Ese litoral en 1999 fue declarado zona de alta significación para el turismo en la capital cubana.
La iniciativa intenta preservar playas en que algunos fines de semana se concentran miles de personas.Foto: Jorge Luis Baños
La Habana, 6 ago .- Restaurar la duna de las playas del este de La Habana, de gran importancia para la preservación del ecosistema costero, es el fin de un proyecto que desarrollan desde 2012 varias instituciones estatales bajo la mirada del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente.
Estudios realizados desde la década de los 80 del pasado siglo arrojan que en determinados tramos del litoral de la ensenada de Sibarimar se habían perdido entre 17 y 26 metros de playa, a un promedio anual de cerca de un metro durante los 27 años precedentes.
“Quien vino antes a la zona del Hotel Atlántico, en Santa María, casi no reconoce el lugar. Abundan las rocas y apenas hay espacio para acostarse en la arena”, apuntó la médica Juana Martín, cuyo sitio preferido en la juventud era ese lugar, a unos 20 kilómetros al este de la capital cubana.
El proyecto de rehabilitación implica la extracción de cimientos sepultados bajo la arena, demolición de construcciones en la duna y la postduna, rescate de la vegetación propia de zonas próximas al mar, así como la ubicación de pasarelas para el tránsito de los bañistas.
Por la cercanía a una ciudad con una población superior a los dos millones de habitantes, en algunos fines de semana se concentran en estas playas más de 200.000 personas, aseveran directivos del sector turístico.
“Reagrupamos la arena según la altura y ancho determinados por el ministerio (de ambiente), en dependencia de la proximidad de la costa. Se construyeron las pasarelas, con un largo aproximado de 50 metros desde la conformación de la duna hasta la berma de la playa”, explicó Roberto Díaz, jefe de área de limpieza de playa, de la UEB Arentur Este Sucursal La Habana.
Otra de las acciones fue la reforestación de la duna, a partir de la creación de un vivero sobre arena con especies propias de la costa.
La vegetación, según un estudio realizado por el IES, tiene que responder a las características de la playa, con especies que ayudan a contener la arena, abundó Díaz, de la entidad encargada de la ejecución de la rehabilitación.
Solo en el tramo de Tropicoco se cubrieron con este tipo de flora unos 30.000 metros cuadrados de terreno.
Concluido ese segmento de la playa en el verano de 2013, indicó Díaz, se inició en 2014 el primer tramo de Bocaciega, de unos 400 metros, de un total de 1.200 a rehabilitar en esa área. En este año debe emprenderse un espacio similar, donde se ubicarían otras cinco pasarelas para el paso de las personas.
Sin embargo, la parte más afectada, la zona de Guanabo, permanece pendiente, pues los daños demandan un financiamiento mucho mayor para su ejecución.
“Nací y siempre he vivido aquí. Antes no era así, la arena tenía su espacio, pero ahora se mete dentro de las casas y llena las calles”, comentó un residente de este poblado costero.
Otra de las amenazas que enfrentan las playas del este proviene de la indisciplina social: los desechos –incluidas botellas de cristal, que representan un potencial peligro-, son abandonados en la arena, refieren trabajadores dedicados a la limpieza de la costa.
De acuerdo con especialistas, Guanabo es un tramo más urbanizado, con problemas de drenaje, viviendas en la primera línea de costa y, por ende, habría que pensar en un proyecto más abarcador, con la participación incluso de muchos organismos.
El proyecto incluye otras acciones de educación ambiental como capacitaciones, talleres para compatibilizar con los organismos y el empleo de medios visuales que promuevan la conciencia a favor de la preservación del entorno.
El litoral de la ensenada de Sibarimar, donde se encuentran las playas del este de la Habana, es un territorio clave para el desarrollo económico de la capital del país y también uno de sus sistemas ambientales más relevantes.
Con 11 kilómetros de costas arenosas, cuenta con cinco sectores de playa: Tarará, Santa María, Bocaciega, Guanabo y Veneciana-Brisas del Mar, diferenciados por grados de utilización, conservación y potencialidades, así como por aspectos históricos y urbanísticos.
Fue declarada zona de alta significación para el turismo en 1999 por el Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros. Ese mismo año se reconocieron dos áreas protegidas de significación local: los Paisajes Naturales Protegidos Laguna del Cobre Itabo y Rincón de Guanabo.