Son muy complejas, pero no murallas infranqueables, las coordenadas externas y domésticas en las que la economía cubana transita de 2012 a 2013, con algunos respiros y también con insatisfacciones.
Si miramos hacia atrás el año que expira, observamos que la continuación de los cambios y flexibilizaciones de lo que denominamos «actualización del modelo económico», no genera aún, por inacabados, saltos espectaculares ni todos los frutos tangibles que esperamos. Pero va creando los cimientos para el vuelco decisivo hacia aquello que el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros Raúl Castro calificara ante el Parlamento como gran objetivo: la preservación y desarrollo en Cuba de una sociedad socialista sustentable y próspera.
Unos dicen que, para como anda de contraída la economía mundial con la crisis hasta de los ricos y poderosos, la cubana puede exhibir al menos un discreto crecimiento estimado del 3,1 por ciento, a pesar de que no alcanza la cifra planificada de 3,4.
Otros prefieren ver el agua que falta del vaso a medias y concluyen que, precisamente por los retos que enfrenta Cuba y su tensa liquidez financiera externa, no podemos seguir permitiéndonos incumplimientos, que luego gravitarán sobre nuestras abultadas importaciones y las tensas finanzas. Eso, sin contar con que nuestras tasas de crecimiento son aún bajas.
Si hurgamos en las cifras, constataremos los planes no alcanzados en varias actividades, como la producción de alimentos y las inversiones, a consecuencia también de problemas subjetivos domésticos, de planificación, desorganización, falta de control y de disciplina contractual.
Un país con finanzas tan escasas no puede permitirse la inejecución de las inversiones planificadas en 2012, debido a problemas cualitativos en el proceso inversionista como falta de integralidad, débiles controles, baja productividad, déficit de personal e incorrecta preparación técnica de los proyectos, entre otros factores que inmovilizan recursos. Y además, según expertos, lo planificado en tal sentido es aún bajo; pues invertir por debajo de un diez por ciento del presupuesto, lleva a pocos caminos para avanzar en la senda del desarrollo.
El gran fardo de importar alimentos
Tampoco se puede repetir para 2013, aun cuando hayan crecido, que rubros tan estratégicos como la leche fresca, huevo, café, frijol y maíz incumplan sus indicadores previstos, como ocurrió en 2012. Así entramos en 2013 sufriendo el gran fardo para nuestra cartera, de la importación de alimentos.
Y aunque aumentan, también incumplen sus planes el turismo, esa fuente de ingresos en divisas remolcadora del resto de la economía; y renglones exportables importantes como el níquel, el tabaco y las producciones del polo científico; a más de ramas como las industrias manufacturera y de materiales de la construcción, entre otros.
La balanza comercial experimentó en el pasado año un superávit, pero sobre todo por el crecimiento de la partida de ingresos mayor y preponderante: la exportación de servicios profesionales, a cuenta del elevado capital humano de Cuba. Sin embargo, urge lograr una mayor diversificación de las exportaciones y de los socios comerciales, para librarse de las dependencias vulnerables en tal sentido.
El año que se va fue testigo de un incremento de la productividad del trabajo del 2,1 por ciento. El reordenamiento laboral del país, con el desinfle gradual de las plantillas abultadas e ineficaces, logró reducir el número de ocupados en el sector estatal en un 5,1 por ciento; mientras que la cantidad de cubanos en las formas no estatales de gestión aumentó en un 23 por ciento, fundamentalmente por el auge del trabajo por cuenta propia.
El salto hacia 2013 nos encuentra con las luces rojas señalando hacia los problemas subjetivos en la gestión económica, que menguan las posibilidades de incremento de las finanzas externas del país, y hacia las dormidas reservas y potencialidades de crecimiento a lo interno.
Sí, porque Cuba, asediada y bloqueada en un mundo en franca crisis, no tiene otra alternativa que crecer en cantidades y calidades, sin excusas ni pasaditas de mano para recaídas. Está en juego el futuro de la nación.
El nervio del cambio: la empresa estatal socialista
El año entrante, complejo y decisivo, comenzará a tocar el nervio mismo del cambio estructural más importante de la actualización del modelo: la empresa estatal socialista, el garante de la reproducción ampliada y la creciente riqueza patrimonial de la nación.
En el anunciado experimento descentralizador y de concesión de autonomía y potestades a la gestión de varios grupos empresariales y producciones del país, están cifradas las esperanzas de recobrar la estimulación al trabajo, el desate de las fuerzas productivas y la iniciativa y la creatividad en las bases de la economía; tan extraviadas y frustrantes en todos estos años de crisis.
Es de capital envergadura el vuelco que debe dar la empresa socialista, porque si no se resuelve en esta el estímulo al trabajo y la productividad, el fortalecimiento del papel del salario, y el cumplimiento en la realidad y no en meras palabras, de la Ley de Distribución Socialista, no podrá avanzar el proceso de actualización.
Este 2013 será también el estreno en el tejido económico social del país de las cooperativas no agrícolas, las cuales diversificarán y horizontalizarán aun más el paisaje económico, y democratizarán mucho más la iniciativa ciudadana.
Y ha creado bastante expectativa en el sector no estatal de la economía, el anuncio de que en 2013 se extenderá un mercado mayorista, para que los casi 400 000 trabajadores por cuenta propia y las cooperativas no agrícolas que se creen, puedan acceder a insumos a precios más razonablemente bajos que los minoristas.
En 2013 entra en vigor una moderna Ley Tributaria, con todas las flexibilidades e incentivos, pero también con todas las obligaciones para garantizar que, en una estructura económica tan heterogénea que va perfilándose, todos contribuyamos, en la medida de las posibilidades de cada quien, a las arcas de la nación.
Pero todo ello tiene que transitar primero por la solución definitiva e inaplazable del problema acumulado y punzante de la agricultura cubana. A pesar de tantas medidas aplicadas, de tantos pasos dados en los últimos años, aún ese sector pivote para el desarrollo exhibe resultados sumamente insatisfactorios.
Por supuesto, los problemas de la producción de alimentos no podrán solventarse de golpe y porrazo en 2013. Pero deben empezar a verse resultados en la mesa, en los precios de los productos y en la disminución de importaciones, con las nuevas facilidades y potestades en la entrega de tierras ociosas en usufructo, las liberalizaciones y fomentos que aún requiere el ciclo completo del agro cubano, incluidas las 17 medidas aprobadas para flexibilizar y fortalecer las UBPC. Por la tierra anda la piedra de toque de los cambios en la economía cubana.
Este año será decisivo como rampa de lanzamiento del modelo económico cubano que ya viene conceptualizándose, con el aporte de enfoques teóricos y científicos y pies muy puestos sobre la tierra. Por ello la implementación de los cambios, que es decir la plasmación de los Lineamientos Económicos y Sociales del VI Congreso del Partido, deberá hacerse con suma observación y previsión estratégicas y tácticas, para a tiempo cambiar lo que haya que ser cambiado en las aplicaciones. Crecer y prosperar, no hay otra opción cuando el tiempo apremia.