Cubacontemporanea
EDAD ACTIVA, ENVEJECIMIENTO ACTIVO
Respecto a los cambios de la estructura por edad, llama la atención el hecho de que el crecimiento del grupo de menores de 15 años -que venía reduciéndose desde mediados de los años 50- “se vuelve negativo a partir de 1970”.
En ese contexto, “comienza a disminuir el tamaño del grupo de población en las primeras edades, lo que significa menos tensión para los programas de salud dirigidos a esas edades, especialmente el materno infantil”, al tiempo que se avizora “menos presión cuantitativa en los programas y matrículas del sistema de educación”.
El grupo de autores refiere que otro aspecto destacable es la disminución en términos porcentuales y numéricos de la población de 15-59 años, “el grupo de población que fundamentalmente aporta los productores de bienes y servicios en una sociedad, lo que significa que para el futuro cercano se contará con menos personas en edad activa, la que se irá envejeciendo con el transcurso del tiempo, lo que incide en las políticas de empleo que contemple y la sostenibilidad de la estructura productiva”.
Mientras que los países europeos demoraron cerca de dos siglos, en Cuba el proceso se ha dado en menos de 50 años.
En este punto hacen referencia al concepto de “envejecimiento activo”, de acuerdo con el cual, dadas las experiencias adquiridas, las personas que arriban a la edad de jubilación “pueden seguir contribuyendo al bienestar de la sociedad, del grupo familiar y de la propia persona adulta mayor”.
Con el incremento dinámico de los ocupados en este grupo de edad y la probable escasez futura de fuerza de trabajo en la perspectiva inmediata, “la magnitud de los ocupados con 60 años y más, y en particular el grupo de 60 a 74 por su magnitud y posible incremento, se convierte en un punto focal de política laboral, que deberá considerar las diferencias territoriales así como la introducción de tecnologías que contrarresten la pérdida de determinadas capacidades en estas edades y que además permitan aprovechar la experiencia acumulada”.
Agregan que “la esperanza de vida activa actual pone de manifiesto que aún existen reservas de incorporación al trabajo de un grupo importante de personas que hoy se acogen a la pensión por edad”, y recomiendan “crear otros mecanismos adecuados a esta nueva realidad, como, por ejemplo, la introducción de mecanismos económicos que incentiven la permanencia en el empleo”.
PENSIONES Y SISTEMA DE SALUD
El crecimiento de la cantidad de personas pensionadas implicará un aumento del presupuesto y financiamiento del sistema de pensiones tanto por seguridad social como por asistencia social, a lo que unirá una mayor demanda de atención a la salud para un grupo numeroso de personas con enfermedades crónicas y degenerativas y disminución de la capacidad funcional, sobre todo en el grupo de 75 años y más, lo que incidirá sobre el sistema de salud.
Dado que como consecuencia de la sobremortalidad masculina hay más mujeres que hombres en el grupo de 60 años y más -particularmente en el grupo de 75 años y más-, “puede haber una mayor vulnerabilidad en el caso de las mujeres, ya que una parte de las mismas no son beneficiadas directamente al no haber participado en el mercado de trabajo”.
FAMILIA, MÁS HOGARES CON ADULTOS MAYORES
Igualmente -continúa el informe- el efecto de la sobremortalidad masculina hace suponer que muchas mujeres arriben a la vejez en estado de viudez, sobre todo en los grupos de más edad, “adicionando entonces la sensación de soledad”, a lo que se agrega que tradicionalmente el cuidado de los adultos mayores recae sobre las conyugues, hijas y nueras.
Las cifras del Censo de 2012 revelan que en el 63,8% de los hogares cubanos no hay niños menores de 15 años.
Todos estos procesos generan modificaciones en el entorno privado, el de la familia, en el cual aparecen “complejas relaciones intrafamiliares e intergeneracionales, originando que los roles tradicionales registren reacomodos y reajustes que se irán dando y a la vez posicionando sobre la marcha del proceso, para el cual habrá que ir preparando a la sociedad y a la familia”.
