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miércoles, 19 de febrero de 2014

En la corrupción nadie cae en paracaídas

Los procesos más graves de este fenómeno empezaron por indisciplina e ilegalidad, reconoció la Contralora General de la República en diálogo con los periodistas en su espacio Catalejo

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La corrupción, ese fenómeno que cuando se destapa no pocas veces alcanza magnitudes insospechadas, puede comenzar a manifestarse por nimiedades, detalles insignificantes a simple vista, que a la larga no hacen más que mostrar el rastro, unas veces sigiloso, otras, descarnado, de una gran cadena de descomposición, putrefacción, desintegración…

Así lo describe Gladys Bejerano Portela, quien ha sido testigo de esa secuencia, tanto por su responsabilidad al frente de la Contraloría General de la República, como en su rol de ciudadana común; cuando tiene, como cualquier mortal, que salir a cubrir la despensa de su casa.

Cierto día esta mujer, a la cabeza de una de las más complejas batallas institucionales y morales del país, se quedó a la espera de que en una tienda recaudadora de divisas le entregaran el comprobante de pago de un producto. Al apreciar su insistencia, la dependiente le espetó: «¿Qué pasa señora, usted tiene que justificar algo?»… A lo que ella le respondió: «No, quien tiene que justificar lo que me ha vendido es usted».

La Contralora hace esta anécdota para graficar cuán complejo es enfrentar esa podredumbre que se resume en una palabra, pero puede tener innumerables formas de manifestarse, y que en las complejas circunstancias del país no siempre se encuentra toda la cohesión social para prevenir y enfrentar.

«Cuando usted va al mercado agropecuario y le dice al vendedor que la pesa está inclinada, y se está afectando la exactitud del peso, a veces los de la cola se molestan, y casi ordenan no demorar ni complicar la situación», ejemplifica.

Y aunque sea responsabilidad de las administraciones velar por el correcto cumplimiento de las normas de protección en cada establecimiento, el pueblo tiene el derecho y el deber de exigir honestidad, aunque el combate cotidiano sea difícil y requiera tiempo.

Muchas irregularidades pueden «quedarse en terreno de nadie» con total intencionalidad de quienes se benefician del descontrol. Y debajo de esas «despreocupaciones» puede ir gestándose la corrupción, ese fenómeno social que la Cuba revolucionaria ha combatido siempre, y que desde hace cinco años lidera un órgano del Estado como la Contraloría General de la República.

Situaciones como las anteriores fueron descritas por Gladys Bejerano en el espacio Catalejo, que cada mes realiza la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC).
¿Por qué se corrompe la sociedad?

La Contralora denunció como situaciones generales que condicionan la aparición de la corrupción, la violación de las normas y la legalidad, pues cuando se deja de hacer lo establecido o de cumplir el deber personal de cada cual, se abre una puerta a las irregularidades.

«En la corrupción nadie cae en paracaídas. Los procesos más graves que hemos analizado empezaron por indisciplina e ilegalidad. Por ejemplo, un dirigente autosuficiente, que lo determina todo en solitario y no confía en su equipo de trabajo, se pone en el camino que lo conduce a la corrupción, aunque no termine ahí necesariamente.

«Cuando empiezan a hacer y deshacer, creen que lo merecen todo y se sienten fuera de control, algo que no puede ocurrir con nadie. El control no es persecución ni agobio, sino necesidad de ayuda, pues quien hace un trabajo necesita que le supervisen y le rectifiquen para que no se vayan creando problemas».

Gladys Bejerano ponderó al control como el antídoto fundamental contra este fenómeno, unido a una cultura de la prevención en la administración y al control obrero y popular.

Y más adelante, aseveró: «Esta batalla tiene que ser de todos».

En la última Comprobación Nacional de Control Interno, ejemplificó, se detectaron normas incumplidas acabadas de establecer, que no pueden tildarse de arcaicas o atrasadas, pues responden a cambios introducidos recientemente. Estas conductas llevan a deficiencias, pues las normas y disposiciones son pautas y herramientas para hacer bien el trabajo, pero son las personas quienes las hacen eficientes. 

Polvo debajo del sofá

También acentuó que la lucha contra la ilegalidad depende de un proceso de razonamiento que debe comenzar desde que los jefes dan una indicación, pues muchas veces se informa que un ministerio dictó algo, pero no se explica su fundamento ni qué se busca lograr con esa medida.

