Mi blog sobre Economía

lunes, 8 de mayo de 2017

Venezuela en la hora de los hornos


La dialéctica de la revolución y el enfrentamiento de clases que la impulsa aproxima la crisis venezolana a su inexorable desenlace. Las alternativas son dos y sólo dos: consolidación y avance de la revolución o derrota de la revolución. La brutal ofensiva de la oposición -criminal por sus métodos y sus propósitos antidemocráticos- encuentra en los gobiernos conservadores de la región y en desprestigiados ex gobernantes figurones que inflan su pecho en defensa de la “oposición democrática” en Venezuela y exigen al gobierno de Maduro la inmediata liberación de los “presos políticos”. La canalla mediática y "la embajada" hacen lo suyo y multiplican por mil estas mentiras. Los criminales que incendian un hospital de niños forman parte de esa supuesta legión de demócratas que luchan para deponer la “tiranía” de Maduro. También lo son los terroristas -¿se los puede llamar de otro modo?- que incendian, destruyen, saquean, agreden y matan con total impunidad (protegidos por las policías de las 19 alcaldías opositoras, de las 335 que hay en el país). Si la policía bolivariana -que no lleva armas de fuego desde los tiempos de Chávez- los captura se produce una pasmosa mutación: la derecha y sus medios convierten a esos delincuentes comunes en “presos políticos” y “combatientes por la libertad”, como los que en El Salvador asesinaron a Monseñor Oscar Arnulfo Romero y a los jesuitas de la UCA; o como los “contras” que asolaron la Nicaragua sandinista financiados por la operación “Irán-Contras” planeada y ejecutada desde la Casa Blanca.

Resumiendo: lo que está sucediendo hoy en Venezuela es que la contrarrevolución trata de tomar las calles –y lo ha logrado en varios puntos del país- y producir, junto con el desabastecimiento programado y la guerra económica el caos social que remate en una coyuntura de disolución nacional y desencadene el desplome de la revolución bolivariana. Reflexionando sobre el curso de la revolución de 1848 en Francia Marx escribió unas líneas que, con ciertos recaudos, bien podrían aplicarse a la Venezuela actual. En su célebre El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, describía la situación en París diciendo que “en medio de esta confusión indecible y estrepitosa de fusión, revisión, prórroga de poderes, Constitución, conspiración, coalición, emigración, usurpación y revolución. el burgués, jadeante, gritase como loco a su república parlamentaria: «¡Antes un final terrible que un terror sin fin!»” Sería imprudente no tomar estas palabras muy seriamente, porque eso es precisamente lo que el imperio y sus secuaces tratan de hacer en Venezuela: lograr la aceptación popular de “un final terrible” que ponga término a “un terror sin fin.” A tal efecto Washington aplica la misma receta administrada en tantos países: organizar la oposición y convertirla en la semilla de la contrarrevolución, ofrecerle financiamiento, cobertura mediática y diplomática, armas; inventar sus líderes, fijar la agenda y reclutar a mercenarios y malvivientes de la peor calaña que hagan la tarea sucia de "calentar la calle" matando, destruyendo, incendiando, saqueando, mientras sus principales dirigentes se fotografían con presidentes, ministros, el Secretario General de la OEA y demás agentes del imperio. Esto mismo hicieron hace unos años con gran éxito en Libia, en donde Washington y sus compinches inventaron los “combatientes por la libertad” en Benghasi. La prensa hegemónica difundió esa falsa noticia a los cuatro vientos y la OTAN hizo lo que hacía falta. El resultado final: destrucción de Libia bombardeada a mansalva durante meses, caída y linchamiento de Gadafi, entre las risotadas de una hiena llamada Hillary Clinton. En Venezuela están aplicando el mismo plan, con bandas armadas que destruyen y matan lo que sea ante una policía poco menos que indefensa.

