Este ensayo es una versión ligeramente modificada y corregida para su publicación en el blog Dialogar, dialogar administrado por Dr. Elier Ramírez Cañedo. El ensayo es basado en la ponencia impartida por Arnold August en el XII Seminario de Relaciones Internacionales: “ISRI 2016” del Instituto Superior de Relaciones Internacionales “Raúl Roa García”. El Seminario se celebró en La Habana, del 27 al 29 de abril de 2016, bajo el lema “CONTINUIDAD Y CAMBIOS EN LAS RELACIONES INTERNACIONALES”
Resumen:
Existen en la actualidad dos “nuevos órdenes mundiales” opuestos. Uno de ellos, el “Nuevo Orden Mundial”, está liderado por los Estados Unidos en alianza con la Unión Europea. Este orden fue iniciado por el presidente Woodrow Wilson después de la Segunda Guerra Mundial. Con la caída de la URSS, el presidente Gorbachov y el presidente George H. W. Bush adoptaron y, posteriormente, desarrollaron su “Nuevo Orden Mundial”. A partir de la elección del presidente Chávez en Venezuela en 1998, surgió un nuevo movimiento basado en la integración de América Latina y el Caribe. Esta nueva particularidad se expandió más allá de la región, lo que llevó a hacer alianzas políticas, comerciales y de cooperación con Rusia, China e Irán. En América del Sur, Brasil es uno de los cinco países que forma parte del grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). BRICS, con lazos estrechos en la región al sur del Río Grande, sirve también de base a este nuevo orden mundial en competencia con los demás. Esta nueva alianza no persigue hegemonía mundial, como es el caso del nuevo orden mundial original. Su objetivo consiste en abrir espacios para un mundo multipolar.
Los Estados Unidos y sus aliados no se han quedado de brazos cruzados. En este contexto, su nueva política táctica hacia Cuba desempeña un papel importante.
Este ensayo examina esencialmente la política de los Estados Unidos posterior al 17D hacia Cuba y América Latina, menciona los posibles efectos favorables para el “nuevo orden mundial” emergente y plantea sus factibles consecuencias peligrosas.
1. Obama planta la semilla de una nueva política con Cuba en su calidad de jefe de una nación que se ha comprometido a restablecer un nuevo orden geopolítico mundial con carácter unipolar
2. El brote del “nuevo orden mundial” fundado sobre un mundo multipolar
3. El papel que Obama desempeña en el marco de los esfuerzos destinados a suprimir la multipolaridad: Cuba y América Latina
4. Las relaciones Cuba–EE.UU.: Los retos que se anuncian para Cuba y América Latina
4. a) Injerencia en América Latina
4. b) Resistencia en América Latina
4. c) Cuba: la “excepción”
Conclusión
1. Obama planta la semilla de una nueva política con Cuba en su calidad de jefe de una nación que se ha comprometido a restablecer un nuevo orden geopolítico mundial con carácter unipolar
Los académicos, escritores y periodistas en América Latina y el Caribe perciben y analizan a Obama como presidente en formas diversas. El presente ensayo plantea, por el sistema político de los Estados Unidos, que la característica más importante del fenómeno Obama es que él constituye un instrumento complaciente que transmite la voluntad del imperialismo estadounidense. El papel que desempeña es el de pasar a la ofensiva en nombre de la vasta mayoría de los círculos dominantes para volver a conquistar globalmente la influencia perdida. Así, Obama se esfuerza en restablecer un nuevo orden mundial unipolar, tesis sobre a cual reposa la mayor parte de esta sección y que forma parte de mi libro más reciente.[1]
En el período 2006-2007, numerosas señales provenientes de representantes de los círculos dominantes de los Estados Unidos indicaban que el país enfrentaba un serio problema. Se trataba de la credibilidad internacional. Zbigniew Brzezinski fue asesor de Seguridad Nacional del presidente James Carter. En su libro Second Chance: Three Presidents and the Crisis of American Superpower (Segunda oportunidad: Tres presidentes y la crisis de la superpotencia estadounidense), publicado en 2008, Brzezinski se refirió al “aislamiento de los Estados Unidos a escala global y las dudas existentes en el mundo sobre el liderazgo de Bush”. Igualmente expresó preocupación por el “creciente vínculo que se está estableciendo en América Latina entre el auge de la democracia [refiriéndose a países como Venezuela] y el aumento del sentimiento antiestadounidense”. Brzezinski menciona igualmente que George W. Bush “no interpretó correctamente el momento histórico… y socavó la posición geopolítica de los Estados Unidos”. América Latina estaba “tornándose populista y antiestadounidense”.
