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sábado, 29 de junio de 2013

El clan Ford amplía su presencia en la automotriz pese a las críticas

Por MIKE RAMSEY
 
Calvin Ford, de 29 años, sabía desde niño dónde terminaría trabajando cuando fuera adulto. Pero se tomó su tiempo para llegar allí.
Pasó sus primeros años después de la universidad en empleos en el este de Estados Unidos. Luego, su esposa consiguió un trabajo en Denver. Casualmente, Ford Motor Co. F -1.15%tenía una vacante allí.
Se postuló, pasó por el proceso normal de contratación de nuevos empleados en la sede de Ford en Dearborn, en el estado de Michigan, y desde enero de 2012 se ha desempeñado como gerente de ventas con base en Denver, trabajando con concesionarios de Idaho y Wyoming. "Siempre supe que si iba a trabajar a Ford, acabaría convirtiéndose en mi carrera", afirma Calvin Ford, un tataranieto del fundador de la automotriz.

Cinco generaciones de Ford

Vea el árbol genealógico de los miembros de la familia que han trabajado en la automotriz.



 
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Henry y Edsel Ford alrededor de 1943.
 
Calvin Ford es uno de los siete descendientes de Henry Ford que trabajan en la empresa. La mayoría recién está empezando su carrera, pero el padre de Calvin ha pasado 39 años en la empresa y un primo, Bill Ford Jr., ha sido el presidente de la junta directiva desde 1999.
En momentos en que accionistas externos a la familia muestran señales de descontento con el control que mantienen los Ford mediante acciones con supervoto, más miembros que nunca están trabajando en la automotriz, según representantes de la compañía. Además, varios otros jóvenes de la familia Ford podrían unirse en los próximos años, dicen miembros del clan.
No obstante, es poco probable que un Ford dirija la compañía en un futuro cercano. El actual presidente ejecutivo, Alan Mulally, de 67 años, ha dicho que planea quedarse al menos hasta 2014. El año pasado, la empresa nombró a Mark Fields como director de operaciones, lo que lo convierte en el probable sucesor.
Una propuesta de accionistas este año que buscaba abolir las distintas clases de acciones recibió 33% de los votos, equivalente a un poco más de la mitad de las acciones con voto de inversionistas externos a la familia y el porcentaje más alto que haya obtenido una iniciativa similar en Ford.
"Creo que el valor [de mercado] sería más alto si fuera un voto por cada acción", opina John Chevedden, un accionista de 67 años que, junto a su padre, apoyó la propuesta para poner fin a los derechos de supervoto de los títulos Clase B.
La industria automotriz global está llena de dinastías familiares. Los descendientes de Giovanni Agnelli aún controlan la automotriz italiana Fiat F.MI -2.72%SpA. Miembros de la familia Quandt tienen una participación importante en la alemana BMW BMW.XE -0.16%AG. Asimismo, la familia Chung dirige Hyundai Motor Group 005380.SE +3.44%en Corea del Sur y el presidente de la junta de Volkswagen AG, VOW3.XE -0.29%Ferdinand Piëch, es nieto de Ferdinand Porsche, fundador del fabricante alemán de autos de lujo que lleva su nombre.
En Ford, que cotiza en bolsa desde 1956, los descendientes del fundador mantienen el control efectivo mediante acciones con supervoto Clase B, que les otorga 40% de los sufragios.
Bill Ford Jr., de 56 años, asegura que los accionistas se benefician de la participación de la familia y ve como parte de su trabajo tratar de hacer que los miembros se involucren en las operaciones de la automotriz. Ford evitó solicitar la protección de la ley de bancarrota, como tuvieron que hacer sus rivales estadounidenses durante la crisis financiera de 2009, y sus acciones han subido 47% en el último año. "Saben que va a haber alguien allí en las buenas y en las malas que no va a tomar una cuantiosa indemnización e irse", afirma.
Agrega que los miembros de la familia ya no tienen un atajo para acceder a los puestos de liderazgo. Él y su primo, el miembro de la junta Edsel Ford II, son de la cuarta generación. Los miembros del clan que se incorporan a la empresa comienzan en empleos asalariados de relativo bajo nivel. Una vocera de la automotriz señaló que los Ford no están exentos del proceso de contratación estándar.
"No hay garantías para ninguno de ellos", afirma Bill Ford Jr.
En los primeros años de la empresa, la gerencia era un asunto familiar, pasando de Henry Ford a su hijo Edsel y, en 1945, al hijo de éste, Henry II, quien fue presidente ejecutivo hasta 1979. Desde entonces, una serie de personas externas dirigieron la compañía, excepto por casi cinco años entre 2001 y 2006, cuando Bill Ford Jr. asumió la presidencia ejecutiva tras el despido de su predecesor, Jacques Nasser. En 2006, en medio de grandes pérdidas, Ford cedió su cargo a Mulally, un ex ejecutivo de Boeing Co. BA -0.69%
Bill Ford Jr. dice que no presiona a sus cuatro hijos para que se unan a la empresa familiar. Recuerda que cuando estaba por graduarse de la Universidad de Princeton, su padre, William Clay Ford Sr., le preguntó qué planeaba hacer después. El consejo de su padre fue: ingresa a la compañía sólo si la amas, y no esperes llegar a la cima.
Ahora, su hijo Will está por iniciar su último año en Princeton. Pero aún no han tenido esa conversación.
—James Hookway contribuyó a este artículo.

