Mi blog sobre Economía

viernes, 9 de diciembre de 2016

Empresas de cruceros de EEUU, Royal Caribbean y Norwegian, comenzarán viajes a La Habana

9 diciembre 2016


Crucero de Norwegian. Foto: Norwegian.

Las empresas de cruceros Royal Caribbean y Norwegian comenzaron a ofrecer itinerarios a Cuba, para travesías que partirán desde el puerto de Miami con destino a La Habana a partir de marzo de 2017. Luego de obtener los permisos necesarios, ambas compañías informaron en Miami, donde tienen sus sedes, que pronto estarán ofreciendo una serie de travesías.

Royal Caribbean Cruises llegará a Cuba, en principio, con embarcaciones más pequeñas, de Azamara Club, mientras que Norwegian podrá hacerlo con su flota completa.

Según Richard D. Fain, presidente de Royal Caribbean Cruises, las conversaciones iniciadas con sus “socios de viaje indican que Cuba es un destino que atrae a una nueva generación de viajeros”.

En el caso de Royal Caribbean no fue precisado cuando comenzarán con las travesías, ni tampoco dieron detalles de sus itinerarios. En cambio, Norwegian Cruise Line Holdings anunció que comenzará en marzo con sus líneas Norwegian Cruise, Oceanía y Regent Seven Seas.

“Como cubano-estadounidense y fundador de Oceanía, estoy increíblemente orgulloso de que uno de los buques de Oceanía será el primero en navegar a Cuba”, señaló Frank Del Río, presidente de Norwegian Cruise Line Holdings Ltd. en Miami.

Del Río especificó que su barco Marina partirá del Puerto de Miami el próximo 7 de marzo y tendrá una parada en La Habana, como parte de un recorrido por el Caribe. En cambio, el Seven Seas Mariner comenzará sus travesías en abril, y Norwegian Sky en mayo de 2017.

La inclusión de la capital cubana en las travesías por el Caribe forman parte de los acuerdos de deshielo entre Estados Unidos y Cuba, establecidos por ambos gobiernos en diciembre de 2014.

Tanto Royal Caribbean como Norwegian recordaron que los viajeros estadounidenses tendrán que cumplir con alguna de las 12 categorías de viaje que permite Washington en su intento de suavizar el embargo económico que imponen a La Habana y que prohíbe a los estadounidenses viajar como turistas a Cuba.

No serán sin embargo los primeros cruceros norteamericanos en llegar a Cuba. El primero de mayo pasado zarpó desde Miami el Adonia, de la compañía Carnival.


Crucero de Royal Caribbean. Foto: Royal Caribbean.

(Con información de ANSA)

Este mapa muestra la increíble caída de las tasas de mortalidad infantil. Pero no todo son buenas noticias

Escrito por

En primer lugar, las buenas noticias: la mortalidad infantil ha disminuido en todos los países en las últimas décadas.

Datos de 2013. Datos desde 1751 en este mapa interactivo: https://ourworldindata.org/grapher/child-mortality?tab=map&year=1759

Un nuevo estudio demostró que, a nivel mundial, cuatro millones de niños menos murieron antes de su quinto cumpleaños en 2015, en comparación con el año 2000.

El mundo ha hecho enormes avances para reducir las muertes infantiles, disminuyendo un 53% la tasa de mortalidad de niños menores de cinco años entre 1990 y 2015. Pero aún queda mucho por hacer, y este logro no alcanza los Objetivos de Desarrollo del Milenio de disminuir los índices de mortalidad de niños menores de cinco años a dos tercios.

El estudio, publicado en la revista médica The Lancet, indicó que el progreso desde 2000 se ha producido gracias a la disminución de las muertes por neumonía, diarrea, malaria, sarampión y durante el nacimiento.

Sin embargo, este progreso, por más sorprendente que sea, ha sido desigual.

El estudio mostró que las cifras de 2015 destacan la desigualdad en las muertes infantiles alrededor del mundo: tasas de mortalidad de niños menores de cinco años en países que oscilan de 1,9 a 155,1 muertes por cada 1000 nacimientos.