Por comparación, la ofensiva imperial lanzada contra Salvador Allende en los años setentas fue un juego de niños al lado de la inaudita ferocidad del ataque sobre Venezuela. No hubo en Chile una oposición que contratara bandas criminales para ir por los barrios populares disparando a mansalva para aterrorizar a la población; tampoco un gobierno de un país vecino que apañara el contrabando y el paramilitarismo, y una prensa tan canalla y efectiva como la actual, que hizo de la mentira su religión. Días pasados publicaron la foto de un joven vestido con uniforme de combate y arrojando una bomba molotov sobre un carro de policía y en el epígrafe se habla ¡de la "represión" de las fuerzas de seguridad chavistas cuando eran éstas las que eran reprimidas por los revoltosos! Esa prensa proclama indignada que la represión cobró la vida de más de treinta personas pero oculta aviesamente que la mayoría de los muertos son chavistas y que por lo menos cinco de ellos policías bolivarianos ultimados por los "combatientes por la libertad." Los incendios, saqueos y asesinatos, la incitación y la comisión de actos sediciosos son publicitados como la comprensible exaltación de un pueblo sometido a una monstruosa dictadura que, curiosamente, deja que sus opositores entren y salgan del país a voluntad, visiten a gobiernos amigos o a instituciones putrefactas como la OEA para requerir que su país sea invadido por tropas enemigas, hagan periódicas declaraciones a la prensa, convaliden la violencia desatada, se reúnan en una farsa de Asamblea Nacional, dispongan de un fenomenal aparato mediático que miente como jamás antes, vayan a terceros países a apoyar a candidatos de extrema derecha en elecciones presidenciales sin que ninguno sea molestado por las autoridades. ¡Curiosa dictadura la de Maduro! Todas estas protestas y sus instigadores están encaminadas a un solo fin: garantizar el triunfo de la contrarrevolución y restaurar el viejo orden pre-chavista mediante un caos científicamente programado por gentes como Eugene Sharp y otros consultores de la CIA que han escrito varios manuales de instrucción sobre como desestabilizar gobiernos.[1]

El modelo de transición que anhela la contrarrevolución venezolana no es el "Pacto de la Moncloa" ni ningún pacífico arreglo institucional sino la aplicación a rajatabla del modelo libio. Y, por supuesto, no tienen la menor intención de dialogar, por más concesiones que se les haga. Pidieron una Constituyente y cuando se la otorgan acusan a Maduro de fraguar un autogolpe de estado. Violan la legalidad institucional y la prensa del imperio los exalta como si fueran la quintaesencia de la democracia. No parece que la rehabilitación de Henrique Capriles o inclusive la liberación de Leopoldo López podrían hacer que un sector de la oposición admitiera sentarse en una mesa de diálogo político para salir de la crisis por una vía pacífica porque la voz de mando la tiene el sector insurreccional. La derecha y el imperio huelen sangre y van por más, y medidas apaciguadoras como esas los envalentonaría aún más aunque admito que mi análisis podría estar equivocado. Desde afuera, gentuzas como Luis Almagro que emergen cubiertos de estiércol desde las cloacas del imperio orquestan una campaña internacional contra el gobierno bolivariano. Y países que jamás tuvieron una constitución democrática y surgida de una consulta popular en toda su historia, como Chile, tienen la osadía de pretender dar lecciones de democracia a Venezuela, que tiene una de las mejores constituciones del mundo y, además, aprobadas por un referendo popular.

