Mi blog sobre Economía

jueves, 22 de junio de 2017

El futuro de la base de Guantánamo

Por Ernesto Londoño
THE NEW YORK TIMES ,21 de junio de 2017

BAHÍA DE GUANTÁNAMO, Cuba — El cheque por 4085 dólares se expide cada año en abril, a nombre del tesorero general de la República de Cuba pero ese cargo dejó de cobrarse hace décadas. La última vez que el gobierno cubano cobró ese cheque fue en 1959.

Sin embargo, presentando ese ínfimo pago anual y sabiendo que ni siquiera será aceptado, Estados Unidos continúa sintiéndose con derechos sobre su más antigua base naval en el extranjero, un terreno de 11.655 hectáreas sobre la costa del sureste de Cuba, sin parangón con ninguna otra base militar en el mundo.

El viernes, Donald Trump anunció un retroceso parcial de la apertura del gobierno de Obama hacia Cuba, al volver a instaurar las restricciones a los viajes e interacciones comerciales. El presidente está cambiando la relación con ese país para intentar sojuzgar al gobierno castrista. Pocas decisiones ejemplifican esa nociva dinámica tan claramente como la enredada historia de cómo llegó Estados Unidos a inaugurar una base naval en esa parte de Cuba.

Guantánamo se conoce actualmente por la parodia legal realizada tras los ataques del 11 de septiembre, cuando el gobierno de Bush lo consideró el lugar ideal para recluir a cientos de sospechosos de terrorismo en un territorio bajo control estadounidense, pero fuera del alcance de las protecciones constitucionales. Desde que se estableció la prisión, en 2002, el estatus legal de los detenidos ha sido el centro de un acalorado debate y una fuente de críticas internacionales.

Qué hacer con los prisioneros que aún quedan en Guantánamo sigue siendo una desagradable pregunta que no ha sido respondida. Sin embargo, hay otras inquietudes más importantes que los políticos estadounidenses han optado por ignorar: ¿es legalmente defendible conservar este territorio a perpetuidad? ¿Los estadounidenses nos hemos convertido en invasores del paraíso?

Durante su campaña presidencial, Donald Trump juró mantener abierta la prisión de Guantánamo y “llenarla con algunos tipos malos”. Desde entonces, sin embargo, ni la Casa Blanca ni el congreso se han pronunciado respecto al futuro de la prisión donde solo quedan 41 detenidos, en unas instalaciones construidas para varios cientos, ni de la base donde viven más de 5000 militares en servicio y civiles. Visité Guantánamo durante unos cuantos días este año con la esperanza de formarme una idea de lo que podría ser la siguiente etapa de esta extraña base.

Para entender qué debería pasar, es necesario recordar un poco de historia.

Estados Unidos adquirió formalmente Guantánamo después de apoyar la rebelión de Cuba contra el dominio colonial español. En 1901, Estados Unidos forzó a Cuba a aceptar una serie de condiciones para que las tropas estadounidenses se retiraran de la isla. Los términos del acuerdo daban a Estados Unidos el derecho de intervenir en Cuba siempre que lo considerara necesario, y a comprar o rentar tierras “necesarias para obtener carbón o para estaciones navales”. El arrendamiento inicial de Guantánamo se fijó en 2000 dólares al año, pagaderos en monedas de oro. El trato solo puede ser rescindido de mutuo acuerdo.

Poco después de que Fidel Castro asumió el poder en 1959, el gobierno cubano exigió el retiro de las fuerzas estadounidenses de Guantánamo, y a lo largo de los años ha incluido palabras cada vez más explícitas en su constitución para dejar en claro que considera la base como un territorio ocupado ilegalmente.
¿La presencia continua de Estados Unidos en Guantánamo es válida según las leyes internacionales? La respuesta directa es no.

