Mi blog sobre Economía

jueves, 9 de febrero de 2012

Inversiones extranjeras en Cuba son una realidad

Por Elsa Claro
 
Amaneciendo este febrero bisiesto, se iniciaron las primeras  perforaciones en aguas profundas, a 50 kilómetros de las costas cubanas, por parte de Repsol-YPF, que asociada con la Noruega Statoil y  la india Oil and Natural Gas Corp, forma un equipo de 6 empresas partícipes en el mismo objetivo.
 
Un par de semanas antes, cruzaba frente al Morro habanero la esperada plataforma petrolera semi sumergible Scarabeo 9, justo mientras transcurría una visita de Dilma Rousseff, nada protocolar y sí estratégica, según ella calificara los vínculos entre el gigante suramericano y la Isla, registrando una alta dosis de atractivo pragmatismo al hacerse acompañar en este viaje por empresarios brasileños.
 
Varios vienen trabajando en distintos escenarios económicos cubanos, incluyendo las  avanzadas obras de la Terminal de contenedores en el Puerto de Mariel que visitara la jefe de estado quien durante su estancia supo sobre la concesión hecha a su coterránea, la multifactorial Odebrecht, para administrar un central azucarero de la provincia de Cienfuegos. Será la primera en tener a su cargo la gerencia plena de una instalación de este tipo. Esa firma acumula gran experiencia tanto en el procesamiento de la gramínea, como en la producción de etanol, aparte de su trayectoria en grandes obras de ingeniería e infraestructura.
 
Como casi todo lo dicho en Cuba es cuestionado, también fue puesta en duda la real decisión de abrir al capital extranjero, la que fue por mucho tiempo, la primera fuente de ingresos nacional. El hecho, por sí mismo, prueba que la voluntad no solo se anuncia, existe, si bien se requieren ofertas juiciosas y serias para el emprendimiento.
 
También en los primeros días de este  febrero 2012, fuentes oficiales indicaron que las prioridades del gobierno presidido por Raúl Castro Ruz en cuanto a inversiones extranjeras, se ubican en la esfera del petróleo y la minería, donde existen contratos con varias naciones operando y otras interesadas o en la búsqueda de metales preciosos clásicos u otros como cobre, plomo y zinc, etc., sin abandonar, por supuesto, las gestiones del sector turístico y las actividades inmobiliarias, aparte de las ya bien acreditadas, como son la industria farmacéutica, los sistemas de servicios o de pruebas médicas y la biotecnología.
 
Estas acciones no son vírgenes. Proceden de los años 90, cuando Cuba perdió de forma abrupta sus principales suministradores-compradores y tuvo que proceder a una reforma sustancial de su economía, para la cual se hizo una apertura a las asociaciones con el capital extranjero (ley 50) y una reorganización de sus estructuras en el comercio exterior y las líneas de desarrollo interno.
 
La primera de las entonces nuevas empresas mixtas, fue el hotel Sol Palmeras, construido en Varadero (1988) con la experimentada Meliá española, puntera de la llamada industria sin humo, que a partir de entonces cobró auge con esta y otras sociedades de diferentes países.
 
Entre ese inicio y hasta 1993, casi todas las empresas mixtas fueron de pequeño o mediano porte, pero en el verano de ese año se profundiza el empeño y ya para finales del 94, se amplifica el número y calidad de las asociaciones cubano-extranjeras, sobre todo en la rama de los servicios, las telecomunicaciones, construcciones inmobiliarias, y, lo más importante: se erradican las limitantes para que el capital foráneo invirtiera en las ramas productivas. O sea, este tipo de transacciones se extendieron al sector industrial, afectado por la descapitalización que provocara la crisis.
 
Poco, diría que nada, se habla sobre una empresa 100% extranjera. Es panameña y radicó en la Isla de la Juventud una industria para generar electricidad a escala local, con moderna y eficiente tecnología, bajo la variante de construir-operar- traspaso posterior al país anfitrión, según tiempo acordado.
 
Cuando se hace referencia a inversiones directas en Cuba se ponen en tela de juicio, o se obstruyen a través de múltiples acciones de los gobiernos norteamericanos, desde la Helms Burton, que entre sus objetivos tuvo el de entorpecer el incremento de tales evoluciones, o a través de la congelación de fondos e interferencias financieras en terceros países, para no andar abundando en lo descomunal, todo en busca de colapsar el proceso cubano.
 
Causan daños, limitan a no pocos, pero no lograron impedir que España, Canadá e Italia o Francia, Holanda, el Reino Unido, entre otros de Europa occidental o China y Australia, sean inversionistas en la Isla, que a partir de una nueva fórmula de integración regional, (ALBA, Petrocaribe) amplía sus opciones comerciales, inversión y exportaciones bajo principios de complementariedad  solidaria, entre los países que conforman el grupo y otras no miembros, pero con interés e insertadas en la factibilidad del intercambio y modalidades económico-financieras dentro de la zona.
 
La envergadura de obras como la refinería de Cienfuegos, desde donde se distribuyen hidrocarburos para varias naciones caribeñas, o el polo de Mariel, que convertirá a Cuba en un centro de recepción y distribución de mercancías o alojamiento de industrias diversas, indican que el proyecto  para perfeccionar la economía cubana no está solo en los papeles ni en el pensamiento de sus dirigentes. Es algo que anda y con sólido paso, aún cuando le hagan falta retoques que parecen andar en camino, para hacer más atractivas las posibilidades en el futuro.
 
Hace mucho, cuando ni se suponía que ocurrieran los traumáticos acontecimientos que  convirtieron el mundo en unipolar, conversando con un empresario canadiense, durante una de esas ofensivas anticubanas que nunca han faltado, él me dijo que tanto su corporación como su gobierno confiaban en el decoro mostrado por las autoridades cubanas que han honrado siempre sus compromisos.
 
Recientemente hablaba con otro representante de capital externo y no se si quiso endulzarme los oídos o si fue sincero cuando, satisfecho por el pago de adeudos a su firma, me dijo algo similar a aquel otro, insertado en mi memoria reporteril.
 
Desde luego que no todos se fían, que la situación económica imperante a escala global induce a dudas, máxime con el cerco de que es objeto la Isla y que las tasas impositivas pudieran resultar más ventajosas. Pero el creciente número de inversionistas no solo en níquel, gas, petróleo, con diligencias disímiles en las zonas francas, o asomados a la puerta abierta en el sector agropecuario, incluyendo la caña y su procesamiento, están indicando  que hay más pro que contra.
 
De otra parte y esto es importante, una especie de retaguardia previsora, Cuba también explora hacia fuera sus posibilidades. Ya existen más de 100 empresas mixtas y no solo en Latinoamérica por vía del ALBA, sino también en África y Asia, sea en forma de entidades cooperadas con el país receptor, o como filiales de las empresas cubanas, en la consabida prestación de servicios especializados, sobre todo el  de la medicina. Pero hay, además, redes internacionales dedicadas a la guarda y exportación de mariscos, tabaco o sistemas de investigación clínica con tecnología criolla.
 
Este rudimentario repaso de un reciente antes y de un calentito ahora, indica que ni a los hombres ni a los pueblos se les puede medir solo por el tamaño físico que logre su esqueleto, sino por sus obras  y capacidad de crear mientras resisten fuertes embates.