Mi blog sobre Economía

Martí, 1894: "El pueblo más grande..."


“El pueblo más grande no es aquel en que una riqueza desigual y desenfrenada produce hombres crudos y sórdidos, y mujeres venales y egoístas: pueblo grande, cualquiera que sea su tamaño, es aquel que da hombres generosos y mujeres puras. La prueba de cada civilización humana está en la especie de hombre y de mujer que en ella se produce.”

Obras Completas. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975. VIII, 27: “Honduras y los extranjeros”. Patria, Nueva York, 15 de diciembre de 1894.

Metodológica: La boleta del “brexit” y la polémica Iroel Sánchez - Roberto Veiga sobre el centro y la izquierda en Cuba


Por la frecuencia con que suele suceder, no es difícil recordar una de esas disputas donde dos contendientes están cotejando puntos de vista diferentes, digamos que opuestos (como alguien ha dicho el blanco y el negro también forman parte de la coloratura sociológica), y aparece un tercero asegurando que la discusión es ficticia (aun cuando los rivales se estén dejando en ella el sentimiento y la piel) pues los dos tienen la razón, o los dos están igualmente equivocados. 

Esta tercera posición, por mediar entre dos polos agonísticos, suele llamarse “de centro”. Desde este fiel quedan posicionadas como extremos la “izquierda” y la “derecha”.

No es una situación inédita ni endémica de Cuba. Por lo menos la tradición marxista cuenta con un ejemplo histórico paradigmático de esa formación, registrada en la llamada polémica acerca de los sindicatos; en la que Trotsky y Lenin debatieron en posiciones encontradas, opuestas, acerca de la relación entre Partido, Gobierno y Organización Obrera. 

Nicolai Bujarin, un oportunista y entusiasta comunista moscovita quien para la fecha del debate tenía unos 23 años, trató de lucirse en el competitivo Partido Bolchevique diciendo que en la polémica (no preciso el contenido porque lo importante aquí es el Método) los camaradas Trotsky y Lenin tenían igual cuota de razón, por lo que debían reconsiderar sus diferencias por el bien de la revolución. Una revolución que, por cierto, en esa época estaba de “reformas” e instauraba el “capitalismo de estado” como parte de la llamada Nueva Política Económica (NEP).

¿Qué hicieron Trotsky y Lenin ante tan “moderada”, “civilizada” y “centrista” advertencia. Pues efectivamente dejaron de discutir y ambos se burlaron del pequeño Bujarin.

En la polémica más o menos directa entre Iroel Sánchez y Roberto Veiga acerca de la izquierda y el centro cubano, entre el radicalismo y la moderación, no puedo determinar aún si Sánchez es Trotsky o es Lenin… De lo que sí no tengo dudas es que Veiga es Bujarin.

Según los líderes de la entonces llamada socialdemocracia rusa, Lenin y Trotsky, el terciador Bujarin más que lograr una síntesis acababa estancado en el “eclecticismo”. El eclecticismo más que un Método es una técnica que ante la falta de resultados trata de mezclar dos posiciones excluyentes y preexistentes.

El eclecticismo, que es la columna vertebral del centrismo moderado, carece de punto de vista real; porque no se puede llamar “criterio” a lo que no es más que una jugada de inserción de la medianía intelectual en el locus donde se está gestando la Idea.

Roberto Veiga, por ejemplo, guarda su tercera distancia tanto de los castristas como de los anticastristas; le urticarizan las posiciones de izquierda y le dan roncha las de derecha.

Veiga no puede decir simple, honesta, humildemente, que está a favor del gobierno cubano… Lo está, pero debe agregar que para ganar su favor los Castro tienen que hacer reformas democráticas. O "acelerarlas", ya que a veces les da el placet. Tampoco puede decir que humilde, honesta, simplemente, está a favor del exilio cubano… Debe agregar que no se trata de exilio sino de emigración, y sacar de la Casa o más bien del “Efíchense Cuba” a los radicales inquilinos de Miami.

Veiga no tiene ideas claras y distintas, exigiencia del cartesiano mayor (que no era Renato sino Alejo). Como el tercer hermano de la canción, tiene el “ojo puesto en todo, ya ni sabe lo que ve”. Veiga representa al asno de Buridán, siempre indeciso entre la paja comunista y la paja neoliberal. Es el comodín, “el hombre disponible” de Musil; como le gustaba traducir a Malraux, quien rechazaba aquello de “el hombre sin atributos”.

Si Roberto Veiga fuera británico, no hubiera votado en el referéndum de ayer. Le hubiera perturbado que la boleta ofreciera solo dos opciones “extremas”: remain or leave; quedarse o irse. A marcar una sola vez una sola cruz en una sola casilla: "vote only once by putting a cross (X)". Desarmado por la ausencia de una tercera opción, a Veiga solo le resta la descortés indiferencia, el indecente silencio.

En unos comentarios metodológicos sobre la que quizás sea su principal obra escrita, El desarrollo del capitalismo en Rusia (1899), Lenin comenta que ser objetivo, balanceado, respetuoso, es hablar el lenguaje que habla el objeto. Si el objeto no es moderado en sí mismo, hablar moderadamente de él es sencillamente un acto de violencia… y la peor de las discriminaciones, que es mutilar la identidad del Ser para ponerse al servicio de la Apariencia.

-IMAGEN: Boleta sobre el “brexit”: En "político.eu"