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lunes, 12 de noviembre de 2018

Presentación de los libros del ICH en el ICIC Juan Marinello



INSTITUTO CUBANO DE INVESTIGACIÓN CULTURAL JUAN MARINELLO

Boyeros #63 e/ Bruzón y Lugareño. Plaza de la Revolución
Correo: comunicacion@icic.cult.cu

El Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello, el Instituto de Historia de Cuba y la Editorial de Ciencias Sociales invitan a todos los interesados a participar en la

MESA DE PRESENTACIÓN DE NOVEDADES
DEL INSTITUTO DE HISTORIA DE CUBA


Fecha: jueves 15 de noviembre de 2018

Hora: 2:00 p.m.

Lugar: sede del Instituto Juan Marinello

Los títulos a presentar son los siguientes:

COLEGIOS PROTESTANTES EN CUBA

Autora: Dra. Yoana Hernández Suárez

Presentador:

En la presente obra la autora aborda científicamente la historia de la educación protestante en Cuba durante las tres primeras décadas de la etapa republicana. Sin lugar a dudas, el título que ahora presentamos contribuye al rescate de una historia sin prejuicios y desde una perspectiva científica.

Yoana Hernández Suárez (Pinar del Río, 1972). Doctora en Ciencias Históricas. Actualmente trabaja como investigadora titular del Instituto de Historia de Cuba. Profesora adjunta de la Universidad de La Habana. Ha impartido cursos de religión en Cuba y otros países. Miembro de la Unión Nacional de Historiadores e Investigadores de Cuba (UNHIC), Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) y de la Sociedad de Pedagogos de Cuba. Ha publicado numerosos libros sobre temas de religión, cultura y educación en Cuba; asimismo ha colaborado de diversas obras y revistas nacionales y extranjeras. Entre sus principales publicaciones se encuentran: Nuevas voces viejos asuntos. Panorama de la más reciente historiografía cubana (Editorial de Ciencias Sociales, 2002);Protestantismo en Cuba: desarrollo y organización, 1900-1925 (Editora Historia, 2006); Máximo Gómez en perspectivas (Editorial Oriente, 2007); A la sombra del espíritu (Editora Historia, 2009); Las iglesias cristianas en Cuba entre la independencia y la intervención (Editora Historia, 2011); y Las paradojas culturales de la República (Editorial de Ciencias Sociales, 2015).

REPENSAR LA CULTURA SU INSTITUCIONALIZACIÓN (1955-1961)

Autora: M.Sc. Jorgelina Guzmán Moré

Presentador:

Esta obra es un primer acercamiento a la política cultural del Instituto Nacional de Cultura desde su fundación en 1955; no surgió como resultado de la natural evolución del asociacionismo estatal cubano, como sí ocurrió con la Dirección General de Cultura, sino por la coyuntura política originada a partir del golpe de Estado del 10 de marzo de 1952 con el que Batista tomó las riendas del país.

Jorgelina Guzmán Moré: La Habana, 1961, Máster of Arts en Filosofía de la Universidad Estatal de Moscú (1985). Impartió docencia durante varios años en las asignaturas de Filosofía, Lógica y Economía Política. Ha asistido a diferentes eventos científicos nacionales e internacionales, tiene publicados los libros Crisis económica y creación artística 1988-1992, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2010 y De Dirección General a Instituto Nacional de Cultura, Editora Historia, La Habana, 2014; además es coautora de varios libros: Los caminos del Moncada, 2014; Cuadernos Cubanos de Historia, no. 6 y 7, publicados por la Editora Historia, La Habana, 2016; La cultura cubana por los caminos de una nueva sociedad, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2012, y de la misma editorial Las paradojas culturales de la República de Cuba (1902-2000), 2016.


LAS PARADOJAS CULTURALES DE LA REPÚBLICA CUBA (1902-2000)

Compilación y prólogo: Dra. Mildred de la Torre Molina
Presentadora: Dra. Mildred de la Torre Molina

En este volumen los autores transitan por el fenómeno cultural de Cuba, como parte inseparable de la historia que posibilitó los cambios de manera juiciosa e imparcial, señalando los progresos, sin olvidar los conflictos y regresiones de una nación con una arraigada identidad cultural, violentada y desdeñada no pocas veces durante el periodo que se estudió, pero jamás perdida.

Mildred de la Torre Molina: Doctora en Ciencias Históricas, miembro de los tribunales de otorgamiento del doctorado en Ciencias Históricas por la Universidad de La Habana. Profesora Universitaria. Ha publicado varios libros personales y colectivos y numerosos artículos en revistas especializadas en Cuba y en el extranjero. Ha participado en eventos nacionales e internacionales como ponente y conferencista. Ha recibido varias distinciones, entre ellas la de la Cultura Nacional y el Premio Félix Varela.

EL MUSEO NACIONAL DE BELLAS ARTES EN LA POLÍTICA CULTURAL DEL ESTADO CUBANO (1940-1961)

Autora: Lic. Hilda María Alonso González
Presentador:
Estas páginas nos adentran en la vida interna del Museo Nacional de Bellas Artes y en su historia, una institución imprescindible para la custodia y conservación de los bienes patrimoniales del país. Considerado uno de los más importantes de América Latina y el Caribe, se convierte en vital referencia para la construcción de la identidad cultural de la nación cubana.

Hilda María Alonso González. Lic. en Educación en la Especialidad de Historia y MSc. Investigadora del Instituto de Historia de Cuba, además es profesora de Historia de la Universidad de La Habana. Es asesora de varias instituciones relacionadas con el patrimonio nacional, especialidad que ha dado a conocer a través de libros, artículos y ponencias en eventos nacionales y extranjeros.


ENTRADA LIBREIcic Juan Marinello
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¿11 DE NOVIEMBRE: FIN DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL?

