Mi blog sobre Economía

lunes, 29 de junio de 2015

Cuba, entre la representación y la metáfora. La Isla en el imaginario norteamericano


Las ambiciones de Estados Unidos por dominar Cuba es un fenómeno antiguo. Aun cuando esta nación alcanzó su independencia, ya los Padres Fundadores señalaban la necesidad de la Unión de controlar a la isla vecina, como un elemento de primera necesidad para el mantenimiento de la nación norteamericana. Para lograr sus objetivos, los Estados Unidos echaron mano de todos los recursos a su alcance, incluidos los mecanismos culturales, entre los que la construcción de metáforas en el imaginario del pueblo norteamericano jugó un papel fundamental como medio de justificar y encubrir sus deseos expansionistas, bajo un manto de desinterés y sacrificio nacional, en pro del beneficio de Cuba. Respecto a este proceso, su desarrollo y desenvolvimiento, versa la obra Cuba en el imaginario de los Estados Unidos del historiador norteamericano Louis A. Pérez Jr.

United States ambitious to dominate Cuba are a long data phenomenon. Still emerged to the independent life, Founders Fathers called the attention to the necessity of Union to be developed with the control of their neighbor island, as a firs necessity element to the maintenance of the American Nation. To fulfill its objectives, United States made all they had in their hands, resources, included the cultural mechanisms, where metaphor constructions in the north American imaginary people, which played the role as means of justifying its expansionist ambitious wishes, over an interested national sacrifice, for the Cuban benefit. According to this process, its development and improvement, it´s on the book “Cuban in the imaginary world of the US”,by the North American historian Louis A. Pérez Jr.

Luis Fidel Acosta Machado
Profesor del Departamento de Historia de Cuba de la Facultad de Filosofía e Historia. Universidad de La Habana

Un sencillo examen de la historia de las relaciones entre Cuba y losEstados Unidos da fe de los intentos y mecanismos desarrollados por Norteamérica para obtener el control de la mayor de las Antillas. Antes de siquiera soñar con ser la potencia hegemónica mundial que es hoy, y más aún, cuando todavía la independencia era un anhelo en la mente de las más preclaras figuras de la Revolución Americana, ya se incubaba el pensamiento de la absoluta necesidad del dominio de Cuba para su desenvolvimiento como futura nación. Sin embargo, la obsesión tenía sus razones de ser.

La perla de las Antillas se alzaba estratégicamente a la entrada misma del Golfo de México, lo cual la convertía en la “Llave del Nuevo Mundo y Antemural de las Indias Occidentales”. Su posición geográfica la colocaba justo en frente de la desembocadura del río Mississippi, una de las principales rutas comerciales de los Estados Unidos en el siglo XIX. Por sus aguas fluía gran parte de las riquezas del gran valle del Mississippi, por lo que una Cuba inglesa o francesa pondría en grave riesgo el comercio norteamericano del Sur, cuyos efectos serían sentidos “no solo [por] las empresas de los grandes estados de aquella región, sino también [por] los manufactureros y comerciales del norte y el este”.[1] En el siglo XX, un nuevo elemento renovaría el valor estratégico de la Isla para el gigante norteño, el proyecto y posterior construcción del Canal de Panamá, el cual jugaba un papel fundamental en la consecución de los intereses norteamericanos en el área del Pacífico y el extremo Oriente. El área del Caribe y en especial Cuba devenían lugares propicios para establecer bases navales y carboneras que brindarían protección a la entrada del Canal ante cualquier acción hostil contra los intereses norteamericanos en esa zona del mundo.[2] Por otra parte, Cuba se convirtió, en poder de los Estados Unidos, en un laboratorio de políticas que luego aplicaban al resto de los países centro y suramericanos. Desde la Isla se exportaban hacia el continente políticas, creaciones y productos norteamericanos.

