Por Arthur González*
El 30/05/2017 el portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, comentó a la prensa que “la administración de Donald Trump sigue revisando la política hacia la Isla”, algo que no asusta a los cubanos después de 58 años de agresiones de todo tipo.
Realmente, ya no quedan medidas que inventar para fortalecer la guerra económica total que padece el pueblo cubano desde hace más de medio siglo, ni nuevas campañas difamatorias de las ya creadas contra la Revolución y mucho menos otros actos terroristas, incluidos la guerra biológica que tanto daño causó, desde las plagas contra la flora y la fauna, hasta el dengue hemorrágico que dejó un saldo de 158 muertes en el primer brote de 1981, de ellos 101 niños.
Sean Spicer debe recordar que la Casa Blanca reconoció en su comunicado oficial del 17/12/2014 que:
“Décadas de aislamiento a Cuba no han conseguido nuestro perdurable objetivo de promover el surgimiento de una Cuba estable, próspera y democrática”.
“Restringió nuestra capacidad para influenciar el curso de los acontecimientos en el hemisferio occidental”.
“Imposibilitó el uso de toda una gama de medidas que Estados Unidos puede utilizar para promover un cambio positivo en Cuba”.
El equipo de asesores del presidente Trump debe conocer que la presente comunidad cubana no es la misma de hace 58 años, la cual estaba integrada por testaferros del régimen del dictador Fulgencio Batista, muchos de ellos reclutados por la CIA para acometer sus planes de terrorismo contra la Isla.
La actual comunidad es eminentemente económica, algo que reconoció Obama cuando eliminó la privilegiada política de Pies secos-Pies mojados.
Los llamados “disidentes”, creados y mantenidos durante décadas con el presupuesto millonario aprobado por la Casa Blanca, no pudieron derrocar el sistema socialista, y en días pasados el Presidente Trump les cortó los 20 millones que destinó anualmente Obama para financiar acciones subversivas; sin embargo, ese dinero sirvió para enriquecer a cientos de chupadores de dólares, en Estados Unidos y en Cuba, a costa del tesoro público estadounidense.
El manipulado tema de los derechos humanos demostró que no tiene sustentos reales y es parte de la imagen demonizada que han pretendido fabricar contra Cuba, la que se desmorona con la simple presencia de millones de extranjeros que visitan anualmente la Isla, a lo que se suma la asistencia médica y la educación gratuita para toda la población, la generalización de la cultura, el deporte, la seguridad social y la atención priorizada a las personas discapacitadas y de la tercera edad.
Organismos de la Naciones Unidas como la UNICEF, UNESCO y el Programa Mundial de Alimentos, reconocen la obra de la Revolución.
En Cuba no hay desaparecidos, ni torturados y mucho menos periodistas asesinados, como sucede a diario en México, país favorecido por Estados Unidos a pesar de su amplio historial de violaciones de los derechos humanos.
Aunque Obama restableció las relaciones diplomáticas con La Habana, hay que recordar que la guerra económica se mantiene intacta, las acciones subversivas para tratar de derrocar el socialismo no han cesado, la Radio y TV Martí continúan a pesar de no verse ni oírse en Cuba y la Base Naval Yanqui en Guantánamo no es tema que acepten discutir.
Si la revisión incluye eliminar los vuelos directos entre Estados Unidos y Cuba, o aumentar los precios a los alimentos, quienes se afectarán serán las compañías norteamericanas que dejarían de obtener ganancias, contradiciéndose con los propósitos de Trump de fortalecer su economía interna.
La reducción de las licencias para viajar a Cuba, truncaría los objetivos que se propuso alcanzar la administración Obama, cuando afirmó:
“Nuestras políticas en materia de viajes y remesas están ayudando a los cubanos, al brindarles nuevas fuentes de información, oportunidades de trabajar como autónomos y acceso a bienes de propiedad privada, además de fortalecer a la sociedad civil independiente”.
“Estas medidas servirán para fomentar aún más los contactos personales, respaldar con mayor fuerza a la sociedad civil en Cuba”.
“Nuestros esfuerzos se enfocan en promocionar la independencia de los cubanos para que no tengan que depender del estado cubano”.
No cabe versionar que Trump corte la cooperación en temas que benefician más a los EE.UU., como el migratorio y la colaboración en el enfrentamiento al tráfico de drogas.
Por tanto, no hay mucho que hacer para apretar aún más la tuerca contra Cuba, porque en medio siglo diseñaron y pusieron en práctica cuantas medidas pueden imaginarse, desde el asesinato de Fidel Castro hasta la persecución de bancos de países aliados, sin que ninguna lograra sus propósitos.
Ante lo impredecible que resulta el actual Presidente, nadie puede asegurar que contrario a lo deseado por algunos, Trump anuncie medidas que faciliten el comercio de empresas norteamericanas con Cuba, o levante la prohibición de viajes de sus ciudadanos.
Al final él es un empresario que pretende ampliar las posibilidades de negocios para su país, y en su vecino a solo 90 millas existe un potencial que ahora aprovechan otros ubicados a miles de millas, como la Unión Europea, donde la Comisión de Desarrollo del Parlamento Europeo (PE), avaló el mismo 30/05/2017 el acuerdo de diálogo político y de cooperación entre la Unión y Cuba, firmado a finales del 2016.
Sobre los comentarios a la prensa hechos por el vocero de la Casa Blanca, debemos tener presente lo expresado por José Martí, cuando dijo:
“Los comentarios mejores son los que caen de las cosas, y se hace por sí mismos”.
* Cubano, especialista en relaciones Cuba-EE.UU., editor del Blog El Heraldo Cubano