Salvador Allende Gossens(1908-1973) fue un médico y político chileno que alcanzó la presidencia de Chile entre el 4 de noviembre de 1970 y el día de su muerte, el 11 de septiembre de 1973. Paladín del “socialismo a la chilena”, ascendió poco a poco en política, siendo diputado, ministro de Sanidad y posteriormente senador, incluyendo la presidencia de la cámara alta del Congreso.
Tras presentarse en cuatro ocasiones a las elecciones, finalmente en 1970 consigue la primera mayoría relativa, lo que le llevaría a convertirse en el primer presidente marxista del mundo en lograr el poder a través de elecciones generales mediante voto popular.
Allende se caracterizó por establecer un camino no violento hacia un estado socialista, abanderando proyectos como la aceleración de la reforma agraria o la nacionalización del cobre. Desgraciadamente, jamás pudo finalizar su mandato ya que, el 11 de septiembre de 1973, el general Augusto Pinochet lideró un golpe de estado, donde Allende, en vez de rendirse al enemigo, decidió quitarse la vida defendiendo su cargo.
Os dejamos con algunas de sus frases más célebres:
“Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica”.
“La historia es nuestra y la hacen los pueblos”
“¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!”
“Mis antecesores, en seis años, no nombraron nunca a un obrero en nada, y ahora quieren hacer creer a los trabajadores que las empresas deben ser de su propiedad. Les dicen que ellos deben ser dueños del cobre, del carbón, del salitre. ¡cómo andaría el país!”
“Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad al pueblo”
“Un obrero sin trabajo, no importa que sea o no sea marxista, no importa que sea o no sea cristiano, no importa que no tenga ideología política, es un hombre que tiene derecho al trabajo y debemos dárselo nosotros”.
“El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse”.
“Con las dificultades propias de los que caminan en un Ford del año 1920 y por un camino malo, vamos de tumbo en tumbo, pero avanzando, avanzando”.
“Algún día América tendrá una voz de continente, una voz de pueblo unido. Una voz que será respetada y oída; porque será la voz de pueblos dueños de su propio destino”.
“Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano, tengo la certeza de que por lo menos será una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición”.