Maduro ofreció nada menos que convocar a una Constituyente para evitar una guerra civil y la desintegración nacional. Si la oposición confirmara en los próximos días su rechazo a ese gesto patriótico y democrático el único camino que le quedará abierto al gobierno será dejar de lado la excesiva e imprudente tolerancia tenida con los agentes de la contrarrevolución y descargar sobre ellos todo el rigor de la ley, sin concesión alguna. La oposición no violenta será respetada en tanto y en cuanto opere dentro de las reglas del juego democrático y los marcos establecidos por la Constitución; la otra, el ala insurreccional de la oposición, deberá ser reprimida sin demora y sin clemencia. El gobierno bolivariano tuvo una paciencia infinita ante los sediciosos, que en Estados Unidos estarían presos desde el 2014 y algunos, Leopoldo López, por ejemplo, condenado a cadena perpetua o a la pena capital. Su mayor pecado fue haber sido demasiado tolerante y generoso con quienes sólo quieren la victoria de la contrarrevolución a cualquier precio. Pero ese tiempo ya se acabó. La inexorable dialéctica de la revolución establece, con la lógica implacable de la ley de la gravedad, que ahora el gobierno debe reaccionar con toda la fuerza del estado para impedir a tiempo la disolución del orden social, la caída en el abismo de una cruenta guerra civil y la derrota de la revolución. Impedir ese “final terrible” del que hablaba Marx antes del “terror sin fin.” Si el gobierno bolivariano adopta este curso de acción podrá salvar la continuidad del proceso iniciado por Chávez en 1999, sin preocuparse por la ensordecedora gritería de la derecha y sus lenguaraces mediáticos que de todos modos ya hace tiempo vienen aullando, mintiendo e insultando a la revolución y sus protagonistas. Si, en cambio, titubeara y cayera en la imperdonable ilusión de que a los violentos se los puede apaciguar con gestos patrióticos o rezando siete Ave Marías, su futuro tiene el rostro de la derrota, con dos variantes. Uno, un poco menos traumático, terminar como el Sandinismo, derrotado “constitucionalmente” en las urnas en 1989. Sólo que Venezuela está asentada sobre un inmenso mar de petróleo y Nicaragua no, y por eso hay que desterrar el espejismo de que si los sandinistas volvieron al gobierno los chavistas podrían hacer lo propio, diez o quince años después de una eventual derrota. ¡No! El triunfo de la contrarrevolución convertiría de hecho a Venezuela en el estado número 51 de la Unión Americana, y si Washington durante más de un siglo ha demostrado no estar dispuesto a abandonar a Puerto Rico ni en mil años se iría de Venezuela una vez que sus peones derroten al chavismo y se apoderen de este país y su inmensa reserva petrolera. La revolución bolivariana es social y política y, a no olvidarlo, una lucha de liberación nacional. La derrota de la revolución se traduciría en la anexión informal de Venezuela a Estados Unidos. La segunda variante de una posible derrota configuraría el peor escenario. Incapaz de contener a los violentos y de restablecer el orden y una cierta normalidad económica una insurrección violenta aplicaría el modelo libio para acabar con la revolución bolivariana. No olvidar que ahora la número dos del Comando Sur es nada menos que un personaje tan siniestro e inescrupuloso como Liliana Ayalde, quien fuera embajadora de Estados Unidos en Paraguay y Brasil y que en ambos países fue la artífice fundamental de sendos golpes de estado. Una mujer de armas tomar a quien no le temblaría la mano a la hora de lanzar las fuerzas del Comando Sur contra Venezuela, derribar su gobierno y, como en Libia, hacer que una turbamulta organizada por la CIA termine con el linchamiento de Maduro como sucediera con Gadafi, y el exterminio físico de la plana mayor de la revolución. La dirigencia bolivariana, la obra de Chávez y la causa de la emancipación latinoamericana no merecen ninguno de estos dos desenlaces, ninguno de los cuales es inevitable si se relanza la revolución y se aplasta sin miramientos a las fuerzas de la contrarrevolución.
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Nota:
[1] El más completo de esos infames manuales escrito por Eugene Sharp es De la Dictadura a la Democracia publicado en Boston por la Albert Einstein Institution, una ONG pantalla de la CIA. Sharp se considera el creador de la teoría de la “no violencia estratégica”. Para comprender lo que significa esto, y para comprender también lo que está ocurriendo hoy en Venezuela, aconsejo fervientemente leer ese libro y sobre todo el Apéndice, en donde su autor enumera 197 métodos de acción no violentas, entre los que se incluyen “forzar bloqueos económicos”, “falsificar dinero y documentos”, “ocupaciones e invasiones”, etcétera. Todas acciones “no violentas”, como puede verse.