Durante las primarias demócratas de 2007 Brzezinski apoyó a Obama contra Hillary Clinton y justificó su decisión alegando que Obama “reconoce que el reto radica en modelar una “nueva cara” [y él tiene] tanto el coraje como la inteligencia para enfrentar ese tema [asuntos globales] y cambiar la naturaleza de las relaciones de los Estados Unidos con el mundo”.
Una de las primeras experiencias importantes de Obama en materia de política exterior tras su toma de posesión en enero de 2009 fue la Cumbre de las Américas de abril de ese año, celebrada en Trinidad y Tobago. Todos los países de las Américas fueron invitados, excepto Cuba, que fue expulsada unilateralmente de la Organización de Estados Americanos (OEA) en 1962 a causa de su ideología marxista-leninista, definida por la OEA como contraria a su carta democrática. La condición de miembro de ese organismo determina la lista de países invitados a la Cumbre de las Américas.
El 13 de abril, y solo a cuatro días de la inauguración de la Cumbre, la Casa Blanca emitió su anuncio relativo a la “serie de cambios” en la política de los Estados Unidos hacia Cuba. El rasgo principal del cambio de política “Extendiendo la mano al pueblo cubano” era “apoyar…su deseo de determinar libremente el futuro de su país… El presidente Obama cree que estas medidas ayudarán a hacer realidad ese objetivo”.
Las diferencias de Obama con anteriores políticas de los Estados Unidos no consistían en iniciar un cambio significativo hacia la normalización de relaciones. Su propósito, basado sobre las ilusiones creadas con respecto al sistema bipartidista, era cambiar las tácticas, ya que “no habían logrado alcanzar el mismo objetivo del cambio de régimen”.
Lo que ha cambiado son las tácticas; la argucia es la nueva cara. El plan difiere del de la política de Bush, del cual la única queja de Obama es que “no funcionó”.
Sería ingenuo pensar que hay incluso una pizca de buenas intenciones, como puede inferirse de las citas de la Casa Blanca mencionadas anteriormente. Cuba, por su parte liderada por el Presidente Raúl Castro con la plena y talentosa obra del Ministerio de Relaciones Exteriores (MINREX), su Ministro Bruno Rodríguez y la Directora de Asuntos EE.UU. de la cancillería cubana, Josefina Vidal y otros funcionarios han hecho todo lo posible para promover el intercambio mutuo en varias esferas, tales como el combate al terrorismo, la lucha contra el narcotráfico en el Caribe, la inmigración y otros temas. Los “cambios” realizados por Obama no son “modestos”; por el contrario, representan el propósito más bien audaz de intentar, una vez más, derrocar el sistema político de Cuba mediante otras tácticas. La posición sostenida por algunos de que el bloqueo tal como era en la época de Bush “no funcionó” es una suposición peligrosa, porque da lugar a nuevos métodos que sí funcionarían.
¿Cuáles son las nuevas tácticas ad hoc para concretizar el objetivo de largo plazo de los EE.UU.?
En relación con Cuba, los hechos demuestran que la Administración Obama está aplicando las mismas políticas de largo plazo de Bush y tiene el mismo objetivo a largo plazo que el de los actuales republicanos, incluso los republicanos cubanoamericanos más “halcones” en el Congreso. Esta política remonta a los primeros días de la Revolución de 1959, o sea, su objetivo es derrocar al sistema cubano.