Las estimaciones sugieren que 5,9 millones de niños menores de cinco años murieron el último año, incluidos 2,7 millones de recién nacidos. Más del 60% de estas muertes sucedieron en 10 países en África y Asia: India, Nigeria, Pakistán, la República Democrática del Congo, Etiopía, China, Angola, Indonesia, Bangladés y Tanzania.

Mientras que estos países, la mayoría de los cuales tienen grandes poblaciones, cuentan con la mayor cantidad de muertes infantiles en el mundo, no necesariamente son los más afligidos.

Países con los mayores índices de mortalidad infantil pierden más de 100 niños menores de cinco años cada 1000 nacimientos. Estos incluyen Angola, República Centroafricana, Chad, Mali, Nigeria, Sierra Leona y Somalia.

A nivel mundial en 2015, las principales causas de muerte infantil de niños menores de cinco años fueron complicaciones debidas a nacimientos prematuros, neumonía y muerte durante el nacimiento.
Imagen: UNICEF


El estudio comentó que el progreso de reducir las muertes de recién nacidos ha sido menor para los de un mes que para los de cinco años, lo cual causó que el Objetivo de Desarrollo del Milenio sea más difícil de alcanzar. Casi la mitad –2,7 millones– de los 5,9 millones de niños menores de cinco años murieron el año pasado en sus primeros 28 días.

“La supervivencia infantil ha mejorado considerablemente desde que se establecieron los Objetivos de Desarrollo del Milenio, incluso cuando el objetivo de reducir las muertes infantiles a dos tercios aún no se ha alcanzado”, dijo el autor principal, Dr. Li Liu, de la Escuela de Salud Pública Johns Hopkins Bloomberg.

“El problema es que este progreso es desigual en todos los países, lo cual representa una mayor tasa de mortalidad infantil que persiste en muchos de ellos. Se necesita un progreso considerable en países de África subsahariana y Asia del Sur para alcanzar el objetivo de supervivencia infantil de los Objetivos de Desarrollo del Milenio”.

Para mejorar la supervivencia infantil en las regiones peor afectadas, el estudio recomienda la lactancia materna, vacunas para neumonía, malaria y diarrea, y mejorar el agua y la higiene.

Cuba, Francia, Estados Unidos y la cuestión de los derechos humanos

Salim Lamrani
Université de La Réunion

Introducción

La cuestión de los derechos humanos en Cuba siempre suscita muchas controversias en Occidente. Los medios de comunicación siempre se muestran unánimes para estigmatizar a las autoridades de La Habana, acusándolas particularmente de perpetrar violaciones masivas de los derechos fundamentales de sus ciudadanos. Las clases políticas –con algunas excepciones– no se quedan a la zaga y regularmente señalan a la isla del Caribe sobre este tema. Se puede notar una constancia: la oposición cubana ocupa el espacio mediático en Europa y en Estados Unidos y, al mismo tiempo, se silencia sistemáticamente el punto de vista del Gobierno cubano sobre estos tópicos cruciales.

No obstante resulta relativamente sencillo forjarse una opinión sobre los derechos humanos en Cuba y en el planeta. Amnistía Internacional, organización fundada en 1961, publica cada año un informe sobre la situación de los derechos humanos a nivel mundial. Así, para conseguir una imagen global, basta con consultar los estudios anuales que están disponibles en varios idiomas. Los medios de comunicación no vacilan en basarse en estos trabajos para evocar la problemática de los derechos humanos en Cuba. Sin embargo es asombroso observar que no se propone a la opinión pública ningún análisis comparativo. ¿Por qué no comparar, por ejemplo, los últimos informes de Amnistía Internacional sobre Cuba con los de Francia y Estados Unidos? ¿Acaso no permitiría a la opinión pública hacerse una idea más precisa de la realidad de los derechos humanos en Cuba tomando como referencias dos grandes democracias occidentales que a menudo se erigen en jueces moralizadores?

