Recientemente fue publicada la nueva Ley de Inversión Extranjera. Su puesta en vigor durante los próximos meses demandará la optimización de diversos mecanismos, vinculados de una forma u otra al proceso inversionista. Omar Everleny, especialista del Centro de Estudios de la Economía Cubana, opina que el entorno institucional deberá ponerse a tono con las transformaciones y la intención de atraer capitales foráneos.
-A su juicio, ¿cuáles ganancias fundamentales tiene esta Ley con respecto a la de 1995?
-Para mí una ganancia muy importante es la propia Ley, lo cual significa que la visión anterior de que la inversión extranjera no era esencial, queda superada. Es decir, haber hecho una ley significa reconocer la necesidad de darle importancia.
“También disminuye mucho la discrecionalidad, a partir de un plazo de aprobación explícito: 60 días, para los acuerdos concernientes al Consejo de Estado y al Consejo de Ministros; 45 días cuando se relaciona con los Organismos de la Administración Central del Estado… Existe definición en el tiempo.
"Lo otro es la posibilidad de hacer negocios con servicios profesionales, y la inclusión en la ley de incentivos fiscales. Uno de los elementos que atrae los capitales es que durante un período, al menos de recuperación de las inversiones, no se requieran grandes gastos, teniendo en cuenta que el dinero fresco generalmente proviene del exterior.
"Aunque no está en la ley, quedó claro que cada cierto tiempo, generalmente un año, es preciso informar a la Asamblea Nacional sobre cómo marcha la propia ley. Eso marca un poco la necesidad que tiene el país, como dijo el vicepresidente Marino Murillo, que para crecer entre 5 % y 7 %, hacen falta no menos de 2 000 a 2 500 millones de dólares anuales. Eso ya establece una pauta.
"La principal crítica realizada por los inversionistas extranjeros que han estado en Cuba, tiene que ver con la agencia empleadora, porque su función era más bien recaudatoria. Eso ha cambiado: el trabajador se va a quedar con un gran porciento de lo que paga el empresario".
-Para algunos expertos la mayor entrada de capital extranjero implica un impacto de carácter estructural en el resto de la economía. ¿Cuáles efectos podrían darse a corto y mediano plazos?
-Durante la discusión de la ley quedó claro que se iba a trabajar en cadena, es decir, no se podría ver solo una actividad muy particular, sino su encadenamiento productivo hacia adelante y hacia atrás. Por ejemplo, si existe una inversión en bebidas, también habría que invertir en la producción del vidrio, en la botella, en la fabricación del cartón, porque esas cosas a veces se importan. Creo que eso realmente va a mover el país.
"Muchas de las prioridades que están en la ley se refieren a establecer negocios en materia de energía eólica, celdas fotovoltaicas… se está pensando en reducir la dependencia del petróleo para producir energía eléctrica. Ese cambio de la matriz energética es una transformación estructural importante.
"Se hizo evidente que con tasas de crecimiento muy bajas el país no se desarrollaría y que el ahorro interno es pequeño para las necesidades de tales cambios. Por lo tanto, más que complemento, yo veo la inversión extranjera como parte de la inversión nacional, como un ente único.
"Percibo como una mezcla entre la Zona Especial de Desarrollo Mariel con el resto de la inversión extranjera, porque muchas empresas que estén en la Zona, pueden adquirir en el mercado interno otras producciones, que pueden haber sido generadas con una empresa extranjera. Me parece que esa combinación sería sustancial para el avance del país".
-Una de las limitaciones de Cuba con respecto a la inversión extranjera directa (IED) es la deuda externa. Teniendo en cuenta que una y otra implican, respectivamente, entrada y salida de capitales, ¿qué relaciones podrían darse entre ambas?
-Diría que no estamos en el peor momento de los pagos de la deuda. En los últimos años Cuba ha establecido procesos para renegociar deudas importantes: con Rusia, que condonó 90 % de lo adeudado; con Japón, que se ha renegociado a 80 %; y con México.
