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sábado, 9 de noviembre de 2013

¿Se avecina una burbuja en los activos de carbono?


Al Por AlGore y David Blood

Luego de la crisis de crédito y la Gran Recesión, parecía ridículo pensar que invertir en hipotecas de alto riesgo era una buena idea. Como sucede con la mayoría de las "burbujas" del mercado, el riesgo de otorgar hipotecas de 7,5 millones de dólares a personas que no podían pagarlas fue de alguna forma algo invisible para muchos inversionistas en ese momento.

Un motivo por el que se forman esas burbujas es la tendencia de muchos inversionistas a confundir "riesgo" con "incertidumbre". Como estableció el economista Frank Knight, hay una distinción sutil pero crucial entre ambos conceptos: la incertidumbre es lo que los buenos inversionistas suelen temer más, porque no se puede cuantificar como al riesgo. Pero cuando los inversionistas confunden riesgo con incertidumbre, se vuelven vulnerables a la premisa de que ya que no puede ser medido, así que pueden también ignorarlo.

Eso es exactamente lo que está sucediendo con la burbuja de activos de carbono de alto riesgo: crece con fuerza porque la mayor parte de los participantes del mercado están cometiendo el error de tratar el riesgo del carbono como una incertidumbre, y por lo tanto no lo incorporan en sus análisis de inversión. Al pasar por alto un factor de riesgo material conocido, los inversionistas están exponiendo sus portafolios a una externalidad que debería ser integrada al proceso de distribución de capital.

Esta es la relevancia del carbono para la inversión: hay consenso dentro de la comunidad científica que aumentar la temperatura global en más de dos grados centígrados probablemente cause un daño devastador e irreversible al planeta. Mediciones fiables dejan en claro que a nuestro ritmo actual de emisiones de dióxido de carbono cruzaremos con facilidad este umbral a corto plazo. Entonces, en un intento por evitarlo, la Agencia Internacional de Energía calculó un "Presupuesto de Carbono" que tiene en cuenta meramente un tercio de las reservas existentes de combustibles fósiles para 2050. Dicho de otra forma, al menos dos tercios de las reservas de combustibles fósiles no serán monetizadas si nos mantenemos por debajo de dos grados centígrados de calentamiento, creando "activos de carbono cesante".

Un activo cesante es aquel que pierde valor económico mucho antes de que termine su vida útil proyectada. Los activos de carbono cesantes incluyen combustibles fósiles, así como aquellos activos que, dada su dependencia de combustibles fósiles, también producen altas emisiones de dióxido de carbono. No todos los activos que involucran mucho carbono son creados iguales, y es razonable asumir que en escenarios con limitación de carbono los proyectos que tienen los costos y perfil de emisiones más altos para alcanzar la rentabilidad (por ejemplo, arenas de alquitrán y carbón) quedarán cesantes primero.

Muchos inversionistas citan lo que creemos es una visión mal informada de que los activos de carbono no serán vulnerables a la cesación hasta que se fije un precio significativo para el carbono a través de un acuerdo global. Aunque un precio global para el carbono sin dudas sería importante, creemos que los inversionistas están equivocados al asumir que es el único camino hacia la cesación de activos de carbono. Pensamos que cualquier estrategia de energía de ese tipo es poco sensata y cada vez más imprudente, debido a tres amplios riesgos que explicamos a continuación.

Primero, está la regulación que podría cesar activos de varias formas: regulación directa sobre el carbono encabezada por autoridades a nivel local, nacional, regional o global; regulación indirecta a través de mayores controles de polución, límites al uso del agua, o políticas que apuntan a preocupaciones de salud, y mandatos sobre adopción de energía renovable y estándares de eficiencia. Incluso la amenaza de regulación inminente crea incertidumbre para los activos durables con alta concentración de carbono.

Segundo, la cesación podría producirse como consecuencia de las fuerzas del mercado. Las tecnologías renovables ya son económicamente competitivas con combustibles fósiles en varios países sin subsidios. Esta competitividad del costo, combinada con la capacidad de asegurar precios energéticos estables a largo plazo, y un aumento en los modelos de distribución de la electricidad, podría seguir alejando el capital de los combustibles fósiles.