«Hasta se dice: ¡Como “bajan” cosas esta gente!, y esa actitud de quienes tenemos responsabilidad induce a que las personas no presten atención e incurran en las indisciplinas. Se pueden tener opiniones diferentes y plantearlas, pero mientras la norma no cambie, hay que cumplir lo establecido. Si cada cual hace lo que entiende, ¿cómo se puede organizar y gobernar un país?», comentó la Contralora.

Otro Talón de Aquiles identificado por la funcionaria es la falta de exigencia de los cuadros, algo que, según ella, puede derivarse de la insuficiente preparación, el agotamiento de algunas personas que debieran ceder el espacio a otro en capacidad y disposición de hacerlo, o de quien no exige porque está comprometido con otros intereses, o no tiene la autoridad moral suficiente.

La pérdida de valores atenta también contra la efectividad en el enfrentamiento a la corrupción, valoró. Disciplina y honestidad son de los más afectados; quien no dice la verdad o la distorsiona también tiene una manera de mentir. No dar claramente la información del trabajo, o encubrir las deficiencias es un modo de no ser honesto y no enfrentar los problemas para que no los sancionen o sustituyan, denunció.

«Incluso a veces en los consejos de dirección se establece una especie de “pacto de no agresión”, pues no se dicen las verdaderas opiniones para no buscarse problemas, y luego los mismos que estaban en la reunión comienzan a dar sus valoraciones.

«Participamos en análisis en algunos lugares donde se dan casos en los que nadie había dicho nada, y fuimos por una queja de la población. Sin embargo, cuando llegamos al centro, algunos nos dicen que imaginaban que el inculpado iba a tener problemas. ¿Por qué lo sabía y no actuó?», se preguntó la funcionaria.

«Llamar la atención a un compañero es como tenderle la mano y, si no reacciona bien, se actuará de otra manera. Pero hay que activar la combatividad que hemos perdido», dijo.
 

Participar sentir

También apuntó que es muy difícil tener éxito si no se hace participar en este combate a los trabajadores con la correcta información de todo lo que ocurre en la empresa, una responsabilidad que corresponde a la administración. En este sentido ejemplificó que el combustible es un asunto polémico, del que no siempre se dice todo.

«Si se llega a una empresa y se comunica que hay problemas con el combustible, los compañeros se asustan y se asombran, pero hay carros que llevan años en el taller y “siguen consumiendo”, y otros a los que les sacamos el promedio y resulta que están las 24 horas del día gastando combustible, algo completamente imposible.

«Entonces se dice que no asignaron la cantidad para transportar a los trabajadores y cumplir las tareas, y hay carros del servicio administrativo que aunque se tienen que mover, se mueven demasiado, y eso no se debate», expuso.

La responsabilidad colateral es un asunto que quita el sueño a muchos porque no se trata de una persona corrupta, sino de alguien que no ha cumplido con su deber, y por ello ha creado causas y condiciones para que ese fenómeno aparezca o se mantenga. Sin embargo, Gladys Bejerano apuntó la pertinencia de que el tema también se discuta, porque si nadie se siente responsable de lo que ocurre, no se resolverá el problema.

Refirió el razonamiento extendido de que Cuba puede quedarse sin cuadros porque nadie quiere asumir los cargos. «No puede ser que haya problemas sin responsables, porque cuando las cosas son buenas todos se las quieren apuntar. No podemos ser jefes solo de las victorias, hay que ser jefes de todo. Ser dirigente administrativo es una gran responsabilidad. El que tenga miedo, no puede ser cuadro. Si usted es honesto, ¿a qué le va a tener miedo?», formuló.

Comentó que recientemente se dictó una resolución para cuantificar daños y perjuicios, y algunos no están de acuerdo con que esas pérdidas se les sumen a los administrativos, aun cuando se trate de su responsabilidad.

«Al que haya que sumárselo se le suma. Si vino un ciclón y acabó con la producción, no podemos añadírselo al cuadro ni reclamarle a nadie. Pero si se echaron a perder productos en un almacén porque no se conservaron debidamente, alguien tiene que responder por eso y debe analizarse. La prevención y la educación es lo primero, pero exigir también educa.

Destacó que Cuba constituye un ejemplo a nivel mundial en el enfrentamiento a la corrupción. Según ella, el nuestro es el único país que lleva los reportes con un registro detallado de los hechos, más que con cifras.

A pesar de ello, no todas las incidencias se detectan a tiempo y continúan latentes con innecesarias tardanzas para distinguir cuándo el delito cometido puede catalogarse como corrupción. En muchos centros se convive con el problema frecuente del desvío de recursos u otras indisciplinas que conllevan a la consumación del desfalco y malversación de bienes estatales, y el nivel de detección es bajo, insistió.