El estudio comparativo es un ejercicio científico saludable que permite romper los clichés y prejuicios. Este artículo propone presentar las conclusiones de Amnistía Internacional sobre la situación de los derechos humanos en Cuba, Francia y Estados Unidos. El objetivo es brindar al público hechos concretos que le permitan forjarse una opinión más justa sobre la Cuba de hoy.

Los derechos humanos en Cuba

Según el último informe de Amnistía Internacional “las libertades de expresión, de asociación y de circulación todavía son sometidas a restricciones draconianas”. La organización apunta que “se señalaron varios miles de casos de acoso contra los detractores del régimen, de arresto y de detenciones arbitrarias”.[1] AI se hace más precisa y señala que “defensores de los derechos humanos y periodistas” son víctimas de “detenciones de corta duración” que pueden alcanzar las “nueve horas”. Para el año 2015, AI presenta la cifra de 8.600 personas, basándose en los datos de la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional. AI enfatiza por ejemplo que fueron arrestados “tres militantes que habrían intentado acercarse del Papa para evocar los derechos humanos”.

La organización denuncia el hecho de que los opositores sufren “actos de repudio”, es decir, “manifestaciones organizadas por partidarios del régimen con el concurso de agentes de los servicios de seguridad”. AI señala “cargos penales motivados por consideraciones políticas”. Señala también que el aparato judicial se encuentra bajo el control del poder político, sin dar más detalles.

AI recuerda también que las autoridades controlan internet y “bloquean y filtran algunos sitios, lo que restringe el acceso a la información y las críticas antigubernamentales”. AI enfatiza que la red de telefonía móvil no funcionó bien durante la visita del papa en septiembre de 2015.

En cambio AI no señala ningún caso de violencias físicas por parte de las autoridades contra los opositores o los ciudadanos, ni casos de malos tratos, tortura, desaparición o asesinato cometidos por las fuerzas del orden y tampoco cita la presencia de algún preso político.

Los derechos humanos en Francia

En cuanto a Francia, para el año 2015, Amnistía Internacional apunta que las autoridades “persiguieron muchas veces a personas por declaraciones que no constituían incitaciones a la violencia y tenían que ver con el ejercicio legítimo de la libertad de expresión”.[2]

AI enfatiza también que “las autoridades impusieron un arresto domiciliario a 26 militantes ecologistas en el marco de la COP21 por su supuesta participación en manifestaciones violentas en el pasado”.

La organización denuncia la adopción de “una nueva ley que autoriza la vigilancia masiva de todas las comunicaciones electrónicas con destino a –o procedentes del– exterior”. El poder ejecutivo puede autorizar este tipo de vigilancia “sin ninguna consulta previa ni control judicial independiente, con el objetivo de alcanzar metas definidas en términos vagos”.

AI condena también las violaciones reiteradas de los “derechos de los refugiados y de los migrantes”. Subraya que las condiciones de vida en el campamento de Calais se asemejan a “un trato inhumano”, basándose en un informe del Consejo de Estado. La entidad expresa también su preocupación “ante los actos de violencia, acoso y malos tratos cometidos contra los migrantes y los que solicitan asilo por parte de agentes de las fuerzas del orden en Calais”. AI lamenta “el recurso abusivo a la detención administrativa contra los migrantes de Calais”. La organización enfatiza que “menores no acompañados fueron encarcelados con frecuencia en la ‘zona de espera’ del aeropuerto Roissy-Charles-de Gaulle”.

AI lista varios casos de “discriminación” contra poblaciones gitanas procedentes de Rumanía, apuntando que “migrantes y personas que solicitan asilo también fueron expulsadas por la fuerza de campamentos improvisados durante todo el año”.

AI recuerda también que la Corte Europea de los Derechos Humanos ha incluido en su agenda “tres casos relativos a personas transexuales que no pudieron conseguir el reconocimiento de su género femenino en el registro civil”.

