Por Armando Nova González
Es necesario modificar y ampliar la ley de cooperativas, que hasta el presente se ajusta solo al sector agropecuario.
Esta modalidad productiva debe hacerse extensiva a todos los sectores y servicios del país.
Puede afirmarse que el desarrollo del cooperativismo en la agricultura cubana es bastante joven. Algunas referencias se remontan al programa revolucionario de la organización “Joven Cuba”, en la década del treinta del pasado siglo, donde aparecía el reconocimiento tácito de la cooperativa como alternativa de organización social productiva.
También en la Constitución de 1940 se hizo referencia a que el Estado cubano brindaría apoyo a la formación de cooperativas.
Más bien de nombre, una forma de cooperativa transformada fue la llamada cooperativa de ómnibus Aliados, en la cual varios propietarios de transporte automotor de pasajeros se unieron para integrar este tipo de organización, para lo cual contrataron a trabajadores que podían optar por el puesto o comprar una plaza para laborar como asalariados. También hubo algunas formas cooperativas mutualistas de salud en la década de los años cincuentas o antes.
El movimiento cooperativo de mayor amplitud en la historia de la economía cubana se manifiesta en la agricultura, con la promulgación de la Primera y Segunda leyes de Reforma Agraria, en mayo de 1959 y en 1963 respectivamente, tras el triunfo de la Revolución cubana en 1959.
Estas formas cooperativas estuvieron sesgadas casi exclusivamente a dicho sector productivo, aunque se registraron algunas de otro tipo, como las cooperativas pesqueras y la Asociación Nacional de Chóferes de Alquiler (ANCHAR), pero con poco desarrollo en este caso y ninguno en otros sectores productivos y de servicios.
Con la promulgación de ambas leyes agrarias pasaron a manos del Estado cubano, desde un inicio, más del 70 por ciento de las tierras agrícolas, lo que dio lugar al sector estatal en la agricultura cubana. Hasta 1993 se concentró en manos del Estado 82 por ciento de los terrenos agrícolas del país.
Posterior a 1960 desaparecieron en la isla determinadas instituciones como el Banco de Fomento Agrícola e Industrial de Cuba (BANFAIC), que otorgaba créditos agrícolas; así como la compañía estadounidense Cuban Land, que también facilitaba préstamos para el cultivo del tabaco. Al retirarse esta última y los tabacaleros de la provincia de Pinar del Río necesitar de mecanismo que le proporcionara continuidad al proceso de obtención de créditos, es que se deciden crear las Cooperativas de Créditos y Servicios (CCS).
En un inicio, la Asociación Nacional de Pequeños Agricultores (ANAP), constituida en 1961, otorgó el crédito necesario y además representó y representa al campesino individual y al cooperativizado. En realidad, los antecesores de las CCS fueron las conocidas Asociaciones Campesinas, constituidas en los primeros años y forma embrionaria de las posteriores cooperativas.
El movimiento del cooperativismo en la agricultura comenzó por la occidental provincia de Pinar del Río e inicialmente agrupó en unas 87 cooperativas a más de 10.000 campesinos individuales, fundamentalmente beneficiados por las leyes de reforma agraria.
Durante algún tiempo, las Asociaciones Campesinas existieron de forma paralela a las CCS, hasta finales de la década del ochenta del pasado siglo, cuando las Asociaciones Campesinas que aún existían se convirtieron en CCS.
Los integrantes de las CCS se unen para recibir determinados beneficios que ofrece el crédito bancario, la adquisición de tecnologías de punta (aquellas que no pueden ser asimiladas, por su costo y complejidad, por los productores individuales), también para favorecer las gestiones de mercadeo, precios, entre otros aspectos.
Los miembros de las CCS mantienen su condición de propietarios individuales sobre sus tierras y el resto de los medios de producción. Si en un momento determinado deciden abandonar esta forma colectiva-social, se pueden retirar manteniendo la condición de propietarios de la tierra y del resto de los medios de producción con los cuales se incorporaron de inicio a la cooperativa.
A partir de la Ley de Reforma Agraria también se crearon las cooperativas cañeras, constituidas en las tierras nacionalizadas de los latifundios cañeros que existieron antes de 1959. Pero este movimiento sólo se extendió hasta 1962, cuando, una vez finalizada la zafra azucarera, se decide convertir esas unidades en granjas estatales.
Sin embargo, constituyeron una forma de administración obrera agrícola, ya que el Estado era el poseedor de todos los medios de producción y de los resultados.