Actualmente existen en Cuba más hogares con adultos mayores que hogares con niños y las cifras del crecimiento de la población adulta mayor actual y perspectiva indican que así será en el futuro. En cuatro de cada diez hogares cubanos vive al menos un adulto mayor (lo cual equivale a unos 1,5 millones de hogares, el 53% de ellos unipersonales o nucleares, y el resto extendidos y compuestos).
De acuerdo con el Censo de 2012, había en ese año en el país 3 788 695 hogares (entendidos como la unidad económica y de residencia en que convive la población), alrededor de 265 mil más que los registrados en el Censo del 2002, “resultado fundamentalmente de un crecimiento similar en el número de viviendas particulares con residentes permanentes, en contraste con un ligero descenso poblacional que reduce, a su vez, el tamaño medio de estos hogares a un promedio de 2,95 personas por hogar, en comparación con 3,16 en 2002”.
El estudio indica que los hogares unipersonales pasaron de 490 542 en 2002 a 708 749 en 2012, incrementando proporcionalmente su participación desde 13,9% a 18,7% del total de hogares (la proporción en el Censo de 1981 era de 8,7%).
Entretanto, el total de hogares nucleares creció en 3,8% (hasta 72 098) y se mantiene siendo la estructura más frecuente para la mayoría, aunque el 52,7% encontrado es ligeramente inferior a la proporción existente en el 2002. También decrecieron tanto en valores absolutos como proporcionalmente los hogares extendidos y compuestos, desde 37% en 2002 a 32% en 2012, a la vez que ha descendido su tamaño medio.
En el 39,6% de los hogares unipersonales los habitantes son adultos mayores, con una edad promedio de 69 años. Entre los nucleares ha aumentado a 19% la proporción de aquellos en que residen parejas solas, que en el 65,8% de los casos están constituidas por dos adultos mayores.
Paralelamente, las cifras del Censo de 2012 revelan que en el 63,8% de los hogares cubanos no hay niños menores de 15 años; es decir, solo en el 36,2% reside al menos un menor, para una cifra promedio de apenas 0,54 menores de 15 años por hogar.
“Quiere esto decir que los hogares cubanos se encuentran mayormente en etapas tardías de su ciclo vital; en ellos se ha terminado de procrear, y los hijos menores ya son adolescentes. Una evidencia de este ciclo vital tardío está en el hecho (…) de que tanto jefes como jefas (de hogar) tienen una edad mediana de 51 años, lo que confirma la interrelación con el contexto demográfico del país”.
“Una cifra para no desestimar, por lo que puede implicar para la complejidad de la dinámica familiar, es la de hogares conformados únicamente por adultos mayores y niños, que alcanza a aproximadamente 19 mil hogares, que en su gran mayoría se corresponden con estructuras extendidas por la convivencia de abuelos y nietos”.
En ese sentido, el informe indica que “la residencia en hogares multigeneracionales, donde conviven con niños de 0 a 15 años, y con otros adultos de 16 a 59, es común al 21.8% de los adultos mayores, mientras que 28 854 están a cargo, solos, de niños menores de 16 años, seguramente sus nietos”.
El más reciente Censo constató que la mayoría de las personas adultas mayores vive acompañada (86,3%), aunque el porcentaje de las que viven solas ha aumentado a 13,7%, “proporción superior al 9,7% en el censo anterior, aunque inferior a los por cientos que mostraban algunos países de América Latina ya en el 2002 como Argentina con el 16,7% y Bolivia con el 15,6%”. El 16% de los que viven acompañados conviven con otros adultos mayores.
Entre las conclusiones del informe está la de que “el hogar multigeneracional podría ser un factor protector para el adulto mayor al menos en el aspecto de la vivienda, por lo que la mayor complejidad que imponen el mayor tamaño de estos hogares y las diferencias generacionales que las acompañan, así como cierta mayor propensión al hacinamiento, requieren de un análisis más detallado desde una perspectiva territorial, para adecuar los servicios de apoyo a estas realidades y las venideras”.
