Por Tony López R (*)
En entrevista concedida a la cadena Univisión de Miami el pasado 29 de agosto, el senador republicano Marco Rubio afirmó que “la situación en Venezuela ya es insoportable y que una intervención militar de Estados Unidos es viable”. Explicó que “la masiva estampida de miles de venezolanos a países vecinos como Colombia, Brasil y Perú, están poniendo en peligro la seguridad de estos países y es necesario actuar para solucionar la crisis humanitaria, provocada por el gobierno de Nicolás Maduro”.
Con temeraria e insolente desfachatez, propia de la prepotencia gringa, alegremente manifestó que “en definitiva Maduro está rodeado de narcotraficantes y corruptos y que debe actuarse lo más rápido posible, porque Maduro debe estar gestionando ante el presidente ruso Vladimir Putin aviones de guerra y otros armamentos y Estados Unidos no puede aceptarlo porque ello supone un riesgo para la seguridad de los Estados Unidos”.
Agravan estas declaraciones al dar a conocer que el pasado 28 de agosto sostuvo conversaciones con el Asesor de Seguridad Nacional del gobierno de Trump, el señor Jhon Bolton, en la Casa Blanca y en dicho encuentro se abordó el tema de Venezuela, dijo que “el contenido de lo conversado no podía comentarlo por razones de Seguridad Nacional, pero añadió que había que tomar en cuenta que el presidente Donald Trump no anuncia lo que va hacer sino que lo ejecuta”.
Estas declaraciones del señor Rubio no deben ser tomadas a la ligera, una amenaza de ese tamaño, dicha por un senador estadounidense, que ha dedicado su trabajo en el Congreso y fuera de él, a conspirar contra el Gobierno y el pueblo venezolano desde hace varios años, al igual que lo ha hecho contra Cuba, y dando a conocer una noticia como esta puede que tenga una base sólida, porque todo lo que han venido desarrollando desde el año 2016 contra Venezuela, con la declaración del presidente Obama de que Venezuela constituía una amenaza para la Seguridad de los Estados Unidos; la aprobación y puesta en práctica del Plan Maestro, cuya ejecución se ha venido cumplimentando a pie juntilla, como han sido las sanciones, las guarimbas, el desabastecimiento de alimentos y medicinas, la falsa campaña mediática para desprestigiar a líderes y dirigentes gubernamentales y políticos acusándolos de corruptos y narcos y crear la matriz de opinión que en este país reina el caos. Las presiones del Secretario General de la OEA, Luis Almagro, para aprobar la injerencista Carta Democrática, fue un fracaso total en las reuniones del Consejo Permanente en Washington y luego en Cancún.
Luego de una desaparición de la escena pública, según mis fuentes, Almagro se dedicó a conspirar con sus aliados en Suramérica y con la oposición interna venezolana, para organizar y promover el éxodo masivo de venezolanos hacia Perú, Brasil y Colombia y que estos países se prestaran a recibirlos, este era uno de los pasos importantes y uno de los últimos puntos en la agenda del Plan Maestro para presentar por medio de una fortísima campaña mediática, como la que realizan Univisión, Telemundo, América de Miami y la CNN, mas todos los medios derechistas de Suramérica, informando que en Venezuela hay una grave crisis humanitaria y representa un peligro para sus vecinos. Con este escenario y show montado artificialmente, se realiza la visita del Jefe del Pentágono y el punto principal en la agenda con los militares de esos países es el tema Venezuela. Culminado esta parte del Plan por parte del Gobierno de Trump, aparece Marco Rubio en escena y anuncia descaradamente que no hay otra solución que la intervención militar. Unos días después de estas declaraciones del senador gringo, el empleado del Departamento de Estado a cargo de la OEA sale a convocar para el 5 de septiembre una reunión extraordinaria del Consejo Permanente para considerar la crisis migratoria originada por la situación en Venezuela.
Es tan evidente, pero también tan burda la operación preparatoria para la intervención militar de Estados Unidos en Venezuela, que hasta un niño se daría cuenta de este macabro y criminal plan que se prepara no para beneficiar al pueblo venezolano, sino para apoderarse de las riquezas minero energético de Venezuela, aunque haya que asesinar a miles de venezolanos, como sucedió en Irak.