"Por otro lado, las entradas del país por servicios profesionales aumentan cada año. En 2014 se espera ingresar unos 8 000 millones de dólares por exportación de servicios. Igualmente, a medida que haya inversión en la agricultura, como se ha planteado, podría ir disminuyendo el nivel tan elevado de importaciones de alimentos. Si hay empresas dirigidas a obtener los productos que se importan, no sería tanta la erogación hacia al exterior.
"Todas las variables tienen que ponerse sobre la mesa, creo que no importa tanto la repatriación de utilidades, no importa después la deuda, si el país es capaz de producir bienes y servicios necesarios.
"Lo que sí hay que ser serios en el pago de los compromisos adquiridos con empresas extranjeras. Cuba tiene que ir trabajando en esa dirección, y los lineamientos están muy claros en que hay que honrar todos los compromisos externos, en un proceso paulatino. Pero para eso hay que tener producciones y servicios. Es como un círculo vicioso: primero, lograr atraer capitales que produzcan, y si contamos con más dividendos, habrá más recursos para pagar".
-La ley dice que se aprobarán selectivamente los negocios con cooperativas ¿Cuáles serían esos criterios de selección? ¿El carácter selectivo podría convertirse en un freno?
-Eso tiene ya una parte de discrecionalidad. Creo que en una etapa inicial la prioridad es adquirir recursos externos, pero en la propia ley tal vez no había por qué hacer aclaraciones en ese sentido. Sin embargo tampoco se puede entrar en contradicción con los principales lineamientos, que dicen que no habrá concentración de la riqueza. Ahí hay un aspecto que tiene que solucionarse más adelante.
"Cuando se habla de personas jurídicas, en el caso de Cuba sería cooperativas urbanas. Estaría pensando en una cooperativa de la construcción, de reparación de maquinarias o equipos… esa sería una oportunidad. Pero como dice la propia ley, será selectivamente, depende del interés en ese momento. Para mí, en una primera fase, al menos en los próximos dos o tres años, el país debe estar enfrascado en atraer los grandes negocios, aunque eso no contradice, a la vez, ir pensando en pequeñas actividades.
"No es lo mismo aprobar 10 proyectos de poca monta, que aprobar grandes iniciativas. Ahora, asumo la teoría de que no importa la magnitud, la cuestión es que haya negocios. Porque 10 empresas pequeñas pueden hacer una grande, y tal vez nos demoramos mucho tratando de que llegue esa, sin embargo, mientras, las menores pueden ir aumentando".
-¿Usted cree que esta posibilidad permita un desarrollo de la pequeña y mediana empresa en la Isla?
-Para asociarnos con el capital extranjero primero debemos tener cooperativas. Creo que hoy, a pesar de que están aprobadas, todavía los resultados son muy bajos, o sea, no puedo decir que haya cooperativas sólidas, fuertes, capaces de enfrentarse a la unión con una empresa extranjera, no tienen un criterio para asumir determinadas imposiciones que pudieran venir de la contraparte. O también puede ser que no se hayan desarrollado más porque les falta capital, y a lo mejor este podría venir del exterior.
"Una cosa es la empresa estatal, los activos fuertes del Estado, y otra es la pequeña y mediana empresa. En las grandes economías del mundo hay empresas grandes, pero las hay de menor envergadura. Creo que una etapa posterior al trabajo por cuenta propia sería la creación de las pequeñas y medianas empresas".
-La promoción de la IED desempeña un papel fundamental. ¿Para usted cuáles serían las acciones más inmediatas a implementar en este sentido?
-Creo que más que una oficina subordinada al Ministerio de Comercio Exterior y la Inversión Extranjera, sería importante crear una agencia de promoción de inversiones que responda al máximo nivel de gobierno, como existe en otros países. En un análisis que hicimos sobre por qué avanzan tanto los negocios con capital extranjero en Singapur, Corea del Sur, China y Vietnam, siempre hay una agencia promotora, diferente al ministerio del ramo.
