El Huffington Post | Por Anna Almendrala
07/04/2016 08:25 CEST
MONCADA
Pese a los niveles de pobreza de Cuba, sus habitantes se encuentran entre las personas
más sanas y
longevas del mundo, y sus avances médicos no tienen nada que envidiar a los del mundo capitalista. Esto se debe a la inversión del Gobierno en la investigación científica y a un enfoque de salud pública preventivo que considera la Sanidad como un derecho por nacimiento.
La isla, que mantiene un embargo desde hace más de 54 años con Estados Unidos, no puede intercambiar mercancías con su vecino del norte, una de las mayores economías del mundo y el mayor mercado médico. Aun así, Cuba lidera ámbitos como la salud pública y la investigación.
"Si la gente supiera de sus tratamientos avanzados, todos querrían tenerlos", afirma Pierre LaRamée, director ejecutivo del centro de Cooperación en Educación Médica con Cuba de Oakland (Estados Unidos), que aboga por un trasvase de conocimientos entre ambas naciones y publica una revista científica internacional centrada en la salud y la medicina en Cuba.
"Todas estas antiguas reglas y restricciones relacionadas con el embargo que están diseñadas para bloquear el comercio con Cuba impiden a los estadounidenses acceder a estas oportunidades de tratamiento", añade LaRamée.
Quizás la innovación más conocida de Cuba sea
la vacuna CimaVax*, creada por investigadores del Centro de Inmunología Molecular (CIM) de la Habana, que actúa sobre el factor de crecimiento de las células cancerosas para impedir que la enfermedad se extienda. Se puede utilizar para tratar a pacientes de cáncer de pulmón y como medida preventiva para personas con alto riesgo de sufrir la enfermedad.
Se dice que ya se ha tratado a
5.000 pacientes en todo el mundo con CimaVax. No se conocen efectos secundarios y al Gobierno cubano le cuesta un dólar producir cada una.
El Roswell Park Cancer Institute de Nueva York está evaluando CimaVax para su uso en Estados Unidos. También está intentando conseguir ensayos clínicos para replicar los hallazgos de los científicos cubanos, por medio de las regulaciones de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA).
No obstante, estas no son las únicas innovaciones de las que dispone Cuba y de las que Estados Unidos podría beneficiarse si ambos países retomaran sus relaciones:
1. Más tratamientos para el cáncer
El cáncer no es una enfermedad, sino un conjunto de cientos de enfermedades diferentes. Esto dificulta la búsqueda de una cura, por no decir que la imposibilita. Sin embargo, con los años, los científicos han desarrollado una serie de tratamientos que pueden transformar el cáncer en un problema crónico, pero al que se puede sobrevivir.
Además de CimaVax, Roswell Park también está investigando el
Racotumomab* y el
VSSP*, otros dos medicamentos prometedores contra el cáncer inventados por el CIM. Racotumomab actúa sobre una molécula que los científicos creen que se encuentra en todas las células del cáncer, lo que significa que el medicamento algún día podría ser efectivo contra la leucemia y los tumores que acompañan al cáncer de pulmón, de mama, de próstata y de colon. VSSP, originalmente diseñado como un compuesto para activar la respuesta inmunitaria a las vacunas, también parece estimular la respuesta inmune contra el cáncer.
El Racotumomab se encuentra en fase dos y hay tres ensayos que avalan su efectividad, mientras que el VSSP está
en las primeras fases. Estos medicamentos no están tan avanzados como CimaVax, explica el doctor Kelvin Lee, presidente del departamento de Inmunología del Roswell Park, pero parecen tener un enorme potencial.
2. Un tratamiento para úlceras del pie diabético
Cuando una diabetes incontrolada daña los nervios y los vasos sanguíneos en el pie de una persona, puede causar una de las complicaciones más debilitantes de la enfermedad: úlceras del pie diabético, capaces de penetrar en el hueso. Estas úlceras incluso llegan a gangrenarse y, en el peor de los casos, pueden provocar la amputación de un dedo, del pie o incluso de la pierna.
Desde 2006, Cuba posee un medicamento para úlceras llamado Heberprot-P*, que evita la necesidad de amputar. Sus inventores, científicos del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología de La Habana, describen este tratamiento como "un factor de crecimiento de la epidermis" que se inyecta junto a la zona afectada y puede acelerar el proceso de cura de la piel, cerrando la herida en unos tres meses.
En 2013, Heberprot-P ya había sido registrado en otros 15 países y
100.000 pacientes lo habían utilizado.
El doctor David Armstrong, director de la Limb Salvage Alliance de Arizona del Sur y profesor de Cirugía en la Universidad de Arizona, reconoce estar emocionado por el tratamiento, aunque recuerda que el Heberprot-P aún tiene que pasar por otros ensayos para demostrar su efectividad.