El único tema que se debate son las tácticas, como demuestra una declaración de Hillary Clinton, Secretaria de Estado. El 10 de marzo de 2011, en representación de Obama ella asistió a una sesión del subcomité de Asignaciones para Operaciones Estatales, Foráneas y Programas Afines de la Cámara de Representantes del Congreso de los Estados Unidos. En respuesta a un republicano cubanoamericano miembro de este subcomité —que hizo una pregunta acerca de la viabilidad de los cambios de Obama sobre viajes familiares y remesas para alcanzar los objetivos de los Estados Unidos en Cuba—, Clinton dijo: “Ciertamente podemos discrepar en cuanto a las tácticas, pero estamos totalmente de acuerdo en lo que estamos tratando de alcanzar en términos de objetivos [derrocar “los Castros” en las palabras del republicano].”
En la Cumbre de las Américas, celebrada en Trinidad y Tobago en 2009, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Argentina y otros países expresaron su oposición a la política de Obama hacia Cuba; sin embargo, el ambiente general en la propia Cumbre y posteriormente a esta fue de moderada oposición. El conflicto en torno a Cuba bajó de tono con un ambiente de “cambio” flotando sobre la Cumbre, o una nueva era de relaciones positivas entre los Estados Unidos y América Latina. El resultado de la Cumbre fue, realmente, un arreglo, ya que la declaración final fue una ofensa para Cuba. Por eso, y por otras razones, los asistentes no la firmaron.
La primera victima en el transcurso de este breve período caracterizado por las ilusiones respecto a Obama fue Honduras. El país, dirigido por el Presidente Manuel Zelaya, era miembro del ALBA. La Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América – Tratado de Comercio de los Pueblos o ALBA-TCP (en ocasiones denominada extraoficialmente por su nombre inicial Alianza Bolivariana para América o ALBA) es una organización internacional de ámbito regional, enfocada para los países de América Latina y el Caribe que pone énfasis en la lucha contra la pobreza y la exclusión social con base en políticas de izquierda progresistas. El ALBA se creó en La Habana el 14 de diciembre de 2004 entre presidentes Fidel Castro y Hugo Chávez. Creció con otros países como Honduras con su Presidente Manuel Zelaya. Ahora tienen países miembros como Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia y Ecuador y otros.
En junio de 2009, un golpe de estado militar organizado por la Administración Obama en contubernio con sus aliados hondureños militares y los políticos de derecha derrocaron al gobierno constitucional dirigido por Zelaya.
Obama, con su don de la palabra y la imagen de “cambio” hizo una “jugada” moviéndose entre dos posiciones. Una estaba supuestamente en contra del golpe y expresaba esta “oposición” con un discurso que cambiaba a menudo para diluirse en una postura sin sentido. La otra, en términos realmente prácticos, se oponía al regreso de Manuel Zelaya a Honduras como presidente democráticamente electo, lo que constituía, en realidad, la prueba decisiva de la oposición al golpe. Con estas tácticas Obama sirvió al objetivo de intentar superar la desastrosa pérdida de credibilidad de los Estados Unidos y reducir el sentimiento antiestadounidense en el área. No fue la actitud de matón tipo Bush la que llevó a cabo el golpe de Estado en Honduras, sino más bien la más aceptable nueva cara del imperio. Los hechos demuestran, sin embargo, que Obama apoyó plenamente el golpe. [2]
2. El brote del “nuevo orden mundial” fundado sobre un mundo multipolar
La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), fue creada en Caracas, República Bolivariana de Venezuela días 2 y 3 de diciembre de 2011. CELAC es un organismo intergubernamental de ámbito regional, que promueve la integración y desarrollo de los países que la conforman.
La fundación de este organismo está directamente ligada a la elección de Hugo Chávez en diciembre de 1998. Hasta ese entonces Cuba había sido el actor principal bajo el mando de Fidel Castro, quien se movilizó contra la injerencia estadounidense por la independencia, soberanía y dignidad latinoamericana ya desde enero de 1959. El ALBA desempeñó un papel importante para hacer avanzar este momento histórico con la creación de la CELAC, sueño que Bolívar y Martí acariciaran. Treinta y tres países al sur Río Grande conforman este organismo, que del continente excluye a los Estados Unidos y Canadá.
La población total de los países integrados en la CELAC rondaría los 600 millones de habitantes y el territorio una extensión de más de 20 millones de kilómetros cuadrados. Con un PIB de aproximadamente 7 billones de dólares EE.UU. a precios de poder adquisitivo (incluidos los nuevos territorios tomados en cuenta), CELAC es la tercera potencia económica a nivel mundial, además del mayor productor de alimentos del mundo y el tercer productor en importancia de energía eléctrica.
