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miércoles, 9 de noviembre de 2016

Estas son las razones de la derrota de Hillary Clinton, según CNN


Por Tami Luhby, CNN 07:57 ET (12:57 GMT) 9 noviembre, 2016

Hillary Clinton simplemente no se pudo sujetar a su unión con Obama. Y eso terminó siendo gran parte de su ruina.

Los votantes afroamericanos, latinos y los más jóvenes no acudieron a las urnas este martes en un número suficiente para impulsar a Clinton hacia la Casa Blanca.

Clinton concedió la carrera después de las 2 a.m. Antes de que cerraran las casillas, su campaña confiaba en la victoria. Al final, no obstante, perdió incluso algunos estados que tenía seguros, como Wisconsin. Se rezagó en otros, como Pensilvania y Michigan.

Aunque ganó en los grupos demográficos clave a los que se había enfocado, su rendimiento fue menor que el del presidente Barack Obama, incluso entre las mujeres, de acuerdo con encuestas de salida.

Una parte ligeramente mayor de electores negros y latinos votaron por Trump en comparación con los que apoyaron a Mitt Romney en 2012, pese a sus comentarios despectivos contra afroamericanos, mexicanos e inmigrantes indocumentados.

El presidente Obama, quien ganó la presidencia con la ayuda de las comunidades afroamericana y latina, hizo varios llamados personales a los votantes negros a favor de Clinton en las últimas semanas.

“Si dejamos que esto se nos escape, pasaré los últimos dos meses de mi gobierno preparando la transición para Donald Trump, cuyo equipo ha dicho que su agenda principal en los dos primeros meses en la oficina presidencial será deshacer cada cosa que hemos logrado”, dijo Obama la semana pasada durante una entrevista de radio.

Pero los afroamericanos y los latinos que escucharon el llamado no fueron suficientes.

Un 88% de los votantes afroamericanos respaldaron a Clinton, frente a 8% a favor de Donald Trump, hasta la mañana de este miércoles. Aunque es un margen amplio, no es tan grande como lo fue la victoria de Obama sobre Mitt Romney en 2012. Obama aseguró 93% del voto negro por 7% de Romney.

Cerca del 12% del electorado total era afroamericano este año, comparado con el 13% de hace cuatro años. Esa es una caída decisiva, especialmente si se le suma a una participación más baja de lo esperado del electorado latino.

Esta baja participación se dio incluso después de que Trump repitiera reiteradamente que las comunidades negras se encontraban en su peor momento. Refiriéndose constantemente a las “ciudades del interior”, Trump dijo que los negros vivían en pobreza, desempleo y que podrían ser tiroteados en la calle. “¿Qué tienen que perder?”, preguntó.

El apoyo de Clinton entre los latinos fue incluso más tenue, pese a que Trump amenazó con levantar un muro en la frontera con México, acusando de criminales a los inmigrantes indocumentados y prometiendo su deportación.

Solo 65% de los latinos la respaldaron, mientras que 29% votó por Trump. En 2012, Obama obtuvo el 71% del voto hispano, por 27% de Romney.

Los hispanos representan 11% del electorado total, en comparación con el 10% de 2012.

Más allá de la unión con Obama, Clinton tampoco fue tan popular con los votantes blancos, a diferencia de Obama. Ella ganó solo 37% del voto blanco, en comparación con el 39% de Obama. Sorprendentemente, Trump también obtuvo un porcentaje relativamente menor que el de Romney, 58% contra 59%.

Los votantes blancos representaban este año el 70% del total del electorado, por debajo del 72% de hace cuatro años.

Clinton también falló en conquistar a los votantes jóvenes, que sí apoyaron en las primarias a su rival, Bernie Sanders, y a Obama hace cuatro años.

Ella ganó el 55% entre los votantes de entre 18 y 29 años, comparado con el 37% que votó por Trump. Pero Obama había conseguido el 60% de estos votos, por 37% de Romney.

En cuanto al voto femenino, Clinton obtuvo el 54% por 42% de Trump. Pese a que 70% de las votantes dijeron que el trato de Trump hacia las mujeres les molestaba, no se pusieron del lado de la mujer que pudo cambiar las cosas.

Obama ganó 55% del voto femenino en 2012

Estas son las razones del triunfo de Donald Trump según CNN

Por Maeve Reston, Stephen Collinson, CNN 10:03 ET (15:03 GMT) 9 noviembre, 2016

Al principio, todos desestimaban a Donald Trump. Y acaba de quedarse con una impresionante victoria después de una campaña presidencial sin precedentes en la historia de Estados Unidos.

Trump canalizó la furia de los estadounidenses promedio contra Washington. Supo explotar su ansiedad sobre el presente y su miedo sobre el futuro. Le habló al dolor que sentían por trabajar muy duro y haber sido olvidados.

