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Asistieron a la reunión en La Habana, representantes de Centroamérica y el Caribe, convocados por la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura
Elegir a Cuba como sede del lanzamiento de la iniciativa FAO Alianza Mundial por el suelo para la región de Centroamérica y el Caribe, resulta un reconocimiento a la prioridad que da el país a la conservación y mejoramiento de este recurso, esencial para la seguridad alimentaria a partir de su uso y manejo integral sostenible y del impacto socioeconómico, productivo y ambiental.
La ínsula caribeña cuenta con una larga tradición en la administración de ese ecosistema y muestra avances y experiencias novedosas en el estudio de la erosión y de otros fenómenos que perjudican su vida útil y su función de proveedor de alimentos, depósito de carbono y medio natural de asentamientos humanos.
Se prevé que esta coalición promueva acciones para lograr la máxima racionalidad en el empleo de los suelos de forma sustentable, al unificar y desplegar sinergias que permitan asumir mancomunadamente las prospecciones, evaluación y seguimiento del empleo de estos, así como de su productividad, biodiversidad, ecología, conservación y aporte de recursos hídricos, entre otros.
Una fuente de subsistencia que en muchas ocasiones y sitios del planeta es enterrada bajo el asfalto ante el crecimiento urbano, el mismo que, según previsiones de expertos, contribuirá a que la superficie agrícola actual tenga una drástica reducción a la mitad en 2050, algo preocupante si consideramos que unos 1000 millones de personas se van a la cama todos los días sin probar bocado alguno y, paradójicamente, de forma global, el incremento poblacional refuerza la presión sobre ese ecosistema, surtidor de alimentos.
El suelo fértil es finito por lo que tiene un valor incalculable y, luego de sufrir por la erosión o ser degradado, demoran dos milenios en recuperarse apenas unos 10 centímetros de esa superficie dañada. Tampoco resulta grato conocer que cada año se destruyen 13 millones de hectáreas cultivables y se aleja por tanto, mucho más, la meta de eliminar la extrema pobreza y el hambre, refrendada en los Objetivos del Milenio, cual agenda global para el desarrollo.
La degradación es silenciosa y no respeta tipo de sociedad, nivel económico ni de desarrollo, según trascendió en La Habana durante el taller de Lanzamiento de la Alianza Mundial por el Suelo, que busca consenso para el cuidado y restauración de ese recurso en la región.
Representantes de Centroamérica y el Caribe coincidieron en la capital cubana, convocados por la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), para examinar el estado de preservación del suelo, ese recurso que es un gran aliado del hombre y al cual se decidió dedicar el Año 2015.
Expertos y funcionarios de organismos e instituciones de las ramas agrícola y forestal, provenientes de Cuba, Costa Rica, Guatemala, México, Haití, República Dominicana, El Salvador, Belice, Guyana, Nicaragua, Honduras, Suriname, Jamaica, Panamá y Trinidad y Tobago, entre otros, acudieron a la cita para formalizar el proceso de creación de la Alianza Mundial por el Suelo, mecanismo integrador de proyectos, programas y acciones, dirigido a trazar estrategias y promover la participación activa de los gobiernos ante la imperiosa necesidad de detener la erosión y degradación de ese recurso, básico en la producción de alimentos
Tania López, viceministra de Agricultura de Costa Rica, intervino en el encuentro para apuntar que en su país hace apenas unos días se anunció la eliminación del uso del Bromuro de Metilo en los cultivos y, aunque es un gran paso de avance en el cuidado de las tierras, y un considerable aporte en la protección de la capa de ozono, aún requieren impulsar más acciones vinculadas al ordenamiento territorial y al manejo de ese recurso en las diferentes cuencas, junto a incentivos que favorezcan la preservación de estos como unidades productivas
El representante permanente de la FAO en Cuba, Theodor Friedrich, intervino en el taller para destacar los beneficios de impulsar una agricultura sostenible, en la cual el suelo desempeña un rol decisivo en la obtención de alimentos.
Recordó que esta alianza nació en 2011 por una profunda preocupación ante la urgencia de asegurar la alimentación de futuras poblaciones, para lo cual se requieren suelos productivos, como base fundamental.
