Por Dr. Néstor García Iturbe
“La sensación de cumplir con el más sagrado de los deberes,
luchar contra el imperialismo donde quiera que esté”
Che
Desde mucho antes de que Donald Trump ganara las elecciones presidenciales de Estados Unidos, ya se encontraba en guerra.
En aquellos momentos, la guerra no era solamente contra Hillary Clinton y eso que en Estados Unidos llaman Partido Demócrata, sus pronunciamientos y promesas de lo que haría si llegaba a la Casa Blanca, le abrió otro frente de combate mucho más amplio, en este caso, con miembros de lo que también en Estados Unidos llaman Partido Republicano, casualmente, el propio grupo que se suponía lo apoyaría.
A la guerra contra Trump, principalmente se sumaron los latinos, por la promesa del muro y las acciones contra los inmigrantes ilegales, los afro descendientes, los cuales tenían cifradas sus esperanzas en que los llamados Demócratas al fin se acordarían de ellos, algo que Obama había prometido y nunca cumplió, también una buena parte de las mujeres expresaron su oposición a Trump, al igual que otros sectores de la población.
Las promesas de cancelar los Acuerdos TPP firmados con otros países, con el propósito de que se invirtiera en Estados Unidos y no siguieran disminuyendo los puestos de trabajo, mientras aumentaban en el exterior, le trajo algunas enemistades y más enemigos a sus aspiraciones presidenciales. Algunos países también consideraron esto como una agresión, pues afectaría sus economías internas, los planes de desarrollo y el dinero del que pesaban apropiarse cuando hicieran los arreglos correspondientes con las empresas inversionistas, los sobornos.
Desde muy temprano la gran prensa comenzó sus ataque contra Trump, las empresas encuestadoras, en repetidas oportunidades y sobre todo en los días cercanos a las elecciones, no le daban la más mínima esperanza de triunfo, siempre perdía, como mínimo por seis o siete puntos, Esto también tuvo su repercusión en otros países, donde la prensa de dichas naciones repetía al dedillo lo que la gran prensa estadounidense divulgaba. A la guerra se sumaron los representantes de las más altas esferas de la clase dominante estadounidense, sin embargo, de aquella guerra, a la que se habían sumado tantas fuerzas importantes del “establishment”, salió triunfador y utilizando las debilidades y deficiencias del sistema electoral de su país, recibió los votos compromisarios necesarios, para ser reconocido como el presidente de los Estados Unidos.
La primera fase de la guerra había terminado. Ya era presidente. Eso marcó el inicio de la segunda fase de la guerra.
El “establishment” no vio con tranquilidad el haber perdido esa batalla y sobre todo, al parecer, Trump había tomado en serio sus promesas electorales y daba señales de que se disponía a cumplirlas, lo cual complicaba más la situación, al este no tener compromisos, ni con los principales representantes de la clase dominante, ni con muchos políticos del grupo llamado Partido Republicano y menos con los llamados Demócratas.
Esta segunda fase de la guerra se organizó mediante la participación de movimientos populares descontentos con que Trump hubiera ganado la presidencia, sobre lo cual no tenían nada que hacer, era el sistema. De aquellos que la propaganda de los grandes medios incitaba a protestar por las posibles medidas que Trump tomaría durante su administración, con las que se sentían afectados latinos, mujeres e inmigrantes ilegales existentes en Estados Unidos.-
El mejoramiento de las relaciones con Rusia, de lo cual Trump había hablado varias veces, después derivó en una campaña sobre la posibilidad de que las elecciones estadounidense hubieran sido “hackeadas” para beneficiarlo, además de esto, se desató una ofensiva donde participaron varios elementos del “establishment”, principalmente la prensa, que en muchas oportunidades publicaba noticias de “comentarios realizados por personas que no deseaban se citara su nombre”, el típico rumor propio de una medida activa confeccionada con el único propósito de dañar la imagen de alguien o de divulgar un rumor en su contra, de su familia o de los miembros de su administración, tal y como establece Glen Sharp en su libro sobre la subversión política ideológica.