Y al hacerlo, destrozó todas las convenciones que existían en la política.

Los expertos pensaron que las payasadas de reality show de Trump, su retórica vulgar, sus discursos llenos de falsedades e insultos hacia casi todos los sectores de la sociedad estadounidense -latinos, afroamericanos, héroes de guerra, mujeres y musulmanes- lo descalificarían para llegar a la presidencia.

No lo hicieron.

A cambio, Trump dirigió un movimiento, una especie de levantamiento de los estadounidenses olvidados, que evocó la “mayoría silente de Richard Nixon” a finales de los 60.

Argumentó que los americanos estaban hambrientos de cambio y que solo él podría “limpiar el pantano”, al barrer con la corrupción en Washington.

Cambiando el mapa

Trump aseguró que cambiaría el aspecto del mapa electoral del país, al poner en la columna republicana a los estados demócratas enclavados en un Medio Oeste de decadencia industrial, con su retórica anticomercio. Lo logró.

Dijo que humillaría al sector más talentoso del Partido Republicano en una generación. Lo logró.

Afirmó que podría enseñarles a los republicanos a derrotar su némesis -los Clinton-. Lo logró.

Se mostró convencido en que las encuestas estaban equivocadas y que la sorpresa que daría sería tan grande que empequeñecería el voto del Brexit en el Reino Unido, que decidió que ese país abandonara la Unión Europea. Y estaba en lo correcto.

La reescritura de las reglas de la política que ha hecho Trump puede abrirle la puerta a un periodo global de turbulencia e incertidumbre, dada la profunda ansiedad con la que ahora miran el futuro los aliados de Estados Unidos, los mercados internacionales y los estadounidenses que se rebelaron por su comportamiento durante la campaña.

La cuestión ahora es si cuando se convierta en el hombre más poderoso del mundo, en enero próximo, Trump tratará de reescribir las reglas y convenciones del Gobierno de Estados Unidos y del sistema internacional, tan radicalmente como reescribió las reglas de las elecciones presidenciales.

Trump prometió unidad durante el discurso que dio tras confirmarse su triunfo, en las primeras horas de este miércoles. “Digo que es hora de que nos unamos como una sola nación”, aseguró. “Le prometo a cada ciudadano de nuestro territorio que seré el presidente de todos los estadounidenses”.

Sin embargo, Trump logró uno de las perturbaciones más asombrosas en la historia de la democracia occidental.

Hace tan solo un mes, los expertos todavía contemplaban la posibilidad de una victoria arrolladora de Hillary Clinton. Pero las encuestas comenzaron a apretarse, convirtiendo la carrera presidencial en un acertado reflejo de la profunda polarización del país.

Luego vino la incertidumbre cuando el director del FBI, James Comey, lanzó una nueva nube de sospechas sobre la campaña de Clinton, reabriendo una revisión de los correos electrónicos del servidor que utilizó cuando fue Secretaria de Estado.

Los aliados de Clinton aseguraron que el daño era innegable y su esperanza de convencer a las últimas mujeres republicanas y a los independientes de repente resultó deprimente.

Solo hasta el fin de semana pasado las encuestas sugirieron que Trump completaría una carrera casi perfecta y trazaron un camino muy angosto para llegar a la Casa Blanca.

Confiando en el Comité Nacional Republicano

De alguna manera fue el candidato, que dependió casi por completo del Comité Nacional Republicano para su juego, quien superó a la campaña de Clinton.

Los resultados del martes sorprendieron a estrategas de ambos partidos. Muchos de los seguidores que se reunieron en la fallida celebración de Clinton en Nueva York estaban realmente impactados, algunos lloraban mientras veían cómo varios estados quedaban en manos de Trump.

El martes temprano, el exjefe de estrategia de Barack Obama, David Plouffe, tuiteó una foto de vodka con Orange Crush, con un mensaje optimista: “Listo para ver el discurso de la victoria”.

Ocho horas después, Plouffe tuiteó que “nunca había estado tan equivocado con algo” en su vida. “Todavía late el corazón en Wisconsin y los dos distritos electorales de Nebraska y Maine. Pero la sobriedad sobre lo que pasó esta noche es esencial”.

Aunque Trump le inyectó entusiasmo a una enorme cantidad de electores de clase trabajadora y trajo a muchos nuevos votantes a las urnas, muchos republicanos también le dieron el crédito al Comité Nacional del partido, que básicamente jugó todo el juego de Trump.

Un estratega republicano comentó que a diferencia de las campañas pasadas, el Partido Republicano tuvo a su gente en el terreno desde el verano del 2013 en New Hampshire, Pensilvania, Virginia, Carolina del Norte, Florida, Ohio, Michigan, Wisconsin, Iowa, Colorado y Nevada.

