal, y eso conviene al desarrollo económico, pero la prioridad de los círculos infantiles es para las del estatal. Eso tiene que cambiar porque ¿quién les va a cuidar sus hijos a esas mujeres? Hay que desarrollar vías e instituciones, tanto estatales como no estatales, para estos fines.
Otra cosa que necesitamos es que las mujeres paran, y que lo hagan mientras estén trabajando, porque la reserva que tiene la fuerza laboral está mayormente en las mujeres, en la población económicamente no activa femenina. Esas son las que se tienen que incorporar; por lo tanto, en los próximos años, van a ser las mismas mujeres las que van a tener que trabajar y, además, tener sus hijos. Por ello, hay que reorientar las políticas hacia la mujer trabajadora, insisto, lo mismo del sector estatal que del no estatal, y así ir acotando este tipo de cosas para tratar de ser lo más coherentes posible con lo que nos conviene. En resumen, yo considero que sí se necesita incrementar la fecundidad, aunque sea hasta el nivel de reemplazo; no va a ser en un año, ni en dos. En 2012 subió un poco, estamos en mejores condiciones que hace dos o tres años, pero hay que seguir insistiendo, hay que actuar.

Mayda Álvarez: No creo que haya una política que acreciente a corto plazo la fecundidad. Comparto con María del Carmen este criterio. Hay mujeres que desean tener varios hijos, según investigaciones que se han hecho, y se han quedado con uno por distintas razones, y manifiestan insatisfacción. Entonces, por ahí hay un potencial para elevar la fecundidad.
Otro tema que se ha tratado, y para el que se están adoptando determinadas políticas, es la atención a la infertilidad; son pocas las parejas en este caso, pero desean tener hijos, y no todos los servicios han estado siempre a la altura de las necesidades de aquellas que quieren hacerlo y no pueden, porque precisan de un tratamiento especializado de fertilidad.
Otra cosa que quiero acotar está asociada con los patrones culturales y las licencias. La mayoría de las personas sabe que en el año 2003 se aprobó, entre las modificaciones de la licencia de maternidad, la posibilidad de la paterna, porque igual que las mujeres han asumido el espacio público y han cambiado sus roles, si los hombres asumen más sus responsabilidades en el llamado privado —que es tan público como el otro, porque tiene que ver con la educación, con el sostenimiento de una sociedad, con todo—, indiscutiblemente la pareja podrá decidir, con más posibilidades, tener hijos, porque ambos participan y se responsabilizan no solo con el cuidado, sino también con la educación de estos, que lleva todo un proceso. Esa licencia paterna está siendo bastante poco utilizada; todavía son pocos los hombres que se acogen a ella. Después de terminada la lactancia, es posible tener en cuenta esa decisión familiar, pero para que contribuya a lo que decía María del Carmen, a que la mujer trabajadora pueda incorporarse más rápidamente a la vida económicamente activa.

María del Carmen Franco: Respecto a la licencia de paternidad, la Encuesta Nacional de Fecundidad del año pasado demostró que no es solo que no se emplea, sino que no la conocen ni los hombres ni las mujeres; y a eso me refería en este asunto de políticas más activas para la igualdad de género. En ese caso existe la posibilidad, pero no es tenida en cuenta ni por las administraciones ni por los mismos hombres: «¿que me quede yo con mi hijo, así de pequeñito, con seis meses de nacido? Es que yo no sé».
Otro asunto que quiero abordar es que los cambios en la Ley de Maternidad sí se sintieron en la fecundidad de las mujeres activas, que se ha ido incrementando a partir de 2003. La actual Ley, con el año de licencia y una serie de beneficios que desde entonces tienen las mujeres, sí ha tenido influencia en la fecundidad; lo que da la idea de que algunas cosas sí pudieran funcionar.
Para terminar, reitero que sí necesitamos el incremento de la fecundidad. Claro que no lo vamos a resolver enseguida, por lo menos en los próximos años; porque ya tenemos arriba el envejecimiento poblacional. Se habló al principio sobre los países que han utilizado la inmigración para resolver el problema, y no ha sido la solución, ni para frenar el envejecimiento ni para incrementar la fecundidad. Se implementaron políticas y se ofrecieron incentivos económicos y laborales para las mujeres migrantes que tuvieran hijos; pero al final ellas asumieron los niveles de fecundidad del lugar de destino, porque entraron en el mismo contexto social, y al entrar en la fuerza de trabajo, asumieron también derechos en la seguridad social, y envejecieron igual que todos: con pocos hijos.
En Cuba, además, en estos momentos no se vislumbra que vayamos a ser un país de inmigración en los próximos cinco años. Veo muy lejano un saldo positivo de emigración/inmigración.