Por tales razones Cuba pasó a convertirse en un eslabón fundamental en la cadena del desarrollo imperialista norteamericano. Sin embargo, resultaba tarea ineludible para el gobierno de Estados Unidos, convencer a los estadounidenses y al resto de América de esta necesidad, y más aún, solapar el interés pragmático, político y hacerlo ver como algo justificado, desinteresado, y por demás justo. En este sentido, desde el siglo XIX desvirtuaron a Cuba, la eliminaron como ente geográfico objetivo y la trasladaron al campo de lo inmaterial, de lo imaginario. Construyeron una nueva Cuba, solo para ellos, por medio de metáforas. Precisamente acerca de ese proceso, su desarrollo y desenvolvimiento versa la obra Cuba en el imaginario de los Estados Unidos[3] del historiador norteamericano Louis A. Pérez Jr.



Portada del libro Cuba en el imaginario de los Estados Unidos

El también catedrático de la Facultad de Historia de la Universidad de Carolina del Norte, no es desconocido en Cuba. Su libro On Becoming Cuba. Identity, Nationality and Cultura, fue traducido y publicado en la Isla en 2006,[4] donde aborda un campo al que muy pocos historiadores del patio se han acercado, la presencia de la cultura norteamericana en Cuba y su devenir como nación.[5] Además, a su pluma se deben obras como Cuba Between Empires. 1878-1902; Cuba Under the Platt Amedment. 1902-1934; Army Politics in Cuba. 1898-1958; Cuba: Between Reform and Revolution, entre otras. Por lo general, su indagación historiográfica ha girado en torno a la historia de Cuba y su relación 
con los Estados Unidos.



Keep the island so it won’t get lost”. La Campana de Gracia, Barcelona, 1896

La obra que ahora ofrece la editorial Ciencias Sociales va dirigida, como bien indica su título, al estudio pormenorizado de la representación de Cuba en el imaginario norteamericano desde inicios del siglo XIX hasta aproximadamente los primeros años de la Revolución cubana, aunque Pérez Jr., mediante muy acertadas notas al pie, hace constantes referencias de cómo este fenómeno se manifiesta incluso durante el siglo XXI, no obstante, ello no se encuentra específicamente dentro de su marco cronológico de investigación.

Cuba en el imaginario… brinda información respecto a las sucesivas construcciones metafóricas realizadas por Estados Unidos durante diferentes momentos en el devenir histórico de la mayor de las Antillas, que se transforman y se acomodan de acuerdo a las variaciones de las condiciones históricas por las que atraviesa Cuba y los propósitos perseguidos por Estados Unidos, pero que por lo general, tienen como finalidad justificar, y en gran medida disfrazar, los intereses reales buscados por este país en sus políticas dirigidas a la Isla, que se presentan en beneficio de una Cuba desvalida y sufriente (1898) o incapaz de auto gobernarse (1899-1902 y en adelante, hasta 1959).

Como aclara el propio autor:

A través del siglo XIX y en el siglo XX [los Estados Unidos] estaban preocupados por dos asuntos principales: sus propios intereses y la forma en que eran percibidos y representados como nación. El genio del capitalismo estadounidense logró que los estadounidenses aprendieran a combinar ambas preocupaciones en un relato descriptivo imperial de notable perdurabilidad.[6]

En ese sentido tendrá un papel fundamental la elaboración de metáforas que, a inicios del siglo XIX, validarán su potestad a poseer Cuba, y a fines de ese siglo y durante el XX, su dominio neocolonial sobre la Isla.

Sobre la base de la cercanía, apunta Pérez Jr., los Estados Unidos se otorgaron derechos de pertenencia sobre Cuba. A partir de una serie de imágenes simbólicas revalidaban este derecho. Cuba era un territorio que se encontraba a la “vista” de la Unión Americana, que se hallaba “frente a sus puertas” y que por tanto no podía encontrarse allí más que por la “voluntad de la Providencia”, y por ende debía, tenía, que formar parte de Estados Unidos, como una “extensión más de su territorio”. Debido a esa misma proximidad geográfica, la Isla necesariamente “gravitaría” hacia el seno de la Unión Americana, según la tesis expuesta en 1823 por John Quincy Adams.



