Mi blog sobre Economía

lunes, 22 de abril de 2013

La depresión del Excel.¿Puede un error en una hoja de cálculo haber destruido casi por completo la economía de Occidente?

Imprimir artículo

Paul Krugman Premion Nobel Economia

En esta era de la información, los errores matemáticos pueden llevar al desastre. La Mars Orbiter de la NASA se estrelló porque los ingenieros olvidaron hacer la conversión a unidades del sistema métrico; el plan de la ballena de Londres de JPMorgan Chase salió mal en parte porque quienes hicieron los modelos dividieron por una suma en lugar de por una media. De modo que, ¿fue un error de codificación de Excel lo que destruyó las economías del mundo occidental? Esta es la historia hasta la fecha: a principios de 2010, dos economistas de Harvard, Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff, divulgaron un artículo, Growth in a time of debt (Crecimiento en una época de endeudamiento), que pretendía identificar un umbral crítico, un punto de inflexión, para la deuda pública. Una vez que la deuda supera el 90% del producto interior bruto, afirmaban, el crecimiento económico cae en picado.
Reinhart y Rogoff tenían credibilidad gracias a un libro anterior admirado por todo el mundo sobre la historia de las crisis financieras, y el momento escogido era perfecto. El artículo se publicó justo después de que Grecia entrase en crisis y apelaba directamente al deseo de muchos funcionarios de virar del estímulo a la austeridad. En consecuencia, el artículo se hizo famoso inmediatamente; seguramente era, y es, el análisis económico más influyente de los últimos años.
El hecho es que Reinhart y Rogoff alcanzaron rápidamente un estatus casi sagrado entre los autoproclamados guardianes de la responsabilidad fiscal; la afirmación sobre el punto de inflexión se trató no como una hipótesis controvertida, sino como un hecho incuestionable. Por ejemplo, un editorial de The Washington Post de principios de este año advertía contra una posible bajada de la guardia en el frente del déficit porque estamos “peligrosamente cerca de la marca del 90% que los economistas consideran una amenaza para el crecimiento económico sostenible”. Fíjense en la expresión: “los economistas”, no “algunos economistas”, y no digamos ya “algunos economistas, a los que contradicen enérgicamente otros con credenciales igual de buenas”, que es la realidad.
La elevada deuda de Japón es consecuencia de la crisis, no su causa
Porque lo cierto es que el texto de Reinhart y Rogoff se enfrentó a críticas considerables desde el principio y la controversia aumentó con el tiempo. Nada más publicarse el artículo, muchos economistas señalaron que una correlación negativa entre la deuda y el comportamiento económico no significaba necesariamente que la deuda elevada fuese la causa de un crecimiento lento. Podría ocurrir perfectamente lo contrario, y que el mal comportamiento económico condujese a una deuda elevada. De hecho, este es evidentemente el caso de Japón, que se endeudó enormemente después de que su crecimiento se hundiese a principio de los noventa.
Con el tiempo, surgió otro problema: otros investigadores, usando datos de deuda y crecimiento aparentemente comparables, no fueron capaces de replicar los resultados de Reinhart y Rogoff. Lo habitual era que encontrasen cierta correlación entre la deuda elevada y el crecimiento lento (pero nada que se pareciese a un punto de inflexión en el 90% ni, de hecho, en ningún nivel concreto de deuda).
Finalmente, Reinhart y Rogoff permitieron que unos investigadores de la Universidad de Massachusetts analizasen la hoja de cálculo original; y el misterio de los resultados irreproducibles se resolvió. En primer lugar, habían omitido algunos datos; en segundo lugar, emplearon unos procedimientos estadísticos poco habituales y muy cuestionables; y finalmente, sí, cometieron un error de codificación de Excel. Si corregimos estos errores y rarezas, obtenemos lo que otros investigadores han descubierto: cierta correlación entre la deuda elevada y el crecimiento lento, sin nada que indique cuál de ellos causa qué, pero sin rastro alguno de ese umbral del 90%.
En respuesta a esto, Reinhart y Rogoff han admitido el error de codificación, han defendido sus demás decisiones y han afirmado que nunca aseguraron que la deuda provoque necesariamente un crecimiento más lento. Esto es un tanto insincero porque repetidamente dieron a entender esa idea aunque evitasen formularla expresamente. Pero, en cualquier caso, lo que realmente importa no es lo que quisieron decir, sino el modo en que se ha interpretado su trabajo: los entusiastas de la austeridad anunciaron a bombo y platillo que ese supuesto punto de inflexión del 90% era un hecho probado y un motivo para recortar drásticamente el gasto público incluso con un paro elevadísimo.
Este fiasco debe situarse en el contexto más amplio de la obsesión por la austeridad
Por eso debemos situar el fiasco de Reinhart y Rogoff en el contexto más amplio de la obsesión por la austeridad: el evidentemente intenso deseo de los legisladores, políticos y expertos de todo el mundo occidental de dar la espalda a los parados y, en cambio, usar la crisis económica como excusa para reducir drásticamente los programas sociales.
Lo que pone de manifiesto el asunto de Reinhart y Rogoff es la medida en que se nos ha vendido la austeridad con pretextos falsos. Durante tres años, el giro hacia la austeridad se nos ha presentado no como una opción sino como una necesidad. Las investigaciones económicas, insisten los defensores de la austeridad, han demostrado que suceden cosas terribles una vez que la deuda supera el 90% del PIB. Pero las investigaciones económicas no han demostrado tal cosa; un par de economistas hicieron esa afirmación, mientras que muchos otros no estuvieron de acuerdo. Los responsables políticos abandonaron a los parados y tomaron el camino de la austeridad porque quisieron, no porque tuviesen que hacerlo.
¿Servirá de algo que se haya hecho caer a Reinhart y Rogoff de su pedestal? Me gustaría pensar que sí. Pero preveo que los sospechosos habituales simplemente encontrarán algún otro análisis económico cuestionable que canonizar, y la depresión no terminará nunca.
Paul Krugman es profesor de Economía de Princeton y premio Nobel 2008.
Traducción de News Clips.