"El salir a buscar, salir a promocionar es clave, porque pensamos que el mundo entero nos conoce, sin embargo estamos en una zona no tan dinámica de inversión extranjera, los capitales hoy se mueven a Asia, y para que se desvíen hacia Cuba, realmente hay que darles buenas condiciones. Me parece que se debe hacer un poco más de gastos en eventos internacionales, en hacer promociones en los países más importantes, sobre todo de Europa.
"Ese entorno de la inversión extranjera tiene que alinearse: avanzar en la administración tributaria, el sistema bancario… o sea, tiene que haber una modificación de todas aquellas áreas que van a interactuar de una u otra forma con esos inverssionistas, a la hora de abrir una cuenta, de alquilar una vivienda, una oficina. Hay una serie de entidades que tienen que ponerse a tono con el interés del país".
-Se dice que hay un potencial significativo de inversores entre la emigración cubana ¿El capital y la iniciativa de esta comunidad podría ser aprovechado más intencionadamente como ocurre en otros países?
"Sí, lo que pasa que ese es un tema muy complejo, mientras la mayor parte de los cubanos residan en Estados Unidos, país que tiene bloqueado a Cuba, las transformaciones tienen que venir de allá.
“Excepto las dos primeras medidas iniciales, de permitir ingresos de remesas y los viajes de los cubanoamericanos, al gobierno de Obama no ha hecho nada más ; al contrario, ha sido una administración muy dura, que ha puesto cada vez más sanciones a las compañías que tienen relación con Cuba. Recientemente ocurrió con una agencia de viajes holandesa.
“Es decir, si no se modifica el entorno político, es muy difícil. Porque en teoría puede ser, pero no estaría seguro de que el gobierno estadounidense aprobara que capitales cubanoamericanos vinieran a la Isla. Creo que el ambiente político debe ir por delante de las posibilidades.
“Hoy está pasando que muchos recursos llegan de forma subterránea, mediante remesas. Tampoco se puede estar de espaldas a ese fenómeno. En mi opinión el Estado tendría que tener la habilidad de ver cómo canaliza, de una forma organizada, esos recursos de cubanoamericanos; no prohibiendo, sino con una política proactiva para canalizar esos flujos.
“También habría que ver el origen del capital. Cuba tendría que cuidarse mucho, por ejemplo, del lavado de dinero, de ciertas cosas que no son solo financiamiento, sino cómo se adquirió realmente”.
De cierta manera, la nueva Ley vuelve a poner sobre el tapete las relaciones entre planificación y mercado. En el entorno más inmediato de aplicación de la norma, ¿qué fenómenos y/o procesos podrían darse al combinar estos dos aspectos?
-No veo una contradicción mercado vs. planificación, aunque sí digo que la forma en que hemos planificado hasta ahora ha sido más bien una administración de recursos. Creo que la planificación puede tener las mismas formas que tiene en otras economías: proyectar qué se quiere obtener, qué indicadores debe tener el futuro… pero no puede garantizar el día a día de una empresa, lo que tiene que comprar, en qué lugar, qué tiene que entregar…
“El mercado no es capitalismo. Desde el punto de vista teórico es preciso clarificar mucho de los términos. Tampoco se puede pensar que es una contradicción socialismo-capitalismo, porque si se lleva a ese plano ideológico, realmente tendríamos que decir: nada de mercado, todo planificación.
“Creo que hay una simbiosis, se puede acceder y tener cada vez mayor participación en el mercado, y que eso lleve competitividad. Para mí debe transformarse el pensamiento de monopolio, centralizador. Cuando se dice que prevalecerá la planificación sobre el mercado, se hace referencia a que los principales recursos estarán en manos del Estado. Sin embargo, un estado puede ser dueño de un activo que esté gestionado por una empresa extranjera.
“Por ejemplo, el hotel Meliá Cohíba es estatal, pero lo administra una compañía española, y lo ha hecho bien. A eso me refiero, que no se vea uno en oposición al otro, sino que se pueden utilizar elementos de los dos, aunque sí no puede haber ningún país que avance de espaldas al mercado.”