La Guerra Hispano-Americana,[7] apunta Louis A. Pérez Jr. en su obra, exigió a gran escala el empleo de estas producciones metafóricas, con el fin de hacer ver a los norteamericanos las causas, “completamente dignas y válidas”, por las cuales los Estados Unidos marchaban a una guerra contra España con el objetivo de “aliviar de su sufrimiento a la humillada” Cuba. Acto que de ninguna manera tenía que ver con ambiciones o intereses particulares, sino que era una guerra que hacían por el solo beneficio del pueblo cubano. Así pues, la “isla vecina” se transformó en “dama desvalida” y se insertó en un relato donde el español se convertía en un “cruel sanguinario” y el Tío Sam asumía papeles de “héroe justiciero y vengador”. El mito construido en el cual Estados Unidos daba su independencia a Cuba, muy pronto generó un correlato en el que los cubanos debían “agradecer a los Estados Unidos” por haberles dado “desinteresadamente” la libertad que se mantuvo durante los años de dominación neocolonial. Así, como bien apunta Pérez Jr. se legitimaba en parte el control norteamericano sobre la Isla, el cual de ninguna manera podía, ni era, por la mayoría de los estadounidenses, discutido. Por cierto, dicho correlato penetró y estuvo presente en la percepción que muchos cubanos se hicieron de Estados Unidos, sobre todo durante las primeras décadas republicanas, caracterizadas por la frustración del ideal independentista.[8]

Finalizada la guerra y ocupada la Isla, un nuevo capítulo se abría en las relaciones entre Estados Unidos y su vecina insular. Se tornaba imperioso, ahora, demostrar las razones que tenía la nación norteña para mantener a Cuba y los demás territorios arrebatados a España, bajo su influencia, por lo que la metáfora cambió en vías de señalar la obligación de continuidad de la obra beatífica que habían iniciado los norteamericanos en 1898. Otras imágenes simbólicas entraron en escena, las cuales son presentadas y analizadas por Pérez Jr. El niño malcriado e irreverente al cual el “tutor” americano debía educar y conducir por los caminos del progreso y la civilización, sustituye a la joven humillada e indefensa. De esta manera, Cuba se convertía en una niña o niño, negro por lo general, carente de instrucción civilizatoria que le era ofrecida por el “maestro” norteamericano. Esta idea de la enseñanza, de la educación, tendría otros dos correlatos señalados por Louis A. Pérez Jr. como el del señor que enseña a montar la bicicleta o a manejar el automóvil al educando hasta que pudiera desenvolverse solo y sin ayuda. Estas imágenes serían muy utilizadas durante las dos intervenciones militares, momento en que, por cierto, también tendrían su contraparte en la Isla, utilizadas por la prensa, sobre todo para defender posiciones contrarias a la independencia cubana.



Caricatura aparecida en el semanario Puck, 7 de septiembre de 1898.

Es de agradecer el primer capítulo de la obra en el que Pérez Jr. desarrolla el aparato teórico y conceptual sobre el cual se sostiene la investigación. Así, es de gran utilidad el análisis de conceptos comometáfora, imaginario y percepciones sociales, y la estrecha interrelación que estas categorías tienen entre sí. Además, el autor presenta un gran número de fuentes documentales, periodísticas y de otro orden que avalan y demuestran sus tesis. Las 107 ilustraciones que acompañan al texto sirven como apoyatura al mismo y enriquecen aun más la obra. Por otra parte, es merecedora de encomios la magnífica edición presentada por la editorial de Ciencias Sociales.

A lo apuntado anteriormente, deben agregarse algunos comentarios y consideraciones respecto a la obra que devienen puntos débiles en la misma. En primer término habría que señalar la existencia de pasajes en los que se realizan afirmaciones que el autor luego no prueba, así como la generalización de la presencia de estas metáforas en el imaginario norteamericano durante el período correspondiente a los inicios del siglo XIX, donde Pérez Jr. solo señala ejemplos que hacen referencia al pensamiento de los grupos de poder político norteamericano. En este sentido, debe tenerse en cuenta la diferencia que existe entre las élites políticas y el resto de la sociedad, y que muchos de los elementos manejados y asumidos por las primeras no lo son por las segundas. La presencia y asunción de estas metáforas en el imaginario de los estadounidenses, durante este período, no queda bien fundamentado por el autor, como sí ocurre cuando se refiere a los años finales del siglo XIX, en vísperas y durante la Guerra Hispano-Norteamericana y luego durante el siglo XX. Por otra parte, el autor parece romper completamente, de manera intencional o inconsciente, con la estructura cronológica en algunos momentos, por ejemplo, cuando se hace referencia a la primera y segunda intervención militar norteamericanas, procesos que presentan diferencias marcadas en su desarrollo y que no deben analizarse de manera equivalente. Sin embargo, son estos algunos señalamientos a una obra con más virtudes que defectos.