Al llamar la atención sobre la grave salud de muchas extensiones de tierra en el planeta, el directivo precisó que si se mira un mapamundi se puede comprobar que en todas partes donde se ha comenzado a aprovechar el suelo con fines agrícolas se reportan procesos de degradación los cuales son lentos y casi no notables en climas templados, pero fácilmente visibles hasta en su expresión extrema (la erosión y finalmente la desertificación), en climas tropicales.
Pero la FAO junto a otras instituciones, más que observar los problemas, hace casi dos décadas promueve un cambio en los sistemas agrícolas mundiales hacia un manejo sostenible de los suelos, conocido como el programa de Agricultura de Conservación, aunque ello no ha acaparado la suficiente atención a la urgencia del dilema, y por lo tanto, se ha creado la Alianza Mundial por el Suelo.
Su objetivo es, más que alertar, estimular a los países miembros para la adopción de políticas, que realmente pongan en práctica un manejo eficiente del suelo que implique alcanzar una agricultura intensiva y sostenible al mismo tiempo, que no se logra solo con una reducción en el uso de agroquímicos.
“El elemento más crítico y hasta ahora ignorado en la mayoría de las prácticas agrícolas, es el manejo sostenible de suelo, lo cual requiere cambios más profundos en la manera de hacer la agricultura y exige evitar por completo la roturación del suelo”, alegó el funcionario de la FAO.
Aunque se crea que sus mayores enemigos son los fertilizantes, hay otros no menos dañinos como las técnicas de roturación con el tradicional uso de arados, que deja a las tierras desprotegidas y a merced de las fuerzas destructivas de la lluvia, el viento y el sol, sobre todo cuando se trata de un clima tropical.
Lo ideal para lograr una agricultura realmente sostenible es lograr que su impacto sobre el medio ambiente y particularmente sobre el suelo, sea inferior a la fuerza natural de recuperación, que es la medida final para la más razonable.
El suelo es un componente esencial de los ecosistemas terrestres y de los procesos productivos, pero es también un recurso frágil y no renovable pues se degrada fácilmente y su regeneración es lenta, difícil y costosa.
Otro aporte importante es la preparación y capacitación de los cultivadores en las técnicas más modernas y prestar más atención a la agricultura familiar para fortalecer los emporios productivos y proteger mejor a los suelos.
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Asistieron a la reunión en La Habana, representantes de Centroamérica y el Caribe, convocados por la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura
Elegir a Cuba como sede del lanzamiento de la iniciativa FAO Alianza Mundial por el suelo para la región de Centroamérica y el Caribe, resulta un reconocimiento a la prioridad que da el país a la conservación y mejoramiento de este recurso, esencial para la seguridad alimentaria a partir de su uso y manejo integral sostenible y del impacto socioeconómico, productivo y ambiental.
La ínsula caribeña cuenta con una larga tradición en la administración de ese ecosistema y muestra avances y experiencias novedosas en el estudio de la erosión y de otros fenómenos que perjudican su vida útil y su función de proveedor de alimentos, depósito de carbono y medio natural de asentamientos humanos.
Se prevé que esta coalición promueva acciones para lograr la máxima racionalidad en el empleo de los suelos de forma sustentable, al unificar y desplegar sinergias que permitan asumir mancomunadamente las prospecciones, evaluación y seguimiento del empleo de estos, así como de su productividad, biodiversidad, ecología, conservación y aporte de recursos hídricos, entre otros.
Una fuente de subsistencia que en muchas ocasiones y sitios del planeta es enterrada bajo el asfalto ante el crecimiento urbano, el mismo que, según previsiones de expertos, contribuirá a que la superficie agrícola actual tenga una drástica reducción a la mitad en 2050, algo preocupante si consideramos que unos 1000 millones de personas se van a la cama todos los días sin probar bocado alguno y, paradójicamente, de forma global, el incremento poblacional refuerza la presión sobre ese ecosistema, surtidor de alimentos.
El suelo fértil es finito por lo que tiene un valor incalculable y, luego de sufrir por la erosión o ser degradado, demoran dos milenios en recuperarse apenas unos 10 centímetros de esa superficie dañada. Tampoco resulta grato conocer que cada año se destruyen 13 millones de hectáreas cultivables y se aleja por tanto, mucho más, la meta de eliminar la extrema pobreza y el hambre, refrendada en los Objetivos del Milenio, cual agenda global para el desarrollo.
