Por: Paul Krugman
A principios de este mes, 160 economistas alemanes, organizados por Hans-Werner Sinn –podríamos llamarlos sinners [pecadores]-firmaban un manifiesto que se opone a una unión bancaria europea.
El 9 de julio, VoxEU, el portal de Internet dirigido por el Centro de Investigación en Política Económica, publicaba un contramanifiesto, firmado por más de 100 economistas del mundo germanoparlante, que a efectos prácticos sostenía que el euro no puede sobrevivir sin dicha unión bancaria.
“En el transcurso de la crisis, se está recurriendo a los presupuestos fiscales para refinanciar sistemáticamente instituciones financieras importantes”, decía el segundo manifiesto. “Al mismo tiempo, las instituciones financieras siguen desempeñando una función crucial en la financiación de los Gobiernos nacionales, ya que les prestan dinero y guardan su deuda. Una consecuencia inevitable es que las quiebras bancarias han provocado crisis de la deuda soberana, y las crisis de la deuda soberana han provocado crisis bancarias, lo que ha conducido a una desconfianza cada vez mayor hacia los sistemas bancarios nacionales y las finanzas públicas. La situación se agrava por el hecho de que los inversores internacionales, movidos por el miedo a una debacle absoluta, han retirado la financiación a los países con problemas, tanto a los Gobiernos como a los bancos".
Y prosigue: “Solamente rompiendo el vínculo entre la refinanciación de los bancos y la solvencia de los Gobiernos nacionales será posible estabilizar el suministro de crédito en los países en crisis”.
Tienen razón, por supuesto. Pero los pecadores se hallan en una situación ventajosa ante la opinión pública alemana.
Me resulta más difícil que nunca imaginar posibles situaciones plausibles en las que el euro sobreviva.
El 9 de julio, VoxEU, el portal de Internet dirigido por el Centro de Investigación en Política Económica, publicaba un contramanifiesto, firmado por más de 100 economistas del mundo germanoparlante, que a efectos prácticos sostenía que el euro no puede sobrevivir sin dicha unión bancaria.
“En el transcurso de la crisis, se está recurriendo a los presupuestos fiscales para refinanciar sistemáticamente instituciones financieras importantes”, decía el segundo manifiesto. “Al mismo tiempo, las instituciones financieras siguen desempeñando una función crucial en la financiación de los Gobiernos nacionales, ya que les prestan dinero y guardan su deuda. Una consecuencia inevitable es que las quiebras bancarias han provocado crisis de la deuda soberana, y las crisis de la deuda soberana han provocado crisis bancarias, lo que ha conducido a una desconfianza cada vez mayor hacia los sistemas bancarios nacionales y las finanzas públicas. La situación se agrava por el hecho de que los inversores internacionales, movidos por el miedo a una debacle absoluta, han retirado la financiación a los países con problemas, tanto a los Gobiernos como a los bancos".
Y prosigue: “Solamente rompiendo el vínculo entre la refinanciación de los bancos y la solvencia de los Gobiernos nacionales será posible estabilizar el suministro de crédito en los países en crisis”.
Tienen razón, por supuesto. Pero los pecadores se hallan en una situación ventajosa ante la opinión pública alemana.
Me resulta más difícil que nunca imaginar posibles situaciones plausibles en las que el euro sobreviva.
© 2012 New York Times
Traducción de News Clips
Traducción de News Clips