Subsanando los errores del modelo con el cual Obama ganó la presidencia en el 2008 y el 2012, pasaron los primeros días de la campaña reclutando a organizadores y voluntarios, probando campañas promocionales de voto en el 2014.

Durante los últimos tres años, invirtieron dinero en el registro de votantes y en tener a un equipo en campo, dándole la vuelta a 10 condados en Florida de una ventaja demócrata a una ventaja republicana, por tomar solo un ejemplo.

Los asesores del Partido Republicano aseguran que recortaron en la mitad la desventaja que Mitt Romney tuvo en el registro de votantes en el 2012.

Cuando se realizó la Convención Nacional Republicana, la campaña de Trump y el Comité Nacional Republicano forjaron una alianza extraña. En lugar de construir su propio juego en el terreno, la campaña fijó su interés en la infraestructura que el Comité ya había construido para apoyar al nominado del partido y accedió a trabajar guiado por ese marco.

Muchos de los votantes atraídos por la campaña de Trump eran nuevos en el proceso político. Así que a lo largo del año, el Comité Nacional Republicano llevó a cabo numerosos entrenamientos para organizarse y tocar a la puerta del resto.

VIDEO: Clinton da un discurso tras su derrota en las presidenciales de EE.UU.


"Sé cuán decepcionados se sienten, así como lo están millones de ciudadanos estadounidenses que invirtieron sus esperanzas y sueños en este empeño", ha expresado Clinton frente a los miembros de su campaña, destacando que "es doloroso y va a seguir doliendo durante mucho tiempo".

"Llevamos un año y medio uniendo a millones de personas de cada rincón del país, con la idea de que el sueño americano es grande bastante para cada persona", ha destacado la política.

"Nuestra responsabilidad es continuar con nuestro papel y construir un país más fuerte", ha manifestado.

"He felicitado a Donald Trump y me he ofrecido a trabajar con él en aras de nuestro país", ha indicado, manifestando la esperanza de que sea "un presidente exitoso para todos los estadounidenses".

Una de las carreras presidenciales más inusuales de la historia de Estados Unidos ha culminado con la victoria del candidato republicano, Donald Trump

El republicano se ha alzado vencedor de las presidenciales al superar la cifra clave de 270 votos de miembros del Colegio Electoral frente a los 218 de su rival del Partido Demócrata, Hillary Clinton.

¿ El sistema electoral vigente en EE.UU le da la espalda a la voluntad del pueblo estadounidense?

Por Humberto Herrera Carlés

Como se ha dicho muchas veces en los EE.UU el voto popular directo no elige al Presidente del País. Son los votos electorales de 538 electores provenientes de los 50 estados y el Distrito de Columbia que depositan los votos por el candidato que haya ganado en su estado. Quien acumule 270 o más votos electorales, gana la presidencia.


Así, Al Gore, ganó las elecciones populares al obtener 50 millones 999 mil 897 votos, es decir, 543 mil 895 votos más que Bush, pero perdió las elecciones por solo sumar 266 votos electorales. Pero igualmente le ocurrió a Andrew Jackson en 1824; en 1876 a Rutherford B. Hayes que ganó la presidencia aunque perdió en el voto popular y en 1888 Benjamin Harrison ganó también habiendo perdido el voto popular.

Al parecer a Trump le pasó lo mismo , Hillary Clinton ganó el voto popular pero perdió las elecciones. Esta última obtuvo 152 123 mas voto que Trump, por lo cual en cualquier otro pais que no fuera EE.Uu hubiera sido la Presidenta del país.

Lo interesante es que las elecciones en EE.Uu no sólo no son directas para elegir el Presidente, sino que su diseño lleva a que no se respeta la voluntad popular  ¿ Esto es Democracia?. 

NYT : Donald Trump es el nuevo presidente de Estados Unidos

Por MATT FLEGENHEIMER y MICHAEL BARBARO 9 de noviembre de 2016


Donald Trump ganó de manera inesperada, luego de una campaña explosiva. CreditDamon Winter/The New York Times

Donald Trump fue elegido el martes como el 45.º presidente de Estados Unidos en lo que fue la asombrosa culminación de una campaña explosiva, errática y llena de agravios contra las instituciones y los ideales tradicionales de la democracia estadounidense.

El resultado electoral desafió las últimas encuestas que mostraban a Hillary Clinton con un liderazgo modesto pero persistente y provocó reacciones instantáneas en todo el país y el mundo, donde los escépticos habían observado con alarma la campaña presidencial del abanderado republicano.

El triunfo de Trump, de 70 años, provocó pánico financiero y una inestabilidad inmediata entre los aliados internacionales de Estados Unidos.

Las propuestas de Trump parecen desafiar a la constitución estadounidense, como la restricción del ingreso de musulmanes a Estados Unidos. También amenazó a sus opositores con un celo autoritario y prometió demandas contra los medios que lo criticaban y las mujeres que lo acusaron de agresión sexual. En muchas ocasiones simplemente mintió.