De igual importancia internacional es que la CELAC ha estado desarrollando nexos económicos y políticos con otras potencias mundiales destacadas. Un ejemplo notable es el de China. El director general de América Latina y el Caribe del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Zhu Qingqiao, precisó que China, América Latina y el Caribe comparten los mismos sueños y cuentan con un gran potencial para profundizar la cooperación.[3]
Otro ejemplo es el de Rusia. La Declaración conjunta de la CELAC – Federación de Rusia, del 29 septiembre de 2015 estipula:
“Establecimiento del Mecanismo Permanente del Diálogo Político y de Cooperación entre la CELAC y la Federación de Rusia….Para ello:… Se promoverá el diálogo político con el propósito de contribuir a un orden internacional transparente, democrático, justo y equitativo…”[4]
Ante este panorama internacional de rápida evolución, en el que Venezuela es uno de los elementos motores, el gobierno de los Estados Unidos no se ha quedado de brazos cruzados. En Venezuela entre 2013 y 2014, la mano de Obama en el esfuerzo por desestabilizar la situación en el país es evidente. Él y su gobierno se negaron a reconocer las primeras elecciones presidenciales celebradas y ganadas por Nicolás Maduro el 14 de abril de 2013. Esas elecciones presidenciales fueron las primeras realizadas desde el fallecimiento de Hugo Chávez en marzo de 2013. La falta de reconocimiento por parte de los Estados Unidos condujo, finalmente, a una serie de eventos. El primero ocurrió el 15 de abril de 2013, y luego con más violencia e injerencia otros a partir de febrero del 2014. Estos incidentes han sido inspirados y orquestados por Obama, con el objeto de derrocar al Presidente constitucional y desafiar todo el orden constitucional.”[5]
3. El papel que Obama desempeña en el marco de los esfuerzos destinados a suprimir la multipolaridad: Cuba y América Latina
La declaración de Obama y los documentos emitidos por la Casa Blanca el 17 de diciembre de 2014 que anunciaban el restablecimiento de las relaciones diplomáticas y la apertura de las embajadas señalan muy claramente que la política de Cuba aislaba a los Estados Unidos más que a Cuba y que dañaba la imagen del país norteño y su influencia en América Latina. Esto se ha suscitado en varias ocasiones desde entonces y su origen data de su nueva política hacia Cuba de 2009, tal como se indica anteriormente. En diferentes ocasiones la Administración Obama se ha lamentado de todas las heridas que se ha infligido a sí misma y sus repercusiones, tal como la ausencia de relaciones diplomáticas, embajadas cerradas y el bloqueo.
De manera que Washington decidió de una vez por todas cambiar de táctica respecto a Cuba. No obstante, en lo que concierne al bloqueo solo se han modificado algunos de sus aspectos. Estos consisten en algunas medidas importantes y positivas pero de alcance limitado que sobre todo sirven a los intereses estadounidenses. Una diversidad de medidas ejecutivas bajo el control del presidente no se han ejecutado. Por su parte el Gobierno cubano, desde el 17 de diciembre de 2014 hasta la visita de Obama en marzo de 2016, no ha dejado pasar oportunidad alguna de emitir críticas severas sobre los Estados Unidos. Sus críticas se centran en esa política cada vez más rígida acompañada de multas severas contra instituciones financieras que cuentan con sede fuera de los EE.UU., tal como en Europa, lo cual recalca la naturaleza extraterritorial cruel del bloqueo por parte de los Estados Unidos.
Desde entonces, el encuadre estadounidense ha sido consolidado y denota con mayor evidencia su relación con la desazón de Washington relativa al humillante estatuto de un nuevo orden mundial unipolar.