Cada dificultad de Trump en los ajetreos de las primeras semanas de su administración, se publicaron a toda página como serios errores, sin respetar lo establecido como un “acuerdo de caballeros”, de que cualquiera que llegara por primera vez a la Casa Blanca tendría 100 días de tregua para que ganara experiencia, como se hizo con todos y cada uno de su antecesores, que también cometieron errores, propusieron nombramientos de miembros del gabinete que no fueron aceptados y leyes, que al no haber sido adecuadamente coordinadas con el Congreso, no recibieron la aceptación de este.
Con dificultades y ganando experiencia para comportarse como un presidente más, de los que han estado en la Casa Blanca, puede decirse que ha superado, en un alto grado, la situación que confrontaba.
Ahora Trump se encuentra en la tercera fase de la guerra. Evidentemente en esta fase, con más experiencia, actúa de manera tal, que muchos de los que se consideraban su enemigo, han comenzado a verlo de otra forma. En definitiva, era el presidente y si podían actuar de conjunto con el mismo, obtendrían mayores beneficios.
El primer paso de Trump para salir de los ataques, fue solicitar 54 billones de dólares de aumento para el presupuesto de Defensa. Las grande corporaciones del Complejo Militar Industrial sacaron la cuenta de cuánto podía corresponderle a cada una, eso calmó sus ánimos y determinó que el presidente estaba actuando correctamente.
Otra acción que vieron con agrado toda una serie de fuerzas amantes de la guerra, entre ellas Hillary Clinton, fue el bombardeo a la base Siria con los cohetes Tomahawk. Un trampa que le tendieron a Trump, para que diera la orden de ataque sin tan siquiera verificar quién realmente utilizó el gas, de lo que se acusó al gobierno Sirio.
Esa desastrosa operación en momento alguno ha mostrado la eficiencia del Pentágono en ese tipo de guerra. Se lanzaron 59 misiles, de los cuales llegaron a la base solamente 23, menos del 50 por ciento. Los otros misiles cayeron sobre ciudades y lugares donde habita la población civil, causando cientos de heridos y muertos.
Por el precio de cada misil 1,45 millones, la operación en total costó mas de 85,5 millones de dólares, los misiles que cayeron en la base costaron 33,3 millones, todo eso sin contar el costo del traslado en los buques que los lanzaron.
Los resultados fueron 6 aviones que estaban reparándose, destruidos, algunas naves, destruidas, un pequeño número de efectivos muertos y otros heridos. La pista del aeropuerto, a las dos horas, ya estaba en condiciones operativas. Un hombre de negocios como Trump, debe comprender que el costo fue alto para los resultados obtenidos, pero quizás eso no le importó mucho, lo principal es que dio muestras de ser “un tipo duro” y de indirectamente enfrentarse a los rusos. Eso para él, en estos momentos vale mucho.
La gran prensa comento la noticia, la mayoría con frases de apoyo, un grupo solamente comentando y solo un órgano de prensa criticó la acción. Un buen resultado, que beneficia su imagen y crea antecedentes de apoyo al presidente de la nación.
Hace pocos días, seguramente tomando en consideración el éxito alcanzado por la anterior acción bélica, el presidente ordenó otro ataque, este en Afganistán, utilizando lo que se ha denominado “La Madre de Todas las Bombas”. Según informó el Pentágono este artefacto se había lanzado sobre una zona donde las fuerzas del Estado Islámico transitan por túneles que ellos construyeron. Los túneles fueron destruidos y se reportó por un vocero de las fuerzas armadas de Afganistán la muerte de 94 miembros del ISIS, no teniendo que lamentar bajas civiles ( esto es lo que dice el vocero). Aplausos para el presidente en su guerra contra el terrorismo.
La “Madre de Todas las Bombas” costó 15,7 millones de dólares, más lo que costó que el avión C-130 la transportara. De acuerdo con la cantidad de terroristas reportados muertos, el aniquilamiento de cada uno costó al contribuyente estadounidense 167,000 dólares ¿ No es un poco caro este método?
El lanzar esta súper bomba tiene el mismo propósito del lanzamiento de los 59 misiles, darse a respetar y formular una amenaza implícita a todo aquel que de una forma u otra no esté de acuerdo con los intereses de la clase dominante estadounidense, comúnmente conocida como su “Seguridad Nacional”.
La bomba GBU-43/B Massive Ordnance Air Blast (MOAB) fue producida en el año 2003, pero hasta el 13 de abril del 2017 no había sido utilizada, llevaba 14 años en almacén, esperando que alguien necesitara dar un golpe de efecto con su lanzamiento. Según conocimos se fabricaron 20 de estas bombas, por lo que al Pentágono le deben quedar 19 para repetir este tipo de acción.
