Mi blog sobre Economía

lunes, 24 de octubre de 2011

Caída del Muro de Berlín y agonía del estado de bienestar

Por Norberto Colominas
 
La caída del Muro de Berlín inició una serie de cambios que con el tiempo provocarían una notoria regresión en el equilibro económico y social de posguerra.
 
Tras la disolución de la URSS (y aventado el miedo de las burguesías), la víctima siguiente será el estado de bienestar, ya que su nacimiento fue producto de aquel temor, y ahora agoniza porque el enemigo murió. Dos crisis, hermanas pero no gemelas, impactan en la Unión Europea y condensan aquellos cambios estructurales.

La primera fue provocada por la paulatina subordinación de la producción industrial al capital financiero. El ejemplo más claro -dice Joseph Stiglitz, premio Nóbel de Economía- es que en 2008, cuando se desmoronan las hipotecas sub-prime, por cada dólar de valores reales como edificios, autos, campos y fábricas (en suma, el PBI mundial) había en circulación 20 dólares de valores simbólicos como dinero, acciones, préstamos, títulos, bonos, derivados, etc. Esta relación de 20 a 1 muestra la escala del sometimiento.

La segunda es la crisis del endeudamiento público de la mayoría de los países europeos, sobre todo de los menos desarrollados, que desbordó la relación entre compromisos estatales y PBI.

Los gobiernos eludieron con subterfugios las duras restricciones del Tratado de Maastrich (fundador del euro) y ahora la relación deuda-producto y déficit-producto se volvió inmanejable. Y como los países ya no cuentan con sus monedas nacionales no pudieron devaluar para eludir de la tormenta. Otra hubiera sido la canción si España seguía con sus pesetas y Grecia con sus dracmas, pero el euro les ató las manos.

¿Quién estuvo todo el tiempo manejando los hilos? Tanto la primacía de la especulación sobre el PBI como el desmadre de las deudas estatales confluyen para redondear el gran negocio de la banca mundial, convertido, después, en la excusa necesaria para recortar los programas de educación, salud, jubilaciones, etc. "El ajuste es inevitable", dice Mariano Rajoy, candidato del Partido Popular español en las próximas elecciones.

La consecuencia es la regresión de las políticas sociales, porque de su recorte salen los fondos con que los gobiernos compensan a los bancos para salir de la crisis... generada por la hegemonía financiera. Los gobiernos recortarán los beneficios que hoy disfrutan los europeos de a pie para compensar a la gran banca por haberlos perjudicado a todos. El capitalismo también tiene su lógica, sólo que no tiene nada que ver con el sentido común ni con la justicia.

Los europeos tendrán que sufrir privaciones para cubrir las pérdidas de los bancos, generadas por las deudas estatales impagas, que son, a su vez, el producto de la escalada especulativa. Los gobiernos de España, Italia, Grecia, Portugal, Irlanda, Islandia y los países bálticos repondrán a la banca tanto el capital que prestaron como el interés devengado. Y lo pagará el ciudadano.

Aparte de esta exacción colectiva, la mayoría de los bancos privados de todo el mundo lava el dinero negro de la venta de drogas, de la evasión impositiva mundial y del tráfico ilegal de armas, rubros que suman unos 6 billones (millones de millones) de dólares por año. Es el corazón negro del capitalismo. La comisión anual de la banca por este servicio es del 16 por ciento, casi otro billón, limpio de polvo y paja. Esto deja claro quién manda en los Estados Unidos, en Europa y en el mundo.

Veintidós años después de la caída del Muro se advierte que el estado de bienestar sólo fue un escudo de protección contra el avance (real o imaginario) del comunismo, y que el publicitado “capitalismo con rostro humano” de la socialdemocracia tuvo más que ver con el miedo que con el humanismo. Hay una relación directamente proporcional entre la implosión del llamado socialismo real y la caída progresiva del estado de bienestar en la Unión Europea.

La socialdemocracia no ha podido desarrollar políticas independientes, por eso la crisis la ubicó en la misma trinchera que el liberalismo. Las próximas elecciones europeas medirán el repudio popular ante semejante abandono.

En el capitalismo europeo de las últimas décadas las finanzas mandan, la producción obedece y los políticos siguen aportándole dinero público a la banca privada, mientras que en la otra balanza aumentan los desocupados, se congelan los salarios y se desmonta ladrillo a ladrillo la mayoría de los beneficios sociales acumulados durante más de medio siglo. Alemania reducirá el gasto social en 110 mil millones de euros; Francia en 100 mil millones. Otro tanto harán Italia, España, Inglaterra, todos. ¿A dónde irá a parar ese dinero? Naturalmente, a los bancos.