Mi blog sobre Economía

lunes, 29 de septiembre de 2014

Escuchar, privilegio de la sabiduría

Problemas que pueden calificarse de urgentes, complejos y trascendentes para el país salieron a la luz en una evaluación acerca del estado de la ciencia nacional protagonizada por la Academia de Ciencias de Cuba. A partir de ese inventario revelador, se propuso un grupo de transformaciones vitales para reorganizar y hacer crecer nuestro Sistema de Ciencia, Tecnología e Innovación.  BOHEMIA realiza un primer acercamiento al tema, al habla con algunos académicos
Por BÁRBARA AVENDAÑO
29 de septiembre de 2014
Goethe comparó las ideas audaces con piezas del ajedrez
(foto ANTONIO PONS BEATO)
Johann Wolfgang VonGoethe comparó las ideas audaces con las piezas delajedrez que avanzan por el tablero. El poeta, novelista, dramaturgo y científicoalemán, agregó: “Ellas pueden ser vencidas, pero también pueden iniciar una partida victoriosa”.

Esas palabras parecieran acompañar el proceso de implementación de los Lineamientos de la Política Económica y Social aprobados por el VI Congreso del Partidorelacionados con la reorganización del Sistema de Ciencia, Tecnología e Innovación (SCTI). Y es que en mirar hacia adelante, crecer, reside la aspiración de la ciencia y los científicos cubanos de cara a los desafíos que exige el progreso de la nación, para lo cual han reclamado unirse a los esfuerzos del Estado.

Tal propósito se evidenció en la evaluación de los problemas existentes en el sector, resumidos en el informe: “Análisis del Estado de la Ciencia en Cuba…” -elaborado en 2012 con la participación de más de cien miembros de la Academia de Ciencias de Cuba (ACC)-, los cuales pueden calificarse de trascendentes para el país. El documento consta de un informe central y cinco anexos, en correspondencia con igual cantidad de secciones de la ACC: Ciencias Agrarias y de la Pesca, Técnicas, Naturales y Exactas, Sociales y Humanidades, y Biomédicas.

Según el texto, “los datos y valoraciones sobre el Estado de la Ciencia en Cuba muestran un panorama contradictorio, que refleja una indudable conquista de la Revolución, y también amenazas para la continuidad y ulterior despliegue de esa conquista”.

Entre otros, se registra una tendencia a la reducción del potencial científico que nació y creció con la Revolución, con situaciones críticas en algunas disciplinas. Por otra parte, se considera exigua y tardía la formación de doctores, especialmente en las ramas con impacto más directo en la economía y la sociedad.
Asimismo, el compendio demuestra que decrece la intensidad del financiamiento, con un deterioro notorio en las condiciones materiales para la investigación, especialmente en las áreas universitarias. Además, es baja la productividad en publicaciones y patentes, hay poco impacto económico de la ciencia en la mayoría de los sectores, y escasa traducción de la investigación científica en el componente tecnológico de las exportaciones.
La CTI: una inversión estratégica
La CTI no puede considerarse un “gasto”, sino una inversión estratégica. 
(foto ANTONIO PONS BEATO)
Para concluir, el informe afirma que no es utilizado adecuadamente el potencial de una comunidad científica de alto nivel profesional y elevado compromiso revolucionario para labores de asesoría y consulta.

A partir de ese inventario revelador, la ACC sugirió transformaciones tipificadas en el documento en tres bloques de ideas: la gerencia científica, los recursos humanos, y los financieros, poniendo a la ciencia como motor generador de estos últimos.

Su contenido se presentó al Consejo de Ciencia y Tecnología de la Comisión de Implementación de los Lineamientos (Cidel) en octubre de 2013, e integró los materiales de referencia para el Grupo Temporal de Trabajo (GTT). Este, en coordinación con el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma) y la intervención de otros organismos, se dispuso a elaborar la propuesta de Política para la reorganización del SCTI.
Carlos Rodríguez Castellanos, doctor en Ciencias Físicas y vicepresidente de la ACC
Carlos Rodríguez Castellanos, 
doctor en Ciencias Físicas y 
vicepresidente de la ACC.
(foto CLAUDIA RODRÍGUEZ
HERRERA)
Y como es privilegio de la sabiduría escuchar, durante ese proceso las labores se realizaron con la participación de algunos académicos, a fin de producir un documento más enriquecido. “El GTT ampliado presentó una propuesta final de política que tiene en cuenta las principales recomendaciones expresadas en los informes previos de la ACC”, anuncia Carlos Rodríguez Castellanos, vicepresidente de ese órgano. 