Rafael Hernández: Grisell, ¿quieres comentar sobre esto?

Grisell Rodríguez: Sí. No veo posible, por supuesto, la solución en la inmigración, estoy completamente de acuerdo con María del Carmen. Esos países tampoco han resuelto el problema; pero veo todavía tan improbable como eso que en los próximos cinco años vayamos a elevar la fecundidad hasta el reemplazo. Pensemos que el aumento de la fecundidad de las trabajadoras después de 2003, al que ella hacía referencia, fue unos años después de los momentos de mayor crisis económica. ¿No habrá sido también el resultado de la posposición de la fecundidad, que es otro de los elementos importantes que está mostrando el panorama reproductivo cubano? Las mujeres cubanas estamos posponiendo la edad para tener los hijos, por razones de todo orden; y estuvo bien claro en los 90 —sobre todo en los años 94 y 95, los momentos más complejos de la crisis económica que vivimos acá—; entonces envejeció un poquito la estructura por edades de la fecundidad cubana, es decir, entraron al patrón de fecundidad un grupo importante de mujeres mayores de treinta años y hasta de treinta y cinco años. Ello no se ha mantenido con aquella fuerza; la fecundidad cubana sigue siendo temprana, en esencia entre veinte y veinticuatro años, pero el peso de las que conciben con más de treinta años sigue siendo importante.

Rafael Hernández: Me hace feliz haber encontrado un punto en el cual el panel discrepa, porque la discrepancia es fecunda, y en este caso lo es especialmente. Voy a volver a dar la palabra al público.

Yoss: Me parece significativo que el panel hoy esté compuesto de mujeres, que son realmente las que históricamente se han preocupado por la fecundidad y por el problema de la familia. Pero me aterra un poco ver el sentimiento de fatalismo, en relación con que parece inevitable que vamos a convertirnos en un país de viejos. Al paso que vamos, cada viejo será atendido, más o menos, por un cuarto de persona. Parece que estamos abocados a ser un país con la composición poblacional del Primer mundo, pero sin suficientes entradas económicas para que haya gente que lo mantenga. Mi pregunta es: ¿nos resignamos?, ¿seremos los últimos viejos que tengamos familia que nos atienda cuando nos toque el momento, o hay algo que se pueda hacer?
Me preocupa pensar que las medidas que se tomen sean por lo general coercitivas, o sea, se impida radicalmente la emigración por motivos de que el país se va a quedar vacío, o se obligue a las personas a tener hijos, se sancione y se prohíba el aborto. Es cierto que se ha abusado del aborto, se ha convertido en un método anticonceptivo, pero no sería bueno prohibirlo. Pero lo que más me inquieta es la confesión a coro de las panelistas de que no es posible hacer nada. ¿Existe una inercia poblacional, es decir, debemos resignarnos y hundirnos en el abismo?

Rafael Hernández: Las preguntas de Yoss tienen la virtud de que ya fueron contestadas por el panel, solo que de una manera contradictoria, porque no todas las panelistas están de acuerdo.

Aurelio Alonso: Mi pregunta es mucho más primitiva que todo lo que se ha expresado aquí; es, simplemente, que no entiendo cuáles son los retos que se plantean; porque el término reto tiene un significado, supone que es algo que hay que afrontar de alguna manera. Me ayudó Grisell en una medida notable, cuando observó que no tenemos una política de población, y aquí entra otro término que nos obliga a pensar también que las políticas de población tienen límites. El envejecimiento se nos plantea a veces como una tragedia, y creo que no tiene esa dimensión. Del año 1959 al censo del 71, la población cubana aumentó de seis millones a diez millones y pico; es decir, el gran incremento de la población cubana se dio en los 60 y quizás en los primeros años de la década siguiente, por distintas razones.
Como se sabe, la población crece y decrece también por varios motivos, no porque haya una política; son realidades de las relaciones sociales que inciden en esos crecimientos. La Crisis de Octubre provocó que el 63 fuera uno de los años de mayor número de nacimientos en Cuba, por razones obvias: si nos van a tirar la bomba vamos a aprovechar. Hay una serie de dinámicas que no tienen que ver con políticas y que hacen que crezca o que decrezca la población. La actual está envejecida porque aquellas generaciones tan prolíferas crearon hijos que ya se están poniendo viejos y que están entrando en edad de jubilación, y después, contrario sensus, ocurre una reducción de la tasa de natalidad y una estabilización, es decir, que ahora afrontaremos, se supone, con los mecanismos presentes, un envejecimiento y después un proceso progresivo de equiparación etaria en la configuración de la población cubana. No quiere decir que no emprendamos políticas. Estamos tratando de reformar esta sociedad hacia algo que sea racional; entonces, dentro de eso, por supuesto, debemos asumir políticas que nos ayuden a incidir en esa configuración, pero teniendo en cuenta que hay leyes naturales demográficas que determinan un curso de transformación de la correlación de las edades, de las generaciones, en la población que vamos a tener de aquí a veinte o treinta años.