AI informa por fin de atentados contra “la libertad de expresión” señalando la condena de 14 personas que “participaron a iniciativas no violentas en un supermercado para llamar al boicot de los productos israelíes”.

Los derechos humanos en Estados Unidos

En cuanto a Estados Unidos, AI denuncia la impunidad persistente para las autoridades responsables de crímenes.[3] Así, “no se ha [..] adoptado ninguna medida para poner fin a la impunidad por las violaciones sistemáticas de derechos humanos cometidas en el marco del programa de detención secreta gestionado por la CIA”. La organización apunta que “la mayoría de los detenidos, si no todos, habían sido sometidos a desaparición forzada y a condiciones de reclusión y/o técnicas de interrogatorio que violaban la prohibición de la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes”.

AI denuncia la persistencia de detenciones arbitrarias y apunta que “se siguieron negando los derechos humanos a los detenidos de Guantánamo”. “Al concluir el año había 107 hombres recluidos en Guantánamo. La mayoría estaban recluidos sin cargos ni juicio”.

AI señala también las violencias policiales y enfatiza que “al menos 43 personas murieron en 25 estados tras recibir descargas de armas Taser a manos de la policía, con lo que el total de fallecidos en esas circunstancias desde 2001 se elevó al menos a 670”. La organización recuerda que “la mayoría de las víctimas no iban armadas ni parecían representar una amenaza de muerte o lesión grave cuando se recurrió al arma Taser”.

AI denuncia varios centenares de homicidios cometidos por las fuerzas del orden. Subraya que “entre 458 y más de 1.000” personas fueron asesinadas por “funcionarios encargados de hacer cumplir la ley” en 2015. La organización enfatiza un hecho recurrente: “Según los limitados datos disponibles, entre las víctimas de homicidio policial había una cantidad desproporcionada de hombres negros”.

AI condena las violencias contra los migrantes y particularmente contra los “más de 35.000 menores de edad no acompañados”. Subraya que muchas familias “estaban recluidas en centros sin acceso adecuado a atención médica, a asistencia letrada ni a alimentos y agua que cumplieran con las normas sanitarias”. La organización apunta también discriminaciones contra las minorías sexuales recordando que “A las personas transexuales se las detenía habitualmente según su género de nacimiento, lo que las hacía más vulnerables a sufrir abusos o se las recluía en régimen de aislamiento y sin acceso a terapia hormonal”.

En cuanto a los derechos de las mujeres, AI recuerda que “las mujeres indígenas que habían sido violadas seguían sin tener acceso a asistencia básica, incluidos exámenes médicos y otros servicios básicos de salud, como medidas de anticoncepción de urgencia”. Agrega que “las mujeres indígenas seguían sufriendo niveles desproporcionados de violencia y tenían unas probabilidades 2,5 veces más altas de ser violadas o agredidas sexualmente que las demás mujeres del país”. AI apunta también “una gran disparidad en el acceso de las mujeres a la atención a la salud sexual y reproductiva, incluida la atención a la salud materna. Las mujeres afroamericanas seguían teniendo casi cuatro veces más probabilidades de morir por complicaciones relacionadas con el embarazo que las mujeres blancas”. AI denuncia también los ataques cometidos contra el derecho de las mujeres a disponer libremente de su cuerpo recordando que “se presentaron en múltiples estados más de 230 proyectos de ley cuyo propósito era restringir el acceso a un aborto legal y seguro”.

Respecto a las condiciones de encarcelamiento AI recuerda que más de 80.000 presos (sobre una población encarcelada de 2,2 millones de personas) están “recluidos […] en condiciones de privación física y social en las prisiones federales y estatales de todo el país”. En cuanto a la pena capital, la organización apunta que 27 hombres –entre ellos uno de 74 años– y una mujer fueron ejecutados en 2015 y que hay “3.000 personas pendientes de ejecución”. AI subraya también que un enfermo mental, Warren Hill, fue ejecutado el 27 de enero de 2015. Apunta que “todos los expertos que lo evaluaron, incluidos los convocados por el estado, coincidieron en que tenía una discapacidad intelectual que convertía su ejecución en inconstitucional”.