“Constituye una ocupación beligerante”, afirmó Alfred-Maurice de Zayas, un erudito en leyes internacionales que cree que la base choca con los principios definidos por la Convención de Viena. Aún así, no se espera que se resuelva el conflicto acerca de Guantánamo principalmente porque “Cuba no está en posición de echar a Estados Unidos al agua”.

Incluso si el estatus legal de la base fuera válido, ¿es necesaria? Los altos funcionarios militares sostienen que sí. Además de la prisión, señalan que la base sirve como punto de tránsito para los refugiados cubanos que son interceptados en el mar y consiguen articular el temor creíble de que estarían en peligro si regresan a casa. También ha servido como un centro logístico de respuesta a desastres naturales.

El almirante Kurt Tidd, jefe del Comando del Sur, me dijo que Guantánamo podría ser muy útil en caso de una crisis de migración masiva, una situación para la cual sus tropas se preparan mediante simulacros que duran semanas y les cuestan millones de dólares a los contribuyentes.

Quedarse para manejar la distribución de personas en una futura crisis de refugiados puede sonar loable. Sin embargo, a principios de marzo en la base había 28 migrantes cubanos que esperaban ser ubicados en algún país que no fuera Estados Unidos. Entre empleados directos y contratistas, la Organización Internacional para las Migraciones da trabajo a cerca de 18 personas que se encargan del cuidado de los migrantes. Dada la gravedad de las crisis de refugiados en otras partes, y las alternativas razonables para lo que apenas se ha vuelto un goteo de refugiados cubanos, ¿es esta una empresa fiscalmente responsable?

Antes del 11 de septiembre, Guantánamo se había convertido en unas instalaciones adormiladas operadas por el personal mínimo indispensable. Ahora tiene más de 1400 edificaciones, de acuerdo con la Armada. Eso significa que Guantánamo es más grande que la base naval en Baréin, donde se aloja la Quinta Flota de los Estados Unidos, y la base naval en Rota, España, que son unos de los centros en el extranjero más valiosos para el Pentágono desde el punto de vista estratégico.

Aunque la renta es ciertamente nimia, es costoso operar una base en un territorio que el anfitrión considera ocupado ilegalmente. Hace décadas, los cubanos cortaron el abastecimiento de agua y electricidad de la base, así que Guantánamo debe desalinizar su agua y generar su propia electricidad. Puesto que contratar a trabajadores cubanos no es una opción, los empleos de poca categoría se subcontratan a contratistas de Jamaica y Filipinas.

El cuerpo especial encargado de los prisioneros en Guantánamo cuesta aproximadamente 80 millones de dólares al año, de acuerdo con un vocero. Además de eso, el congreso asignó 181 millones de dólares del año fiscal corriente para las operaciones de la base. Esta última cifra es solo un poco menor a los 195 millones de dólares destinados a las operaciones en Turquía, uno de los más importantes centros de la campaña militar en contra del Estado Islámico. Si suponemos que la prisión sigue siendo la razón principal para mantener la base abierta, su presupuesto actual resulta ser de 6,3 millones de dólares por recluso (el costo anual promedio de un preso federal en 2015 era de poco menos de 32.000 dólares).

Conforme la población de reclusos disminuyó durante los últimos años del gobierno de Obama —que buscó, sin éxito, cerrar la prisión y transferir a los presos restantes a algunas instalaciones dentro de Estados Unidos— el Pentágono se ha embarcado en un frenesí de construcciones en la base. En julio pasado, emitió una convocatoria para contratos de construcción por 240 millones de dólares. El mes anterior, el Pentágono otorgó un contrato de 66 millones de dólares a una constructora propiedad de una familia cubanoestadounidense para edificar una nueva escuela en la base, destinada a los hijos de las personas destinadas ahí durante largos periodos.