Luisa Íñiguez: Quiero referirme a dos cosas concretas; una es que hay que mirar los territorios, dejar que estos se expresen. Se habla de Cuba como si fuera una sola cosa; se habla de sus provincias como si existieran; estas no existen hace rato, están rotas, quebradas, precisamente por los indicadores demográficos y otros, o porque los motores de la economía desde hace veinte años están concentrados y no consiguieron irradiar.
Si ustedes observan la década de 2000, año por año, y ven las tasas de crecimiento natural, las migraciones internas y las externas —como lo hemos hecho en un ejercicio—, y el envejecimiento además, se darán cuenta de cómo hay municipios, que no llegan a veinte, donde se concentran tasas altísimas de crecimiento poblacional —los datos son de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información— así como tasas de crecimiento natural más altas, y de migración externa bajísimas. Entonces invito, y de paso es una propaganda, a mirar a Cuba y a escuchar su territorio, y tratar de entender que está quebrada, está rota. Hay áreas de la Isla, que no por gusto Milton Santos llama luminosas, y otras muy opacas.
Por último, lo que más me preocupa del envejecimiento es la atención que pueda prestarse a eso. Hay casas de abuelos, hay posibilidades de rehabilitar a un anciano o de mejorarle su salud; ¿pero cómo se llega? Hoy la vida cotidiana tiene un costo adicional: la atención a la salud del adulto mayor; y no es un problema de La Habana, lo mismo se ve en Centro Habana o en San Agustín, que en un municipio del interior del país. Hay que pensar desde antes en eso.