Cómo existe una “Madre de todas las Bombas”, también existe el “Padre”, en este caso fabricado por Rusia, conocido como Aviation Thermobaric Bomb of Increased Power (ATBIP)Russian: Авиационная вакуумная бомба повышенной мощности (АВБПМ), conocido como"Father of All Bombs" (FOAB) Russian: "Отец всех бомб". No tenemos el dato del costo de este otro artefacto, pero se plantea fue elaborado en el año 2007, solamente se han hecho pruebas con ella, pero no se ha utilizado en acciones bélicas.
De acuerdo con los datos técnicos, la “Madre” es portadora de explosivo equivalente a 11 toneladas de TNT y su explosión destruye todo lo que encuentre en un radio de 150 metros. El “Padre” cuenta con una carga similar a 44 toneladas de TNT y la capacidad de destrucción es de 300 metros. Ambas bombas no se consideran nucleares, debido al tipo de explosivo con que cuentan. Una familia peligrosa.
Otra aventura en la que recientemente se ha involucrado Estados Unidos, está relacionada con la capacidad nuclear de Corea del Norte. El presidente dio órdenes de que se situaran en las aguas cercanas a Corea del Norte el portaviones Carl Vinson, con su grupo de batalla y tres destructores portadores de misiles dirigidos, además de eso se refuerza el grupo con dos submarinos portadores cada uno de ciento cincuenta misiles TOMAHAWK.
La respuesta coreana no se hizo esperar. El día 15 de abril lanzaron un misil con dirección al mar de Japón, el cual tuvo desperfectos técnicos, pero lo lanzaron. Declararon que seguirán con el desarrollo de su programa nuclear, de los misiles portadores y en la preparación de sus fuerzas, por si continúa la guerra en la península, que se encuentra durante años en la fase de armisticio.
Llevar a esa zona los misiles TOMAHAWK, después de la experiencia sufrida con ellos en Siria, pudiera decirse que expande hasta territorio chino el peligro de que alguno de ellos, desviado por los defectos técnicos que presenta, caiga del otro lado de la frontera. Según recientes declaraciones de Panetta, que fuera, entre otros cargos, Director de la CIA y Asesor del presidente, la aventura norcoreana pudiera costar 20 millones de vidas en Seúl. El no cuenta las bajas que pudiera tener la tropa estadounidenses, de cerca de 30,000 hombres, acantonada en distintos lugares de Corea del Sur.
La realidad es que la filosofía guerrerista ha beneficiado a Trump y él lo sabe, de ahí que seguramente continuará utilizándola para lograr la disminución de las críticas a sus acciones en política interna y el apoyo en las de política exterior, todo lo cual pudiera permitirle llevar adelante algunas de sus ideas y promesas, siempre y cuando establezca las coordinaciones correspondientes con los intereses que pudieran ser afectados para llegar a un acuerdo beneficioso para ambos y “hacerles una oferta que no puedan rechazar”.
Todo esto se ha reflejado también en algunos cambios de objetivos en cuanto las próximas actividades que debe desarrollar. Ya cambió la idea de apoyar a Sadat, por la de derrocarlo. Las relaciones con Rusia no serán tan amplias como había prometido y estarán influenciadas por distintos enfrentamientos en el campo internacional. Sobre el TPP planteó que “habría sorpresas agradables”, lo que indica que no va a dejar desprotegidos a sus más fieles aliados, México y Canadá. Al parecer sus relaciones con China van a ser fructíferas, no tan hostiles como cuando habló por teléfono con el mandatario de Taiwán y cuando llamó al país “manipulador de divisas”.
Planteó que ahora apoyaba al Banco de Importaciones y Exportaciones (Import and Export Bank), a diferencia de su posición anterior, debido a que lo consideraba algo beneficioso para los pequeños negocios. En cuanto a la OTAN, reconoció que la había calificado de “obsoleta”, pero que ya no era “obsoleta”, sin explicar adecuadamente el cambio de opinión, aunque mantuvo lo dicho anteriormente de que los países miembros paguen sus obligaciones financieras con la organización, lo que disminuiría el aporte estadounidense. Cómo dice el dicho popular “ una cosa es con guitarra y otra es con violín.”