El congreso no ha cuestionado seriamente los méritos de esta situación. Durante una audiencia en la Cámara del Comité de Relaciones Exteriores celebrada en marzo de 2016, solo un legislador argumentó que Estados Unidos debería reconsiderar su derecho sobre esa tierra. “En mi mente, se trata de algo que podría definirse perfectamente como colonialismo”, dijo el representante demócrata de Florida Alan Grayson, quien ya no es miembro del congreso, durante la audiencia.

¿Estarían los cubanos dispuestos a permitir al Ejército de Estados Unidos permanecer en la base con un nuevo acuerdo similar a los que regulan la presencia de militares estadounidenses en suelo extranjero por todo el mundo? David Kohner, presidente del Centro de Historia Marítima del United States Naval War College, piensa que este es el momento correcto para hacerse esa pregunta, considerando que se espera que el presidente de Cuba, Raúl Castro, deje el cargo el próximo año.

“Esta es una historia difícil, pero la historia es lo que es”, dijo, y enfatizó la necesidad de renovar los términos de un arrendamiento firmado en 1903.

Desde que el gobierno de Obama comenzó a normalizar las relaciones con Cuba a finales de 2014, los dos gobiernos empezaron a cooperar de manera más cercana en cuestiones de seguridad marítima, flujos migratorios, combate al narcotráfico y cumplimiento de la ley. El cambio de Trump hacia Cuba, ostensiblemente en términos de derechos humanos, es aberrante en una administración que mima a brutales autócratas extranjeros y contradice la filosofía de política exterior del secretario de estado, Rex Tillerson, delineada durante una reciente audiencia ante el senado. “Nos motiva la convicción de que mientras más nos involucremos con otras naciones en cuestiones de seguridad y prosperidad, más oportunidades tendremos de moldear las condiciones de derechos humanos en esas naciones”, dijo Tillerson.

La presencia estadounidense en Guantánamo ha sido desde hace mucho una espina en la psique cubana, un recordatorio de una época de dominio estadounidense que se enseña temprano y con frecuencia en las escuelas cubanas.

Carlos Alzugaray, un académico que se desempeñó como diplomático cubano desde 1961 hasta mediados de la década de 1990, me dijo que se habían realizado debates durante su época en el gobierno cubano sobre lo que este podría hacer para oponerse al derecho que se adjudica Washington sobre el territorio. Por ejemplo, La Habana podría solicitar la opinión de la Corte Internacional de Justicia sobre la legalidad de la presencia estadounidense en Guantánamo, o presentar una nota diplomática detallada exigiendo que se le regrese el territorio.

“Podría presentarse de manera constructiva”, dijo Alzugaray, quien vive en La Habana. “Sería razonable que nos pidieran diez años para irse”.

Alzugaray dijo que el prospecto de negociar una presencia permanente de Estados Unidos en Guantánamo es débil, pero no imposible.

“Requeriría encontrar una solución en la que se respetara la soberanía cubana”, señaló y acotó que, en cualquier caso, no puede continuar bajo las condiciones actuales por siempre. “Es algo que aquí nos lastima a todos”.

Ernesto Londoño (@londonoe) escribió mucho sobre Cuba como editorialista del Times. Pronto será corresponsal del Times en Brasil.

Trump continúa en Iowa su cantaleta anticubana

22 junio 2017 | +



Trump este miércoles en su mitin en Iowa. Foto: Reuters.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, prometió este miércoles combatir contra la “tiranía del comunismo” que en su opinión se aplica en la isla de Cuba.

“Estados Unidos combatirá contra la tiranía del comunismo”, declaró durante un discurso ante sus seguidores en el estado de Iowa.

Trump, quien retomó las acciones contra Cuba, ratificó su interés en desmontar los acuerdos sostenidos por el anterior presidente estadounidense Barack Obama.

“El hecho radica en que el acuerdo con Cuba es malo”, manifestó Trump, quien abogó por alcanzar “un acuerdo mucho mejor”.

La iniciativa anunciada por Trump, el pasado 16 de junio, confirma la continuidad del bloqueo económico a Cuba y endurece las restricciones a los negocios con empresas vinculadas con autoridades de La Habana, además de prohibir los viajes particulares a la isla.