Venezuela y la OEA: la lógica de la retirada

Por Mark Weisbrot

El anuncio por parte de Venezuela de que se retirará de la Organización de los Estados Americanos (OEA) ha sido acogido con la habitual burla de los medios de comunicación estadounidenses, la mayoría de los cuales hace mucho tiempo abandonaron cualquier pretensión de neutralidad periodística con respecto a este país.

No obstante, si tomamos un poco de distancia de la línea de los grandes medios de comunicación, la decisión de Venezuela tiene su lógica. La OEA, y en particular bajo su actual Secretario general, Luis Almagro, no es exactamente el organismo multilateral que pretende ser. Almagro, con el apoyo de los EE.UU., libra desde hace años una guerra santa contra Venezuela. En el 2015, intentó deslegitimar durante meses las elecciones a la Asamblea Nacional venezolana, con la acusación de que serían fraudulentas sin la "ayuda" de los observadores de la OEA.

Su comportamiento fue tan fuera de lugar y repugnante que José Pepe Mujica, el ex presidente de Uruguay, denunció a Almagro, su ex ministro de Relaciones Exteriores. "Lamento el rumbo por el que enfilaste y lo sé irreversible, por eso ahora formalmente te digo adiós y me despido", escribió Mujica, querido y respetado por amplios sectores en Suramérica por su honestidad e integridad. Resulta que Almagro se equivocó por completo, pues las elecciones venezolanas se llevaron a cabo sin problemas y la oposición ganó el 56 por ciento de los votos.

Así las cosas, desde cualquier punto de vista objetivo — independientemente de lo que uno pueda pensar de un lado u otro del conflicto en Venezuela — es difícil considerar la actuación de la OEA como algo distinto a una iniciativa partidista, impulsada por Washington. De hecho, esto nunca habría sucedido hace unos años, cuando la mayoría de los gobiernos suramericanos contaban con una política exterior independiente. Pero hoy día, Brasil, Argentina y Perú tienen gobiernos de derecha que están estrechamente alineados con Washington.

En el 2013, cuando la oposición venezolana inició protestas violentas con el fin de revertir el resultado de una elección presidencial democrática en Venezuela, el entonces Secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, se sumó al gobierno de EE.UU. y al gobierno de derecha de España como los únicos actores diplomáticos del mundo que no reconocerían los resultados — a pesar de no existir fundamento alguno para los reclamos de fraude por parte de la oposición. Sin embargo, tanto España como Insulza tuvieron que retroceder bajo la presión suramericana, y luego el secretario de Estado John Kerry finalmente cedió.

Estados Unidos ha manipulado con éxito a la OEA en muchas ocasiones para deshacerse de los gobiernos que no le agradaban. Entre los ejemplos recientes está Haití en 2011, cuando una comisión de la OEA revirtió de forma ilegítima los resultados de la primera ronda de las elecciones presidenciales de ese país; junto al golpe de Estado en Haití en el 2004, que fue la culminación de un esfuerzo de cuatro años por parte de EE.UU. y sus aliados ― con la ayuda de la OAE ― para derrocar al gobierno democráticamente electo. El papel de EE.UU./OEA en la destrucción de la democracia haitiana ha pasado en gran parte desapercibido porque la mayoría de los haitianos son pobres y negros.

Los gobiernos latinoamericanos dieron una pelea en el caso de Honduras en 2009, cuando EE.UU. buscaba legitimar el gobierno que asaltó el poder por medio de un golpe militar. Pero a fin de cuentas, Washington logró impedir que la OEA tomara la postura deseada por la mayoría: que la OEA no reconociera las elecciones posteriores al golpe hasta que el presidente electo democráticamente, Manuel Zelaya, no regresara al poder. Hillary Clinton (para ese entonces secretaria de Estado) admitió que logró bloquear con éxito el retorno de Zelaya, en su libro de 2014, "Decisiones difíciles".

