Mi blog sobre Economía

domingo, 17 de julio de 2016

No será el último golpe en Turquía

La Jornada, 17 jul 2016

Por Robert Fisk

Recep Tayyip Erdogan se lo había ganado. El ejército turco no iba a mantener su obediencia mientras el hombre que iba a recrear el imperio otomano convertía a sus vecinos en enemigos y a su país en una caricatura de sí mismo. Pero sería un grave error dar por sentadas dos cosas: que el sofocamiento de un golpe militar es un asunto momentáneo, después del cual el ejército se mantendrá leal a su sultán, y considerar los al menos 250 muertos y más de 2 mil 839 detenidos como algo aislado del colapso de las naciones-estados de Medio Oriente.

Los sucesos del fin de semana en Estambul y Ankara tienen íntima relación con el derrumbe de las fronteras y de la credibilidad del Estado –la suposición de que las naciones de Medio Oriente cuentan con instituciones y fronteras permanentes–, que ha infligido graves heridas en Irak, Siria, Egipto y otros países del mundo árabe.

La inestabilidad es hoy tan contagiosa en la región como la corrupción, en especial entre sus potentados y dictadores, una clase de autócratas de la que Erdogan ha sido miembro desde que cambió la constitución en beneficio propio y reinició su perverso conflicto con los kurdos.

Inútil es decir que la primera reacción de Washington fue instructiva: los turcos deben apoyar a su gobierno democráticamente electo. La parte sobre la democracia fue difícil de tragar; aún más doloroso fue recordar la reacción de ese mismo gobierno al derrocamiento del gobierno democráticamente electo de Morsi en Egipto en 2013, cuando Washington en definitiva no pidió al pueblo egipcio apoyar a Morsi y dio con prontitud su respaldo a un golpe militar mucho más sangriento que la intentona en Turquía.

Si el ejército turco hubiera triunfado, sin duda Erdogan habría recibido el mismo trato despectivo que el infortunado Morsi. Pero ¿qué se puede esperar cuando las naciones occidentales prefieren la estabilidad a la libertad y la dignidad? Por eso están preparadas a aceptar que las tropas de Irán y los milicianos iraquíes leales se unan a la batalla contra el Isis –así como los pobres 700 sunitas quedesaparecieron después de la recaptura de Faluyá–, y por eso la cantaleta de Assan debe irse ha sido dejada un lado con discreción. Ahora que Bashar al-Assad ha sobrevivido al gobierno de David Cameron –y casi de seguro perdurará más allá de la presidencia de Obama–, el régimen de Damasco observará con asombro los sucesos en Turquía este fin de semana.

Las potencias victoriosas en la Primera Guerra Mundial destruyeron el imperio otomano –que era uno de los propósitos del conflicto de 1914-18, después de que la Puerta Sublime cometió el error fatal de alinearse con Alemania– y las ruinas de ese imperio fueron desmenuzadas por los Aliados y entregadas a reyes brutales, coroneles sanguinarios y un montón de dictadores. Erdogan y el grueso del ejército que ha decidido mantenerlo en el poder –por ahora– encajan en esta misma matriz de estados desgarrados.

Los signos de alarma ya estaban a la vista de Erdogan –y de Occidente– con sólo haber recordado la experiencia de Pakistán. Utilizado sin vergüenza por los estadunidenses para enviar misiles, armas de fuego y dinero a los mujaidines que combatían a los rusos, Pakistán –otro pedazo arrancado a un imperio (el indio) se convirtió en un Estado fallido, sus ciudades fueron devastadas con bombas gigantes, su corrupto ejército y su servicio de inteligencia colaboraron con los enemigos de Rusia –incluido el talibán– y luego fueron infiltrados por islamitas que a la larga acabarían amenazando al Estado mismo.