Por ejemplo, en el discurso anual sobre el Estado de la Unión, pronunciado el 13 de enero de 2016, el presidente Obama reiteró su política sobre las relaciones Cuba-EE.UU. La alocución fue elaborada sobre la base de una nueva táctica a fin de conseguir el añejo objetivo de los Estados Unidos de aplastar la Revolución Cubana, pero ahora desde dentro y mediante un llamado al “pueblo cubano”. Según Obama:
“Cincuenta años de aislamiento a Cuba no habían servido para promover la democracia, lo que nos estancó en Latinoamérica. Por eso recuperamos las relaciones diplomáticas, (aplauso) abrimos las puertas a viajes y comercio, y nos posicionamos con el fin de mejorar las vidas del pueblo cubano”. (Aplauso.)
Obama apuntó directamente contra China y Rusia, que forman parte importante del cimiento de un nuevo mundo multipolar, en alianza creciente con América Latina y el Caribe.
“…y cuando se trata de asuntos internacionales importantes, la gente en el mundo no busca ayuda en Pekín o Moscú —nos llaman a nosotros”. (Aplauso.)
Parte de este comentario denota la competencia feroz de los EE.UU. por la hegemonía mundial, poniendo la vista en China y en Rusia. Durante su discurso y muy animado por el aplauso tradicional, criticó a Rusia (Crimea) e hizo lo mismo con China. Explicó como China fue, supuestamente, manipulada y dejada a un lado por el acuerdo Trans-Pacific Partnership (TPP) [Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica].
Obama continuó en el discurso anual sobre el Estado de la Unión:
“Estados Unidos de América es la nación más poderosa de la Tierra. Punto. (Aplauso.) Punto. No hay comparación. No hay comparación. (Aplauso.) No hay comparación. Gastamos más en nuestras fuerzas militares que las siguientes ocho naciones juntas”.[6]
Si se analiza la política de los EE.UU. hacia América Latina, uno debe guardar en mente todo esto.
4. Las relaciones Cuba–EE.UU.: Los retos que se anuncian para Cuba y América Latina
Mucho se ha dicho y escrito en Cuba y América Latina desde el 18 de febrero de 2016, fecha en que se anunció el viaje de Obama a Cuba, hasta la llegada efectiva de su séquito el día 20 de marzo. Durante su estancia de tres días en La Habana, la polémica llegó a su apogeo. Cuando partió hacia la Argentina, el debate no había disminuido; de hecho, se intensificó. Al momento de escribir estas líneas aún no se apacigua y es probable que las controversias persistan por algún tiempo.
Dada la vocación circunscrita del presente ensayo, solo cabe mencionar algunos puntos del debate.
4. a) Injerencia en América Latina
La visita releva de la política Cuba–EE.UU., lo cual se nota desde el primer mandato de Obama de “hacer las paces” con la Perla del Caribe a fin de recuperar el terreno que perdiera “en su patio trasero”. Esta nueva política es parte de la hostilidad estadounidense frente a la tendencia creciente de la multipolaridad, orden mundial en el cual la CELAC desempeña un papel primordial. La visita de Obama a La Habana no solo constituye la continuación de tal política, sino que también representa una ofensiva vista dentro del contexto del conjunto de políticas imperiales estadounidenses de dominación del mundo por medio de la fuerza o de subterfugios.
No fue mera casualidad que la segunda parte de la visita de Obama a América Latina en marzo de 2016 fuese a la Argentina. El objetivo era forjar nexos con el nuevo Gobierno de Macri que simpatiza con los Estados Unidos, así como fortalecer el nuevo caballo de Troya en América Latina. El resultado esperado por la Casa Blanca es lograr una reacción concatenada en la región, ya sea mediante la aparición de “ligeros golpes de estado parlamentarios” tal como el de Brasil o de actos de desestabilización violenta como los perpetrados en Venezuela (o una combinación de ambos como el golpe de estado que Obama realizó en Honduras en el año 2009) con el propósito de cimentar quintas columnas al sur de Rio Grande.
4. b) Resistencia en América Latina
Desde luego, es innegable, que ha habido una tendencia hacia la restauración del ala conservadora o de derecha, tal como se ha visto en la Argentina (en las elecciones de noviembre de 2015), en las elecciones de la Asamblea Nacional en Venezuela (en diciembre de 2015), en los resultados del referendo en Bolivia (en febrero de 2016) y actualmente (al momento de redactar estas líneas) las incursiones que se están realizando en Brasil. No obstante, en estos países se está desarrollando un movimiento de resistencia que contribuye objetivamente a la salvaguardia de las ganancias logradas en el ámbito de la multipolaridad geopolítica que se opone al nuevo orden mundial estadounidense.
