Por Humberto Herrera Carles
En las visitas que he realizado a algunos lugares donde se desempeñan los trabajadores por cuenta propia, me ha llamado la atención el poco uso, en cuanto a papeles, tienen estos lugares, te toman en el mejor de los casos el pedido en un papelito o de memoria y te dan la cuenta a pagar en un papelito o a viva voz. Algo que se diferencia sustancialmente de su par estatal en el turismo que hay aparentemente más control en este sentido, y no así, en las entidades estatales del comercio minorista.
Y siempre, me he preguntado cómo le harán los contadores para registrar los ingresos por ventas reales en esos lugares sin soporte alguno. Porque evidentemente solo lo sabrá, en verdad, el dependiente gastronómico en cuestión, que es al área a que me refiero.
Y es que los dependientes gastronómicos en todas las áreas y sectores de la economía, tienen un oficio que “generan” dinero, mucho dinero para beneficio personal, ya sea por su buen servicio o por las innumerables artimañas que van desde: introducir productos alimenticios personales para vender como si fueran del establecimiento, a servir menos de lo que se te ofrece, a reportar como venta un producto por otro, o sencillamente a reportar menos de lo vendido o no reportar nada y después vemos como ajustamos el inventario de productos en aquellos que los tengan, en complicidad con almacenes o cocinas, entre otras cosas, criticables desde el punto de vista ético.
¿Cuál es el nivel de vida de los dependientes gastronómicos como regla general en nuestro país? La respuesta es un reflejo de las desproporciones, desajustes y problemas que tiene la economía socialista cubana, y su análisis rebasa el marco de este escrito.
Baste decir solamente, que cuando trabajaba en el turismo el 62% de los mismos eran universitarios y teníamos desde Ingenieros en centrales termonucleares graduados en la URSS, pasando por ingenieros en SAD, licenciados en economía, marxismo- leninismo, contadores, veterinarios, etc. ¿Cuántos miles de dólares se gastaron en la formación de esos profesionales para que al final sean dependientes gastronómicos? Carrera por demás que no dura más de un año, y no lo digo con desprecio, lo digo por lo irracional que desde el punto de vista económico y por sus consecuencias, han traído y trae esta transgresión del sentido común y de la vida social, entre muchos otros ejemplos que se pueden poner en nuestro país.
Pues en el aeropuerto el pasado 8 de enero del 2012, esperando el vuelo, ya en la sala de abordar, quise tomarme un café expreso cubano. Habían cuatro dependientes y delante mi una española por su acento, pedía una limonada y le habían traído un refresco de limón, ella insistía que no era eso lo que quería, el dependiente le preguntaba a la otra dependiente en tono afirmativo, como que la española si lo había pedido así, hasta que esta le dijo que era una limonada de limón, con limones naturales. Este se le ilumino la cara y le dijo “si como que no, pero son 2.50 cuc” y esta asintió. Llego mi turno, pedí mi café y me cobraron 1 cuc, el de atrás de mí, casualmente hizo otro tanto, rápido vino la limonada, mi café y el otro café, no sé qué cara habré puesto de incomodidad, que la dependiente me dice “yo paso su café con el otro juntos”, y entonces me alejo prudentemente, pero observando. Siguió la cola y aquella caja no sonaba, sólo vi a los minutos que pidieron un sándwich y un refresco cola y casualmente se paso por la caja como cobrado, después de un largo silencio de la misma y a pesar de las ventas efectuadas. Todo lo demás no lo vi pasar en ese momento.
En mis rondas posteriores por el lugar, esperando el abordaje, tuve oportunidad de tirar fotos que adjunto, y pude observar cómo se contaban, por otra, las monedas de CUC de a uno ( imagino para entregar cambio, pero delante y en el medio de todos) y que en ese momento llegaba otra dependiente con un billete de 20 usd y le decía a la otra sino tenia cambio, esta le dice no, pues dame de la caja entonces, abren la caja y había casi 100 usd en diferentes denominaciones junto a los CUC ( yo pensaba que no circulaba como moneda el dólar), pero pensé quizás que por ser el aeropuerto se permitía, pero me llamo la atención la pregunta confidente de una a otra y el cobro del servicio alejado de la caja. No pude evitar recordarme de los trabajadores por cuenta propia en este momento.
Comentando con otra persona, esta me dijo en tono cómplice “están haciendo el pan esta gente”. Yo le dije “están afectando al país y su imagen”.
Así que aparentemente paso a otras manos, aunque se “cuadre” como en el cuentapropismo, ya que al final parecía que tenían el local de gastronomía, de la sala de abordar del aeropuerto internacional José Martí, “arrendado” por nuestros dependientes gastronómicos.