Varios países del mundo, especialmente del continente americano, han rechazado las medidas tomadas por Trump y han abogado por retomar el deshielo iniciado en la anterior Administración norteamericana.

(Con información de teleSUR)

Declaración de la Upec: Periodistas cubanos condenan política de Trump





Los periodistas cubanos, orgullosos herederos de quienes en 1959 abrieron con la Operación Verdad el camino de la defensa argumentada y comprometida de la Revolución, nos sumamos a la condena del ridículo acto anexionista celebrado el viernes 16 de junio en Miami.

Una patética minoría, nostálgica de la Guerra Fría, volvió a secuestrar ese día la política de esa ciudad del sur de la Florida, en un intento por devolverla a la triste misión de ser nido de los “insectos dañinos que le roen el hueso a la Patria”, definición martiana para quienes prefieren el protectorado imperial a la soberanía.

Viendo sonreír, detrás del discurso contra su país de origen, a los “desertores que piden fusil en los ejércitos de la América del Norte…”, tal cual los predibujó Martí en “Nuestra América”, recordamos su pregunta fundamental: “Pues el Washington que les hizo esta tierra, ¿se fue a vivir con los ingleses… en los años en que los veía venir contra su tierra propia?”

En estas jornadas de indignación nacional, hemos tenido el privilegio de abrir nuestros micrófonos, cámaras, páginas, sitios web y redes sociales a la brava y original voz de la sabiduría popular. Y nos creció el amor y el orgullo por lo que somos, por la terca, bella e irreductible identidad cubana.

Por respeto a la Patria de Lincoln y de tantos estadounidenses que han luchado junto a los cubanos dignos por el entendimiento definitivo de nuestras naciones vecinas, sin cortapisas perversas ante diferencias de sistemas y credos políticos, compartimos la madura y soberana decisión del gobierno revolucionario, de mantener abiertas todas las puertas al diálogo, sin concesiones.

No es un compromiso de coyunturas. Es una deuda con lo mejor de la historia compartida, desde los tiempos de Henry Reeve en la manigua cubana, hasta los días que corren, marcados por la impronta de Fidel y de su generación, vencedores del odio con actos de solidaridad bajo el principio martiano de que “Patria es Humanidad”.

Pobres los que incapaces de innovar se refugian en políticas fracasadas, se cuelgan de la bandera de las barras y las estrellas y deliran con un triunfo que no atisban ni sus propios medios de prensa ni la mayoría en Estados Unidos. Frente al aullido huero y desequilibrado del enemigo, los cubanos optamos por la razón, la fidelidad y la firmeza del pensamiento revolucionario, y mantenemos levantada, con Bonifacio Byrne, la bandera que “orgullosa lució en la pelea, sin pueril ni romántico alarde”. La historia y la verdad del pueblo de Cuba constituyen un ensalmo inspirador e invencible.

Presidencia Nacional de la Upec

21 de junio de 2017

Año 59 de la Revolución

Otra pieza del rompecabezas

Luego de un arduo camino, abonado con la constancia de varias personas, tanto de Cuba como de Suecia, regresó a La Habana un fusil del Lugarteniente General, que el público podrá admirar a partir del 26 de junio, en el Palacio de los Capitanes Generales


El Winchester de Maceo se encontraba guardado en un museo en Suecia. A partir del próximo 26 de junio podrá verse en el Palacio de los Capitanes Generales. Fotos: Juvenal Balán

“Lograremos traer a la Patria lo que solo a ella pertenece”. Con esa certeza escribió unos meses atrás Eusebio Leal Spengler, historiador de la Ciudad de La Habana, a Francisco Florentino Graupera, embajador de Cuba en Suecia, en uno de los tantos mensajes cruzados entre ambos desde el instante en que se supo que en una pequeña ciudad de aquel país, ubicada a 90 kilómetros de Estocolmo, se hallaba un arma que había pertenecido a Antonio Maceo Grajales.

