Mi blog sobre Economía

domingo, 23 de julio de 2017

La eficiencia de Urbano González




Esos ojos que te miran.
Leonardo Padura

Su mirada hacía presumir una clara inteligencia para conectar hacia cualquier ángulo del terreno. Se concentraba, después de pasar revista a la ubicación de los jugadores y entonces resolvía conectar entre ellos, a como diera lugar. Ha sido uno de los más inteligentes, a pesar del origen campesino. Le llamaron Guajiro. Y se sentía orgulloso.

Urbano González Basanta, nació el 25 de mayo de 1939, en la finca Aguirre, Catalina de Güines, La Habana. En su mejor momento exhibió 5’ 8 de estatura y alrededor de las 175 libras de peso. Como tantos otros, desde muchacho aprendió a tirar con la derecha y batear a la zurda, lo que le traería excelentes dividendos para su carrera. Su entrenador principal fue Regino González, el padre, quien mucho le ayudó para forjar una vista de águila, y le agradece.

Trabajábamos duro, por la mañana y por la tarde, pero después del almuerzo, en vez de reposar un rato, el viejo para complacerme, porque sabía cómo me gustaba la pelota, me tiraba unas bolas para que yo bateara (…) El viejo me tiraba como ochenta pelotas todos los días, y a todas tenía que darle en el centro. Creo que ahí está el secreto.[1]

Los datos calzan las palabras, pues en trece Serie Nacionales y 2 864 veces al bate, solo se ponchó en 67 ocasiones, con una frecuencia de 0,23. En el exterior no se quedó atrás: en 276 turnos, abanicó la brisa en 10 oportunidades (0,36). Sin lugar a dudas, ha sido un portento del contacto con la esférica.

Urbano fue el estelar industrialista, integrante durante casi una década de las selecciones nacionales. Foto: Archivo

Urbano es el pelotero cubano que acumula más veces consecutivas al bate sin poncharse (190). También posee la mayor cantidad de comparecencias al cajón de bateo (217) sin abanicar la brisa, y jugó 50 partidos de pegueta sin llegar al tercer strike. Todas estas hazañas las realizó de un golpe. Comenzó esta epopeya el 24 de marzo de 1968, cuando vestía la chamarreta azul de los Industriales y la terminó con el uniforme marrón del Habana, el 8 de febrero de 1969. Inició la cadena contra el lanzador Pedro Pérez, de Pinar del Río y la finalizó contra Manuel Hurtado.[2]

Salvando las distancias, pues no se me ocurriría comparar las huellas de estos jugadores, la hazaña de Urbano quizás solo se acerque a la de Joe DiMaggio en las Mayores, ya que el Yankee Clipper, en 6 821 turnos al home play, se ponchó 369 veces (0,05). Hablamos de un inmarcesible universal.

Hay cosas inexplicables, o al menos el hombre no les ha llegado, pero se imponen. El siguiente ejemplo actúa como sentencia. Ya sabemos que el pelotero de mejor vista en nuestras series es Urbano. Puede usted buscar con lupa otro superior y no lo encon­trará, pero tuvo su verdugo. El zurdo vueltabajero Ciprián Padrón, Tati para sus compañeros y amigos, hubo días de propinarle hasta tres ponchetes; lo sacaba de juego.

Como decimos en buen cubano, le cogió la baja. El estelar industrialista, integrante durante casi una década de las selecciones nacionales, sucumbía ante aquellos ortodoxos lanzamientos. El propio Ciprián no se lo explica. Me ha comentado que Urbano llegó a tenerle miedo, que nunca lo quería en contra, ni siquiera en los entrenamientos, porque le perturbaba los entendimientos, la psiquis le trabajaba duro.

Cuando me invitaron, en el mes de abril de 2002, al Juego de las Estrellas, en la bella ciudad de Holguín, para presentar El Niño Linares, fuimos juntos en el ómnibus. Aproveché la ocasión y le espeté a boca de jarro una pregunta, cuya respuesta conocía, pero la quería oír en su propia voz:

–¿A quién le bateabas mejor?