Juan Carlos Albizu-Campos: Soy demógrafo y me parece muy atinada la invitación a reflexionar sobre estos temas. Quiero empezar por la pregunta que da inicio al panel. Escuché la frase «nacimiento suficiente». ¿Qué cosa es eso? En toda la literatura científica de la demografía no existe nada que conceptualice ese término. Si queremos decir que los nacimientos son insuficientes en virtud de que no logran compensar los dos elementos negativos del crecimiento de la población, que pueden ser las defunciones —de las cuales parece que nos hemos olvidado y que están creciendo de manera galopante— y el saldo migratorio negativo, habría que decir que los nacimientos de Cuba hoy son el resultado de un nivel de fecundidad como colofón de un proceso que se llama transición demográfica. Eso habría que decirlo para enmarcar un poco el debate. La transición demográfica viene de la mano de la modernidad, es decir, se pasa de altos niveles de fecundidad y de mortalidad a niveles bajos; y eso, en los países del «Primer mundo», que prefiero llamar países desarrollados, fue un proceso que, con cierto retraso, acompañó a uno anterior denominado desarrollo económico. Entonces, hay una calendarización de procesos que hacen que una cosa hale a la otra. La peculiaridad de Cuba es que hace una transición demográfica muy rápida, muy acelerada, y la culmina en condiciones de ausencia relativa de desarrollo económico, en comparación con esos países que ya también combinaron sus niveles de fecundidad. Y el envejecimiento no es otra cosa que el final de ese proceso, pero no como una cosa negativa. Hay que desdemonizar, pienso yo, el problema del envejecimiento. A mí me entran grandes rabietas cuando veo por la televisión esos spots en que el hijo viene a ver al padre que está solo, tirado en un sillón, le da diez pesos y se va. Esa mirada lastimera a la tercera edad no sé quien la inventó. Yo conozco muchas personas de la tercera edad que son más activas que yo, que tengo cuarenta y ocho años, y que generan mucho más que cualquier joven.
De la misma manera, una ley de maternidad no va a promover el incremento de fecundidad, porque cuando se habla de «nacimientos suficientes», se piensa en una cantidad. Si quisiéramos elevar la fecundidad de forma tal que alcanzáramos la de 1987, cuando también estaba por debajo del nivel de reemplazo (1,82 hijos por mujer), pero por encima de lo que es hoy (1,7), eso representaría una diferencia de ochenta y cinco mil nacimientos, aproximadamente. La pregunta es, si queremos que ello suceda, ¿dónde están las políticas de inversión en el sector de salud para atender tal incremento?, ¿dónde la relativa a la inversión en el sector educacional para hacer frente a la educación que va a demandar ese número adicional de nacimientos, o las que garanticen el empleo de esos que después que se eduquen querrán trabajar?, ¿dónde están las viviendas adicionales para las nuevas parejas que se formarán, cuando todos sabemos que la bolsa habitacional cubana está completamente degradada?, ¿dónde está la política salarial para asumir a los nuevos trabajadores?
Entre 1996 y 2006 se produjo un descenso adicional de fecundidad, que fue a todas luces lo que más nos alarmó, porque fue entonces que se adelantó el proceso de reducción de la población. En esa década, 80% de esa reducción —que fue, sobre todo, por posposición—, estuvo explicada por la caída del salario real; no se trata de que los componentes económicos sean los fundamentales, sino de que tienen una presencia tangible, que son el eje articulador de algo que no se ha mencionado aquí: las estrategias familiares de supervivencia, donde se incluyen las migratorias, que necesitan que algunos de los miembros salgan para que manden remesas.
Todo el que ha estudiado un poco de demografía o población se encuentra con la ley de la distribución homogénea de los recursos laborales y la fuerza de trabajo definida por Lenin, la cual dice explícitamente que la migración es un acto en esencia positivo; lo que hay es que lograr que esta sea circular, y crear internamente las condiciones para que se regrese, que el que salga no pierda su origen, no se desarraigue, que no sea un proceso de una sola vía.
En fin, lo que hoy existe como cuadro demográfico no tiene que llamar a alarma. La tasa de decrecimiento de la población que se registró en 2010 —no tengo el dato de 2011—, menos 0,01%, utilizando una formulación muy simple que en demografía se conoce como la «Relación de los setenta años», da un tiempo de disminución a la mitad de la población de siete mil años; es decir, que la población cubana no va a desaparecer. Si nos vamos a demorar siete mil años en bajar a la mitad, ¿cuál es el problema?

Miguel Mendoza: Cuando Rafael Hernández nos convocó a este panel, lo llamó «Los problemas demográficos actuales»; sin embargo, prácticamente todos se han concentrado en tres tópicos: baja fertilidad, envejecimiento poblacional, y emigración. Esto se convirtió en un tema que podríamos llamar «incidencia de la migración en la baja fertilidad cubana y el envejecimiento poblacional». Para salvar el asunto, quiero ver si podríamos también concentrarnos, o por lo menos tocar el tema, en las distribuciones demográficas que nos interesan. Salvo la compañera María del Carmen, que dijo que la reserva laboral es fundamentalmente femenina, yo no he oído hablar nada de distribución.
Por poner un caso, se está hablando de fertilidad ¿en qué zonas? Creo que en las zonas rurales la fecundidad no ha bajado, por lo menos yo, que voy mucho a estas y a las suburbanas, percibo que las mujeres siguen pariendo; no tienen el problema de la vivienda, que por ejemplo, choca mucho en la ciudad. La revista Temas le dedicó un número completo al asunto de la vivienda y cómo eso incidía en la baja fecundidad, y así no se desarrollaba la familia. Quisiera que el panel tocara estos mismos problemas del envejecimiento de la población, pero por zonas rurales o urbanas, sea en Occidente o en Oriente, y si es posible, por capas educacionales, e incluso por razas.