Cromolitografía, 1898. Biblioteca del Congreso de los EE.UU.

El texto que presenta Louis A. Pérez Jr., brinda un nuevo análisis e interpretación de las imágenes, tanto discursivas como gráficas, vistas como metáforas, representaciones portadoras de significados y contenidos dirigidos a construir un relato determinado en el imaginario social, y en el caso específico de Cuba y los Estados Unidos, con el objetivo de desfigurar los verdaderos propósitos de las acciones realizadas por el gobierno norteño sobre la Isla. De esa manera, la metáfora sirvió para explicar los derechos que Estados Unidos se confería sobre Cuba, para justificar la entrada “generosa” en la guerra que los cubanos libraban contra España por su independencia, para argumentar la presencia y el control que ejercieron sobre la Isla reduciéndola a un status de neocolonia, e incluso para fundamentar las acciones contra la Revolución cubana luego de 1959, al presentar a un Fidel “díscolo e insurrecto” al que había que “reprender y castigar”.

Cuba en el imaginario de los Estados Unidos deviene una obra de obligatoria lectura para los interesados en la historia de Cuba y su relación con los Estados Unidos y especialmente, la manera en que esta se insertó en el imaginario norteamericano por medio de metáforas que sirvieron de herramientas para ocultar los verdaderos móviles e intereses imperiales que definían las políticas seguidas por el gobierno norteamericano respecto a Cuba. En momentos como los que atraviesa la Isla, cuando se está produciendo un acercamiento diplomático entre el gobierno cubano y el norteamericano, conocer cómo nos percibió, y aún nos percibe Estados Unidos, deviene elemento fundamental para sortear los escollos y obstáculos que puedan surgir en el proceso de construcción continua y futura de nuestro proyecto revolucionario.

[1] Alejandro de Humboldt, Ensayo político sobre la isla de Cuba, Moderna Poesía, La Habana, T. I, vol. XVI, 1930, p. 4.

[2] Yoel Cordoví Núñez, “Chantaje imperial”, Bohemia, a. 95, n. 14, La Habana, 11 de julio de 2003, p. 63.

[3] Louis A. Pérez Jr., Cuba en el imaginario de los Estados Unidos, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2014. La reseña que se presenta es en base a esta edición, elaborada a partir de la edición en inglés Cuba in the American Imagination: Metaphor and the Empire Ethos, University, North Carolina Press, 2008.

[4] Ser cubano. Identidad, nacionalidad y cultura, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2006.

[5] Entre los historiadores cubanos que han abordado la temática ocupa un lugar destacado el investigador José Vega Suñol que ofrece un estudio muy completo en su obra Norteamericanos en Cuba. Estudio etnohistórico publicado por la Fundación Fernando Ortiz en 2004. Además, se encuentran los textos Mirar al Niágara. Huellas culturales entre Cuba y los Estados Unidos, compilado por Rafael Hernández, y Culturas encontradas: Cuba y los Estados Unidoscoordinado por Rafael Hernández y John H. Coatsworth, ambos libros publicados por el Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Juan Marinello en 2000 y 2001 respectivamente.

[6] Louis A. Pérez Jr., ob.cit., p. 5.

[7] La historiografía cubana tradicionalmente, y con toda justicia, denomina a este conflicto, en que participaron las fuerzas de España, los independentistas cubanos y el ejército norteamericano, Guerra Hispano-Cubana-Norteamericana. Sin embargo, se ha decidido respetar en el texto la denominación usada por Louis A. Pérez Jr. Por otra parte, el propio Pérez Jr. señala en la obra, muy acertadamente, que ese fue otro de los mecanismos utilizados por Estados Unidos para dominar social y culturalmente la Isla a inicios del siglo XX, borrándola de su propia historia, como si los cubanos no hubieran hecho nada por librarse del yugo colonial español.