Por Gloria Gaitán

Decir que un 11 de noviembre de 1918 terminó la Primera Guerra Mundial es inexacto, porque, como lo afirman todos los analistas, historiadores o cronistas especializados en el tema, los hechos ocurridos en ella sentaron las bases para el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial. El llamado fin de la Primera Guerra Mundial fue tan solo un entreacto.

Lo mismo deberíamos plantear con franqueza en Colombia - si no primara la voluntad de cometer MEMORICIDIO para lavarle las manos a los responsables - al referirnos a las sucesivas firmas de acuerdos de paz del gobierno colombiano con las guerrillas, que se vienen sucediendo desde el tiempo en que se firmó la paz con las guerrillas que tuvieron su origen en 1950, como consecuencia del genocidio oficial al gaitanismo desde 1946, a partir del momento en que Mariano Ospina Pérez tomó posesión de la Presidencia de la República, instaurando el gobierno llamado de Unión Nacional, que agrupaba a la oligarquía liberal y conservadora, aun cuando las semillas datan de 1945, bajo el gobierno de Alberto Lleras Camargo, para impedir el ascenso del pueblo al poder.

El tratado de paz de Versalles, firmado en 1919, impuso enormes obligaciones a Alemania para indemnizar a los vencedores, por lo que el tratado no tuvo éxito, ya que Alemania señaló que habían sido falsos pretextos los que la habían llevado a firmar el armisticio, creyendo que la paz era una “paz sin vencedores”. Las condiciones en que se sometió a Alemania para rendirse, fue sin duda la causa, años más tarde, del alzamiento de Hitler. Es por ello que un gran número de historiadores considera que jamás finalizó la primera guerra mundial, sino que solo fue un largo cese al fuego mientras comenzaba la siguiente etapa: la Segunda Guerra Mundial.

En Colombia la lucha guerrillera no ha cesado ni cesará, mientras los acuerdos de paz solo sean formalidades de parte del Estado para incumplir posteriormente lo pactado y señalar, como responsables del conflicto, al pueblo, mientras que los dirigentes políticos quedan exentos de toda culpa.

Tampoco habrá paz mientras se acuerde entre las partes “un borrón y cuenta nueva” con el pasado, porque la frustración de los acuerdos de paz deja una huella permanente, tanto factual como psicológica. Y, mientras los hechos pasados no se consideren parte integral de los sucesos presentes, seguiremos repitiendo, como noria, unas etapas de guerra y unos procesos de paz sin que el carrusel de la muerte se detenga.

Establecer como tiempo del conflicto 83, 64 o 54 años, no es un asunto trivial. Es una posición ideológica. Quien niega que el conflicto data de 83 años atrás está cometiendo – deliberada o estólidamente – una grave negación a la verdad. Mientras no nos detengamos a analizar los inicios y los subsiguientes procesos de paz, seguiremos arrastrando el lastre histórico que no permitirá vencer el conflicto. No en vano los políticos y los historiadores europeos reconocieron, como factor determinante para lograr la paz estable, que la Segunda Guerra Mundial fue la continuación de la Primera Guerra Mundial.


Nadie puede olvidar la traición a los acuerdos de paz pactados por el gobierno de Rojas Pinilla con las primeras guerrillas nacidas en el año 1950, cuyos máximos líderes, en su gran mayoría, fueron asesinados, sobreviviendo algunos combatientes y testigos de la época que, más adelante, se incorporarán a organizaciones orientadas por dirigentes marxistas. Es el caso de Manuel Marulanda, dirigente histórico, fundador de las FARC.

Se le oye decir a Manuel Marulanda Vélez, en el libro “Las vidas de Pedro Antonio Marín, Manuel Marulanda Vélez, Tirofijo”, escrito por Arturo Alape que “La familia de nosotros era gaitanista. Uno les oía comentar… que con el triunfo de Gaitán – al tío se le aguaba la saliva en la boca -, se desarrollaría en el país una política de colonización para los sin tierra y los sin trabajo, que les darían muchos créditos para el derrumbe de montañas”. Marulanda concluye diciendo bellamente: “el árbol de la ilusión quedó cortado de raíz con el asesinato de Gaitán, las palabras cogieron rumbo tras la montaña” .

Toda esta historia, con raíces en el pasado, fue objeto de MEMORICIDIO cuando la Junta Militar, que asume el poder después de la caída de Rojas Pinilla, a instancias de Alberto Lleras contrata a Monseñor Guzmán para que haga una compilación de los hechos violentos de los períodos pasados, trabajo que más adelante se concretará en el famoso libro La Violencia en Colombia que, premeditadamente, silencia los orígenes de esa violencia, ocultando la culpa inexorable de los gobiernos de Alberto Lleras y Mariano Ospina Pérez.

Porque los procesos de paz, que en realidad de verdad han perpetuado soterradamente la guerra mediante la traición a los combatientes desmovilizados, utilizan como armas de lucha el MEMORICIDIO y la distorsión de los hechos. De ahí el gran combate que se libra hoy para ahogar la JEP, manipular el Centro de Memoria y convertir a los luchadores populares en “víctimas”, despojándolos de su carácter de batalladores, porque el concepto de víctima hace parte del lenguaje patriarcal, que convierte al combatiente en un ser mendicante, despojándolo de su condición de combatiente popular que exige, que reclama y que lucha por sus derechos, único camino para que renazca la esperanza y la fe, que son armas que, de mantenerse pujantes, son las más poderosas.

La Comisión de la Verdad tiene como tarea establecer, esta vez sí, los orígenes del actual conflicto, que se remontan a la década de los años 40. Solo así se hará un diagnóstico correcto del problema para curar de raíz la enfermedad.


Bogotá, 11 de noviembre de 2018