María Poumier: Estoy de paso aquí; vivo en Francia, y quiero agradecer mucho que me hayan invitado a asistir a esta reunión, porque tiene un aspecto maravilloso, como he oído desde afuera. He visto que se utiliza la palabra reto, pero se nota que no se sienten amenazados por nada, y están razonando en un mundo en que muchísimos deseos se han cumplido y se van a seguir cumpliendo. Eso contrasta tanto con lo que vivimos nosotros en Europa, que quiero felicitarlos.
Y si me permiten, les informo que por allá estamos preocupados por fenómenos muy semejantes, o sea, el envejecimiento poblacional. Las mujeres se niegan a parir hasta los cuarenta años, cuando ya les cuesta muchísimo embarazarse; se han estropeado la salud por abortos y contraceptivos. Eso, hay que decirlo, no es un progreso; le cuesta muy caro a la sociedad pagar los tratamientos para combatir la infertilidad, y los hijos que nacen tarde no tienen el mismo vigor, la misma fuerza biológica que los de madres jóvenes; o sea, son los mismos problemas.
Pero tenemos uno adicional ahora, que aquí no se ha planteado como cosa seria. Hay que darse cuenta de que las leyes migratorias siempre son de reciprocidad, son acuerdos con distintos gobiernos, y muchos de ellos forman parte de bloques con los cuales hay que hacer acuerdos. Así, si se modifican las leyes migratorias, si los cubanos pueden ir a otros países mucho más de lo que lo hacen ahora, los extranjeros también van a venir aquí masivamente, pero ¿quiénes van a venir?: los haitianos, los salvadoreños, los africanos, los afganos, los iraquíes, los iraníes, una vez que les bombardeen su país; o sea, gente más pobre que los cubanos, que los hay por millones; y el primer resultado concreto que tienen las guerras imperialistas fomentadas por los Estados Unidos, a nivel de la vivencia de las gentes humildes e inocentes, es arrojarlas fuera de su país. Y van a venir a Cuba, porque es un país privilegiado en comparación con lo que viven ellos; entonces eso hay que pensarlo.
En Europa todas las elecciones muestran un auge de los partidos de la extrema derecha, que son calificados como xenófobos. Es muy triste que estos partidos asciendan, pero reflejan una crisis que todo el mundo entiende, relativa a que la identidad de nuestros pueblos está en peligro; por ejemplo, si aquí llegaran los salvadoreños, va a pasar lo mismo que en Miami, se van a apoderar de todo lo que sea el negocio de la comida barata; entonces, el cubano que tanto ha luchado por poder vender un pastelito en una esquina se va a encontrar que hay uno dispuesto a trabajar las veinticuatro horas, a ganar menos todavía que él, y que va a vender muchísimo más; o sea, que los cubanos pobres se van a encontrar, como sucedió en los primeros tiempos de la República, mucho más pobres y marginados frente a un arribo de inmigrantes más ofensivos, más agresivos, y con derechos.
En fin, quería explicarles por qué nosotros estamos más preocupados que ustedes, y recordarles por qué admiramos tanto las realizaciones del gobierno cubano en este tema, porque si bien cuando uno vive aquí siente muchos fenómenos coercitivos, hay que reconocer que se ha protegido la identidad cubana y la continuidad de la cultura cubana, y eso está amenazado.
¿Saben cuándo vuelve a crecer la fecundidad de las mujeres? Cuando hay guerras. Entonces las iglesias se llenan y las familias hacen hijos, porque hay un sentido de que hay que hacer algo para sobrevivir; aunque no sobreviva el individuo que sobreviva la especie, la colectividad. Todo eso es lo que está en juego, y yo creo que el gobierno ha sabido controlar muy bien esta cuestión de la continuidad de la cultura, de la civilización cubana, y me alegro mucho de poder felicitar a todos los que han participado en este proceso.