Durante la pasada década de los setenta, particularmente a partir de 1975 (después del I Congreso del Partido Comunista de Cuba, PCC), se decide apoyar y desarrollar el movimiento cooperativista entre los campesinos cubanos que fueron beneficiados por las entregas de tierra efectuadas por las Leyes de Reforma Agraria y que no se habían organizado en las CCS.
Se plantea la necesidad de ir a formas superiores de producción y se crean las Cooperativas de Producción Agropecuaria (CPA), con lo cual pasan a ser dos las formas de cooperativas en la agricultura cubana.
Las CPA se forman a partir de los aportes de los propietarios de la tierra y sus restantes medios de producción. Bajo el principio de la voluntariedad, sus integrantes deciden organizar e integrar la cooperativa.
Estos apostadores iniciales venden dichos medios a la cooperativa, reciben el pago correspondiente y pasan a ser propietarios colectivos. Sin embargo, el movimiento y organización empresarial posteriores en la agricultura cubana obedecieron a una política agrícola encauzada sobre el principio de la estatización de la tierra, que fue lo que predominó hasta 1993.
Una vez transcurrido este proceso inicial, el desarrollo del cooperativismo agrícola muestra poco movimiento, más bien cierta estabilización.
En octubre de 1993, y precisamente por el sector agrícola cañero, se inicia un proceso de cambios estructurales muy importantes, entre los cuales el más importante fue la creación de las Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC).
La trayectoria y experiencia positiva de las CPA, en funcionamiento por más de 20 años, sirvieron de modelo para la proyección y constitución de las UBPC. La crisis económica de los noventa mostró que las formas cooperativas existentes hasta entonces, como las CPA y particularmente las CCS, se encontraban mejor preparadas que la empresa estatal para trabajar y funcionar bajo condiciones tensas de limitación de recursos.
Hacia un nuevo escenario económico y modelo agrícola
La economía cubana ha iniciado un interesante proceso de transformaciones económicas, que ha sido identificado como: “Actualización del modelo económico”. Este abarca la totalidad de los sectores económicos, con implicaciones significativas en los aspectos sociales y políticos de la nación.
Estos cambios se recogen en los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, aprobados en el VI Congreso del PCC, en abril de 2011, y han sido ratificados en la Conferencia del PCC celebrada en febrero del presente año.
Los Lineamientos constituyen una guía y el propio proceso de su implementación conducirá, a la vez, a actualizaciones, mejoras e introducción de nuevos aspectos o medidas que la práctica irá recomendando.
Entre las transformaciones aprobadas se destaca el hecho de un mayor espacio para la actividad económica no estatal, con la participación del sector privado (cuenta propia) y las formas cooperativas para todos los sectores económicos y de servicios productivos del país, considerando las modalidades de cooperativas de segundo grado.
Las transformaciones más profundas se han iniciado en un sector económicamente decisivo y estratégico para la economía cubana, como el agropecuario, lo que implica el reconocimiento y restitución del valioso papel de esa rama en el contexto económico, social y político del país.
Desde sus inicios en 1510, la agricultura cubana ha transitado por diversos modelos agrícolas hasta el presente.
Hasta finales del siglo XIX y principios del XX, se caracterizó por el predominio de la pequeña y mediana propiedad, que perduró por cerca de cuatrocientos años. La entrada del capital estadounidense irrumpió fuertemente frente al modelo agrícola establecido y propició el surgimiento del latifundio, que acentúo las desigualdades, separó al productor agrícola de la tierra, desarrolló un modelo agrícola sustentado en el monocultivo y la monoexportación.
Ese modelo agrícola, que perduró hasta la promulgación de la Primera ley de Reforma Agraria, en mayo de 1959, condujo a la economía cubana hacia una mayor dependencia a las importaciones de alimentos, y el incremento de su vulnerabilidad alimentaria.
El análisis de la evolución histórica de las formas organizativas y de los resultados por los cuales transitó el sector agrícola cubano entre 1959 y 1990 evidencia que la forma de propiedad predominante fue la estatal, en particular una sobredimensionada empresa agrícola estatal (efecto conocido como el gigantismo). En menor medida se comprueba también la presencia de formas cooperativas, como las CPA y CCS.
A inicios de la década de los noventa, a raíz de la más aguda crisis económica (periodo especial), se decide constituir las UBPC, a partir de la desintegración de la sobredimensionada empresa estatal. Esa modalidad, junto a las CPA y CCS marcan entonces que el modelo agrícola predominante haya sido el cooperativismo entre 1993 y 2010. Sobre esa base fundamental se ha erigido el sistema económico empresarial agrícola cubano.