La manipulación de la OEA por parte de Washington en 2009, en apoyo al gobierno golpista en Honduras, motivó al resto del hemisferio a crear una nueva organización que excluyera a Estados Unidos y a Canadá.

Pero lo peor del actual intento por parte de Trump y la OEA por deslegitimar al gobierno de Venezuela, es que parece orientarse hacia un cambio de régimen fuera de la ley. Se trata de un guión estándar ― la deslegitimación, seguida por el derrocamiento ― y que alienta la violencia, cuando de hecho son necesarias las negociaciones. Es algo especialmente relevante en el caso de una oposición que desde el golpe militar de 2002, apoyado por Estados Unidos, se ha visto dividida en cuanto al uso de tácticas pacíficas o violentas. Aquellas personas que estiman que se trata de esfuerzos para ejercer una "presión" constructiva sobre el gobierno venezolano son ilusas o deshonestas, especialmente cuando dicha presión proviene de una OEA tan abiertamente partidista y dominada por Washington, y que por lo tanto carece de legitimidad propia.

Venezuela requiere de una solución negociada porque sigue siendo una sociedad polarizada. A pesar de una inflación del 400 por ciento, una escasez generalizada de alimentos y una disminución del PIB de 17 por ciento el año pasado, el presidente Maduro cuenta con un índice de aprobación de 24 por ciento, según la encuestadora contraria al gobierno más confiable (Datanalisis). A modo de comparación, se trata de una cifra superior a la de los presidentes de Brasil (10 por ciento), Colombia (16 por ciento) y México (15 por ciento). Existe una base de venezolanos que apoya al partido de gobierno y teme lo que podría ocurrir si la oposición tomara el poder; la cual incluye a los militares.

El cambio de régimen violento con frecuencia tiene consecuencias imprevisibles y terribles. Está a la vista lo que ocurrió cuando Estados Unidos decidió seguir esta estrategia en Irak, Siria, Libia, Haití y en otros lugares. Venezuela necesita cambios, tanto en lo económico como en lo político, pero deben producirse de forma pacífica, por medio del diálogo, de negociaciones y de elecciones. La estrategia estadounidense de manipular a la OEA con fines políticos hará que esto sea mucho más complejo y a la vez fomenta una mayor violencia política en Venezuela.

El actual presidente de la República Dominicana, Danilo Medina, le solicitó hace poco una disculpa a la OEA por haber aprobado la invasión de EE.UU. a su país en 1965. Hay cosas que nunca cambian.

Traducción por George Azariah-Moreno. 

Este artículo fue publicado por Últimas Noticias el 7 de mayo de 2017. Una versión de este artículo fue publicada en inglés por HuffPost el 28 de abril de 2017. Si el texto a continuación aparece distorsionado, por favor pulse aquí para una versión sin errores de formato. Para ver la versión original en inglés, por favor pulse aquí. Si desea publicar este artículo, por favor infórmele a CEPR respondiendo a este mensaje. Si este correo electrónico fue enviado a usted por un tercero, suscríbase a las listas de correo electrónico de CEPR.



Mark Weisbrot es codirector del Centro de Investigación en Economía y Política (Center for Economic and Policy Research, CEPR) en Washington, DC y presidente de la organización Just Foreign Policy. También es autor del libro "Fracaso. Lo que los 'expertos' no entendieron de la economía global" (Akal, Madrid, 2016).

CEPR es un centro de investigación independiente y no partidario, establecido para promover el debate democrático sobre los temas económicos y sociales más importantes que afectan el diario vivir de las personas.