Raúl Garcés: Permítanme volver al tema migratorio con el espíritu más constructivo del mundo, pero con la conciencia de que es una preocupación para todos nosotros. ¿Hay algún dato que tenga el panel, por lo menos a nivel de tendencias, de la composición de esa emigración en torno a las variables de género, de raza, de formación profesional? ¿Se van más blancos que negros?, ¿más profesionales que no profesionales?, ¿más mujeres que hombres? ¿Hay alguna marca sociológica de las generaciones emigrantes más recientes?
Yo estoy absolutamente convencido de que una causa esencial de la emigración en Cuba tiene que ver con el tema económico, pero creo que este país ha vivido la pobreza, muchas pobrezas, no solo en el Período especial de los años 90. Y, al mismo tiempo, observo a estudiantes universitarios que eligen las carreras pensando en la posibilidad de diálogo que tengan con la emigración. Me parece que hay una suerte de obsesión por partir; ese verbo, que se escucha tanto entre nosotros hoy, probablemente no fue igual en todas las épocas. ¿Hay alguna marca sociológica de estas oleadas migratorias, de las más recientes, que las diferencie de otras?
El segundo tema que quiero desarrollar tiene que ver no con las políticas que deberíamos instrumentar, que las entiendo, las comprendo y creo que son absolutamente imprescindibles, sino con los problemas que nos compramos por gusto. Perdonen que sangre por la herida, pero soy padre de un niño de ocho meses y vivo lo que significa eso. Pongo dos o tres ejemplos. En este país, un padre no puede inscribir a su hijo porque la cultura machista de nuestra sociedad obliga a que se inscriba en la casa de la madre. Yo tuve que ir a Diez de Octubre y pasar por una serie de trámites absolutamente paleolíticos para inscribirlo en casa de la madre.
Mi esposa no puede entrar con el coche del niño en una tienda porque está prohibido. Ella, que tiene su licencia de maternidad y que el papá del hijo está trabajando, no puede comprar las cosas que el niño necesita porque no la dejan entrar con un cochecito. Hay un mercado subterráneo extraordinario para vender pañales desechables y todo tipo de insumos, que pueden costar nuestro salario del mes, y me pregunto si estas pequeñas cosas son tan difíciles de resolver, y en ese sentido les pregunto a ustedes qué protagonismo, qué papel tienen el Centro de Estudios Demográficos, la Oficina Nacional de Estadísticas y la FMC en la generación de políticas en este país, que faciliten la tenencia y el cuidado de los hijos.

Rafael Hernández: Le devuelvo la palabra al panel. Por suerte las preguntas son muchas y fáciles, de manera que seguramente van a disfrutar que lleguemos a la ronda final.

María del Carmen Franco: Lo único que quiero es quitarles la seguridad que les dio Albizu, de que el envejecimiento no es un problema. Si no fuera un problema por venir, no estaría así no solo Cuba, sino todos los países que están en ese proceso. Hay algunos que lo tienen declarado como el principal problema de seguridad nacional; la Comunidad Económica Europea lo considera uno de los tres retos que tiene que enfrentar Europa en los próximos años; todos los países que están encarándolo lo tienen en su mira como un problema, y están destinando políticas y recursos, y están viendo a qué inmigrantes llevar, si a los latinoamericanos porque se les parecen más, porque llegan de sus excolonias, o a los que están en sus fronteras, etc.
Es cierto, como decía otro de los compañeros, que va a llegar un momento en que todos vamos a envejecer, pero después vamos a volvernos a equiparar. Sin embargo, cuando todos seamos adultos mayores, necesitaremos alguien que nos sostenga, sostenibilidad económica. El país precisa de recursos laborales, tiene que seguir produciendo y manteniendo esa tremenda población, porque no es llegar dentro de siete mil años y desaparecer, sino llegar como una población saludable, como somos ahora, con todas las cosas que tenemos ahora, y alcanzando más desarrollo.
Yo siento que el envejecimiento poblacional de Cuba hoy ya es irreversible; que en 2025 se espera que estemos entre los países más envejecidos del mundo, con los riesgos de que si nos toca inmigración —como lo bien lo describió la colega francesa— no se sabe cuál va a ser, qué problemas van a venir a partir de eso. Es un cambio total en toda nuestra dinámica social y nuestra vida. Tenemos que ir pensando en que sí es un reto para la sociedad cubana en su conjunto, no para la población como tal, desde el punto de vista demográfico, estructural, teórico. Es un reto porque esta tiene que destinar recursos para accionar; para proteger a sus adultos mayores, que le van a caer en una masa grandísima; para proteger su seguridad nacional, porque se van a envejecer, incluso, todos nuestros sistemas de defensa; para incrementar nuestro capital humano porque no va a haber siquiera reemplazo de este.
La Oficina Nacional de Estadísticas, por lo menos en términos de información, tiene al tanto a la dirección del país de todos estos asuntos y de los que están por venir, y tenemos participación, es decir, nos toman en cuenta para proponer, no para decidir, caminos plausibles.