Nuevos objetos, ¿más objetivos?

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Por Natalia Guevara Cruz  On Cuba           

Nuevos objetos, ¿más objetivos?
Hasta hace pocas semanas en Cuba muchos servicios y bienes que hubieran encontrado clientes interesados, dispuestos a pagar por ellos, nunca llegarían a convertirse en ofertas ni a recaudar ingresos. Los márgenes de la normativa donde se consignaba el “objeto social” de una empresa o una entidad eran demasiado férreos como para traspasarlos. La “razón de ser” de una persona jurídica, limitaba los usos del patrimonio de esta a una reducida cantidad de funciones fundamentales que no solo eran de obligatorio, sino de exclusivo cumplimiento.
De tal forma, una institución dedicada a no importa qué, pero con un espacio acondicionado para realizar actividades recreativas, por ejemplo, no podía acceder a alquilarlo porque difícilmente ello estuviera incluido en su “objeto social” si no pertenecía a la empresa de servicios de Comercio.
El taller de reparaciones que una vez suplió las necesidades de determinada estructura hoy venida a menos, no tenía permitido cobrar sus servicios a terceros y de esta forma obtener ingresos complementarios, porque su misión exclusiva era la de atender las demandas de su empresa, y nada más. No solo debía resignarse a dejar pasar oportunidades de ser útil, sino a observar con pasividad la depreciación de una maquinaria o un servicio requeridos por potenciales clientes.
Una imprenta que no lo tuviera expresamente permitido, tenía que desechar kilogramos de recortería de papel sobrantes de sus producciones editoriales, antes de poder darle uso en la confección de talonarios de tickets disímiles que otras entidades demandaran.
Así, más que una definición de la misión prioritaria de una estructura empresarial, hasta ahora los llamados “objetos sociales” funcionaban en la economía cubana como una declaración de todo lo que debía dejar de hacerse, aun cuando existieran las condiciones.
Es lógico que en un sistema económico de planificación centralizada, como el cubano, donde por lo general las empresas tienen el monopolio del mercado y la oferta es limitada, existieran mecanismos para garantizar que la entidad responsable de determinada función la cumpliera, ¿pero por qué con carácter excluyente de cualquier otro beneficio que pudieran aportar?
¿Qué razones fundamentaban, hasta hoy, que una entidad no aumentara sus ganancias con el aprovechamiento de los remanentes de su labor fundamental, el arrendamiento de un área inutilizada o la maximización de una tecnología subexplotada?
bodega El naúfrago
Resolución 134
“El objeto social de una empresa existe en el mundo entero y tiene que ver en todas partes especialmente con efectos registrales e impositivos, pues hay muchas actividades que se priorizan o se sitúan impuestos más altos en función de la labor social que realizan las entidades. Pero limitar el desempeño de una empresa porque algo no ‘está en el objeto social’, ya que fue trazado de forma estrecha y poco efectiva, choca con las facultades de los empresarios para lograr un mejor desempeño económico de sus entidades.”
Así lo analizaba Johana Odriozola, directora jurídica del Ministerio de Economía y Planificación, en la conferencia de prensa en la que las autoridades ministeriales informaron sobre la aprobación de una nueva norma para la definición del “para qué” institucional.
Finalmente, a partir de la voluntad política de convertir a la empresa estatal socialista en la forma principal de la economía nacional (Lineamiento 2), de deslindar las funciones estatales de las empresariales (Lineamiento 6), y de definir las facultades e instrumentos de las empresas para dirigir la producción de bienes y servicios y desplegar sus potencialidades al máximo (Lineamiento 13), se aprobó la norma jurídica que permite flexibilizar los objetos sociales: Resolución 134 del Ministerio de Economía y Planificación, publicada el lunes 20 de mayo en la Gaceta Oficial de la República.