Serán necesarios -añade- “programas educativos y de formación de valores desde edades prescolares que contrarresten estas desventajas en virtud de un envejecimiento próspero y seguro”.- See more at: http://www.cubacontemporanea.com/noticias/11495-envejecimiento-poblacional-en-cuba-rapido-y-profundo-onei#sthash.b9j58FxO.dpuf
El envejecimiento de la población, un proceso inevitable para todos los países del mundo, transcurre en Cuba con características muy específicas, sobre todo por la “profundidad y la rapidez en que se presenta, situaciones que no se habían visto hasta ahora en ningún país del mundo”, según un informe de la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI).
El “Estudio sobre envejecimiento poblacional a partir del Censo de población y viviendas 2012”, señala que el país enfrenta “un envejecimiento poblacional que se produce de manera rápida y profunda”, y que deberá “diseñar programas a corto, mediano y largo plazo que resulten propios, creativos, integradores, viables y sustentables en las condiciones del modelo de desarrollo económico-social y político que impera”.
Según el Censo de 2012, hoy hay más de 18 adultos de 60 o más años por cada 100 personas. El grupo de 75 años y más es el que más crece.
Los resultados del más reciente Censo indican que el grupo de personas de 60 años y más en valores absolutos se multiplicó por más de cuatro veces entre 1953 y 2012. En 1953 había cerca de siete personas de 60 años y más por cada 100 habitantes. El Censo de 2012 muestra que esta relación se incrementó a 18,3 por cada 100 personas.
Según el equipo de investigadores que analizó las cifras del Censo, el conjunto de personas de 75 años y más (los denominados “viejos viejos”), es el que más crece. Entre 1953 y 2012 la población de esas edades se multiplicó por algo más de ocho veces. En 1953 solo había una persona de 75 años y más por cada 100 habitantes; en 2012 la relación se había elevado a seis personas de cada 100.
“El crecimiento hacía el futuro se prevé más intenso aun”, advierte el reporte, y agrega que, en términos estadísticos, el envejecimiento demográfico que presenta Cuba “solo es comparable con los países más desarrollados, aunque está marcado por diferencias”.
“En primer lugar, se distingue por la velocidad e intensidad en que ocurre: mientras que los países europeos demoraron cerca de dos siglos, en Cuba el proceso se ha dado en menos de 50 años. La otra gran diferencia tiene que ver con los contextos socio económico y cultural en que se producen los cambios de la estructura por edad”.
El “Estudio sobre envejecimiento poblacional a partir del Censo de población y viviendas 2012”, señala que el país enfrenta “un envejecimiento poblacional que se produce de manera rápida y profunda”, y que deberá “diseñar programas a corto, mediano y largo plazo que resulten propios, creativos, integradores, viables y sustentables en las condiciones del modelo de desarrollo económico-social y político que impera”.
Según el Censo de 2012, hoy hay más de 18 adultos de 60 o más años por cada 100 personas. El grupo de 75 años y más es el que más crece.
Los resultados del más reciente Censo indican que el grupo de personas de 60 años y más en valores absolutos se multiplicó por más de cuatro veces entre 1953 y 2012. En 1953 había cerca de siete personas de 60 años y más por cada 100 habitantes. El Censo de 2012 muestra que esta relación se incrementó a 18,3 por cada 100 personas.
Según el equipo de investigadores que analizó las cifras del Censo, el conjunto de personas de 75 años y más (los denominados “viejos viejos”), es el que más crece. Entre 1953 y 2012 la población de esas edades se multiplicó por algo más de ocho veces. En 1953 solo había una persona de 75 años y más por cada 100 habitantes; en 2012 la relación se había elevado a seis personas de cada 100.
“El crecimiento hacía el futuro se prevé más intenso aun”, advierte el reporte, y agrega que, en términos estadísticos, el envejecimiento demográfico que presenta Cuba “solo es comparable con los países más desarrollados, aunque está marcado por diferencias”.
“En primer lugar, se distingue por la velocidad e intensidad en que ocurre: mientras que los países europeos demoraron cerca de dos siglos, en Cuba el proceso se ha dado en menos de 50 años. La otra gran diferencia tiene que ver con los contextos socio económico y cultural en que se producen los cambios de la estructura por edad”.