Mayda Álvarez: Creo que lo del pesimismo y lo de la inercia fue más por interpretación que por lo que dijimos. Lo que se está diciendo claramente es que eso no se resuelve en un año ni en dos. Otra cosa es no ser objetivos, creo yo. No quiero ser tremendista ni tampoco quitarle importancia al problema, porque cuando se miran las cosas específicamente se pueden ver en detalle. Por ejemplo, ya está ocurriendo que determinadas mujeres dejan el trabajo porque tienen que cuidar a un adulto mayor. A lo mejor son de una fuerza calificada que, además, nos hace falta en la economía. Eso se aprecia en los resultados de investigación que estamos haciendo. Muchos adelantan la jubilación estando en plena potencialidad laboral; dicen: «Me tengo que jubilar porque debo atender a mi padre o a mi madre», porque las alternativas son escasas. Eso hay que decirlo así. Y adultos y adultas mayores solos son también un problema que atender. Se quedaron sin familia porque esta emigró o porque la que tienen no los atiende. Eso lo tenemos en los barrios, y sabemos cuáles son las condiciones en que viven, su situación económica, etc. Son cosas que creo que hay que mirar y que nos interesa señalar. Sobre otra intervención: Ni en las peores condiciones económicas se ha dejado de respetar aquí los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres; no se ha impuesto ninguna política restrictiva sobre el aborto. Sí se atiende como un problema de salud, porque a veces se abusa de él, y eso provoca infertilidad; pero no se ha limitado el derecho a decidir el número y espaciamiento de los hijos, ni se le ha impuesto a nadie una cantidad determinada de hijos. Esa es la realidad, y no creemos que eso cambie.
En cuanto a las zonas, sabemos, por supuesto, que hay que tener una mirada territorial, pero está demostrado estadísticamente que se ha disminuido la fecundidad en las zonas rurales, aunque hay algunas, sobre todo en los territorios orientales, donde la fecundidad está mejor en cuanto a reposición de la población que en otros lugares.
Igualmente puedo decir que se han creado grupos de análisis donde hemos tenido la oportunidad de hacer sugerencias concretas de políticas, entre las que están la de resolver el problema de los pañales. Ahora bien, ¿qué posibilidad tenemos de proponer? Muchas. Lo de decidir pasa por el tema económico. Incluso se ha pensado en medidas a corto, mediano y largo plazo en función de posibilidades económicas. Yo siempre digo que hay que ligar economía con el establecimiento de determinadas prioridades y que las que nos estamos refiriendo aquí no pueden quedar siempre subordinadas a otras necesidades.
Sobre el spot de que hablaba Albizu, se hizo hace mucho tiempo, antes del envejecimiento poblacional, y justamente el mensaje que tiene es que a los padres que no atienden a sus hijos, que no comparten las responsabilidades, y que solamente les pasan la manutención, les puede pasar eso cuando son adultos mayores.