[8] Un acercamiento a la prensa de la época, a los discursos pronunciados por varias personalidades del momento e incluso a creaciones literarias tales como novelas, poesías y obras de teatro dan fe de lo anterior.

Luis Fidel Acosta Machado es profesor del Departamento de Historia de Cuba de la Facultad de Filosofía e Historia. Universidad de La Habana. Es vicepresidente de la sección de base de la Universidad de La Habana de la UNHIC.

Louis A. Pérez, Jr. es profesor de Historia y director del Instituto para el Estudio de las Americas en la Universidad de Carolina del Norte, en Chapel Hill. Entre sus libros sobre Cuba se encuentran Between Reform and Revolution (Oxford University Press, 2006), On Becoming Cuban: Identity, Nationality, and Culture (University of North Carolina Press, 1999), y To Die in Cuba: Suicide and Society (University of North Carolina Press, 2005).

Puerto Rico, al borde del 'default', no recibirá un rescate de Washington

REUTERS/Alvin Baez

La Casa Blanca ha descartado prestar cualquier ayuda financiera a Puerto Rico, su territorio no incorporado, cuya deuda supera ya los 72.000 millones de dólares y acerca a la isla a un colapso económico.

"No hay nadie en la Administración que contemple un rescate federal para Puerto Rico. Sin embargo, seguiremos comprometidos en trabajar con los líderes del territorio mientras están enfrentando serios desafíos económicos", declaró el portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest, citado por la agencia AP. Anteriormente el gobernador de Puerto Rico, Alejandro García Padilla, reconoció que la deuda de la isla es "impagable" y que supera los 72.000 millones de dólares.

Por ser un Estado Libre Asociado, Puerto Rico no puede declararse en bancarrota y reestructurar su deuda según la legislación federal. No obstante, el portavoz de la Casa Blanca aseguró que el gobierno federal ofrecerá asesoramiento y un grupo de trabajo para identificar los posibles programas federales que puedan aliviar la difícil situación económica del territorio.

A su vez, la economista puertorriqueña Martha Quiñones, considera que "es deber de EE.UU. fortalecer la economía de Puerto Rico". "EE.UU. es responsable de la situación financiera en la isla debido a las limitaciones que nos impone. Por ser Puerto Rico una colonia, EE.UU. tiene un control sobre qué se puede hacer y qué no se puede hacer aquí. Fueron ellos los que nos estimularon a seguir tomando deuda y tienen que ayudarnos ahora", opinó la experta.

WikiLeaks revela datos secretos sobre el espionaje económico de EE.UU. contra Francia





WikiLeaks ha revelado este lunes información de varios documentos ultrasecretos sobre Francia recolectados por la Inteligencia de EE.UU. Dichos documentos versan sobre el espionaje económico desarrollado por EE.UU.

WikiLeaks ha publicado este lunes una serie de documentos que evidencian el espionaje económico practicado durante una década por EE.UU. contra Francia, empezando con 7 documentos ultrasecretos. Según WikiLeaks, la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) trató de interceptar todos los contratos corporativos cerrados en Francia y las negociaciones sobre montos que superasen los 200 millones de dólares.

El pasado 23 de junio, en el marco de su operación 'Espionnage Élysée', WikiLeaks ya publicó una primera serie de documentos sobre el espionaje estadounidense sobre los presidentes franceses Francois Hollande (de 2012 hasta la actualidad), Nicolas Sarkozy (2007–2012), y Jacques Chirac (1995–2007), si bien en aquella ocasión los documentos no hacían referencia al espionaje económico.

La NSA dirigía algunos datos económicos recabados por medio del espionaje al Gobierno de EE.UU., incluyendo el Departamento del Comercio, al Tesoro y al Representante de Comercio de EE.UU, y a la CIA.Además, EE.UU. compartía alguna información con Canadá, Nueva Zelanda, Australia, y Reino Unido, es decir los países que junto con EE.UU. forman parte de la alianza de Inteligencia ‘Five Eyes’ (Cinco Ojos en español).

Dos de los documentos principales publicados hoy definen las operaciones de Inteligencia que EE.UU. habría llevado a cabo en Francia a partir del año 2002. Según se desprenden de los documentos, la NSA espió todos los aspectos de la economía francesa, incluyendo la política gubernamental, la diplomacia, el sector bancario, la participación en organismos internacionales, así como el desarrollo infraestructural, los negocios y las actividades comerciales, resume el portal.