EDAD ACTIVA, ENVEJECIMIENTO ACTIVO
Respecto a los cambios de la estructura por edad, llama la atención el hecho de que el crecimiento del grupo de menores de 15 años -que venía reduciéndose desde mediados de los años 50- “se vuelve negativo a partir de 1970”.
En ese contexto, “comienza a disminuir el tamaño del grupo de población en las primeras edades, lo que significa menos tensión para los programas de salud dirigidos a esas edades, especialmente el materno infantil”, al tiempo que se avizora “menos presión cuantitativa en los programas y matrículas del sistema de educación”.
El grupo de autores refiere que otro aspecto destacable es la disminución en términos porcentuales y numéricos de la población de 15-59 años, “el grupo de población que fundamentalmente aporta los productores de bienes y servicios en una sociedad, lo que significa que para el futuro cercano se contará con menos personas en edad activa, la que se irá envejeciendo con el transcurso del tiempo, lo que incide en las políticas de empleo que contemple y la sostenibilidad de la estructura productiva”.
Mientras que los países europeos demoraron cerca de dos siglos, en Cuba el proceso se ha dado en menos de 50 años.
En este punto hacen referencia al concepto de “envejecimiento activo”, de acuerdo con el cual, dadas las experiencias adquiridas, las personas que arriban a la edad de jubilación “pueden seguir contribuyendo al bienestar de la sociedad, del grupo familiar y de la propia persona adulta mayor”.
Con el incremento dinámico de los ocupados en este grupo de edad y la probable escasez futura de fuerza de trabajo en la perspectiva inmediata, “la magnitud de los ocupados con 60 años y más, y en particular el grupo de 60 a 74 por su magnitud y posible incremento, se convierte en un punto focal de política laboral, que deberá considerar las diferencias territoriales así como la introducción de tecnologías que contrarresten la pérdida de determinadas capacidades en estas edades y que además permitan aprovechar la experiencia acumulada”.
Agregan que “la esperanza de vida activa actual pone de manifiesto que aún existen reservas de incorporación al trabajo de un grupo importante de personas que hoy se acogen a la pensión por edad”, y recomiendan “crear otros mecanismos adecuados a esta nueva realidad, como, por ejemplo, la introducción de mecanismos económicos que incentiven la permanencia en el empleo”.
PENSIONES Y SISTEMA DE SALUD
El crecimiento de la cantidad de personas pensionadas implicará un aumento del presupuesto y financiamiento del sistema de pensiones tanto por seguridad social como por asistencia social, a lo que unirá una mayor demanda de atención a la salud para un grupo numeroso de personas con enfermedades crónicas y degenerativas y disminución de la capacidad funcional, sobre todo en el grupo de 75 años y más, lo que incidirá sobre el sistema de salud.
Dado que como consecuencia de la sobremortalidad masculina hay más mujeres que hombres en el grupo de 60 años y más -particularmente en el grupo de 75 años y más-, “puede haber una mayor vulnerabilidad en el caso de las mujeres, ya que una parte de las mismas no son beneficiadas directamente al no haber participado en el mercado de trabajo”.
FAMILIA, MÁS HOGARES CON ADULTOS MAYORES
Igualmente -continúa el informe- el efecto de la sobremortalidad masculina hace suponer que muchas mujeres arriben a la vejez en estado de viudez, sobre todo en los grupos de más edad, “adicionando entonces la sensación de soledad”, a lo que se agrega que tradicionalmente el cuidado de los adultos mayores recae sobre las conyugues, hijas y nueras.
Las cifras del Censo de 2012 revelan que en el 63,8% de los hogares cubanos no hay niños menores de 15 años.
Todos estos procesos generan modificaciones en el entorno privado, el de la familia, en el cual aparecen “complejas relaciones intrafamiliares e intergeneracionales, originando que los roles tradicionales registren reacomodos y reajustes que se irán dando y a la vez posicionando sobre la marcha del proceso, para el cual habrá que ir preparando a la sociedad y a la familia”.
Actualmente existen en Cuba más hogares con adultos mayores que hogares con niños y las cifras del crecimiento de la población adulta mayor actual y perspectiva indican que así será en el futuro. En cuatro de cada diez hogares cubanos vive al menos un adulto mayor (lo cual equivale a unos 1,5 millones de hogares, el 53% de ellos unipersonales o nucleares, y el resto extendidos y compuestos).