Tercero, las presiones sociopolíticas (por ejemplo, campañas que piden la desinversión en combustibles fósiles, acciones a favor del medioambiente, protestas y el cambio en la opinión pública) podrían crear un escenario en el cual los negocios con alto uso de carbono pudieran perder su "licencia de operación", y por lo tanto dichos activos quedaran cesantes.

Retrasar la acción para mitigar el cambio climático no retrasará el cambio climático. Como tales, los inversionistas pueden cesar los activos de energía de combustibles fósiles hoy, o absorber el costo de la inacción al causar una cesación mucho mayor en distintas industrias y clases de activos en el futuro. El argumento de incorporar el riesgo sobre carbono a las valoraciones de capital accionario y deuda pertenece ahora a la gestión de riesgo prudente a corto y largo plazo. Hay cuatro formas principales en las que los inversionistas pueden hacer esto.

Primero, identificar los riesgos de activos de carbono a lo largo de los portafolios. Como mínimo, los inversionistas deberían determinar hasta qué punto está incorporado el riesgo de carbono en inversiones actuales y futuras. Esto puede lograrse al, por ejemplo, considerar los impulsores clave de la base de activos actual y futura de una empresa en el contexto de los riesgos de carbono y desarrollar herramientas que cuantifican los riesgos de las valoraciones. Hay que señalar que los fondos indexados pasivos también deberían identificar su exposición a los riesgos de carbono pues son demasiado vulnerables a la cesación ya que los activos que dependen de combustibles fósiles equivalen a alrededor de 10% a 30% de la mayoría de las bolsas más importantes.

Segundo, involucrar a las juntas directivas y los ejecutivos de empresas en planes para mitigar y dar a conocer los riesgos de carbono. Los inversionistas deberían preguntar, por ejemplo: ¿tienen las empresas un precio virtual sobre el carbono (si no lo tienen, ¿por qué no?) y cómo impacta en su posición en efectivo? ¿Cuál es la cantidad de carbono que planean quemar y cómo se relaciona con su plan estratégico a largo plazo? Los inversionistas deberían presionar a los equipos ejecutivos para desviar el flujo de efectivo y alejarlo de los gastos de capital en combustibles fósiles en desarrollo, y dirigirlo hacia usos más productivos en el contexto de una transición hacia una economía con poco uso de carbono.

Tercero, diversificar inversiones hacia oportunidades posicionadas para tener éxito en una economía con poco uso de carbono. Los inversionistas deberían alejar los portafolios de los activos con riesgos de carbono incorporados y orientarlos hacia activos con emisiones de carbono bajas o inexistentes. Los inversionistas tienen la oportunidad de capitalizar soluciones emergentes como: generación de energía (por ejemplo solar, eólica, geotérmica); edificios (materiales aislantes, iluminación, medición), y transporte (motores, vehículos eléctricos, logística de flotas). Esta estrategia de protección amortiguará el impacto que podría tener un evento de extremo riesgo de carbono sobre un portafolio, mientras potencialmente capturaría la ventaja de la transición para dejar atrás los activos de combustibles fósiles.

Cuarto, desinvertir en activos de combustibles fósiles. Esta es sin duda la forma más segura de reducir el riesgo de carbono, aunque reconocemos por completo que puede ser complicado y podría ser difícil para muchos dueños de activos. Una transición así podría completarse a lo largo de varios años, y hay graduaciones; se puede conseguir un progreso inicial y fácil con al menos alejarse de las formas de energía con mayores emisiones, en especial porque es probable que enfrenten una cesación mucho antes que los combustibles fósiles con menos uso de carbono.

En palabras del expresidente estadounidense John F. Kennedy: "Hay riesgos y costos para un programa de acción. Pero son mucho menores que los riesgos y costos de largo alcance de la inacción cómoda". La transición a un futuro de bajo carbono revolucionará la economía global y presentará oportunidades significativas para lograr retornos de inversión superiores. Sin embargo, los inversionistas también deben admitir que el riesgo de carbono es real y crece. La inacción ya no es prudente.


—Gore fue vicepresidente de Estados Unidos y ahora es presidente del directorio de Generation Investment Management. Blood es socio sénior de Generation Investment Management.

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