A partir de entonces comenzaron a llover de un tirón las preguntas acerca de tan extraordinario suceso: ¿Cómo llegó el fusil a ese lejano sitio? ¿Dónde y quién lo conservó durante este tiempo? ¿Qué lazos unieron a Maceo con Suecia? ¿Cómo lo encontraron?

Ahora que el Winchester, modelo 1873, está en el Palacio de los Capitanes Generales, en la Plaza de Armas del Centro Histórico de La Habana, Leal Spengler conversa con Granma sobre el camino andado para traerlo de regreso, gracias a la gentileza y constancia de varias personas, tanto de Cuba como de Suecia, y al empuje de este entrevistado ilustre que ha hecho del rescate de nuestra historia el destino de su vida.

“Esto nos llena de orgullo y demuestra que lo que parece imposible puede ser vencido con el respeto que inspira nuestro país”. Y agrega: “el fusil de Antonio Maceo allí era una curiosidad remota, pero para nosotros era una pieza más en el rompecabezas”.

Todo empezó cuando los artistas suecos Anders Rissing y su hijo Víktor, le hablaron al Historiador sobre el arma que se encontraba guardada en el Museo Municipal de la Ciudad de Eskiltsuna, sin que nadie allí lo supiera. Las buenas relaciones tendidas entre ellos durante años y la loable labor de los dos amigos de Cuba en la búsqueda de históricos vínculos de Suecia con la Isla, no dejaban razones para dudar de la veracidad del hecho.

Para Eusebio Leal el rescate del fusil de Maceo demuestra que lo que parece imposible puede ser vencido con el respeto que inspira nuestro país.

De inmediato, comenzaron las gestiones para hallar la pertenencia de Maceo y, claro está, traerla de vuelta. Resulta que el Winchester se hallaba entre 6 000 armas y otras piezas de guerra bien almacenadas desde hacía varios años en el Museo Municipal de la ciudad sueca, donde hasta finales del 2006 radicó el único Museo de Armas de Suecia. Después de su cierre, el armamento fue embalado, su documentación archivada y el personal que podía conocer de la existencia en el sitio del mencionado fusil había sido despedido.

En una petición formal, Leal Spengler escribió al señor Nils Mossberg, director del Museo de Eskiltsuna: “He conocido que usted, dada la importancia que para el pueblo cubano tendría recuperar tan hermoso recuerdo, está en disposición de donarlo al Museo de la Ciudad de La Habana, en cuyas salas se conservan las pocas piezas u objetos que pertenecieron a aquel héroe”.

“La causa de Cuba en el siglo XX gozó de popularidad en el reino de Suecia, y uno de los más destacados artistas de aquel tiempo, el pintor Herman Norman, realizó el único retrato para el que posó el Apóstol José Martí en New York, el cual también conservamos. Anticipadamente deseo agradecer vuestro admirable desinterés”.

Pero, ¿cómo llegó hasta un lugar tan distante el fusil del Titán de Bronce? Al respecto, cuenta el Historiador que cuando Maceo se exilió en Costa Rica, a principios de la década de 1890, se hizo amigo del sueco Ake Sjogren, un ingeniero de minas que laboraba por ese tiempo en “Costa Rica Pacific Gold Mine”, sitio ubicado en las cercanías de la colonia agrícola “Nicoya”, que había sido creada por Maceo, junto a sus hermanos José y Tomás, Flor Crombet y otros patriotas, con el doble propósito de garantizar un medio de vida a las decenas de familias cubanas expatriadas y, al mismo tiempo, facilitar la preparación para la lucha en la Patria avasallada.

Cuando era necesario llevar la producción de oro hasta el Banco de Puntarenas, Ake pedía ayuda a los fornidos cubanos para que le sirvieran de escoltas durante el trayecto. Así nació el vínculo entre ellos y, cuando en marzo de 1895, Maceo sale de Costa Rica con rumbo final hacia Cuba, le regala al ingeniero el moderno fusil, como una prueba de su amistad.