Cuando Turquía empezó a desempeñar el mismo papel para Estados Unidos en Siria –enviar armas a los insurgentes, y su corrupto servicio de inteligencia a cooperar con los islamitas para combatir el poder del Estado en Siria–, también tomó la ruta de un Estado fallido, con sus ciudades devastadas por bombas gigantes y su territorio infiltrado por islamitas. La única diferencia es que Turquía también relanzó una guerra contra los kurdos del sureste del país, donde partes de Diyabakir están ahora tan devastadas como grandes zonas de Homs o Alepo.

Demasiado tarde se dio cuenta Erdogan del costo del papel que eligió para su nación. Una cosa es disculparse con Putin y remendar las relaciones con Benjamin Netanyahu, pero cuando ya no se puede confiar en el propio ejército entonces hay asuntos más serios en los cuales concentrarse.

Dos mil arrestos o más dan idea de la seriedad del golpe para Erdogan; mucho más grande, de hecho, que el golpe que planeaba el ejército. Pero deben ser apenas unos cuantos de los miles de oficiales turcos que creen que el sultán de Estambul está destruyendo su país.

No se trata sólo de considerar el grado de horror que la OTAN y la UE habrán sentido por estos hechos. La verdadera cuestión será el grado en que el éxito (momentáneo) de Erdogan lo envalentonará para emprender más juicios, encarcelar a más periodistas, cerrar más periódicos, matar más kurdos y, para el caso, seguir negando el genocidio armenio de 1915.

A los extranjeros les resulta a veces difícil entender el grado de temor y disgusto casi racista con que los turcos observan cualquier forma de militancia kurda; Estados Unidos, Rusia, Europa –Occidente en general– han privado de contenido la palabra terrorista a grado tal que no logramos comprender hasta qué punto los turcos llaman terroristas a los kurdos y los ven como un peligro para la mera existencia del Estado turco; así es como veían a los armenios en la Primera Guerra Mundial.

Mustafá Kemal Ataturk era tal vez un buen autócrata secular, admirado incluso por Adolfo Hitler, pero su lucha por unificar a Turquía fue causada por las mismas facciones que siempre acosaron a la patria turca, junto con las sospechas oscuras (y racionales) de un complot de las potencias occidentales contra el Estado.

En suma, este fin de semana han ocurrido sucesos más dramáticos de lo que podrían parecer a simple vista. Desde la frontera de la Unión Europea, a través de Turquía, Siria, Irak y vastas partes de la península del Sinaí en Egipto y hasta Libia y –¿nos atreveremos a mencionar esto después de Niza?– Túnez, existe ahora un rastro de anarquía y estados fallidos. Sir Mark Sykes y François Georges-Picot comenzaron el desmembramiento del imperio otomano –con ayuda de Arthur Balfour–, pero éste persiste hasta nuestros días.

En esta sombría perspectiva histórica debemos ver el golpe frustrado en Ankara. Esperen otro en los meses o años por venir.

© The Independent

Las contradicciones de EE.UU. sobre Cuba: ¿normalizar las relaciones o endurecer el bloqueo?

RT Publicado: 17 jul 2016 09:53 GMT | Última actualización: 17 jul 2016 09:54 GMT

Las relaciones entre La Habana y Washington todavía son complejas y contradictorias. El Congreso estadounidense también es parte del debate.


El crucero estadounidense Adonia, el primero en navegar entre Estados Unidos y Cuba desde la Revolución cubana de 1959, llega a la bahía de La Habana, Cuba.Alexandre MeneghiniReuters

El proyecto de ley del presupuesto de servicios financieros para el año fiscal 2017 en EE.UU. está siendo debatido tanto en el Senado como en la Cámara de Representantes. En esta última -a contramano de las decisiones de Washington de acercar posiciones con Cuba- se han propuesto medidas más restrictivas contra la isla y que implican un mayor recrudecimiento del bloqueo.

Qué pretenden prohibir

Según Prensa Latina, entra las propuestas figuran aquellas que plantean mayores prohibiciones para viajar a Cuba en los intercambios educativos conocidos como "pueblo a pueblo", importar "bienes confiscados por el Gobierno cubano", e impedir que se ejecuten transacciones financieras que involucren a militares cubanos.