–A Manuel Alarcón.

–¿Y quién te fue más difícil?

–Ciprián Padrón.

Urbano González Basanta constituye un ícono del béisbol cubano. Foto: Archivo

Lo mismo sucedía en la pelota profesional. Cuentan que Minnie Miñoso era un verdugo contra Camilo Pascual y caía rendido ante las ofertas de Orlando (El Guajiro) Peña. Al parecer, “cada cuello lleva su corbata…”, decía el abuelo Pancho. He ahí un asunto para la psicología beisbolera.

Urbano se había destacado con su natal Güines, en la Liga Nacional Amateur, adscripta a la Unión Atlética de Amateurs de Cuba (UAAC), donde se instaló como tercer bate, alternando entre segunda y tercera base. En el juego decisivo del torneo de 1959, frente al Artemisa que resultaría campeón, Urbano fue el mejor a la ofensiva por los derrotados, anotándose la única carrera impulsada. Compitió en la matancera Liga de Pedro Betancourt, en la Liga de Quivicán y La Salud, donde coincidió con Pedro Chávez, uno de sus mejores amigos en la vida y el terreno.

Según propia confesión en el citado libro de Leonardo Padura, p. 78: “Mi vida como pelotero empieza en el año 1956. Antes había jugado dos o tres años con la Conserva La Caridad, de Jaruco, pero ese año fui cargabates del equipo Unión de Catalina…” Allí, con mucho interés, aprendió a jugar la segunda almohadilla, al extremo de adueñarse de la posición, un año después.

Quiso abarcar el béisbol todo y un buen día se subió al box, donde en corto tiempo se lastimó el brazo. Prefería la tercera, porque se avenía mejor a su destreza. Es un hombre humilde, sencillo, que no ha olvidado los orígenes. Por eso también es un hombre sincero.

¿Quieres que te diga otro secreto?… Tuve la suerte de jugar siempre con excelentes torpederos, que cubrían su posición y la mitad de la mía. Eso me salvó como segunda base.[3]

En la primera Serie Nacional, inaugurada en enero de 1962, Urbano apareció con el traje de Occidentales, a las órdenes de Fermín Guerra, otrora receptor profesional. Y se coronó campeón. A partir de ahí obtendría muchos títulos con los Azules del Industriales.

Amigo de un imprescindible, Manuel (El Cobrero) Alarcón, se constituyó en su verdugo, al extremo de preferirlo sobre el box, contra el 90% de los demás jugadores. Tan bien se llevaban, que Alarcón trató de jugarle una mala pasada con tragos de más y al otro día le conectó de 4-3.

Algunos exigentes lo quisieron jonronero e impulsor de carreras, por aquello de desempeñarse en la antesala. No era ese su fuerte, solo conectó 18 en el país y 2 en el exterior. Eso sí, de las 377 que impulsó intra y extrafronteras, una buena parte resultaron decisivas, porque tenía el don de traer al hombre en posición anotadora.

Se desenvolvió con la fuerza de un miura en el terreno y todo un caballero fuera del mismo. Conserva recuerdos imborrables, como sus batazos al Cobrero, a Modesto Verdura y aquella ocasión, en los Panamericanos de Brasil, donde respondió con un importante doble a petición de José Llanusa, entonces Presidente del Inder, en un partido decisivo. Sin embargo, tiene fijo en su memoria otra ocasión donde se entregó sin límites:

Estaba lesionado de la pierna derecha y en el banco mismo me quitaron el yeso para que bateara contra Alarcón. Mi función era poner la bola en juego, aunque yo fuera out. Pero resulta que di hit por encima de segunda y se me olvidó la pierna y salí corriendo para primera. Bueno, hubo que enyesarme otra vez y antes que terminara el juego tuve que salir al terreno a saludar al público.[4]

Fue integrante de la Selección Nacional por primera ocasión en 1959, en los III Juegos Panamericanos de Chicago, donde pegó 4 hits en 11 turnos, en medio de un evento adverso para el equipo cubano. Asistió al Mundial de 1961 en Costa Rica, donde fue regular, pero no pudo destacarse, al promediar solo .250 (28-7).