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—Mario Solis Marich, presentador del programa “The Mario Solis Show” en Progressive Talk Radio




Obama demanda “coraje político” a congresistas para evitar derogación de la ley sanitaria




Obama. Foto: AFP.

El expresidente de Estados Unidos, Barack Obama, demandó de los miembros del Congreso un “coraje político” para evitar la derogación de la ley sanitaria que él impulsó en 2010, después de que los republicanos de la Cámara de Representantes aprobaran un proyecto para tal fin.

Durante su intervención al ser galardonado en los Premios Perfiles de Coraje, en la Biblioteca John F. Kennedy de Boston, Obama elogió a los legisladores que votaron a favor de su reforma 7 años atrás, especialmente a aquellos que perdieron sus asientos al hacerlo.

“Es mi ferviente esperanza, y la ferviente esperanza de millones de personas que, independientemente del partido, ese coraje sea todavía posible. Que los miembros de hoy del Congreso estén dispuestos a mirar a los hechos y decir la verdad, incluso cuando eso va contra los dogmas de su partido”, apuntó.

“Hicieron lo correcto porque por ese voto 29 millones de personas consiguieron un seguro médico que no tenían”, alegó el exmandatario en referencia a la votación que en 2010 permitió la implementación del llamado “Obamacare”.

El pasado 4 de mayo la Cámara de Representantes de Estados Unidos decidió suprimir el “Obamacare” y aprobar la ley propuesta por el Partido Republicano, uno de los mayores objetivos del presidente estadounidense Donald Trump.

El proyecto de ley, que deberá ser ratificado por el Senado, fue calificado por los demócratas como una “monstruosidad moral”.

“Espero que los actuales miembros del Congreso reconozcan que se necesita poco coraje para ayudar a aquellos que ya son poderosos, ya cómodos, ya influyentes, pero se necesita un gran coraje para defender a los vulnerables, los convalecientes y enfermos”, insistió Obama en su mayor discurso político tras abandonar la Casa Blanca.

(Con información de Telesur)

Vaivén sin soluciones


María de las Mercedes es una amorosa anciana de 91 años de edad, jubilada del comercio y residente en la Calzada de Luyanó. Su grave diabetes —amputación de una pierna—, y osteoporosis aguda, le privaron de movilidad, y debe desplazarse en silla de ruedas. Hace poco falleció uno de sus más allegados familiares.


La funeraria La Moderna lleva cerca de seis meses cerrada, lo cual ha provocado reiteradas quejas de la población.Foto: Alberto Castañeda

“Éramos 15 hermanos, solo quedamos dos. Al velorio del último no pude ir, porque a pesar de que la funeraria La Moderna queda solo a una cuadra y media de mi casa, está cerrada desde hace meses. El cadáver se lo llevaron lejísimo, para Santa Catalina. En enero falleció uno de mis nietos. En las dos ocasiones intentamos ir en máquina de alquiler, pero cobran más de 10 CUC por llevarme e igual cantidad por traerme… ¿De dónde íbamos a sacar ese dinero, si mi chequera no alcanza ni para apoyar a mi familia en los gastos del mes? Desde que cerraron esta funeraria, los viejitos de Luyanó ya no podemos velar a nuestros muertos…”, dijo con pesar.

“Pasan los días, las semanas, los meses, y no dan respuesta a la población sobre este problema que los vecinos han planteado en diferentes instancias, entre ellas las asambleas de rendición de cuenta del delegado”, señaló Ernesto Ramón, jubilado de la industria azucarera y uno de los nietos de María de las Mercedes.

Trabajadores visitó la funeraria La Moderna con el fin de conocer detalles sobre su clausura. Su administrador, José Manuel Vazco, quien también dirige similar instalación existente en la avenida de Santa Catalina, no se encontraba en el lugar y dialogamos con Lucy Moreno Cordero, la coordinadora de turno, quien dijo que no podía darnos información ni permitirnos hacer fotos, sin el permiso de su jefe, al que contactamos por teléfono y nos confirmó que estaban gestionando las tuberías para resolver las dificultades en las conexiones hidráulicas. “Llámeme el viernes próximo, seguramente ya se habrán podido comprar los materiales y podré dar una respuesta más precisa”, aseveró por el auricular aquella firme voz.

