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jueves, 14 de noviembre de 2013

Desafíos económicos de una Cuba que envejece


OnCuba Economía y negocios


Cuba es un país donde nacen pocos niños y la proporción de personas de 60 años y más experimenta un crecimiento progresivo. Según las estadísticas, esta es una de las principales tendencias que distingue la dinámica demográfica de la sociedad cubana. Una realidad que hoy ubica a la Isla entre los países más envejecidos de América Latina y el Caribe, cuyo ritmo sostenido la convertirá, dentro unas dos décadas, en la nación con los índices más elevados de envejecimiento poblacional a nivel continental.

Si hace medio siglo solo el 6.9% de los cubanos superaba las seis décadas de vida, en 2012 —de acuerdo con datos del Censo de Población y Viviendas— esa cifra ascendió hasta 18,3% y se prevé que aumente de manera continua como parte de un proceso que tiene su principal detonante en los bajos niveles de fecundidad, unido a la elevada esperanza de vida y el impacto del flujo migratorio en la composición de la sociedad cubana y su estructura demográfica.

Para la política económica del país, este comportamiento ascendente en la proporción del número de personas de la tercera edad supone uno de sus desafíos más acuciantes, no solo por lo que representa para las esferas de la producción y los servicios, la seguridad y asistencia social, sino también por el carácter irreversible que los especialistas atribuyen al envejecimiento demográfico.

“No hay evidencia de que los países que hayan entrado en este proceso retrocedan”, aseguró a OnCuba la Dra. Grisell Rodríguez, especialista del Centro de Estudios Demográficos de la Universidad de La Habana. Una vez iniciado, transcurre sin retorno e implica sensibles alteraciones desde el punto de vista económico, afirma, “pues se afectarán los recursos laborales y el monto de población dependiente”, además de los servicios que generan los sectores de la salud y la recreación.

Según reconoció la especialista, “todo debe pensarse en ese sentido, incluso el vestuario que se venda en nuestras tiendas; pero al final no hay que visualizarlo como algo negativo, pues este proceso es el resultado de acciones encaminadas a mayor desarrollo. Solo que impone retos que hay que tomar en cuenta”.

Desafío poblacional

Proyecciones sobre el comportamiento demográfico de la población cubana hasta el año 2030, permiten confirmar que el incremento del volumen de personas de 60 años y más, junto a la disminución de la población menor de 15 años, tienen una incidencia inevitable en el desarrollo económico del país.

Una de las principales dimensiones en que ello se hace patente es el tamaño y composición de la fuerza de trabajo ya que, ante este fenómeno del envejecimiento, el número de personas en edad post-laboral ha ido ganando espacio, mientras se reduce la población que se encuentra en edad pre-laboral.

De acuerdo con estudios de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), el no aseguramiento del reemplazo de la población económicamente activa incide en el número de personas que podrían participar en la producción de bienes y servicios y aumenta la carga o dependencia económica sobre ellas, pues cada vez más personas que no producen deberán depender de aquellas que sí lo hacen (1).

Según comentó a OnCuba la economista y profesora Teresa Lara, “cifras oficiales del Anuario Estadístico de Cuba, editado en el año 2012 por la ONEI, indican que el 50,6% del total de ocupados tienen entre 40 y 59 años (les falta de 6 a 25 años para la jubilación). Además, de 2008 a 2011 se mantuvo estable que por cada beneficiario de la seguridad social había tres trabajadores. De acuerdo con estos datos, la situación actual del empleo aún puede asumir el incremento de las personas mayores de 60 años”.

Sin embargo, de cara al futuro, el comportamiento de los indicadores demográficos sugiere que el proceso de envejecimiento poblacional que vive la sociedad cubana provocará, cada vez más, el aumento del volumen de personas que pueden ser beneficiarias potenciales del Régimen de Seguridad y Asistencia Social, con el consiguiente impacto en el presupuesto del Estado.

Ante la influencia de esa tendencia demográfica en la disminución de los arribantes a la edad laboral y la disponibilidad de los recursos humanos, la Asamblea Nacional del Poder Popular celebrada en 2008, aprobó la Ley 105 de Seguridad Social que estableció, entre otras disposiciones, el alargamiento de la edad de jubilación (60 años o más para las mujeres y 65 o más para los hombres).

La profesora Lara asegura que la aplicación de esta medida incrementa la cantidad de personas empleadas que contribuyen con su aporte a la seguridad social. No obstante, plantea que también es preciso desarrollar de conjunto otras acciones que garanticen el incentivo por el trabajo, el aumento de la producción, la disminución de la movilidad laboral, incremento de los salarios, restablecimiento del poder de compra del peso cubano como la moneda nacional, y la atenuación de la migración (rural-urbana) y la emigración de población calificada en edad laboral.

“En resumen –afirma– el desafío del incremento sostenido de la población mayor de 60 años para la economía de la Isla, en el corto plazo, es más abarcador que el solo hecho de aplazar cinco años la jubilación. Es imprescindible acometer de manera integradora un grupo de acciones afirmativas que aporten resultados para afrontar el envejecimiento poblacional”.

Alternativas impostergables


Reconocer la incidencia que tiene este fenómeno en el escenario económico actual parece ser el primer paso para articular estrategias que permitan hacer frente a una sociedad envejecida que intenta aumentar sus índices de productividad sin sacrificar sus logros en materia social.

El envejecimiento de la población ya no tiene solución, eso va a ocurrir y no se puede transformar en el corto plazo (…) La sociedad se tiene que preparar para el envejecimiento”, aseguró el vicepresidente y Ministro de Economía cubano Marino Murillo en julio de 2012 (2).