Aclaró que cuando en algún lugar se quejan de que se realizan muchas auditorías, esto se debe a irregularidades detectadas, porque estas inspecciones están planificadas cada 18 meses. Sin embargo, insistió en que un buen directivo debe agradecer buenas auditorías todos los años, y los que deberían quejarse de asistir continuamente a un lugar son los auditores, porque el ineficiente trabajo de los directivos obliga a volver al mismo lugar.

Entre el conjunto de acciones que realiza la Contraloría mencionó a la Comisión Estatal de Control, adonde se llevan los casos más significativos para estudiar causas y condiciones que los generaron. Resaltó que cada acción tiene una importante dosis de trabajo preventivo, porque aunque cada día los dirigentes deben ser más exigentes, el camino es la prevención, una responsabilidad que no es solamente de la Contraloría, sino de los que tienen bajo su custodia recursos del país o ejecutan labores administrativas.

La Contralora se refirió a la importancia de la Resolución 60 (encargada del Sistema de Control), como camino para trabajar con mayor eficiencia y ayudar a evitar la corrupción, pues esta norma trabaja, entre otros, con el ambiente de control y las actividades de identificación y prevención de riesgos.
 

El pueblo denuncia

«Tiene que existir trabajo en equipo, supervisión en el terreno y preparación de los compañeros. Lo más importante es la conciencia del problema y la capacidad de pronosticarlo para salvar a las personas. Alguien con honestidad puede detener o minimizar cualquier complicación, pero cuando no está capacitado y la moral y autoestima están dañadas, puede pasar cualquier cosa», razonó.

La funcionaria comentó que los daños de un hecho de corrupción suelen no cuantificarse totalmente, pero son inmensos, porque afectan a muchos compañeros: no solo a los que participaron, sino a los que vieron y toleraron y a los que lo permitieron e hicieron posible con su negligencia.

Aclaró que a estos últimos no se les puede llamar corruptos, porque pueden ser desconocedores, irresponsables o descuidados, pero la corrupción es descomposición, y ningún hecho de esta índole se produce en un momento ni se debe esperar por un juicio para tomar medidas éticas desde la entidad.

Muchas veces es el pueblo quien toma la iniciativa de denunciar lo mal hecho. La Contraloría atiende las denuncias relacionadas con desvíos de recursos, hechos de corrupción y malas conductas de los cuadros. Si los hechos relatados no se corresponden con las competencias del órgano, se orienta cómo resolver la situación.

De los que son competencia de la institución, algunos se atienden directamente y otros se trasladan a los organismos correspondientes para que les den solución. Luego se mantiene el seguimiento y se audita el expediente del caso que atendió el organismo.

Además, los ministerios tienen la obligación de enviar a la instancia superior el plan de trabajo y la comisión que lo tramitará, pues eso permite asesorar y velar por otras cuestiones de imparcialidad y efectividad. Asimismo, existe el deber de preservar la identidad de la persona que denuncia cuando esta así lo prefiera. En este punto la Contralora resaltó como aspecto negativo que algunas entidades se interesan primero por saber quién escribió que en atender la deficiencia señalada.

Destacó que en los momentos iniciales de fundación de la Contraloría, más del 95 por ciento de las quejas de la población eran anónimas, mientras que hoy el 78 por ciento son identificadas, lo que evidencia la confianza ciudadana en la investigación que realiza la institución y su disposición de enfrentar el problema.

Alertó sobre los modos de tratar a los auditados, pues con la crítica, aunque sea severa, se debe saber cómo llegar a las personas y mantener la ética.

«Ser un órgano controlador no da la potestad de llegar e invadir un lugar, ni maltratar a nadie, porque hay personas corruptas, pero también existe gente muy honesta que trabaja», enfatizó.
Auditarlo todo

Todos ven los problemas de los demás, pero no analizan que en cualquier lugar pueden existir condiciones y causas que conduzcan a actitudes corruptas. «Hasta en la Contraloría tenemos debilidades, falta de profesionalidad, por ejemplo, que pueden poner muchas cosas en peligro. Hemos pasado por intentos de soborno a nuestros auditores», relató.

Explicó que anteriormente se realizaban auditorías dispersas, pero ahora se han concentrado en problemas estratégicos, como el Presupuesto del Estado, cuestión que antes no se seguía. Se realizan las acciones de control del presupuesto en sus tres fases: elaboración, ejecución y liquidación.