Por ejemplo, en la Argentina, la resistencia se ha ido fortaleciendo desde el revés electoral de la izquierda. Incluso, las masas en rebelión, cada vez más numerosas, osaron demostrar su oposición a la visita de Obama, —en desafío al orden imperial. El escándalo internacional de los Papeles de Panamá que revelan el enredo del presidente Macri ha sido el factor que ha accionado el mecanismo acelerador. Y más recientemente, se está desarrollando un movimiento para defender a la ex Presidenta Cristina Fernández contra acusaciones prefabricadas.
A pesar de los contratiempos en los países antedichos, la CELAC continúa sus políticas de integración y medidas de oposición a la injerencia estadounidense. Por ejemplo, denunció la presión ejercida por los Estados Unidos en Venezuela mediante una Orden Ejecutiva que declaraba “una emergencia nacional con respecto a la amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad nacional y la política exterior de los Estados Unidos.” Los treinta y tres países miembro de la CELAC adoptaron unánimemente la declaración a continuación:
“La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) expresa su rechazo a la aplicación de medidas coercitivas unilaterales contrarias al Derecho Internacional. ”[7]
Sostengo (junto con otros comentadores) que en Venezuela, a raíz del gran revés recibido como resultado de las elecciones legislativas del 6 de diciembre de 2015, este fracaso no significa que la Revolución Bolivariana haya muerto. Todo lo contrario, considero que la Revolución Bolivariana ha evolucionado desde 1998 como una fuerza material en el seno de la sociedad venezolana y de su sistema político. Dicha evolución rebasa los límites de las estructuras formales del sistema electoral. El guantazo solo sirve para fortalecer y cavar más la consciencia ideológica y política entre los chavistas respecto del imperialismo estadounidense y de sus aliados.
El Gobierno de Maduro está luchando por mantener la leyenda de Hugo Chávez mediante la creación de nuevas formas de democracia participativa dentro del contexto de la Constitución. Por consiguiente, la consciencia política se va enraizando y desarrollando. Este movimiento resultante, relativamente nuevo, provee un espacio a millones de venezolanos deseosos de desarrollar su consciencia política. Esto se está llevando a cabo al grado de que cualquier persona de los millones de chavistas podría confrontar hasta al presidente de los Estados Unidos y a sus aliados venezolanos en un debate público que tratara el tema de la injerencia de los Estados Unidos en su país y de las memorables realizaciones de la Revolución Bolivariana.
En Bolivia y Ecuador, se están dando movimientos similares, aunque menos espectaculares que el de Venezuela debido a la situación extremadamente tensa en ese país que posee grandes reservas de petróleo. En Honduras, desde el asesinato de Berta Cáceres, los miembros de la sociedad también continúan desarrollando su consciencia política y tildan al gobierno impuesto por los Estados Unidos de responsable del asesinato político.
4. c) Cuba: la “excepción”
¿Cómo encuadra Cuba en esto? En Cuba, la situación es totalmente opuesta. El Gobierno de los Estados Unidos está haciendo todo lo posible por destruir la Revolución Cubana no desde fuera, sino cada vez más desde dentro. No le queda otro remedio sino adoptar este método dado que el poder revolucionario en Cuba ha estado bajo el control del pueblo desde 1959. La soberanía en manos del pueblo no se comparte con fuerzas basadas en la extranjera. A pesar de sus desperfectos, hay, como dicen los cubanos, necesidad de mejoras; sin embargo, el poder es estable. Por más de cinco décadas, la inmensa mayoría del pueblo cubano ha sabido resistir a la invasión de Playa Girón en 1961 y a la violencia y terror que el gobierno de los Estados Unidos sembró desde 1959 hasta los años 90. Estas incursiones que son abiertamente de carácter militar se combinan con tácticas “suaves” vinculadas a programas de “promoción de la democracia”. Sin embargo, han fallado en encontrar los medios eficaces para desestabilizar el Poder Popular Cubano dirigido por Fidel Castro, Raúl Castro, el Partido Comunista de Cuba y el gobierno revolucionario cubano.