Según reflejan otros cinco documentos publicados hoy por WikiLeaks, la NSA espiaba las conversaciones y la comunicación de los funcionarios franceses, incluidos los ministros de finanzas, senadores y funcionarios del Tesoro y de la Dirección de Política Económica, los funcionarios responsables de la política comercial de la UE y el embajador de Francia en EE.UU. De esta manera, EE.UU. obtuvo información sobre la política francesa en relación a la Organización Mundial del Comercio (OMS), el Acuerdo de Asociación Trans-Pacífica (TPP), las cumbres del G7 y del G20, así como sobre los asuntos económicos internos y la implicación de las empresas francesas en el Programa Petróleo por Alimentos iraquí en los años 90.

Una emigración cubana nacionalista y patriótica cuidará mejor sus intereses

Publicado el 29 junio, 2015

Edmundo García


Martí con los cubanos de Cayo Hueso

Ese maestro que fue Francisco González Aruca describió mejor que nadie el proceso que convirtió a la extrema derecha de Miami de contrarrevolucionaria en anticubana, y de anti socialista en antipatriótica.

Los extremistas empezaron por rechazar la política del gobierno revolucionario y terminaron rechazando a Cuba. El desacuerdo con el proyecto de deporte masivo y amateur, los condujo al rechazo de los equipos y deportistas que competían en representación de Cuba; por lo que aparecían en las competencias apoyando a los rivales de los nuestros e incitando a la deserción a los atletas nacionales. Su desacuerdo con los dirigentes y la política cultural de la Revolución Cubana les condujo a quemar pinturas, romper discos y sabotear conciertos de los artistas cubanos. Su incomprensión de los alcances de la colaboración internacional y la política exterior cubana los llevó a colaborar con ejércitos enemigos, a delatar a sus compatriotas y hasta enfrentarlos en el campo de batalla. Querían derrocar un gobierno y para ello estuvieron de acuerdo con una potencia extranjera en hambrear a todo un pueblo; son los mismos que hoy dicen que quieren cambiar un “régimen” y en su objetivo no tienen escrúpulos para difamar y ofender a toda una nación.

Por suerte quedan hoy pocos representantes de ese exilio “histórico” antinacional y antipatriótico, y la emigración cubana se compone de nuevas fuerzas interesadas en normalizar la relación con su país de origen y también en la normalización de las relaciones de los gobiernos de los países donde residen y el gobierno cubano.

La necesidad de contar con una emigración nacional y patriótica se puso nuevamente en evidencia recientemente por un suceso acontecido en Estados Unidos. Me refiero a las declaraciones anti inmigrante, en particular anti inmigración mexicana, del candidato presidencial por el partido Republicano Donald Trump, el magnate de los medios de difusión y organizador de los conocidos concursos Miss Universo. Un personaje que en estos momentos tiene importantes inversiones en el condado Miami Dade, donde reside una importante comunidad de emigrantes cubanos.

El martes 16 de junio, al lanzar su candidatura a la presidencia de los Estados Unidos, Donald Trump expuso sus proyectos en materia migratoria y se mostró como un xenófobo. Al justificar sus posiciones sobre el reforzamiento de la frontera sur y compartir la idea de construir un enorme muro, Trump hizo afirmaciones injuriosas como que “México manda a su gente, pero no manda lo mejor. Está enviando a gente con un montón de problemas. Están trayendo drogas, el crimen, a los violadores”, “haré que México lo pague” y “México no es nuestro amigo”. Trump trató de exacerbar sentimientos chovinistas contra la inmigración culpándola de los problemas económicos de Estados Unidos y alardeó de que nadie como él, que se mueve en el negocio de las inmobiliarias, sabe construir muros seguros.

Frente a esta postura desafiante mexicanos residentes en su país y mexicanos residentes en Estados Unidos reaccionaron como una sola fuerza; sintieron que el poderoso Trump los ofendía a todos como si fueran uno solo. El Secretario de Gobernación de México Miguel Ángel Osorio contestó desde el Distrito Federal que las declaraciones de Trump eran absurdas y destacó la importancia del aporte de la emigración mexicana tanto a la economía de Estados Unidos como a la de su propio país. Por su parte la cadena Univisión declaró que no televisaría el concurso de Miss Universo que patrocina Donald Trump, decisión que recibió el apoyo de artistas, presentadores y periodistas mexicanos residentes en tanto en México como en Estados Unidos.