Advenido el día fijado, como “regalo” por la llegada del Día de la Prensa Cubana, el administrador de La Moderna dijo: “No puedo darles a los periodistas información relacionada con la funeraria, y mucho menos permitirles hacer fotos sin la autorización de mi jefe. Vayan a verlo a él…”, concluyó el breve diálogo.

Tras varios intentos por localizar a Jorge Luis González, director de la Empresa de Servicios Necrológicos, finalmente contactamos con él para que nos ofreciera alguna explicación sobre el cierre de la funeraria de Luyanó, un asunto de sensible trascendencia entre la población de esa zona de la capital. Amablemente el directivo nos expresó que ese asunto se trata periódicamente en los consejos de dirección, y nos convocó a una reunión en el centro afectado, a la cual luego no pudo asistir por dificultades con su auto. Unos días después, tras nuestra insistencia, Jorge Luis nos volvió a citar para otro encuentro en La Moderna con especialistas de la construcción y otros técnicos y directivos de la empresa. A la mencionada reunión no asistieron los referidos peritos, ni tampoco el titular de la Empresa de Servicios Necrológicos, este último por hallarse en otras tareas en el parque Lenin, según explicó Yordanka Montero Viañez, subdirectora de servicios, quien expuso que aunque se encontraba allí representándolo, ella no estaba facultada para ofrecer demasiada información sobre este caso, el cual está en espera de la incorporación del jefe de inversiones de esa entidad, quien debe acometer las gestiones para su conclusión. En el tercer diálogo sobre este problema también acudieron el administrador de la funeraria y la técnico de Atención a la Población Leyanet Ivet Castro González, quien reconoció las muchas quejas de la población llegadas a la empresa debido a esta contrariedad.

En la reunión trascendió, además de las trabas con la circulación del agua, otras que impiden la rehabilitación de la funeraria, como las filtraciones en los techos debido a las lluvias —la última vez se hizo ese arreglo sin la calidad requerida—, lo cual obstruye las líneas eléctricas; así como pintar el centro, según Vazco.

En La Moderna existe un amplio salón central, con ventiladores a cada lado, seis capillas, una cafetería —que no ha dejado de prestar servicios con pocos clientes de la calle—, así como áreas de recepción, almacén y administración, entre otras.

Luego de más de un mes de improductivas reuniones, compromisos fallidos y esperas infructuosas, la solución al sensible cierre de La Moderna está en manos de quienes deben tomar este asunto con más seriedad y sobre todo asumirlo con la convicción de que contribuirá a favorecer los ánimos de cientos de personas que, como María de las Mercedes, sufren las consecuencias de la prolongada interrupción en esos ineludibles servicios necrológicos.

Cuba mostrará resultados científicos en Hematología


Entre los mejores resultados que Cuba presentará en la cita, destaca el hecho de que el país haya logrado hasta un 80 % de éxito en la curación de la leucemia linfoblástica aguda pediátrica, que constituye el cáncer más frecuente en las edades infantiles...





La última actualización científica en cuanto a temas como las leucemias y otras hemopatías malignas, los trasplantes de células hematopoyéticas, las hemofilias y otros trastornos de la coagulación, las anemias hereditarias y adquiridas, la inmunodeficiencias y la medicina transfusional, encontrarán a partir de hoy –y hasta el próximo día 12 de mayo en el Palacio de Convenciones de La Habana– espacio para el debate, en el VIII Congreso cubano de Hematología.

El cónclave, escenario donde Cuba mostrará las evidencias de resultados alentadores en el campo de la hematología e inmunología, acogerá la participación de más de 400 delegados entre cubanos y extranjeros de 24 países.

