Mi blog sobre Economía

martes, 16 de abril de 2013

La política única no es buena para nadie

Imprimir artículo

Por: Premio Nobel de Economia

Esta semana en Business Insider, Joe Weisenthal informaba sobre los Índices de Gestores de Compras europeos (índices basados en estudios que funcionan como indicadores que anticipan los datos económicos oficiales), que son realmente desalentadores. No hay duda de que la recesión se está agravando en toda Europa, incluso en los principales países.
Comercio cerrado en Nicosia
Y la lectura de esta noticia me recuerda algo sobre lo que tenía intención de escribir, es decir, que las discusiones sobre los problemas de Europa y el debate sobre la austeridad adolecen a menudo de una tendencia a ocultar dos temas un tanto diferentes.

Uno de esos temas –que es el que suscita una mayor atención– consiste en el grado de austeridad que se impone a los países deudores. Es evidente que los países deudores tienen pocas opciones a la hora de aceptar las exigencias de la troika (el Banco Central Europeo, la Comisión Europea y el Fondo Monetario Internacional) a menos que estén dispuestos a abandonar el euro, y esa es una línea que todavía nadie ha estado dispuesto a cruzar, aunque Chipre y los controles de capital que se le han impuesto acercan esa posibilidad.
Yo sostendría que la troika, por su propio interés, debería exigir una austeridad menos rigurosa. Pero incluso los que se muestran escépticos ante la austeridad coincidirán en que es inevitable aplicar una cierta austeridad en estos países y que es el precio de la política monetaria única para todos.
Pero hay un tema distinto, que es la condición de Europa en conjunto.
Lo que ha ocurrido en Europa es que los países periféricos se han visto obligados a aplicar una austeridad extrema, pero esto no se ha compensado en los principales países, y de hecho, los principales países también han aplicado medidas de austeridad, aunque no tan duras. Por eso, la consecuencia general ha sido una drástica contracción fiscal en Europa – el saldo ajustado cíclicamente es ahora mucho más reducido de lo que lo era antes de la crisis, a pesar de que la demanda del sector privado sigue siendo muy débil – sin que se haya contrarrestado con una política monetaria más relajada.
A los legisladores europeos parece sorprenderles que esta mezcla de políticas haya provocado una recaída en la recesión, pero no tienen derecho a estar sorprendidos ya que es exactamente lo que la macroeconomía básica les habría dicho que era de esperar.
Y esto, a su vez, nos indica que el euro es una estructura incluso más defectuosa de lo que la teoría ideal de la zona monetaria podría haber vaticinado. La teoría hacía hincapié en el problema de un sistema único para todos frente a las “crisis asimétricas”, en el que se supone que los países tienen que salir adelante por separado si están en recesión mientras el resto de la zona monetaria va viento en popa.
Pero resulta que en las épocas de debilidad económica generalizada este problema se agrava por la asimetría de las presiones a las que se enfrentan los países, en las que los países con economías que atraviesan dificultades se ven obligados a endurecer su política, pero los que tienen economías con menos dificultades no sienten la necesidad de relajar la suya, por lo que la política y la política económica se caracterizan en general por una fuerte tendencia deflacionaria.
Como escribía recientemente Matt O’Brien, un director asociado de The Atlantic, es el mismo problema al que se enfrentaron los países que se regían según el patrón oro, un problema que finalmente superaron saliendo de él.
Si los legisladores europeos quieren salvar realmente al euro, deberían estar haciendo todo lo necesario para corregir la tendencia deflacionaria de su sistema. Por desgracia, en mi opinión, ni siquiera están dispuestos a reconocer que el problema existe.
© 2013 The New York Times
Traducción de News Clips.