Ahora es cuando se incrementa la peligrosidad de Trump.
La comunidad de intereses con la mayor parte de la clase dominante, lo puede hacer sentirse como si de verdad fuera el presidente y además de las aventuras guerreristas en Asia y el Medio Oriente, pensar en solucionar algunos problemas del “patio trasero”, a los cuales no les ha podido dar toda la atención requerida y en lo que seguramente varios miembros del “establishment” estarán de acuerdo con él.
A nadie se le escapa que Venezuela es uno de esos “problemas”. El comando Sur tiene todo preparado para la agresión. Los que se sumarán a la misma, para poder llevar a cabo la “respuesta regional”, Colombia, Brasil, Argentina, Chile, Panamá y Honduras también están preparados. Lo importante es que el pueblo de Venezuela y la Fuerzas Armadas Bolivarianas, también están preparados, en este caso para defender su patria y las conquistas obtenidas.
En esta operación, las fuerzas contrarias al gobierno de Maduro, van a incrementar los incidentes callejeros, las protestas, los actos vandálicos y si es posible, las muertes, para que Estados Unidos puedan declarar la “ingobernabilidad” y cumpliendo el “derecho a proteger”, que nadie les ha dado, desarrollar una “intervención humanitaria” donde los muertos los pondrán los revolucionarios, todo esto con la complacencia de Almagro, el Secretario General de la OEA.
El otro problema que pudiera ocupar el tiempo de Trump se llama Cuba. Muchos se extrañaban de que Trump no hubiera realizado declaraciones sobre Cuba después de llegar a la Casa Blanca, algunos las esperaban ansiosos, con la idea de que continuaría una política hostil y otros, fundamentalmente dentro de la Mafia de Miami, han tratado de provocarlas.
Con los problemas que ha tenido el presidente estadounidense en las primeras semanas de gobierno, era bastante difícil que se ocupara de Cuba, sobre todo porque de una forma u otra las relaciones se han estado desarrollando sin grandes contratiempos, algunas empresas estadounidenses ya están obteniendo ganancias por los viajes a Cuba, otras en proceso de hacerlo y en ningún momento ha existido un clima de hostilidad hacia la representación de Estados Unidos en la Habana, ni contra sus ciudadanos, que semanalmente arriban por cientos. Somos vecinos y fundamentado en eso se mantienen las relaciones, de forma tal que ambos obtengan beneficios, sin hacer concesiones de principio.
Existen diferencias de opiniones sobre toda una serie de situaciones en el campo internacional, cada país tiene las suyas y las expresa libre y ampliamente. Cada cual respeta las del otro y no condiciona las relaciones a un cambio de posición. Así podemos continuar avanzando, lentamente, pero avanzando, hasta el día en que desaparezca el bloqueo económico, comercial y financiero, lo cual marcará una nueva etapa, a la cual todos tendremos que adaptarnos. No será la normalización, pero estaremos más cerca de ella.
Los programas de subversión político ideológica, desarrollados por distintos presidentes de Estados Unidos anteriores a Trump y en especial por Obama, continuarán funcionando y la guerra contra la Revolución Cubana se mantendrá, pero dándole prioridad a esta fórmula, con la esperanza de poder implantar la Transición y destruir la Revolución Cubana.
El pueblo cubano conoce de estos propósitos. Con el fortalecimiento político y el desarrollo económico de la nación, puede enfrentarse al imperio y ganar una nueva batalla, un Girón de tiempos modernos, donde el enemigo no llega con un fusil en la mano, llega con un celular, un DVD, una canción, una beca, una película o un libro, todo al estilo USA. El fortalecimiento político debe darnos el discernimiento suficiente para saber que aceptar y que no aceptar, sin autobloquearnos, pero protegiéndonos.
Donald Trump está ganado experiencia y sus posiciones, se acercan cada vez más a las aceptables por el “establishment”, que deseoso de continuar con su política neoliberal, apoyada en cierta manera por el presidente.
Se convierte en algo muy peligroso para los pueblos del mundo.
Era preferible que siguieran atacándose entre ellos y que el sistema llegara a deteriorarse, o al menos que sufriera algunos cambios, que al parecer, ya Trump no tiene mucho interés en que se hagan.
La Habana, 16 de abril 2017