Informó también que auditar en cualquier actividad implica no solo detectar hechos delictivos o de corrupción, sino todo lo que exista. No obstante, lo importante son las técnicas adecuadas para descubrir todo. Existen lugares donde no se puede confirmar el delito, pero hay mala utilización, derroche o aplicación incorrecta, entre otras faltas.

Aclaró que no hay corrupción en cada lugar adonde llega la Contraloría, pues a algunos se asiste sin presunción de delito. Cuando se está realizando una auditoría financiera y se detecta alguna irregularidad, se pasa a una especial, que aporta documentos de constancia de desarrollo del proceso de inclusión fiscal, y donde los auditores pasan a ser peritos del proceso.

Notificó que se les da un especial seguimiento a programas priorizados por la Revolución, entre estos los procesos de entrega y uso de la tierra, el programa de fortalecimiento de las UBPC y todo lo que contribuye a la seguridad alimentaria del pueblo.

Se refirió a un cambio de estrategia de su institución. En otro momento se auditaban entidades aisladas y ahora se auditan los procesos, porque a veces los problemas objetivos y subjetivos de una unidad se relacionan con los de otra.

En el programa de venta de materiales de la construcción a la población, ejemplificó, no se comienza el proceso de auditoría desde el punto de venta; se hace desde las unidades productivas de base, donde se indaga por el costo de producción, la calidad, la disciplina tecnológica... Luego se llega a las empresas mayoristas y minoristas.

En resumen, para analizar todo el programa se hacen varias auditorías y comprobaciones en cada lugar, además de conversar con las personas que tienen subsidios y bonificaciones, para lograr una valoración general de los principales problemas.

Como parte de sus funciones, la Contraloría propone las directrices de control del país. Las propuestas se aprueban por el Consejo de Estado y rigen la aplicación de todas las auditorías. Se priorizan la contratación y los inventarios, ya que ahí residen mayormente los hechos de corrupción.

También se realizan investigaciones con otros organismos del Estado vinculados al control, en los que pueden detectarse delitos o hechos de corrupción, pero el propósito fundamental es hacer que el organismo mejore.

Gladys Bejerano recordó las palabras de Raúl en la Conferencia del Partido, cuando se refirió a que la corrupción ha existido siempre, debido a personas con ambiciones personales que asumen una posición corrupta. Sin embargo, el llamado es a eliminarla como fenómeno social, para que no rebase las características y propósitos de la Revolución.

Sobre el reflejo de los casos de corrupción en la prensa, explicó que publicarlos no siempre trae consigo la reacción deseada. Algunas personas no ven alerta y prevención, sino que creen que es solo un problema del lugar y no se llaman a perfeccionar las formas de hacer.

Durante el encuentro también instó a los miembros de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) a fortalecer alianzas para cumplir la misión de todos los cubanos de frenar y liquidar la corrupción como fenómeno.
Contraloría General de la República

En diciembre de 2008, el Primer Secretario del Partido y Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, General de Ejército Raúl Castro, informó en la Asamblea Nacional que se trabajaba en la creación de una institución que actuara como órgano superior de control del Estado.

El 1ro. de agosto de 2009 se creó la Contraloría General de la República, cuyo origen estuvo en la Oficina Nacional de Auditoría, creada en 1995, que en 2001 había dado paso a la aparición del Ministerio de Auditoría y Control.

El propósito del Ministerio de Finanzas era realizar auditorías, y al Ministerio de Auditoría y Control se le dio la misión de control y fiscalización para enfrentar las manifestaciones de corrupción. Desde este punto de vista tenía como debilidad su subordinación a las instituciones gubernamentales, pues estaba al mismo nivel de los ministerios.

Como parte del proceso de perfeccionamiento de la institucionalización en el país, una de las primeras medidas fue crear la Contraloría General de la República, órgano auxiliar de la Asamblea Nacional del Poder Popular para ejercer la alta fiscalización del Estado y el Gobierno, con las misiones de dirigir o proponer las políticas para preservar el patrimonio personal; orientar el sistema de control interno a partir de la Resolución 60, y ejecutar acciones de control en aquellos casos de mayor trascendencia, con el propósito de prevenir y enfrentar las manifestaciones de corrupción.

La Contraloría tiene su reglamento, normas y procedimientos, en concordancia con las normas internacionales de auditorías de las entidades fiscalizadoras superiores. Su plantilla de trabajadores está cubierta en un 86 por ciento y, de acuerdo al criterio de Gladys Bejerano, la falta de auditores se debe a los requisitos que se exigen, entre estos al menos diez años de experiencia y cinco en instancias provinciales.

Este año la institución cumple su quinto aniversario, fecha que, según la funcionaria, cierra una primera etapa.

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