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Por Patricia Grogg
Es sábado y la entrada de una comisaría, frente al concurrido mercado del barrio Salomon de la capital de Haití, se transforma en improvisado puesto médico. En pocos minutos se alarga la fila de gente que espera ser atendida por la brigada cubana de salud.
El agente de guardia dice no tener autorización para hablar con periodistas, pero la colaboración es evidente. Sillas y mesas de la comisaría se alinean rápidamente a lo largo del portal para facilitar el trabajo del personal del hospital de La Renaissance, que realiza jornadas de medicina preventiva cada semana.
“Estamos en una clínica móvil”, explica Damarys Ávila, directora de La Renaissance, cuya atención está a cargo de la misión médica de Cuba. “Hacemos pesquisas de hipertensión arterial, cataratas, ‘pterigión’ (carnosidad) y glaucoma”, detalla a IPS. “A las personas con alguna de estas dolencias las enviamos al hospital”, agrega.
En la fila, las mujeres son mayoría. “En ellas encontramos muchos casos de hipertensión arterial debido a que tienen sobre sí la mayor carga de trabajo. A eso se añaden los malos hábitos alimentarios, como comer mucho picante, harinas y sal. Muchas personas se toman aquí la presión por primera vez en su vida”, informa Ávila.
En un recorrido por La Renaissance o en esta singular intervención de salud en la calle, donde en una mañana se atendieron 167 hombres y mujeres humildes, solo se escuchan voces de agradecimiento.
“Buscamos a los cubanos porque atienden bien y no cobran. Somos pobres, no podemos pagar”, resume una vecina de Puerto Príncipe antes de acomodar nuevamente un gran bulto sobre su cabeza.
La primera brigada médica cubana llegó a Haití el 4 de diciembre de 1998 para aliviar las secuelas del huracán Georges. Desde entonces la cooperación ha sido ininterrumpida y decisiva para este empobrecido país, castigado en 2010 por un terremoto que mató a 316.000 personas, según cifras del gobierno, y por una epidemia de cólera causante también de miles de muertes.
En estos años, el personal cubano prestó más de 18 millones de atenciones médicas, realizó más de 300.000 intervenciones quirúrgicas, salvó 300.000 vidas y devolvió la visión a unas 53.000 personas. Informes oficiales añaden que hay 640 agentes de salud cubanos en Haití, y 357 son mujeres.
Esta ayuda resulta emblemática, no solo por su envergadura (llega a todo el territorio haitiano) y carácter humanitario, sino porque también prepara al país para el futuro mediante el establecimiento de un sistema de salud pública, incluida la reconstrucción de la infraestructura hospitalaria.
Además de Cuba, aportan financieramente a este esfuerzo Alemania, Australia, Namibia, Noruega,Sudáfrica, Venezuela y otros países en menor cuantía.
El programa establece la remodelación e instalación de 30 hospitales comunitarios de referencia, más de la mitad de los cuales ya están terminados, y adecuar 39 unidades del Ministerio de Salud Pública y de la Población de Haití como centros de atención, con o sin camas, y 30 salas de rehabilitación integral.
Además, hay dos misiones oftalmológicas de la Operación Milagro, una fija en Puerto Príncipe y otra itinerante por el interior del país, un laboratorio de prótesis y dispositivos ortopédicos, tres talleres territoriales de electromedicina y una red de vigilancia epidemiológica y de control ambiental.
La Operación Milagro, iniciada en 2004, es un programa que hasta 2011 (últimos datos divulgados) había devuelto o mejorado la visión a más de dos millones de personas en 34 países de América Latina, el Caribe y África.
La brigada médica cubana durante una clínica móvil en el mercado Salomon de Puerto Príncipe. Foto: IPS.
John M. Kirk, catedrático de la canadiense Universidad de Dalhousie, entiende que un papel clave para dotar a Haití de un sistema de salud fortalecido compete a los propios médicos haitianos formados en Cuba.
Según sus datos, 430 de los 625 haitianos y haitianas que se habían graduado en la cubana Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM) a comienzos de 2011 ya trabajaban en su país. Ese mismo año, otros 115 finalizaron sus estudios en la Universidad de Santiago de Cuba.
Instalada en noviembre de 1999, la ELAM fue propuesta a la IX Cumbre Iberoamericana realizada en La Habana como un proyecto de formación de recursos humanos para la salud en el bloque conformado por los 19 países latinoamericanos, Andorra, España y Portugal.
Pero la iniciativa, aunque aplaudida, no fue acogida por los dignatarios presentes entonces en la inauguración. Cuba siguió adelante con el programa, que hoy se amplió a 122 países, de donde proceden “jóvenes fundamentalmente de los estratos más humildes de la sociedad, que presentan diversidades étnicas, educacionales y culturales”, según indica su portal de Internet.
En un ensayo sobre el tema, Kirk indica que Cuba ha ayudado desde los años 70 a la fundación de escuelas de medicina en varios países, como Yemen (1976), Guyana (1984), Etiopía (1984), Uganda(1986), Ghana (1991), Gambia (2000), Guinea Ecuatorial (2000), Haití (2001), Guinea-Bissau (2004) yTimor Oriental (2005).
Un reporte entregado a IPS por el Ministerio de Salud indica que 39 310 profesionales, de los que 25 521 son mujeres, cumplen “misión” en 60 países. De ellos, 34 794 están en el continente americano, 3 919 en África, 554 en Asia y Oceanía y 43 en Europa.
Como parte de las reformas económicas iniciadas en 2010, esta cooperación está dejando de ser gratuita en donde sea posible, aunque la “gratuidad absoluta” continuará en la República Árabe Saharaui y en la Operación Milagro en Haití, Honduras, Paraguay y Ecuador, entre otros.
A la vez, se intenta fortalecer la Comercializadora de Servicios Médicos Cubanos, que ofrece atención paga en Cuba y en el exterior, como fuente de recursos para financiar el sistema de salud público y gratuito al que tiene derecho toda la población de este país caribeño.
Mediante esa modalidad, Brasil contrató 4.000 médicos cubanos para trabajar en zonas pobres del norte de ese país sudamericano.