Con un amplio programa científico, que acoge en paralelo la décima Jornada Latinoamericana de Hematología, Inmunología y Medicina Transfusional, el cuarto Taller Internacional de Hemofilia y otros trastornos de la Coagulación y el tercer Taller de Inmunodeficiencias Primarias, Hematología 2017 contará por primera vez con la presencia de la Sociedad Americana de Hematología, la mayor de su tipo en el mundo, significó el Doctor en Ciencias de la salud René Antonio Rivero Jiménez, presidente del comité científico.

Entre los mejores resultados que Cuba presentará en la cita, destaca el hecho de que el país haya logrado hasta un 80 % de éxito en la curación de la leucemia linfoblástica aguda pediátrica, que constituye el cáncer más frecuente en las edades infantiles, subrayó la doctora en ciencias médicas Consuelo Macías, directora del Instituto de Hematología e Inmunología (IHI), y vicepresidenta del comité organizador.

Asimismo, Macías significó que Cuba haya logrado alcanzar además el 90 % de curación en los pacientes con leucemia promielocítica aguda, resultado merecedor del premio de la Academia de Ciencias en el campo de la hematología.

La experta destacó que con el uso de un medicamento de fabricación nacional, el trióxido de arsénico, se ha logrado además una notable mejoría en cuanto al tiempo de recaída de los pacientes con una remisión de cinco años. Cuba se coloca como uno de los primeros países en introducir este tratamiento en el mundo y pionero en América Latina.

Asimismo, la doctora Macías subrayó la importancia de que en el área de las alteraciones de la coagulación, se puedan hacer numerosos diagnósticos y estudios más profundos. «Además de lograr un mejor registro y tratamiento de estos pacientes en el país, que pueden tener complicaciones fatales, se puede diagnosticar y atender mejor sobre todo a la mujer embarazada, la cual puede tener abortos recurrentes, o garantizar en el caso de la materna que tiene este tipo de patología un parto feliz».

Por otra parte, la directora del IHI señaló la importancia de las altas tecnologías de biología molecular que han sido introducidas al país, en la histocompatibilidad adecuada para realizar, en primer lugar, los trasplantes familiares, con hermanos idénticos. Dijo además que estamos en condiciones de determinar los antígenos tisulares que tienen estos pacientes que van a ser trasplantados y enviarlos a registros internacionales para buscar donantes idénticos, e ir introduciendo poco a poco el trasplante de donantes no relacionados, un reto en el que se trabaja hoy en el país.

Igual relevancia concedió la experta a que Cuba ya disponga de un registro cubano por provincias de inmunodeficiencias primarias, consideradas muy raras, pero que son mucho más frecuentes de lo que se pensaban.

Por su parte el doctor Rivero Jiménez subrayó el hecho de poder contar en el futuro con un Banco de Sangre de Cordón Umbilical, por la importancia de estas células madres, más inmunotolerantes que otras, y que han sido utilizadas desde hace dos décadas para el trasplante en pacientes que no tienen donantes relacionados. A esta temática, dijo, estará dedicado uno de los simposios del congreso.

La doctora María Elena Alfonso, coordinadora de las sesiones de medicina transfusional de Hematología 2017, dijo a la prensa que el intercambio científico versará también sobre los avances tecnológicos que permiten mejorar la eficacia luego de la trasfusión de sangre; así como la aplicación de la sangre con seguridad y eficacia adecuada en enfermos críticos y pediátricos en diversas patologías, los efectos adversos de la transfusión de sangre, y la hemovigilancia, entre otros aspectos.

El IHI, apuntó su directora, dirige programas nacionales integrales con representación de hematólogos de todas las provincias del país, dando respuesta a los problemas fundamentales de salud de la población, formando y capacitando al personal científico para brindar un servicio médico acorde al nivel terciario de atención, y asegurando una asistencia médica de elevado nivel, que logre un mejor pronóstico, curación, supervivencia y calidad de vida.