No es la primera vez que vemos el apoyo que una emigración nacionalista le da a los suyos, oponiéndose a políticas y declaraciones que agreden a su propio país.

En los momentos más graves de la lucha anticomunista contra Polonia, cuando enEstados Unidos quiso bloquear la importación de jamón y otros productos de ese país, la emigración polaca dijo no. Cuando a propósito de los juegos de Beijing la antorcha olímpica pasó por San Francisco en abril del año 2008, los emigrantes chinos salieron masivamente de los sitios menos sospechados para proteger su paso.

Pero hay otro dato todavía más interesante. Cuando en febrero del 2011 el congresista Republicano por Florida Connie Mack propuso una medida de embargo económico contraVenezuela, pensando que con ello podía agradar a los grupos antichavistas de Miami y El Doral, los más patrióticos de esos mismos venezolanos se le enfrentaron diciendo que eran antichavistas pero que hasta ese punto no llegaban. Un artículo de Daniel Shoer Roth publicado el 14 de febrero de 2011 en El Nuevo Herald con el título de “Alarma en la comunidad venezolana por pedido de embargo” recogía declaraciones de ex diputados y cabecillas antichavistas del sur de la Florida como Pedro Mena y Alexis Ortiz, quienes en un comunicado expresaban: “Rechazamos de plano cualquier intento de establecer un bloqueo económico a Venezuela… Ese presunto bloqueo no es contra Chávez, sino contra la mayoría de venezolanos”.

Aunque algunos de esos venezolanos han involucionado a la reacción en la irracional campaña contra el gobierno de Nicolás Maduro, es decir, contra Venezuela, no puede obviarse ese matiz que los distancia de la demencial derecha anticubana de Miami, que desde hace más de 55 años trata de satisfacer sus ambiciones políticas perjudicando a los nacionales de su propio país.

La nueva emigración cubana tiene que estar unida para defender sus propios intereses de aquellos que sueñan con retrotraer la política de apertura del Presidente Obama hacia Cuba a la era de George W. Bush; de aquellos que quieren limitar los viajes, condicionar el intercambio cultural, reducir el envío de remesas, etc. También debemos estar alerta sobre la labor de zapa que realizan aquellos que reciben dinero de un gobierno extranjero para atentar contra Cuba y envenenar con sus mentiras la unidad de la emigración patriótica. Esa emigración sencilla y trabajadora que comprendió las sólidas bases de proyectos políticos verdaderamente serios y viables, como los que en sus respectivos momentos propusieron Martí y Fidel. (www.latardesemueve.com)

Inicia en La Habana reunión bilateral Cuba-China sobre biotecnología

La Habana, 29 jun (PL) Con el objetivo de revisar la marcha de los acuerdos bilaterales durante los últimos dos años, el hotel Meliá Habana acoge hoy y mañana la VIII Reunión del Grupo de Trabajo Conjunto de la Biotecnología Cuba-China. (PLRadio)

En el evento, que se realiza cada dos años en China y Cuba alternadamente, también se establecerán los acuerdos que regirán el desarrollo de esa actividad en el próximo período.

Al encuentro asisten en esta ocasión 52 participantes por la parte asiática y 48 por su contraparte antillana, el trabajo del grupo estará dividido en cinco subcomisiones fundamentales: Industria, Registro Sanitario, Salud, Ciencia y Neurotecnología, y Agricultura.

El presidente de la empresa cubana BioCubaFarma, Carlos Gutiérrez, será el encargado este lunes de pronunciar las palabras de bienvenida, mientras que por la parte China se encargará Lin Nian Xiu, vicepresidente de la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma del gigante asiático.

Institucionalizada en 2004 durante una visita a Cuba del entonces presidente de China, Hu Jintao, la cooperación en el campo de la biotecnología entre los dos países muestra hoy resultados alentadores y un futuro promisorio para beneficio de ambos pueblos.