8 abril 2020
La “tierra de la libertad” es, paradójicamente, el país con el mayor número de prisioneros. Según el portal de estadísticas Statista, Estados Unidos tenía 655 presos por cada 100.000 habitantes a julio de 2019. La tasa más alta del mundo.
Pero además de destacar la contradicción de una nación libre que encarcela a tantos ciudadanos, también hay datos que reflejan lo brutal que fue el sistema de justicia penal de los Estados Unidos en el pasado reciente.
Hasta no hace mucho, en 2005, aún era legal la ejecución de menores en ese país.
El arbitrario caso de George Stinney
A la edad de 14 años, George Junius Stinney Jr. fue la persona más joven ejecutada durante el siglo XX en los Estados Unidos. Pasados 70 años, en 2014, el niño fue declarado inocente.
El 24 de marzo de 1944, Stinney fue puesto tras las rejas luego de que las autoridades encontraran los cuerpos de dos niñas blancas de 8 y 11 años en el Condado de Clarendon, Carolina del Sur.
Exactamente un mes después, inició el juicio del adolescente. Su duración fue de 5 horas continuas, pero solo necesitó diez minutos de deliberación para ser declarado culpable por el jurado.
En ese entonces, según las leyes de Carolina del Sur, a todo individuo de 14 años se le trataba como si fuese un adulto. El niño fue condenado a morir en la silla eléctrica. Su ejecución tuvo lugar el 16 de junio de 1944 en la Penitenciaria Estatal de Carolina del Sur cuando ni siquiera habían transcurrido tres meses desde el día de los asesinatos.
Serias anomalías
Tras haber colaborado en la búsqueda de las niñas, el padre de Stinney fue despedido de su trabajo y recibió la orden de abandonar el pueblo con toda su familia para “evitar complicaciones”. Sin el apoyo y sin ser visitado por algún pariente, al niño de 14 años no le quedó otra que asumir su juicio y ejecución completamente solo.
Años más tarde, descubrieron que la viga con la que las dos niñas fueron asesinadas pesaba casi 20 kilogramos. Entonces se determinó que Stinney no podía tener la suficiente fuerza como para levantar la viga, y menos aún ser capaz de golpear a las niñas con la fuerza suficiente como para matarlas.
En el juicio la policía aseguró que había conseguido la confesión del joven. Sin embargo, en los archivos judiciales nunca se encontraron pruebas escritas sobre esa testificación del acusado.
El abogado que representó a Stinney citó a muy pocos testigos y escasamente hizo algunos simulacros de contra interrogatorios. Tampoco apeló el fallo, lo que habría sido suficiente para aplazar la ejecución.
Justicia tardía
El 17 de diciembre de 2014, la jueza Carmen Tevis Mullen resolvió que el proceso judicial contra George Junius Stinney Jr. estuvo colmado de “violaciones fundamentales y constitucionales a un proceso regular”. Además, señaló que la supuesta confesión del adolescente fue obtenida por la policía de una “manera indebida, no conforme a los códigos y procedimientos penales”.
La hermana de Stinney sostuvo que ella se encontraba con su hermano el día del crimen y que por lo tanto no podría haber cometido el asesinato. Durante el juicio, no obstante, la familia nunca pudo presentar prueba alguna en favor del joven.
El caso de George Stinney ha sido objeto de controversia hasta nuestros días, también ha servido de inspiración para varios libros y películas. Es considerado uno de los crímenes raciales más inauditos en la historia de Estados Unidos.