Pero Trump creó una sólida base de simpatizantes al fusionar su discurso radical de identidad con el populismo económico que hizo eco profundamente en las zonas trabajadoras, en su mayoría de raza blanca, que se sienten excluidos de la recuperación económica en Estados Unidos.

Sus eventos electorales —rabiosos, racistas, con una pesada retórica nacionalista— se convirtieron en el crisol de un movimiento político que diariamente prometía una victoria arrolladora en las elecciones y que insistía en que la maquinaria política del país estaba “confabulada” contra Trump y sus simpatizantes.

Una derrota para la dinastía Clinton

Para Clinton, la derrota marcó el asombroso final de una dinastía que ha protagonizado la política demócrata durante una generación. Ocho años después de perder ante Barack Obama en las primarias demócratas —y 16 años después de salir de la Casa Blanca para convertirse en senadora de Estados Unidos— Clinton parecía destinada a la consagración presidencial.

La campaña de la demócrata tuvo el apoyo del carismático presidente saliente y de su esposa, Michelle Obama. Clinton se comprometió a mantener programas emblemáticos como el Obamacare, elevar los salarios de las familias trabajadoras y lograr que las universidades sean más accesibles para los estudiantes. Sin embargo, en los últimos meses, los partidarios de Clinton tomaron las elecciones como una oportunidad histórica para elevar a una mujer al cargo más importante de la nación y repudiar a un hombre cuyo comportamiento hacia las mujeres centró gran parte de la campaña.

La incertidumbre abunda cuando se habla de la presidencia de Trump. Su campaña estuvo llena de una lista de propuestas políticas que a menudo parecía mutar cada hora.

Incluso el ingreso de Trump al Partido Republicano fue bastante tardío en su carrera, lo que entre los políticos profesionales causa desconfianza sobre sus convicciones. Sus enredos en los negocios también lo seguirán a la Oficina Oval porque plantean muchas preguntas sobre potenciales conflictos de interés. Su negativa a publicar sus declaraciones de impuestos han generado dudas sobre el registro, las relaciones y los intereses financieros del nuevo presidente.

Trump prestará juramento el 20 de enero.

Una campaña intensa y radical

Los dos candidatos hicieron campaña en un momento de ansiedad nacional en torno al terrorismo islámico, mientras surgían brotes de violencia en Estados Unidos y el extranjero que interrumpieron la contienda y avivaron el temor de que ni siquiera los niños estaban a salvo. Muchos electores se sentían frustrados porque la economía mejoraba continuamente, pero eso no los beneficiaba. La tasa de desempleo bajó a 4,9 por ciento y en algunas zonas metropolitanas llegaron a faltar trabajadores porque abundaban los empleos.

Sin embargo, las diferencias personales fueron el tema dominante. La campaña se convirtió en un referendo sobre el carácter de los candidatos y una prueba de fuego para valorar cómo los electores definen la identidad estadounidense mientras el país cambia rápidamente.

Clinton se alejó de la prudencia política que imperó en la presidencia de su esposo y adoptó las ideas preferidas por los segmentos demográficos en ascenso que impulsaron dos elecciones de Obama: mujeres, personas homosexuales y millennials. Trump hizo campaña sobre una plataforma de restauración; juró que trabajaría para que volviera la grandeza de Estados Unidos, y revertiría los desafíos económicos generados por la globalización. Se enfocó en los votantes blancos y llenó su discurso de alusiones raciales, algo que no se había visto en la política presidencial moderna.

Trump se convirtió en el abanderado más detestado entre algunos sectores por la forma abusiva y burda con la que trata a las mujeres, su discurso crudo y demagógico hacia las minorías, y las burlas dirigidas hacia un grupo de electores que eran sagrados: los prisioneros de guerra, personas con discapacidad y padres de soldados condecorados.

El próximo presidente electo enfrentará las exigencias de un país fracturado. El ganador será desafiado por sus oponentes dentro de los principales partidos, así como por un electorado que anhela una economía más fuerte y un país más seguro, pero que también está profundamente polarizado en cuanto al papel del gobierno y el significado de ser estadounidense.

Trump heredará un Partido Republicano profundamente dividido por su candidatura. Al dirigir una campaña que se parecía más al nacionalismo europeo que al conservadurismo estadounidense, Trump alejó a grandes líderes de su partido y pocos políticos de alto perfil estuvieron a su lado hacia el final de la campaña. Es probable que los demócratas estén más unidos en su contra que contra cualquier otro presidente de la modernidad pues, más que un líder de la oposición, lo consideran una amenaza al país. Si intenta imponer medidas represivas a algunos grupos minoritarios contra los que hizo campaña, sobre todo musulmanes e hispanos, provocará una feroz resistencia por parte de los demócratas pero también entre muchos republicanos.