Una comparación necesaria

La lectura de estos tres informes es reveladora. Así, mientras que se estigmatiza constantemente a Cuba sobre el tema de los derechos humanos, una comparación de las conclusiones de AI pulveriza los clichés sobre la isla. En Cuba AI no ha reportado casos de violación de los derechos de los refugiados y migrantes (Francia, EE UU), de trato inhumano (Francia, EE UU), de actos de violencia y de malos tratos cometidos por las fuerzas del orden (Francia, EE UU), de menores encarcelados (Francia, EE UU), de discriminación contra las minorías (Francia, EE UU), de discriminación contra las personas transexuales (Francia, EE UU), de impunidad para las autoridades responsables de crímenes (EE UU), de desaparición forzada (EE UU), de tortura y otros tratos crueles, inhumanos y degradantes (EE UU), de violencias policiacas (EE UU), de homicidio cometido por las fuerzas del orden (EE UU), de homicidio cometido por las fuerzas del orden en mayoría contra hombres negros (EE UU), de personas privadas de alimentos, agua potable y atención médica por las autoridades (EE UU), de violación reiterada de los derechos de las mujeres procedentes de las minorías (EE UU), de privación de servicios básicos de salud y otros servicios esenciales para mujeres víctimas de violación (EE UU), de discriminación contra las mujeres embarazadas por su origen étnico (EE UU), de ataques contra el derecho de las mujeres a disponer libremente de su cuerpo (EE UU), de presos detenidos en condiciones de privación física y exclusión social (EE UU), de pena de muerte aplicada (EE UU), de pena de muerte aplicada contra una mujer (EE UU), de pena de muerte aplicada contra un hombre de 74 años (EE UU), de pena de muerte aplicada contra un enfermo mental (EE UU) o de pena de muerte aplicada en violación de la Constitución del país (EE UU).

Así, cuando se hace este comparativo, resulta difícil para Francia o Estados Unidos erigirse en fiscal sobre la problemática de los derechos humanos. Ségolène Royal, ministra francesa de Ecología, dio prueba de clarividencia recordando lo siguiente: “Francia no tiene lecciones que dar” a Cuba.[4] Por su parte, el futuro presidente Donald Trump, se mostró menos inspirado exigiendo de Cuba una mejora de la situación de los derechos humanos y la instauración de una economía de mercado[5]. No cabe duda de que pondrá su opinión en tela de juicio tras la lectura del informe de AI sobre Estados Unidos.

Conclusión

La comparación de los distintos informes de Amnistía Internacional arroja una luz significativa. Contra todo pronóstico Cuba presenta un mejor balance que su principal detractor, Estados Unidos. Del lado de Francia, las críticas que emite AI incitan a la humildad. Así, ni Francia ni EE UU tienen la autoridad moral necesaria para erigirse en juez.

Es importante recordar que los informes de Amnistía Internacional nunca evocan el respeto de los derechos económicos y sociales –que son derechos humanos fundamentales– tales como el acceso a la alimentación, la vivienda, la seguridad, la educación, la salud, la cultura, el deporte, la recreación, campos en los cuales Cuba sobresale según todos los organismos de las Naciones Unidas, que citan su sistema de protección social como el ejemplo a seguir. Un dato es elocuente: según la UNICEF, el único país de América Latina y del Tercer Mundo que ha erradicado la desnutrición infantil es Cuba.

Los informes de Amnistía Internacional contradicen los discursos occidentales sobre Cuba. Los medios de comunicación, al proporcionar una información parcial, orientada y sin ninguna puesta en perspectiva de la situación cubana con el resto del mundo, en vez de informar a la opinión pública, la engañan y construyen una imagen de la isla del Caribe que no corresponde a la realidad.