Renacen los seguros en el sector privado en Cuba

Imprimir artículo
 
"El nuevo modelo económico del país contempla un mayor protagonismo del seguro en los diversos sectores de la economía, en algunos de los cuales aún es escaso el nivel de cobertura", dijo en fecha reciente el viceministro de Finanzas y Precios, Alejandro Gil.

 
Las pólizas de seguro renacieron este sábado en Cuba con la ampliación del trabajo fuera del sector estatal, como parte del profundo proceso de "actualización del modelo económico" que vive la isla en los últimos años. 
  "El nuevo modelo económico del país contempla un mayor protagonismo del seguro en los diversos sectores de la economía, en algunos de los cuales aún es escaso el nivel de cobertura", dijo en fecha reciente el viceministro de Finanzas y Precios, Alejandro Gil. 
  Hasta el momento, esas pólizas eran poco usadas en Cuba, aunque tuvieron un discreto empleo en el sector agrícola que cubría pérdidas por fenómenos naturales como huracanes, intensas lluvias o sequía. 
  "Aún es insuficiente el sistema de seguro en Cuba", dijo por su parte en un seminario internacional sobre el tema, José Carlos Meijides, director general de la estatal Empresa de Seguros Internacionales de Cuba S. A. (ESICUBA). 
  El funcionario señaló que en las pequeñas, medianas y grandes industrias a nivel nacional y en proyectos constructivos ejecutados por inversionistas y contratistas cubanos, "la incidencia del uso de seguros es muy pobre". 
  Hasta ahora ESICUBA ha trabajado en la esfera estatal para "salvaguardar sus valores" ante desastres de todo tipo, pero ahora se abre un nuevo mercado con la extensión del trabajo por cuenta propia. 
  El número de trabajadores privados en Cuba sigue en franco aumento y "ganan preponderancia", de acuerdo con un reciente informe del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS) de la isla. 
  Según el reporte, al cierre de febrero último 435.348 cubanos ejercen el trabajo por cuenta propia, o sea son "cuentapropistas", como se les denomina en la isla a quienes laboran fuera del sector estatal. 
  El MTSS dijo que los "trabajadores contratados" conforman el 17 por ciento de quienes laboran en el sector privado, cuya expansión se autorizó a partir de 2010, como parte de un profundo proceso de "actualización del modelo económico", que impulsa el gobierno del presidente Raúl Castro.   
  En términos porcentuales, continúan en la lista los que se dedican a la elaboración y venta de alimentos, con el 13 por ciento; al transporte de carga y pasajeros, 11 por ciento; y al arrendamiento de viviendas cinco por ciento. La mayoría de los cuentapropistas están en las provincias de La Habana y Matanzas, en el occidente de la isla; Villa Clara, en el centro, y Camagüey, Holguín, Santiago de Cuba en el oriente, que en conjunto agrupan al 64 por ciento del total.
  El informe oficial señala que los empleos privados en el país "no son determinantes pero sí ganan preponderancia" en un país donde 5 millones de personas trabajan para el estado, el 85 por ciento de la fuerza laboral de los 11.2 millones de habitantes. 
  A partir de 2012, 140.000 empleos estatales fueron cerrados en una primera etapa de "reordenamiento laboral" que impulsa el estado, quien además amplió el trabajo privado a unas 180 actividades económicas. 
  Ese "reordenamiento" también busca modificar la estructura laboral del país, donde el mayor porcentaje de la fuerza de trabajo está ocupada en el sector de los servicios y no en la esfera productiva. 
  Como parte de los cambios en la estructura económica de la isla, otros 176.000 cubanos recibieron tierras estatales en usufructo para ponerlas a producir. 
  De acuerdo con el concepto económico que impulsa ahora el gobierno cubano, el estado debe eliminar gastos excesivos de manera urgente sin afectar los grandes beneficios sociales en salud pública y educación, que son de acceso gratuito y universal. El número de trabajadores por cuenta propia con licencia alcanzó un máximo de 209.000 en 1996.
  Sin embargo, en la medida que la economía cubana se recuperó esa cifra descendió hasta 143.000 quienes se desempeñan como mecánicos, albañiles, plomeros, taxistas y relojeros, o en ampleos como el alquiler de habitaciones y los restaurantes familiares.
  En 1968, el gobierno encabezó una campaña de nacionalización generalizada del empleo, llamada "Ofensiva revolucionaria", que convirtió a más del 90 por ciento de los trabajadores en empleados públicos. 
  La ampliación del trabajo por cuenta propia en la isla, y la reducción progresiva de las abultadas plantillas del sector público, son pilares de las reformas impulsadas para superar la grave crisis que azota a Cuba desde hace décadas y que se ha profundizado en los últimos años.  
  Todas esas medidas fueron refrendadas en abril del pasado año por el VI Congreso del Partido Comunista con la aprobación de una "hoja de ruta" con más de 300 disposiciones sociales y económicas.