Un año antes, el Lineamiento 144 de la Política Económica y Social reconocía en el orden interno la necesidad de prestar atención al envejecimiento y estancamiento en el crecimiento poblacional, y poner en práctica un conjunto de acciones en función de esa tendencia demográfica.

En correspondencia con los retos que ello supone, para este año se incluyó en el Plan de la Economía un monto financiero de 58 millones de pesos que respalda 30 medidas enfocadas a atender a los adultos mayores y estimular la natalidad.

Tales medidas contemplan, por ejemplo, la conservación y reparación de círculos infantiles, casas de abuelos y hogares de ancianos en coordinación con los gobiernos locales; así como la realización de exámenes de salud una vez al año a los adultos mayores, la compra y producción de prótesis, andadores, bastones, collarines y sillas de ruedas.

Asimismo, en septiembre de este año, el Consejo de Ministros, con el presidente Raúl Castro al frente, aprobó un grupo de medidas que disponen estrategias vinculadas al cuidado de los adultos mayores, una de las principales dificultades que, con el índice de envejecimiento actual y futuro de la población cubana, enfrenta la familia (4).

Entre ellas, Murillo Jorge mencionó el desarrollo de un programa de reparación y mantenimiento constructivo de las Casas de Abuelos y Hogares de Ancianos y de recuperación y completamiento del mobiliario, así como la eliminación de barreras arquitectónicas.

Según reconoció, la demanda actual de esas instituciones[1] es superior a las capacidades existentes y están más limitadas para los ancianos con discapacidad, a lo cual se suman las afectaciones en la calidad de la atención, por problemas constructivos, de equipamiento, mobiliario y de personal.

Ante la necesidad de aliviar esta situación, durante 2014 se pondrán en servicio en varias provincias, de forma experimental, Casas de Abuelos para personas con discapacidad. Además, en el período 2013-2015 se crearán nuevas capacidades en Casas de Abuelos y Hogares de Ancianos, en función de lo cual, precisó, deberán elaborarse proyectos caracterizados por su funcionabilidad, durabilidad, racionalidad del espacio, bajos costos de inversión y explotación, así como rápida construcción.

De igual modo, se promoverá y estimulará el vínculo de las formas de gestión no estatal para la prestación de servicios a las Casas de Abuelos y los Hogares de Ancianos.

Así, una vez que mejoren las condiciones de vida y la calidad de la atención en esas instituciones, se disminuirá el subsidio mediante el pago por el servicio. En el caso de los ancianos que, luego de las investigaciones socioeconómicas realizadas, se demuestre la carencia de ingresos o que reciben pensiones bajas o no tienen familiares para su cuidado, la Asistencia Social asumirá el pago total o parcial de ese servicio, acotó.

[1] Según datos del Anuario Estadístico de Salud Pública, al cierre de 2012 existían en el país 144 hogares o asilos de ancianos y 233 casas del abuelo.


Pensar una sociedad envejecida

En opinión de la profesora Lara, el cuidado de los adultos mayores, que requiere de personas disponibles o dispuestas a ejercer esta atención y que principalmente son los familiares —por lo general mujeres en edad laboral— es crucial “para que la economía cubana pueda plantearse el envejecimiento poblacional desde el bienestar de la sociedad”.

Aunque el anuncio este año de medidas a corto y mediano plazo relacionadas con esa tendencia poblacional sugiere que el tema recibe una atención priorizada, Lara advierte que aún es necesario “actualizar el Programa nacional de atención al adulto mayor y reformular el pacto entre el Estado y la sociedad”.

Plantea la especialista que “el Estado debe garantizar y apoyar a la población más vulnerable, pero la sociedad también tiene que ser más responsable en asumir sus propios presupuestos y el emergente sector no estatal puede contribuir a la solución, pues se pueden alcanzar alianzas con instituciones estatales especializadas en el cuidado y atención al adulto mayor, lo cual facilitaría el aprovechamiento de los recursos y capacidades instaladas”.

Según reconoce, la economía en su conjunto sufre modificaciones, pues este es un proceso integrador, de ahí que sea imprescindible “producir más y mejor en todos los sectores económicos, ampliar el proceso inversionista, garantizar la producción de alimentos fortificados, perfeccionar los servicios de salud y asistencia social y sensibilizar a la población sobre el conocimiento de este tema”.

De acuerdo con la Dra. Grisell Rodríguez, también es necesario trabajar en temas de coexistencia de varias generaciones y estimular el desarrollo de acciones en materia de servicios disímiles, como la oferta cultural, de salud y alternativas de educación o capacitación para estas edades; acciones que, de conjunto, deberán pensarse en correspondencia con los desafíos de una sociedad envejecida.



Anuario Estadístico de Cuba editado en el año 2012 por la Oficina Nacional de Estadística e Información.

* Especialistas en el tema afirman que una población está envejecida cuando el número de personas de 60 años o más se encuentra por encima del 12%. (Informe resumen del proyecto de investigación El estado actual y perspectivo de la población cubana: Un reto para el desarrollo territorial sostenible. Oficina Nacional de Estadísticas. Centro de Estudios de Población y Desarrollo, diciembre 2008 ).

Fuente: Anuario Estadístico de Salud.


Fuente: Anuario Estadístico de Salud.

* Cuba no cubre la tasa de reemplazo poblacional hace más de 30 años (las mujeres no dejan una hija que las reemplace en el rol reproductivo). En el 2011 la población femenina tuvo como promedio 0,86 hijas por mujer

Fuente: Anuario Estadístico de Cuba editado en el año 2012 por la Oficina Nacional de Estadística e Información.


[1] Según datos del Anuario Estadístico de Salud Pública, al cierre de 2012 existían en el país 144 hogares o asilos de ancianos y 233 casas del abuelo.

Por: Liliana Molina

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