Urbano es el pelotero cubano que acumula más veces consecutivas al bate sin poncharse (190). Foto: Archivo

Se coronó en cuatro Campeonatos Mundiales: Costa Rica 1961, Colombia 1970, Cuba 1971 y Nicaragua 1972. También estuvo en los Panamericanos de Sao Paulo 1963, donde nuestro país se tituló, y plata en los de Winnipeg 1967, así como oro de nuevo en Cali, Colombia 1971. Además, nos representó en los Juegos Deportivos Centroamericanos y del Caribe, en San Juan de Puerto Rico 1966, Panamá 1970 y República Dominicana 1974.

Los directores lo querían, por la entrega al terreno, la disciplina y su versatilidad. Comenzó como camarero, pero cuando apareció el legendario Félix Isasi, continuó en la alineación como antesalista. Es que Urbano está entre los mejores comodines después de 1962. Era eficiente en ambas posiciones, no un extraclase, pero resolvía las situaciones. Además, su papel a la ofensiva fue determinante.

Urbano González Basanta constituye un ícono, no solo del béisbol capitalino; de la patria toda. Su número 19 debía retirarse de los Azules.
Veamos algunos de sus números:




[1] Leonardo Padura Fuentes: El alma en el terreno. Estrellas del Béisbol. Ediciones Extramuros, La Habana, 2014, pp. 76-77.

[2] Tomado de EcuRed: Enciclopedia Cubana. Ficha de Urbano González.

[3] Leonardo Padura: Ob. Cit., p. 78.

[4] Leonardo Padura: Ob. Cit., p. 79.

Devuelven vitalidad a hospitales de La Habana

En todo el país se inicia un proceso de transformaciones necesarias en el sector de la salud, con la reconstrucción y rehabilitación de las instalaciones


22 de julio de 2017 10:07:22


Reparaciones en el hospital Miguel Enríquez. Foto: Del autor

Con la aspiración de alcanzar una mayor calidad en los servicios, los conocidos hospitales capitalinos Miguel Enríquez y Salvador Allende se benefician con un proceso de inversiones, reparaciones y mantenimiento acometido por el país desde hace más de cuatro años.

El Miguel Enríquez se encuentra en el capitalino municipio 10 de Octubre, popularmente llamado por el nombre de La Benéfica, inaugurado en 1893 como una clínica mutualista perteneciente a la Sociedad de Gallegos, (inmigrantes de Galicia). Para aquella fecha el centro atendía personal en las especialidades de medicina, cirugía y estomatología.

Al triunfo de la Revolución se transformó en hospital clínico-quirúrgico del pueblo y para el pueblo y a finales de 1974 recibió el nombre del médico y dirigente político chileno doctor Miguel Enríquez Espinosa (1944-1974, quien murió con las armas en la mano combatiendo a la sangrienta dictadora militar en Chile).

En la actualidad cuenta con 425 camas de hospitalización, realiza 11 000 ingresos por año, brinda 80 000 consultas en 34 especialidades y atiende a 95 000 casos en sus servicios de urgencia.

En la década de los 80, esta institución recibió su primera ampliación.

El 31 de diciembre de 1988, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, inauguró un edificio aledaño de ocho pisos con capacidad para 265 camas, otro remodelado perteneciente a la unidad quirúrgica con 12 quirófanos, un centro para la atención al paciente quemado y otro de medios de diagnósticos.

Como parte del proceso de implementación de los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución aprobados en el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba celebrado en el 2011, en todo el país se inicia un proceso de transformaciones necesarias en el sector de la salud, con la reconstrucción y rehabilitación de las instalaciones.