Sin embargo las UBPC (que han tenido el mayor peso entre las formas cooperativas vigentes) han trabajado, desde su creación (1993) hasta el presente, bajo determinadas restricciones que han limitado su desempeño y potencialidades. Ello ha influido en identificarlas como una forma transfigurada de la empresa estatal.
La actual distribución de tierras ociosas conduce a la vez hacia un nuevo escenario y modelo agrícolas, en los cuales se establece y consolida el predominio de los productores no estatales --particularmente en las CCS y como privados, cuyos resultados los ubican como los mejores[i]--, segmento en el cual la tenencia de la tierra pudiera pasar de 18,5 por ciento a 51 por ciento (ver cuadro).
Formas de tenencia de la tierra (%)
Superficie agrícola | Total | Estatal | No estatal | UBPC | CPA | CCS y Privado** |
2007 | 100 | 35,8 | 64,2 | 36,9 | 8,8 | 18,5 |
2011-12* | 100 | 17,0 | 83,0 | 23,0 | 9,0 | 51,0 |
*Estimado
**Comprende a los beneficiados por la ley 259
Fuente: Elaborado por el autor a partir del Anuario Estadístico de Cuba, ONE, 2010.
En realidad hay una tendencia hacia el predominio de la pequeña y mediana empresa no estatal, tanto en la tenencia como en la propiedad de la tierra, pero se trata de un movimiento en forma de espiral, que encierra cambios cualitativos.
Ello no significa retornar exactamente a la situación registrada a finales del siglo XIX[ii], sino a una modalidad que tiene sus raíces, precisamente, en las formas predominantes en ese momento, pero fortalecida por las formas colectivas de producción (cooperativismo), el conocimiento de los productores transferido a través de los años, de generación en generación y enriquecido por el desarrollo científico-técnico.
Las cooperativas suponen un contenido económico y social; sin embargo, si no ofrecen resultados económicos satisfactorios, en modo alguno podrían sostenerse los beneficios sociales que encierran.
Las diferentes entidades económicas, como las CPA, CCS, UBPC, el sector estatal, el privado (incluyendo a personas beneficiadas por el Decreto Ley 259) y otras organizaciones productivas y de servicios, se ubican, desenvuelven y funcionan en un espacio territorial.
Resulta imprescindible que entre ellas se desarrollen las relaciones económicas y de colaboración horizontales, en la búsqueda de la solución de la mayoría de los problemas que se generan en el propio territorio. Para ello, una posibilidad es la creación de asociaciones de productores con objetivos e intereses comunes, integradas por un representante de cada una de las entidades afines, con un presidente y secretario que representarían cargos rotativos y elegibles por el voto de la mayoría.
Mientras más distribuida se encuentre la riqueza[iii], menores serán las desigualdades y se transitaría hacia un modelo agrícola y económico-social más justo.
De acuerdo a lo planteado y recogido en los Lineamientos de la Política Económica y Social, se espera que las formas cooperativas de producción se manifiesten en todos los sectores económicos y de servicios productivos, para ocupar una posición significativa en la creación de nuevas riquezas y valores en el Producto interno Bruto (PIB).
Para ello hace falta modificar y ampliar la ley de cooperativas, que hasta el presente se ajusta solo al sector agropecuario, de modo que será necesaria una nueva Ley de Cooperativas y ello, junto a otras transformaciones que el propio proceso de actualización del modelo económico generará, conllevará a cambios en la Constitución del país.
Los lineamientos dan espacio al surgimiento de cooperativas de segundo grado, que pudieran ser de diversas modalidades, como: comercializadoras, de servicios técnicos, transportación, industriales, para beneficio y empaque, y de la industria procesadora. Estas pudieran orientarse hacia dentro, es decir, hacia las cooperativas primarias que las originaron; y/o hacia fuera, como otras entidades, cooperativas, empresas, etc.
Sin embargo, este proceso del surgimiento de una nueva legislación de cooperativa y la modificación de la Constitución es un proceso que puede demorar. Ello no excluye, en tanto, la posibilidad de ir desarrollando experimentos en las diferentes actividades económicas y de servicios en busca de las experiencias necesarias, con vistas a la generalización de los mejores resultados y de propiciar la consolidación de las transformaciones.
El proceso de cooperativización extensivo a todos los sectores económicos del país tiene en cuenta lo planteado por los fundadores del marxismo[iv], Marx y Engels, quienes fueron reiterativos sobre este asunto[v]. De igual forma, en el contexto de la implementación de la Nueva Política Económica (NEP), Lenin manifestó, algo importante que los sucesores en la antigua URSS no consideraron: “…el régimen de los cooperativistas cultos es el socialismo”[vi] .