Sobre ese gesto, Leal Spengler apunta: “Sabemos las dificultades para la expedición, la escasez de dinero para comprar armas, pero ese desprendimiento tiene una explicación en el propio carácter del héroe. Para el historiador José Luciano Franco, él era extremadamente dadivoso con sus cosas. Y según palabras literales de Dulce María Loynaz, hija del general Enrique Loynaz del Castillo, Maceo no sabía ahorrar en centavos, cuestión que siempre le reprocharía el general Gómez”.

La conservadora Katia Cruz Rendón calificó de hermoso ejemplar al fusil de Antonio Maceo.

También pudiera pensarse ─—acota después—─ que el fusil perteneció al ingeniero sueco, que se lo entregó al amigo para el resguardo del oro y este al salir de Costa Rica lo devolvió a su dueño. “Sin embargo, la placa de plata incrustada en la culata del Winchester con el nombre de Maceo niega esa hipótesis”.

En este punto del relato continúan quedando cabos sueltos que mi entrevistado sigue atando. “Cuando Ake regresa a Suecia a finales de esa década, llevó consigo el preciado regalo, que le fue dejado en herencia a su hijo Gunnar Sjogren, en el año 1932”.

Se supo luego que Gunnar murió en 1979, pero le había manifestado a Lady Eva Wilson, su hija, el deseo de que el arma retornara a Cuba. Fue finalmente esa honorable señora quien, con extraordinaria bondad, donó el rifle.

A ella también escribió con urgencia el Historiador para mostrarle su agradecimiento: “Sin lugar a dudas, el regreso del arma a Cuba llenará un espacio privilegiado en el Museo de la Ciudad de La Habana, a la vez que devuelve una página perdida de la historia”.

Regresando al curso de la sui géneris narración, al heredar de su padre el Win­chester, Lady Wilson vivía en Inglaterra y para evitar las complicaciones con su transportación, decidió donarlo al antiguo Museo de Armas de Eskiltsuna, sitio donde, ya se sabe, fue ubicado por Anders y Víktor Rissing.

Sin embargo, los mayores desafíos co­menzarían a partir de entonces. Primero, y como buscando una aguja en un pajar, se halló el Winchester de Maceo entre aquellas miles de armas. Para ello Susanne Nickel, especialista del Museo, se unió a sus mejores archiveros y lograron rastrearla finalmente.

Después, hubo que localizar a la dueña, que radica en la Isla de Man, en el Reino Unido, para pedirle que aprobara la donación. Y más tarde vencer los trámites correspondientes para trasladarlo.

Los tropezones iniciales surgieron cuando algunas compañías encargadas de mover paquetes por todo el mundo objetaron la solicitud por tratarse de un arma de fuego. No fue hasta la mañana del 6 de mayo que “un correo diplomático de Cuba, con la debida autorización de las autoridades suecas, salió de Suecia, con el recuerdo imborrable de nuestro Ma­ceo”. Antes, la pieza fue exhibida por última vez en el lugar donde por años estuvo bien resguardada.

El hermoso ejemplar, como lo calificara la conservadora Katia Cruz Rendón con ese amor que delata al pasar su mano sobre el fusil, podrá ser admirado por el público a partir del próximo 26 de junio, en el Palacio de los Capitanes Generales. Allí estará junto a la espada de gala obsequiada al héroe cubano por el general del Ejército costarricense Pablo Quirós Jiménez, su machete, su puñal, sus yugos, su escarapela, su tabaquera; piezas todas de un rompecabezas que, poco a poco, va devolviéndonos la figura inmensa de Maceo, el hombre legendario que, a decir de Leal Spengler, “su solo nombre, sin otro título, obliga a inclinar la cabeza”.