Sin embargo con la emergencia de la nueva cara del imperialismo acompañada de su remozada política de relaciones con Cuba, existe otro desafío aún no enfrentado a tal escala. Esto se ha reflejado en la visita de Obama y la amplitud de sus ecos dentro y fuera de Cuba.
Tanto antes como durante la visita y desde entonces, esta ha desatado una guerra mediática y política sin precedentes contra la cultura socialista, el sistema político y la soberanía de Cuba. Esta visita fue estructurada por Obama en su forma y contenido: desde su conferencia de prensa conjunta con Raúl Castro y su discurso público al pueblo cubano, pasando por sus reuniones con los diferentes sectores de la sociedad cubana y acompañada por una cobertura de prensa internacional adecuada. El contenido fundamental deriva de lo que Obama califica de falta de democracia en Cuba, de respeto de los derechos humanos, de libertad de prensa y de expresión y de barrera a las “empresas privadas”.
Sin embargo, por vez primera, esto tuvo lugar en Cuba. Obama se dirigió cautelosamente a quienes considera como aliados naturales, a aquéllos a quienes espera transformar en caballo de Troya para introducirse en Cuba. Esto ocurría al tiempo, en que el Gobierno de Cuba y el Ministerio de Relaciones Exteriores se esforzaban en trazar rutas para ejercer la cooperación mutua y actividades comerciales, tal como lo hicieran desde el inicio de este nuevo proceso, a fin de hacer un éxito de este viaje, lo cual se logró.
La resistencia cubana a esta guerra cultural es única y prácticamente sin precedente. Cuba no es una sociedad políticamente homogénea. Los políticos estadounidenses en el poder y los medios masivos de comunicación pretenden que la “diversidad” en Cuba solo se encuentra entre sus aliados o socios potenciales, en aquéllos que se oponen a un bloque ideológico y político supuestamente monolítico. Ese pensamiento uniforme nunca ha existido en Cuba. Quizás, como nunca antes, todo el período relativo a la visita se ha caracterizado por un intenso debate dentro de las fuerzas revolucionarias. En diferentes grados hay quienes conservan la ilusión de la visita de Obama y, desde luego, de todo el fenómeno que lo envuelve. Otras personas se sienten menos atraídas por ese aspecto. Y los hay quienes han cambiado de postura a lo largo de este proceso de controversia. Esto se aceleró e intensificó durante la estadía de tres días, lo cual prosigue desde entonces. De momento, esta dinámica no da señas de quedarse atrás.
Conclusión
El emergente mundo multipolar está librando una lucha de vida o muerte para no ceder ante las presiones políticas, ideológicas y militares del gobierno de los Estados Unidos, el cual trata de imponer su orden mundial unipolar en la medida de lo posible. De manera que, nos guste o no, los Estados Unidos están al centro de esta batalla, que está afectando el futuro del mundo. El trabajo que he venido elaborando desde hace años sobre el sistema ideológico y político de los Estados Unidos demuestra que el mayor peligro que corre la población mundial es abrigar ilusiones sobre el sistema bipartidista estadounidense. Esas ideas se inspiran de la noción falsa de que el sistema bipartidista y las elecciones pueden suscitar cambios fundamentales en la política extranjera de los Estados Unidos. Si bien pudieran darse algunos reajustes, tal como en el caso de la actual política hacia Cuba, la estrategia estadounidense no ha cambiado. El fenómeno Obama es el epítome de este mal entendido.
Uno pudiera decirse que ya no hay necesidad de lidiar con Obama, puesto que su mandato está por terminar. Aunque queden ocho meses, mucho puede ocurrir en ese lapso, ya que América Latina y el Caribe están inmersos en grandes desórdenes. Por consiguiente, lo que queda de 2016 podría ser determinante en la lucha entre los dos órdenes mundiales que se oponen.
[1]Cuba y sus vecinos: democracia en movimiento, Arnold August, Ciencias Sociales, La Habana, 2015.
[2] “Obama y el golpe de Estado en Honduras,” Arnold August, octubre de 2011.
Arnold August