Es importante considerar dos aspectos que se desencadenan en el proceso actual, a partir de los Lineamientos de la Política Económica y Social. El primero se refiere a lo dicho por los fundadores sobre el arriendo o relación de alquiler[vii].
En primera instancia, es significativo dejar bien esclarecido lo referido a la propiedad jurídica (legalmente en manos del Estado) y la propiedad económica, correspondiente a los productores; es decir, el derecho que les permita la realización de la propiedad[viii].
El segundo aspecto tiene que ver con la planificación y, por supuesto, lo referido al mercado. La idea de la planificación surge, en los fundadores del marxismo, cuando Marx busca una solución a las crisis de superproducción y comerciales de su época. Es, en realidad, la planificación como vía de solución a la producción y competencia anárquica, pero no contrapuesta al mercado.
Una valoración de los puntos contenidos en los Lineamientos promovidos y los aprobados luego motiva considerar que, necesariamente, se requiere de los mecanismos de funcionamiento del mercado para ayudar a resolver de forma plena una parte considerable de las transformaciones propuestas.
Sin embargo, llaman la atención lo aprobado en los “Lineamientos de la Política Económica y Social” (segundo párrafo), donde se expresa de forma algo categórica y bastante absoluta que “..., primará la planificación y no el mercado”, mientras posteriormente, en el epígrafe I Modelo de Gestión Económica, punto 1, se expresa: “...La planificación tendrá en cuenta el mercado, influyendo sobre el mismo y considerando sus características.”
En economía, en realidad, no hay nada absoluto, más bien sí relativo. El problema no consiste en más planificación o menos mercado, o viceversa, sino en la complementariedad que debe existir entre ambos elementos como dos partes que conforman un todo y la definición, en última instancia, de cuál parte es la que determina.
El tema relativo al mercado, su existencia real y objetiva, su papel y utilización como herramienta continúa siendo un elemento no comprendido, ni resuelto. Ello, unido a las limitaciones de la autonomía empresarial[ix], puede conducir a que no se realice plenamente de la propiedad.
Si bien es cierto que en los últimos 50 años la economía cubana no ha vivido ninguna crisis de superproducción, ello no ha estado dado por la instrumentación de la planificación, sino más bien por una economía limitada por la oferta; ello sin desdeñar el papel de la planificación como una herramienta necesaria, pero sobre la base de la complementariedad con el mercado.
Lo anterior da lugar a la interrogante siguiente: ¿de qué planificación se habla? ¿De la que se ocupa hasta de los más mínimos detalles, sin margen de maniobrabilidad ante las realidades de la vida práctica, desprovista del enfoque sistémico (siendo este uno de los requisitos metodológicos más importantes de la dialéctica marxista), que al final la convierten en una camisa de fuerza? ¿O se habla de la planificación flexible, encauzada hacia los aspectos macroeconómicos de forma sistémica, en complementariedad con el mercado, en busca de las proporcionalidades, la racionalidad, la eficiencia y el desarrollo equilibrado, territorial, sistémico y en armonía con el medio ambiente?
Resultaría provechoso que estos aspectos formen parte del debate que acompañe la actualización del modelo económico cubano y lo establecido en los Lineamientos, donde se proyecte la coexistencia de diversas formas de propiedad y donde las formas colectivas de producción, a través de diversas modalidades, en los diferentes sectores económicos y de servicios que conforman la economía cubana, lleguen a desempeñar un rol protagónico importante, en correspondencia con lo planteado por los fundadores y clásicos del marxismo. Ello sería parte de la contribución necesaria para la fundamentación teórica del modelo económico a que se aspira llegar.
Bibliografía:
Anuario Estadístico de Cuba, ONE, 2010.
Almanza R.: “En torno al pensamiento económico de José Martí”, Editorial de Ciencias Sociales, p. 274, La Habana, 1990.
Engels F.: “Engels a Otto Von Boeningk”, en Carlos Marx y Federico Engels, Obras escogidas, tomo 1, p. 716, Editorial Progreso, Moscú, 1973.
Engels F.: “Contribución al problema de la vivienda, Obras escogidas, tomo 2, p. 391, Editorial Progreso, Moscú, 1973.
Lenin V.I.: “Sobre las cooperativas”, Obras completas, tomo 45, p. 389, Editorial Progreso, Moscú, 1987.
Marcelo L.: Repensando la economía socialista: El quinto tipo de Propiedad, Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 2010.
Marx C.: El capital, t 1, Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 1983, página 700.