*Doctor en Estudios Ibéricos y Latinoamericanos de la Universidad Paris Sorbonne-Paris IV, Salim Lamrani es profesor titular de la Universidad de La Reunión y periodista, especialista de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Su último libro se titula Cuba, ¡palabra a la defensa!, Hondarribia, Editorial Hiru, 2016.


[1]Amnesty International, «Rapport 2015-2016: Cuba », 2016. https://www.amnesty.org/fr/countries/americas/cuba/report-cuba/ (sitio consultado el 6 de diciembre de 2016).

[2]Amnesty International, «Rapport 2015-2016: Cuba », 2016. https://www.amnesty.org/fr/countries/europe-and-central-asia/france/report-france/ (sitio consultado el 6 de diciembre de 2016).

[3]Amnistía Internacional, «Rapport 2015-2016: Cuba», 2016. https://www.amnesty.org/fr/countries/americas/united-states-of-america/report-united-states-of-america/ (sitio consultado el 6 de diciembre de 2016).

[4]Le Figaro, «Ségolène Royal fait l’éloge de Fidel Castro, tollé dans la classe politique», 4 de diciembre de 2016.

[5]L’Express, «Trump menace de mettre fin au rapprochement avec Cuba», 28 de noviembre de 2016.

A fin de cuentas, Fidel Castro tuvo razón sobre el papel de EEUU en América Latina

Mark Weisbrot, CEPR

Las reacciones en torno a la muerte de Fidel Castro Ruz han puesto de manifiesto las diferentes formas en que se percibe en todo el mundo al revolucionario cubano y por mucho tiempo jefe de Estado. La mayor parte del mundo ve con admiración a Castro y a Cuba como protagonistas de un hito heroico, al levantarse contra un imperio intimidatorio y de inmenso poder, en defensa de su soberanía nacional, y todavía haber vivido para contarlo. Sin hablar de las millones de personas que se han visto beneficiadas por la ayuda que prestan los médicos y el personal de salud cubanos, junto a otros actos de solidaridad internacional quizá inigualables en la historia moderna, sobre todo tratándose de una nación del nivel de ingresos y del tamaño de Cuba..

En las entrañas de la potencia intimidatoria, las cosas lucen de otro modo. No solo nos referimos a las declaraciones poco corteses por parte de Donald Trump acerca del fallecimiento de Castro, las cuales son fieles a su estilo y buscan complacer a la menguante pero todavía influyente base republicana de cubano-americanos de derecha en Florida. Citemos el subtítulo del New York Times (la traducción de la versión en inglés) en su obituario dedicado a Fidel:
“El Sr. Castro trajo la guerra fría al hemisferio occidental, atormentó a 11 presidentes estadounidenses y llevó brevemente al mundo al borde de una guerra nuclear”.Detengámonos por un momento en un simple elemento de este humor involuntario: ¿quién fue en realidad quien trajo la guerra fría a este hemisferio? Pocos años antes de la Revolución cubana, Washington derrocó al gobierno democráticamente electo de Guatemala, bajo el falso pretexto de que constituía una cabeza de playa para el comunismo soviético en el hemisferio. Ese acto marcó el comienzo de casi cuatro décadas de dictadura y de una violencia de Estado espantosa, la cual sería luego calificada como genocidio por la ONU. En 1999, el presidente Bill Clinton pidió disculpas por el papel de EE.UU. en dicho genocidio.

Pero lo que en realidad valida la visión de Castro ― que coincide con la interpretación de la mayor parte del mundo ― en torno al enfrentamiento de EE.UU. contra Cuba, aún más que las cuatro primeras décadas del bloque por parte de EE.UU. y demás intervenciones contra Cuba, es lo que ha ocurrido en América Latina en el siglo XXI. En esta época, los gobiernos de izquierda llegaron al poder mediante elecciones democráticas a una escala sin precedentes. Los gobiernos de izquierda fueron electos, y en ciertos países reelectos, primero en Venezuela, luego en Brasil, Argentina, Uruguay, Bolivia, Honduras, Chile, Nicaragua, Ecuador, Paraguay y El Salvador. Algunos de los nuevos presidentes habían sido perseguidos, encarcelados o torturados bajo las dictaduras apoyadas por EE.UU. Y todos coincidían con la opinión de Fidel Castro en cuanto al papel de Estados Unidos en América Latina..