El instrumento jurídico establece que el objeto social “es el conjunto de las principales actividades productivas, comerciales y de servicios que conforman las transacciones mercantiles a través de las cuales una entidad que realiza una actividad de carácter empresarial, desempeña la misión para la que ha sido creada”.
La norma reconoce, por tanto, la existencia de otras actividades no principales que, complementariamente al objetivo de su creación, la empresa podrá desarrollar.
Estas serán del tipo “secundarias” (que se deriven de su objeto social), “de apoyo” (relacionadas fundamentalmente con capacidades ociosas que puedan ponerse al servicio de otros) y “eventuales”, según lo que decida la dirección de la entidad económica ante determinada circunstancia.
Otro elemento destacable es que solo tendrán esta categoría aquellas personas jurídicas cuya misión sea la de realizar tareas productivas, comerciales y de servicios. A las unidades presupuestadas (excepto las que realicen alguna función empresarial) no se les declarará objeto social; tampoco a las organizaciones políticas, sociales y de masas.
Para ejecutar esta decisión, y con la rectoría del Ministerio de Economía y Planificación, se desarrollará un proceso de revisión de los objetos sociales en la mayoría de las entidades económicas durante este año, en función de que en el 2014 los tengan actualizados.
“Ahora viene un proceso de revisar todos esos objetos sociales, lo cual es complejo, pero es muy importante que se hayan aprobado estas modificaciones, pues incluso desde la aplicación de los Lineamientos dentro del sistema empresarial, esta es una de las primeras medidas de gran alcance que estamos tomando, y que ha sido demandada y acogida por todos los niveles desde el primer momento”, informó Odriozola.
Constituye este sin dudas el más reciente intento por liberar las ataduras de la empresa estatal y ponerla en condiciones de ser, más por sus resultados que por un “resuelvo”, la estructura productiva fundamental de la economía cubana.
Pero muchos nudos ya llevan tiempo “jurídicamente desatados”, y en la práctica siguen padeciendo la inercia del amarre. Tal suerte ha corrido, por ejemplo, la oportunidad de contratar a trabajadores por cuenta propia para la elaboración de algún bien o prestación de un servicio, cuando  demuestren ser más eficientes que una entidad estatal.
Esta posibilidad, liberada a partir de la entrada en vigor de las resoluciones bancarias asociadas al Decreto-Ley 289 –en el que se eliminó el límite de cien pesos que existía para el pago a estos trabajadores– ha encontrado innumerables reticencias entre los propios directivos que alguna vez defendieron las ventajas de una contratación más flexible; pues ahora, con la posibilidad de elegir, también se expande el riesgo de errar, y no es lo mismo quejarse de la falta de autonomía que, una vez obtenida, atreverse a emplearla.
Tal es la expectativa que se abre a ahora ante la nueva normativa del MEP, la de si las entidades empresariales, con el mismo ahínco que lo defendieron, decidirán sumar al cumplimiento de los nuevos objetos sociales el reto de imponerse, y alcanzar, mayores objetivos.
Todo dependerá, obviamente, de la creatividad y la voluntad de riesgo que asuman los colectivos de las empresas, pero también, sin dudas, de la capacidad que demuestren los nuevos escenarios para acelerar la conversión de los aportes colectivos en beneficios individuales.
Fotos: Tomadas de Internet