3. Tratamiento para tumores en la cabeza y el cuello en fase avanzada
La cirugía es la principal forma para tratar la mayoría de los tumores en la cabeza y el cuello, pero los procedimientos pueden afectar de forma severa la capacidad de la gente para masticar, tragar o incluso hablar. En Estados Unidos, los cánceres de cuello y cabeza suponen aproximadamente el 3% de todos los casos de esta enfermedad. El consumo de alcohol y tabaco, así como el virus del papiloma, son grandes factores de riesgo.
El Nimotuzumab*,
patentado en Estados Unidos en 1999 por científicos del CIM, es un tratamiento para diversos cánceres de cabeza y cuello, entre los que se incluyen el carcinoma de células escamosas de la cabeza y el cuello (tumores que se forman en las superficies mucosas de la boca, el cuello y la nariz), glioma (tumores del cerebro) y cáncer de nasofaringe. Los anticuerpos monoclonales se unen a los receptores del factor de crecimiento epidérmico en la superficie de la célula cancerosa, evitando así que ésta se divida y extienda el cáncer.
En Estados Unidos, el medicamento todavía no está disponible para el público en general, pero sí para la investigación de enfermedades raras en ensayos clínicos. De hecho, cuenta Lee, Roswell Park está preparando otro ensayo clínico de Nimotuzumab en combinación con un tratamiento aprobado por la FDA para testar su efectividad contra el cáncer de pulmón.
De momento, los resultados no son concluyentes, puesto que en Estados Unidos sólo se ha completado un ensayo. En cambio, China está
llevando a cabo al menos 25 ensayos de Nimotuzumab. Si no fuese porque este medicamento está hecho en Cuba, estas cifras serían al revés.
"Este medicamento no es nuevo, lleva existiendo tanto como los demás", explica Dimitrios Colevas, oncólogo especializado en el desarrollo de nuevos medicamentos para el tratamiento de cánceres de cabeza y cuello en Stanford (California). "¿No habría estado bien que todos pudiéramos disponer de él para probarlo, y dejar que las razones médicas y científicas diluciden cuál puede entrar al mercado, en lugar de que sea un embargo político el que lo dicte?", se pregunta.
Ahora que parece que las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos siguen su proceso de normalización, los estadounidenses confían en poder disfrutar pronto de los prometedores tratamientos médicos se sus vecinos del sur.
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El análisis de un experto español
Para indagar un poco más sobre la situación —y el futuro— de estos tratamientos, El Huffington Post se ha puesto en contacto con el doctor Juan Martínez, especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública y director de la
Fundación para la Formación de la Organización Médica Colegial (OMC), que, personalmente, no se muestra muy esperanzado.
"La perspectiva histórica y las razones normativas apuntan a que estos medicamentos no llegarán ni tan rápido ni con tantas facilidades a Estados Unidos", señala Martínez.
Si atendemos a la historia, vemos que "esto ya sucedió con la Unión Soviética". "Allí se habían desarrollado medicamentos de forma paralela y se creó mucha expectación, pero con la caída del telón de acero, nunca llegaron a trasponerse en el lado occidental", explica el doctor, que al mismo tiempo vincula este hecho a la "razón normativa". "Las condiciones de seguridad y las exigencias técnicas —que, en el caso de Estados Unidos, regula la FDA— imponen, como mínimo, entre cinco y diez años de demora para la entrada de medicamentos".
La industria farmacéutica es "muy competitiva", se deben pasar "muchos filtros" y "tiene que haber un promotor farmacéutico" que respalde el proyecto. "Hay muchos millones de dólares en juego y si Estados Unidos ya cuenta con moléculas semejantes en desarrollo, lo lógico es que la industria prefiera no arriesgar ni entrar en conflicto", argumenta el especialista, que añade que no tiene que ver tanto con la procedencia —Cuba, en este caso— como con la rigurosidad de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA). Como muestra, Martínez cita el ejemplo de una empresa española con "ideas muy innovadoras que trabaja con organismos marinos" y a la que pusieron "muchas trabas" para entrar en Estados Unidos.
En el mejor de los casos, estima Martínez, los fármacos podrían empezar a distribuirse en un mínimo de cinco años "sólo para uso compasivo, es decir, para cuidados paliativos o pacientes que no tienen ninguna otra posibilidad, como ocurrió con los primeros antivirales que entraron a España para tratar a personas con SIDA". Pese a todo, el doctor reconoce que "con CimaVax hay interés". Así que puede que con esta vacuna los estadounidenses corran mejor suerte.
La primera parte de este artículo fue publicado en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido adaptado del inglés por Marina Velasco Serrano