Marx C.: “La guerra civil en Francia”, Obras escogidas, tomo 1 tomo, pp. 301-302, Editorial Progreso, Moscú, 1973.
Nova A.: “Valoración del impacto de las medidas más recientes en los resultados de la agricultura en Cuba. El sector agropecuario y los Lineamientos de la Política Económica Social”, Seminario Anual Sobre Economía Cubana y Gerencia Empresarial, CEEC, Universidad de La Habana, junio 2011.
Nova A. “La propiedad en la economía cubana”, en revista Tempo exterior, no. 23 Vol. XI (II), paginas 45-52 diciembre 2011, http://www.nodo50.org/cubasigloXXI y revista Tema Catalejo
Nova A.: “La agricultura cubana medidas implementadas: para lograr incrementos en la producción de alimentos. Análisis y valoración”, Seminario Científico del Centro de Estudio de la Economía Cubana (CEEC) Universidad de La Habana, CD junio 2010.
Nova A.: “El mercado y el Estado, dos partes que forman un todo, en http://www.nodo50.org/cubasigloXXI, Instituto de Filosofía, CITMA, 2011.
Notas:
[i] El sector agropecuario está integrado por cinco entidades productivas: UBPC, CPA, CCS, sector privado y el estatal. Las que mayor eficiencia registran son las CCS y el sector privado. Ambas modalidades económicas producen 57 por ciento de la producción total de alimentos del país, con tan solo 24,4 por ciento de la tierra cultivable; producen 63 por ciento de la leche (el estado produce 13 %), disponen de más del 64 por ciento de la vacas en ordeño y más del 57 y 60 por ciento del vacuno y porcino, respectivamente.
[ii] En 1899 predominaba en el panorama agrario la pequeña y mediana propiedad en relación con las haciendas de mayor tamaño
[iii] José Martí: “Es rica una nación que cuenta muchos pequeños propietarios“, citado por Almanza R.: En torno al pensamiento económico de José Martí, Editorial de Ciencias Sociales, p. 274, La Habana, 1990.
[iv] Carlos Marx: “Pero la producción capitalista engendra, con la fuerza inexorable de un proceso natural, su propia negación. Es la negación de la negación. Esta no restaura la propiedad privada ya destruida, sino una propiedad individual que recoge los progresos de la era capitalista: una propiedad individual basada en la cooperación y en la posesión colectiva de la tierra y de los medios de producción producidos por el propio trabajo”, en El capital, tomo 1, Editorial Pueblo y Educación, p. 700, La Habana, 1983.
[v] C. Marx y F. Engels: “ (…) si la producción cooperativa (...) ha de sustituir el sistema capitalista; si las sociedades cooperativas unidas han de regular la producción nacional con arreglo a un plan común, tomándola bajo su control y poniendo fin a la constante anarquía y a la convulsiones periódicas, consecuencias inevitables de la producción capitalista, …”, en “La guerra civil en Francia”, Obras escogidas, tomo 1, pp. 301-302, Editorial Progreso, Moscú, 1973.
[vi] V.I. Lenin: “Sobre las cooperativas”, en Obras completas, tomo 45, Editorial Progreso Moscú, p.389, 1987.
[vii] F. Engels: “Los latifundios el los Junkers del este del Elba pueden entregarse en arriendo sin dificultad, asegurándose la necesaria dirección técnica, a los braceros, jornaleros de hoy y cultivarse colectivamente”, en “Engels a Otto Von Boeningk”, en Carlos Marx y Federico Engels: Obras escogidas, tomo 1, p.716, Editorial Progreso, Moscú, 1973.
F. Engels: “...es la población laboriosa la que pasa a ser propietaria colectiva de las casas, de las fábricas y de los instrumentos de trabajo (…). La apropiación efectiva de todos los instrumentos de trabajo por la población laboriosa no excluye, por tanto, en modo alguno, mantenimiento de la relación de alquiler”, en “Contribución al problema de la vivienda”, Obras escogidas, tomo 2, p. 391, Editorial Progreso, Moscú, 1973.
[viii] El derecho del productor de poder decidir qué debe producir, a quién vender lo producido, a qué precio, el acudir a un mercado de insumos para comprar los medios necesarios y en el momento oportuno, con el objetivo de lograr el cierre exitoso del ciclo productivo.
[ix] Armando Nova: “Valoración del impacto de las medidas más recientes en los resultados de la agricultura en Cuba. El Sector Agropecuario y los Lineamientos de la Política Económica Social”, Seminario Anual Sobre Economía Cubana y Gerencia Empresarial, Centro de Estudios de la Economía Cubana, Universidad de La Habana, junio de 2011.