En el hospital Miguel Enrique se reabrieron tres salas de hospitalización de 26 camas cada una en las especialidades de Cirugía, Geriatría y Medicina Interna, las cuales estaban cerradas desde el año 2003, lo que incrementa la resolutividad del hospital, asegura la actividad quirúrgica y mejora el flujo de pacientes en el servicio de urgencia.

En esa primera etapa se rehabilitó, además, los cuartos de la guardia médica, el comedor obrero más un bloque hospitalario de 100 camas que incluye la sala de cuidados intermedios e intensivos, el laboratorio clínico, los servicios de Rayos X y dos áreas de internamiento para la atención quirúrgica de 24 camas cada una.

En el mes de enero del 2017, estrenaron diez salones de operaciones, equipados con tecnología moderna para realizar cirugías de mínimo acceso, neurológica, oftalmológica y oncológica. Además hubo cambios en el mobiliario clínico y no clínico, que mejora el confort de las áreas de espera y de consultas.

En la actualidad se encuentra en proceso de mantenimiento constructivo la lavandería, el departamento de esterilización y otras dos salas de hospitalización. Para el 26 de julio, Día de la Rebeldía Nacional y fecha histórica para los cubanos porque en 1953, Fidel y un grupo de revolucionarios asaltaron el Cuartel Moncada en Santiago de Cuba, los trabajadores piensan concluir la unidad de cuidados intensivos de quemados, así como el de cuidados progresivos y leves, otros salones de operaciones, escenarios docentes, cuartos de descanso para los médicos y un pantry-comedor.

También se instalaron 93 equipos médicos, principalmente dos analizadores químicos, dos gasómetros, Rx telecomandos, Rx arco en C digital, seis riñones artificiales, microscopio de alta tecnología para la neurocirugía, máquinas de anestesia y resonancia magnética.

Si en el año 2013, el centro contaba con 35 computadoras, sin acceso a una red interna y con aplicaciones informáticas soportadas en software antiguos. Ahora tienen conformada una intranet con servidores para el control de los usuarios, servicios de navegación y con alcance a la Internet, lo que abarca la instalación del sistema GALEN para la informatización de los registros médicos.

Situación similar, presenta el hospital docente clínico-quirúrgico, doctor Salvador Allende, ubicado en el también capitalino municipio Cerro, inaugurado en 1897 como casa de salud La Covadonga y perteneciente a la sociedad mutualista de los inmigrantes asturianos.

Esta institución brinda servicios en 30 especialidades médicas, asentado en 136 000 m2de extensión y cuenta con 40 edificaciones distribuidas por pabellones, de ellas 24 salas de hospitalización y una dotación 432 camas, que acogieron en el año 2016 a 12788 ingresos hospitalarios.

Este año concluirán las reparaciones de dos salas con un incremento de 20 camas, instalaron un suavizador e hidropresor en la lavandería, que garantiza presión y agua suavizada a lavadoras, al área central de esterilización y a las calderas. El local para el incinerador se reparó, y tanto ese equipo como el Exímer láser recibieron mantenimiento.

Para diciembre esperan finalizar las reparaciones del laboratorio clínico y el de microbiología, más la edificación donde se ubican las consultas externas.

Además reciben acciones de sostenibilidad la unidad Quirúrgica, tres salas de hospitalización, la de gastroenterología, anatomía patológica, Ictus (enfermedades cerebro vasculares), y el cuerpo de guardia.

Igualmente acometen el mantenimiento constructivo de las áreas dedicadas a la medicina nuclear, esterilización, el edificio docente, la cocina y varias salas de internamiento.

Estos dos hospitales, públicos y gratuitos, muy conocidos por la población de la capital cubana, constituyen un ejemplo fehaciente en mostrar que el proceso inversionista cumple su objetivo, al continuar elevando los indicadores de salud de la población, incrementar la calidad y satisfacción con los servicios y hacer eficiente y sostenible el sistema de salud, garantizando el desarrollo social del país.