Grisell Rodríguez: Quiero empezar en términos de políticas y recursos, como hablaba María del Carmen, y tiene un poco que ver con lo que dice Mayda. A mí lo que me preocupa es que los recursos que tengamos que utilizar en pos del desarrollo, de la atención y planificación, tomando en cuenta las tendencias demográficas del país, para reorganizarnos a nivel nacional y territorial y, por supuesto, las particularidades de los territorios, se destinen a estimular la fecundidad a niveles que no van a ser significativas, porque estaríamos desechando una opción importante. Por eso insisto en que lo que hay que hacer es trabajar en pos de acciones para el desarrollo, para la incorporación y el aprovechamiento, como comentaba Martin, de los recursos que tenemos ahora, y cómo aprovechar mejor los venideros. Se trata de reorganizarnos desde el punto de vista productivo, pero también social, según las particularidades de los territorios, y no buscar o incentivar la elevación de la fecundidad cuando contamos con la misma población que tomó la decisión de tener determinada cantidad de hijos como resultado de las propias acciones que, en materia de política social, estuvimos tomando y que vemos como un logro social.
Quiero contestar algunas de las preguntas que se hicieron, comentarlas un poquito. Por supuesto que el aborto, como decía Mayda, es y sigue siendo un derecho de la mujer y de la pareja cubana, y como tal lo tenemos que seguir defendiendo. No creo que haya retroceso en relación con eso; pero tiene que ser adecuadamente utilizado.
Hay elementos en la historia de la fecundidad cubana, como el baby boom de los años entre el 61 y el 65, más o menos, como estaba comentando Aurelio Alonso, que no son consecuencia solo de una dinámica cubana; ocurrió también en la región y en muchos países del mundo, como resultado de políticas, de auge de los movimientos sociales, de esperanza, etc.; y eso contribuyó a un momento de elevada fecundidad. Ese es un monto de población del cual hablamos que se estarán jubilando en masa dentro de unos años.
Pienso, como algunos de los participantes, no de una manera pesimista, que estas tendencias van a ir estabilizándose. La mujer cubana quiere seguir teniendo hijos, y estoy completamente de acuerdo en que hay que hacer todo lo posible y todas las acciones pertinentes para que pueda tener los que desea; aunque, insisto, no va a planificar tener muchos más; va a haber momentos de subida de la fecundidad y luego va a volver a oscilar. A la maternidad no se renuncia; desde el punto de vista social, también es un patrón cultural. Casi todas las mujeres dicen que sí quieren tener hijos; y si al final de su vida reproductiva explican: «No los tuve por esta o por aquella razón», también están respondiendo a un patrón en el cual son socialmente aceptadas, porque no lo serían si manifiestan que la maternidad no les interesa. Hay elementos que todavía están funcionando.
En relación con lo que preguntaba el compañero sobre distribuciones demográficas, la fecundidad cubana ha tendido a homogeneizarse y es baja en las zonas rurales. A veces lo que nosotros vemos en nuestro entorno más cercano, porque conocemos algunas mujeres que tienen tres hijos, o tenemos una tía que tiene cuatro, nos parece un comportamiento regular, pero los datos nos dicen que la fecundidad cubana tiende a ser homogénea, No obstante, estoy completamente de acuerdo con Luisa en que son muchas las particularidades a nivel no ya provincial, ni siquiera municipal, sino, a veces, de territorios, comunidades, barrios específicos, que nos dan cuenta de comportamientos específicos que hay que considerar a la hora de actuar. Por ello, el trabajo que hace el CEDEM también va a buscar peculiaridades en los territorios, y accionar directamente en donde encontramos diferencias. Nuestra función, como Centro de Estudios Demográficos, en particular, es investigar, capacitar y proponer acciones o recomendar por dónde podrían ir a partir de los hallazgos de nuestras investigaciones y, por supuesto, trabajar en la capacitación, tanto en pregrado como en posgrado, de aquellas personas que tengan en sus manos la posibilidad de tomar decisiones. Hasta ahí llega nuestro papel como un centro de investigación de la Universidad, y eso hemos hecho.
Hay zonas y provincias más envejecidas que otras. La fecundidad es más alta —siempre por debajo del reemplazo— en las orientales, sobre todo en Guantánamo, hasta 2010; la provincia de mayor nivel de envejecimiento es Villa Clara.
El nivel educacional de la población cubana se mueve alrededor de 9,9 grados, algo así, y según los datos del Censo, la población blanca es mayor que la no blanca. Nosotros trabajamos menos con raza y más con color de la piel, la raza es una construcción social, es más compleja de analizar.
Y en cuanto a la marca sociológica que podría tener la cuestión migratoria o las leyes migratorias en los montos de población, yo no tengo todos los datos al respecto, pero se ha visto progresivamente un proceso de feminización de la emigración cubana. No creo que sea un porcentaje mayoritario, pero sí es una emigración selectiva en la cual, de manera creciente, están incorporándose personas con alto nivel escolar, con una formación profesional importante, y si hoy lo estamos viendo como un fenómeno que tal vez pueda ser diferente a otros momentos, no podemos olvidar el papel de las redes, cómo estas, que se van formando a partir de las salidas anteriores, van llevando a una tendencia de articulación de procesos migratorios.

Rafael Hernández: Si ustedes pensaban que este no era un tema polémico; si pensaban que los problemas demográficos son cuestiones técnicas que se reducen al ámbito de una cierta especialidad, que no se cruzan con otras muchas cosas; que la cuestión migratoria, la tasa de natalidad, la mortalidad, el envejecimiento, están separadas entre sí; que cada una tiene su propia única causa; si pensaban que la causa de todo este agravamiento es el Período especial, creo que después de este debate todos podemos pensar que no todo es tan simple, y eso se lo debemos, en primer lugar, a este panel de tres brillantes investigadoras, especialistas en estos temas tan complejos, y a las intervenciones del público que han iluminado aspectos muy interesantes.
Ha sido una magnífica sesión en donde, de nuevo, no tenemos un único enfoque, una conclusión, sino quedan abiertas miradas diferentes, todas muy bien argumentadas, desde mi punto de vista, y que nos dejan enfrentados a la complejidad de un problema de la mayor importancia.