También se busca prohibir que se empleen fondos para "aprobar la concesión de licencias de marca, nombre comercial o denominación comercial que haya sido confiscada por el Gobierno cubano sin expreso consentimiento de Estados Unidos".

Controversias con el Senado y el gobierno

CapitolioWikimedia

Mientras la mayoría republicana debatía estos temas entre los representantes, en la Cámara Alta las iniciativas fueron distintas. Los senadores demócratas Patrick Leahy y Jerry Moran impulsaron una enmienda para que los agricultores pudieran aumentar su financiación en miras de exportar su producción a Cuba. Asimismo se propuso levantar toda restricción de viajes a la isla para los ciudadanos estadounidenses.

Las diferencias entre ambos proyectos obligarán a que se realice un Comité de Conferencia donde miembros de ambos partidos y de las dos Cámaras concilien un texto común. No obstante aquí entrará en juego la disputa de cara a las elecciones presidenciales y la posibilidad de que el nuevo presidente de EE.UU. asuma o no con un presupuesto aprobado.

Asimismo, a pesar de las intenciones del lobby anticubano en el Congreso estadounidense, las relaciones entre ambos países han logrado avances significativos desde que se anunció el restablecimiento de las relaciones entre La Habana y Washington.


El Senador por el estado de Vermont, Patrick Leahy y la senadora por el estado de California, Dianne Feinstein, realizan una reunión pública en apoyo a la candidatura de Merrick Garland para el Tribunal Supremo en el Capitolio en Washington, EE.UU.Carlos BarriaReuters

Por ejemplo esta semana viajó a la isla el Comisionado de Agricultura de Louisiana, Mike Strain, junto a 94 representantes del sector agrícola, cuya meta es conseguir un intercambio comercial con la isla valorado en 400 millones de dólares. Por su parte el Museo Nacional de Historia Natural de Cuba y el American Museum of Natural History of New York anunciaron un convenio para estudiar la flora y la fauna cubana.

A esto se suma el anuncio del Departamento de Transporte de EE.UU. de comienzos de julio. El organismo informó que están trabajando junto a ocho aerolíneas para establecer vuelos regulares conectando La Habana a las ciudades de Atlanta, Charlotte, Fort Lauderdale, Houston, Los Ángeles, Miami, Newark, Nueva York, Orlando y Tampa.

Entre el 22 y el 24 de junio emprendedores cubanos participaron del GES 2016, la VII Cumbre Mundial de Emprendimiento realizada en la Universidad de Stanford y de la que participaron, entre otros, el secretario de Estado de EE.UU. John Kerry y el presidente Barack Obama.

Cuba y los candidatos

Hillary ClintonReuters

Aunque parezca extraño tanto Hillary Clinton como Donald Trump -los candidatos a la presidencia de EE.UU.- tienen una mirada benévola hacia Cuba. Si bien las relaciones con la isla no han sido el eje central de la campaña, cuando se han manifestado al respecto lo han hecho con intención de avanzar en la normalización.

Ese es el análisis del periodista cubano Javier Ortíz quién señala respecto a Trump que "el empresariado estadounidense en general está interesado en desbloquear las oportunidades comerciales y de inversión con el único mercado del Caribe a donde no podían llegar". Por eso resalta que el magnate "no piensa como un político convencional" sino como "un hombre de negocios".

Donald TrumpReuters

En el caso de Clinton, Ortiz explica que busca "beneficiarse con el cambio de tendencias políticas de la comunidad cubana en La Florida, más interesada en votar por alguien que de continuidad a la normalización". Asimismo como ex Secretaria de Estado, "ve y predica la dimensión hemisférica en una aproximación con un país fronterizo que tiene alianzas claves y una influencia creciente en el Caribe y América Latina".

De esta forma se manifiesta que, más allá de la voluntad de los miembros de la Cámara de Representantes, existen tendencias económicas que apuntan al avance de las relaciones comerciales entre ambos países. Cómo se resuelva la disputa entre ambas orientaciones será fundamental para saber si algún día se levantará o no el bloqueo a Cuba.

Santiago Mayor