Aunque la Unión Soviética ya había quedado en el pasado por más de una década, la "guerra fría" a la que Cuba se enfrentaba resultó estar vivita y coleando en el siglo XXI. La postura de Washington hacia la mayoría de estos gobiernos era hostil y parecía querer dotarse de oportunidades para deshacerse de los mismos por cualquier medio que fuera necesario. Por supuesto, ya no se trataba de 1960; por lo cual ya no se podrían declarar bloqueos u organizar campañas de invasión como se hizo con Cuba. No obstante, EE.UU. participó en el golpe de Estado de 2002 en Venezuela y apoyó otros intentos fuera del marco de la ley para deshacerse de su gobierno. Washington también hizo todo a su alcance para ayudar a consolidar el golpe militar de 2009 en Honduras, y Hillary Clinton admitió en su libro de 2014 haberse esforzado con éxito para evitar que el presidente democráticamente electo, Manuel Zelaya, volviera a su cargo. El Gobierno de EE.UU. también ayudó a consolidar el golpe de Estado parlamentario en Paraguay en el año 2012..

EE.UU. también le ha brindado su respaldo al reciente resurgimiento de la derecha en América Latina. Cuando Mauricio Macri asumió el cargo de presidente de Argentina en diciembre de 2015, la gestión de Obama levantó su bloqueo a los préstamos concedidos por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y otros órganos multilaterales de financiación, que había puesto en marcha contra el anterior gobierno de izquierda. El juez de Nueva York que había puesto en situación de rehenes a más de 90% de los acreedores de Argentina en nombre de los fondos buitre de EE.UU. también levantó su medida, que dejó así en evidencia un acto político. La gestión de Obama también hizo patente su apoyo al reciente golpe de Estado parlamentario en Brasil..

Resulta que Fidel Castro siempre tuvo razón sobre la política de Estados Unidos hacia América Latina. Es asombrosa la continuidad de dicha política, desde lo más alto de la guerra fría hasta el mismísimo momento actual, dado lo mucho que ha cambiado el mundo. Lo anterior debería hacer que cualquiera se pregunte qué tanto habrán tenido que ver con todo esto la ex Unión Soviética o cualquiera de los demás pretextos que nos han sido expuestos para justificar la intervención de EE.UU. en el hemisferio a lo largo de las últimas seis décadas; por ejemplo, los “derechos humanos”..

Puede que esta vergonzosa realidad atraiga mayor atención ahora que contamos con un presidente electo que habla y actúa como el matón que EE.UU. de hecho ha sido en América Latina durante tanto tiempo. Las cuestiones de óptica tienen su importancia. El gobierno de Obama fue por lo menos igual de malo que el de George W. Bush en el caso de este hemisferio. (La apertura de relaciones con Cuba ciertamente representa un cambio histórico y constituye un reconocimiento de que 55 años de bloqueo no han logrado el deseado cambio de régimen. Sin embargo, se trata menos de un cambio de política que un giro hacia un medio potencialmente más eficaz para lograr el mismo objetivo). No obstante, George W. Bush recibió una cobertura mucho peor que el presidente Obama, lo cual sin duda hizo cierta diferencia..

Por primera vez en muchos años, EE.UU. ahora cuenta con aliados importantes en América del Sur que consideran que los intereses regionales de Washington son idénticos a los suyos. Se trata de los nuevos gobiernos de derecha de Brasil, Argentina y Perú. Eso ya había puesto a Washington en pie de lucha bajo la actual gestión. Trump ha dado a entender que sería más agresivo contra Cuba, aunque no queda claro si querría frenar los intereses empresariales estadounidenses que desde hace muchos años han deseado la apertura del país isleño. Pero vendrá siendo un aliado mucho menos digerible públicamente para los nuevos gobiernos de derecha de la región..