La degradación es silenciosa y no respeta tipo de sociedad, nivel económico ni de desarrollo, según trascendió en La Habana durante el taller de Lanzamiento de la Alianza Mundial por el Suelo, que busca consenso para el cuidado y restauración de ese recurso en la región.
Representantes de Centroamérica y el Caribe coincidieron en la capital cubana, convocados por la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), para examinar el estado de preservación del suelo, ese recurso que es un gran aliado del hombre y al cual se decidió dedicar el Año 2015.
Expertos y funcionarios de organismos e instituciones de las ramas agrícola y forestal, provenientes de Cuba, Costa Rica, Guatemala, México, Haití, República Dominicana, El Salvador, Belice, Guyana, Nicaragua, Honduras, Suriname, Jamaica, Panamá y Trinidad y Tobago, entre otros, acudieron a la cita para formalizar el proceso de creación de la Alianza Mundial por el Suelo, mecanismo integrador de proyectos, programas y acciones, dirigido a trazar estrategias y promover la participación activa de los gobiernos ante la imperiosa necesidad de detener la erosión y degradación de ese recurso, básico en la producción de alimentos
Tania López, viceministra de Agricultura de Costa Rica, intervino en el encuentro para apuntar que en su país hace apenas unos días se anunció la eliminación del uso del Bromuro de Metilo en los cultivos y, aunque es un gran paso de avance en el cuidado de las tierras, y un considerable aporte en la protección de la capa de ozono, aún requieren impulsar más acciones vinculadas al ordenamiento territorial y al manejo de ese recurso en las diferentes cuencas, junto a incentivos que favorezcan la preservación de estos como unidades productivas
El representante permanente de la FAO en Cuba, Theodor Friedrich, intervino en el taller para destacar los beneficios de impulsar una agricultura sostenible, en la cual el suelo desempeña un rol decisivo en la obtención de alimentos.
Recordó que esta alianza nació en 2011 por una profunda preocupación ante la urgencia de asegurar la alimentación de futuras poblaciones, para lo cual se requieren suelos productivos, como base fundamental.
Al llamar la atención sobre la grave salud de muchas extensiones de tierra en el planeta, el directivo precisó que si se mira un mapamundi se puede comprobar que en todas partes donde se ha comenzado a aprovechar el suelo con fines agrícolas se reportan procesos de degradación los cuales son lentos y casi no notables en climas templados, pero fácilmente visibles hasta en su expresión extrema (la erosión y finalmente la desertificación), en climas tropicales.
Pero la FAO junto a otras instituciones, más que observar los problemas, hace casi dos décadas promueve un cambio en los sistemas agrícolas mundiales hacia un manejo sostenible de los suelos, conocido como el programa de Agricultura de Conservación, aunque ello no ha acaparado la suficiente atención a la urgencia del dilema, y por lo tanto, se ha creado la Alianza Mundial por el Suelo.
Su objetivo es, más que alertar, estimular a los países miembros para la adopción de políticas, que realmente pongan en práctica un manejo eficiente del suelo que implique alcanzar una agricultura intensiva y sostenible al mismo tiempo, que no se logra solo con una reducción en el uso de agroquímicos.
“El elemento más crítico y hasta ahora ignorado en la mayoría de las prácticas agrícolas, es el manejo sostenible de suelo, lo cual requiere cambios más profundos en la manera de hacer la agricultura y exige evitar por completo la roturación del suelo”, alegó el funcionario de la FAO.
Aunque se crea que sus mayores enemigos son los fertilizantes, hay otros no menos dañinos como las técnicas de roturación con el tradicional uso de arados, que deja a las tierras desprotegidas y a merced de las fuerzas destructivas de la lluvia, el viento y el sol, sobre todo cuando se trata de un clima tropical.
Lo ideal para lograr una agricultura realmente sostenible es lograr que su impacto sobre el medio ambiente y particularmente sobre el suelo, sea inferior a la fuerza natural de recuperación, que es la medida final para la más razonable.
El suelo es un componente esencial de los ecosistemas terrestres y de los procesos productivos, pero es también un recurso frágil y no renovable pues se degrada fácilmente y su regeneración es lenta, difícil y costosa.
Otro aporte importante es la preparación y capacitación de los cultivadores en las técnicas más modernas y prestar más atención a la agricultura familiar para fortalecer los emporios productivos y proteger mejor a los suelos.