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martes, 26 de julio de 2022

En el ataque al Capitolio Trump actuó peor de lo que pensábamos. Mucho peor.

 Por Eugene Robinson Columnist|Follow

July 25, 2022 at 6:09 a.m. EDT


Representantes durante la audiencia del comité de la Cámara de Representantes de que investiga el asalto del 6 de enero al Capitolio de Estados Unidos, el 21 de julio de 2022 en Washington, DC. (Tom Brenner para the Washington Post)

No importa cuán indignante, irresponsable o traicionero pensaste que podía haber sido el comportamiento del entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump, el 6 de enero de 2021. En realidad fue peor. Mucho peor.

Ese fue el mensaje recalcado una y otra vez en la audiencia en horario estelar del comité selecto de la Cámara de Representantes del jueves pasado por la noche. Según el testimonio presentado por el comité, durante casi tres largas horas, mientras una turba violenta irrumpía en el Capitolio y perseguía al vicepresidente Mike Pence con intenciones homicidas, el presidente se sentó en su comedor privado de la Casa Blanca y vio como se desarrollaba el caos en un televisor sintonizado en Fox News.

Trump hizo algunas llamadas telefónicas, pero no al Pentágono ni al Departamento de Seguridad Nacional, o a cualquiera que pudiera ayudar a sofocar los disturbios. En cambio, llamó a los senadores republicanos y los presionó para que se opusieran a la certificación final del voto del Colegio Electoral.

La audiencia de dos horas —la octava y última del comité, al menos por ahora— fue un final apasionante para la primera temporada de la que ha sido la serie de televisión más cautivante del año.

Los testigos presenciales Matthew Pottinger, quien fue asesor adjunto de seguridad nacional de Trump, y Sarah Matthews, quien fue su secretaria adjunta de prensa, confirmaron testimonios previos sobre el impactante desinterés de Trump por los funcionarios y policías que estaban siendo asediados en el Capitolio. Tras presenciar la negligencia de Trump en el cumplimiento del deber, tanto Pottinger como Matthews renunciaron.

La audiencia estuvo dirigida por los miembros del comité Elaine Luria (demócrata por Virginia) y Adam Kinzinger (republicano por Illinois). Ambos son veteranos de las fuerzas militares —Luria sirvió 20 años en la Marina, Kinzinger estuvo en la Fuerza Aérea y ahora sirve en la Guardia Nacional Aérea— y ambos tuvieron que hacer un esfuerzo por controlar su visceral indignación ante la inacción de Trump.

¿Cuál fue el momento más impactante y deplorable en la Casa Blanca ese día? El comité destacó el tuit que Trump publicó a las 2:24 p. m., cuando ya sabía que la turba había violado las defensas del Capitolio. En lugar de intentar calmar a sus seguidores, los incitó a atacar a su propio vicepresidente.

“Mike Pence no tuvo el coraje de hacer lo que se debió haber hecho para proteger a nuestro país y nuestra Constitución, y darle a los estados la oportunidad de certificar un conjunto corregido de hechos, no los fraudulentos o inexactos que se les pidió que certificaran previamente”, tuiteó Trump. “¡Estados Unidos exige la verdad!”.

Un testigo relacionado con la seguridad de la Casa Blanca —cuya identidad fue omitida por el comité, debido a preocupaciones por la seguridad del individuo— testificó que miembros de la unidad del Servicio Secreto de Pence percibieron que la situación en el Capitolio era tan grave que temieron por sus vidas y le enviaron mensajes de despedida a sus familias.

Incluso antes del final de temporada del jueves, el comité había presentado un caso convincente contra Trump y sus facilitadores, quienes intentaron algo inédito en la historia de Estados Unidos: anular unas elecciones presidenciales libres y justas. Tras fracasar de manera estrepitosa en los tribunales, Trump eligió el recuento formal de los votos electorales del 6 de enero para realizar un último intento desesperado por llevar a las calles su cruzada ilegal, profana y antiestadounidense.

En primer lugar, no debería haber existido la necesidad de establecer un comité selecto. Los demócratas querían que la insurrección del Capitolio fuera investigada por una comisión independiente de alto nivel, como se hizo después de crisis nacionales anteriores como el asesinato de John F. Kennedy y los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001. Los republicanos se negaron a permitir tal cosa. La presidenta de la Cámara, Nancy Pelosi (demócrata por California), no tuvo más opción que crear una comisión bipartidista compuesta por miembros de la Cámara.

Cuando Pelosi se opuso a dos de los políticos elegidos por el líder de la minoría en la Cámara, el republicano Kevin McCarthy (California) para formar parte del comité, McCarthy decidió no participar en absoluto. Con su don incomparable para expresar en voz alta lo que normalmente está entre líneas, McCarthy le explicó su razonamiento el miércoles al presentador de Fox News, Sean Hannity: “El pueblo estadounidense iba a ver eso y a creer que había sido un proceso justo”.

Eso resultó ser un gran error. Dos republicanos con agallas —la representante Liz Cheney (republicana por Wyoming) y Kinzinger— decidieron formar parte del comité de todos modos, poniendo el patriotismo por encima del partido. Además, el comité optó por relatar en gran parte la historia del esfuerzo de meses de Trump por anular las elecciones a través de testimonios presenciales y en video de republicanos, incluidos algunos leales asistentes de Trump. El fiscal general de Trump, su abogado en la Casa Blanca e incluso su hija mayor le dijeron al comité que mucho antes del 6 de enero, habían aceptado el hecho de que Joe Biden había ganado.

La pregunta ahora es cuál será el siguiente paso.

“Tiene que haber una rendición de cuentas”, afirmó anoche el presidente del comité, Bennie G. Thompson (demócrata por Misisipi) durante su declaración de apertura, la cual realizó de forma remota porque había dado positivo en la prueba del coronavirus. “Rendición de cuentas ante la ley. Rendición de cuentas ante el pueblo estadounidense”.

El fiscal general Merrick Garland tiene la autoridad para buscar esa rendición de cuentas y realmente demostrar que en nuestro país, nadie, ni siquiera un expresidente, está por encima de la ley. La nación espera a ver qué hará Garland al respecto