Solo que Venezuela no es Irak, ni tampoco la coyuntura política actual en América del Sur, cuyos países pueden verse afectados muy seriamente por una guerra en la tierra del Libertador, especialmente Colombia, Ecuador, Brasil, Argentina, Perú y Chile, el escenario de guerra puede traspasar la fronteras, pues un ataque militar desde cualquiera de estos países, deja las manos libre al gobierno de Maduro, que en uso del derecho a su defensa, responda también con sus armas. El Gobierno de Iván Duque no debe olvidar que en las fronteras colombo-venezolana, hay miles de guerrilleros que se convertirán en las fuerzas de apoyo a Venezuela desde la retaguardia y con la aplicación de la guerra irregular. Precisamente, la solicitud de Estados Unidos a los gobiernos de Álvaro Uribe Vélez y de Juan Manuel Santos era buscar el desarme de la guerrilla de las FARC-EP, lo cual consiguió y su lema y orientación a la delegación Presidida por Humberto de la Calle cuando emprendieron las conversaciones en La Habana, fue vayan y “sáquenla barata” y así fue, desarmaron a las FARC y hasta ahora han incumplido un 80 por ciento de los Acuerdos de Paz, colocando a esta fuerza en plena indefensión y víctima de un engaño descarado del anterior gobierno que no solo lo desacredita, también sienta un mal precedente para el nuevo Gobierno y el Estado colombiano ante la Comunidad Internacional, qué crédito y garantías tienen la ONU, la Unión Europea y los países que sirvieron de garantes, testigos y observadores de dicho proceso para que que honren los acuerdos. Qué credibilidad tendrán a futuro los premios Nobel de Paz cuando se ha otorgado adelantadamente a un Presidente que no cumplió y se burló olímpicamente de los organizadores de estos premios y dejado en gran ridículo al país que lo otorgó. En Colombia la guerra continúa y es falso que exista un clima de paz y eso es tangible y lo evidencian los impunes crímenes contra la población y a líderes sociales y van cerca de 500 los asesinados, pero tampoco se ha logrado un acuerdo con el ELN, el EPL y mucho menos con los paramilitares que lejos de desaparecer se han fortalecido.
Pero lo que no previeron es que varios Frentes Guerrilleros no tragaron entero y no se desmovilizaron, tampoco han tenido en cuenta las fuerzas guerrilleras del ELN y el EPL que operan en la zona, así como el gran descontento y malestar dentro de Colombia, un país dividido políticamente y en graves confrontaciones sociales, que incluyen las desigualdades, impunidad, corrupción y cientos de asesinatos contra líderes sociales, todo lo cual es un ingrediente para volver a la guerra. Un conflicto militar contra Venezuela desde Colombia, puede peligrosamente extenderse a campos y ciudades y entonces los citadinos sentirán el rigor de una guerra que en definitiva no les compete. Si el gobierno de Trump, está tan interesado en apropiarse de las riquezas venezolanas, como han hecho en Irak, Libia y Afganistán, que usen sus fuerzas y que paguen el costo de lo que puede ser una cruenta guerra en América Latina. Venezuela no es Panamá.
De acuerdo a las declaraciones del senador Marco Rubio y la inmediata respuesta del Secretario de la OEA Luis Almagro, al convocar al Consejo Permanente de la OEA para el miércoles 5 de septiembre, cuyo objetivo es considerar la crisis migratoria en Venezuela y obviamente presionar para aprobar la aplicación de la infame Carta Democrática, si ella se aprobara, para lo cual usarán todos los métodos entre ellos comprar votos con los 84.8 millones que aprobaron para el 2018, el soborno y extorsión, como ocurrió con Cuba en la década del 60, así le quedaría el camino abierto a la intervención humanitaria con el respaldo de los países que voten favorablemente. Esperemos que haya valentía y claridad en lo que pueda significar una decisión de esa naturaleza. No debe dejar de tomarse en cuenta que el presidente Donald Trump necesita un escape a la grave crisis interna que tiene su gobierno y que está urgido y necesitado de ganar las elecciones de medio término. El inicio de una guerra contra Venezuela puede ser la fórmula para impedir una derrota electoral y por lo tanto el juicio político que amenazan los demócratas en el Congreso, esta es una de las razones para que el conflicto armado anunciado por el senador Rubio pueda iniciarse antes de noviembre.
(*) Periodista, politólogo y analista internacional.
La Habana