De acuerdo con el Censo de 2012, había en ese año en el país 3 788 695 hogares (entendidos como la unidad económica y de residencia en que convive la población), alrededor de 265 mil más que los registrados en el Censo del 2002, “resultado fundamentalmente de un crecimiento similar en el número de viviendas particulares con residentes permanentes, en contraste con un ligero descenso poblacional que reduce, a su vez, el tamaño medio de estos hogares a un promedio de 2,95 personas por hogar, en comparación con 3,16 en 2002”.
El estudio indica que los hogares unipersonales pasaron de 490 542 en 2002 a 708 749 en 2012, incrementando proporcionalmente su participación desde 13,9% a 18,7% del total de hogares (la proporción en el Censo de 1981 era de 8,7%).
Entretanto, el total de hogares nucleares creció en 3,8% (hasta 72 098) y se mantiene siendo la estructura más frecuente para la mayoría, aunque el 52,7% encontrado es ligeramente inferior a la proporción existente en el 2002. También decrecieron tanto en valores absolutos como proporcionalmente los hogares extendidos y compuestos, desde 37% en 2002 a 32% en 2012, a la vez que ha descendido su tamaño medio.
En el 39,6% de los hogares unipersonales los habitantes son adultos mayores, con una edad promedio de 69 años. Entre los nucleares ha aumentado a 19% la proporción de aquellos en que residen parejas solas, que en el 65,8% de los casos están constituidas por dos adultos mayores.
Paralelamente, las cifras del Censo de 2012 revelan que en el 63,8% de los hogares cubanos no hay niños menores de 15 años; es decir, solo en el 36,2% reside al menos un menor, para una cifra promedio de apenas 0,54 menores de 15 años por hogar.
“Quiere esto decir que los hogares cubanos se encuentran mayormente en etapas tardías de su ciclo vital; en ellos se ha terminado de procrear, y los hijos menores ya son adolescentes. Una evidencia de este ciclo vital tardío está en el hecho (…) de que tanto jefes como jefas (de hogar) tienen una edad mediana de 51 años, lo que confirma la interrelación con el contexto demográfico del país”.
“Una cifra para no desestimar, por lo que puede implicar para la complejidad de la dinámica familiar, es la de hogares conformados únicamente por adultos mayores y niños, que alcanza a aproximadamente 19 mil hogares, que en su gran mayoría se corresponden con estructuras extendidas por la convivencia de abuelos y nietos”.
En ese sentido, el informe indica que “la residencia en hogares multigeneracionales, donde conviven con niños de 0 a 15 años, y con otros adultos de 16 a 59, es común al 21.8% de los adultos mayores, mientras que 28 854 están a cargo, solos, de niños menores de 16 años, seguramente sus nietos”.
El más reciente Censo constató que la mayoría de las personas adultas mayores vive acompañada (86,3%), aunque el porcentaje de las que viven solas ha aumentado a 13,7%, “proporción superior al 9,7% en el censo anterior, aunque inferior a los por cientos que mostraban algunos países de América Latina ya en el 2002 como Argentina con el 16,7% y Bolivia con el 15,6%”. El 16% de los que viven acompañados conviven con otros adultos mayores.
Entre las conclusiones del informe está la de que “el hogar multigeneracional podría ser un factor protector para el adulto mayor al menos en el aspecto de la vivienda, por lo que la mayor complejidad que imponen el mayor tamaño de estos hogares y las diferencias generacionales que las acompañan, así como cierta mayor propensión al hacinamiento, requieren de un análisis más detallado desde una perspectiva territorial, para adecuar los servicios de apoyo a estas realidades y las venideras”.
Serán necesarios -añade- “programas educativos y de formación de valores desde edades prescolares que contrarresten estas desventajas en virtud de un envejecimiento próspero y seguro”.- See more at: http://www.cubacontemporanea.com/noticias/11495-envejecimiento-poblacional-en-cuba-rapido-y-profundo-onei#sthash.b9j58FxO.dpuf