Y añade, “el equipo de académicos que participó en su elaboración sostuvo posteriormente un encuentro de trabajo con la ministra del CITMA, donde se puso de manifiesto el consenso alrededor de las principales tesis del documento y el gran potencial de participación de la ACC en las transformaciones del SCTI”.
Como el paciente preocupado con un diagnóstico reservado, pero dispuesto a enfrentar el tratamiento para curarse a toda costa, la comunidad científica nacional asume el que atañe a su salud y la de la sociedad, dispuesta a hacer viables las soluciones y acciones correctivas.

A sabiendas, BOHEMIA propició un primer acercamiento al tema, con la realización de una suerte de mesa redonda virtual en la que intervinieron varios de los académicos participantes en la evaluación previamente realizada, quienes respondieron a dos preguntas relacionadas con el futuro de la ciencia cubana.


Sin creernos el ombligo del mundo

-¿Por qué Cuba necesita tener un Sistema de Ciencia, Tecnología e Innovación moderno y robusto?
Carlos Cabal Mirabal, doctor en Ciencias Físicas
Carlos Cabal Mirabal, doctor en 
Ciencias Físicas y jefe del Grupo
de Imágenes del Centro de
Ingeniería Genética y
Biotecnología. 
(foto MARTHA VECINO)
El doctor en Ciencias Físicas Carlos Cabal Mirabal, jefe del Grupo de Imágenes del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología, comienza por recordar que la ciencia cubana ha contribuido a la emancipación del pueblo, ha sido un factor de resistencia y de desarrollo de la sociedad, constituyéndose en un nuevo componente de la cultura de la nación.

“Nuestro país, que en lo político y en lo ideológico goza de soberanía, ha tenido ante sí el desafío de serlo también en lo económico. La soberanía de la patria es hoy, más que siempre, también en el plano científico y tecnológico.

“Las realidades de Cuba hacen que el desarrollo del conocimiento sea un factor de éxito para lograr una sociedad moderna, eficiente, próspera y sustentable. Su estructuración, gerencia y generación en las principales ramas del desarrollo socioeconómico del país hay que realizarlas con una perspectiva integradora de largo alcance para convertir al país en un creador de productos de alto valor agregado por la experticia implícita en estos.

“A eso se refirió Fidel en la inauguración del Centro de Biofísica Médica en febrero del 1993 cuando expresó: ‘La ciencia y las producciones de la ciencia deben ocupar, algún día, el primer lugar de la economía nacional. Tenemos que desarrollar las producciones de la inteligencia. Ese es nuestro lugar en el mundo, no habrá otro. En eso podemos competir con los japoneses, con los alemanes…’ ”, citó el también Premio Nacional de Física 2010.

Doctor en Ciencias Biológicas Agustín Lage Dávila, director del Centro de Inmunología Molecular
Agustín Lage Dávila, doctor en Ciencias
Biológicas y director del Centro de
Inmunología Molecular. (INTERNET)
Para Agustín Lage Dávila, doctor en ciencias Biológicas y director del Centro de Inmunología Molecular (CIM), la respuesta a nuestra pregunta es simple y directa. “Porque sin un SCTI eficaz no podremos construir un socialismo próspero y sostenible, ni defender la justicia social conquistada y la soberanía nacional”.

Y antes de explicar las razones que justifican su opinión, hace una alerta: “La ciencia no lo es todo en la batalla de los cubanos. Hay muchos retos en el plano de la creación de valores, la conciencia política, la cultura jurídica, la organización de la sociedad, la economía, la defensa, la educación y otros que debemos enfrentar, para seguir defendiendo con éxito lo que el pueblo cubano ha construido. Pero, sin creernos ‘el ombligo del mundo, también es cierto que la batalla económica requiere un fuerte componente de ciencia, tecnología e innovación.

“Somos solamente 11 millones de habitantes. No tenemos como China, por ejemplo, una demanda doméstica grande de bienes y servicios que ‘hale’ el crecimiento de la industria. Tampoco poseemos, como Argentina, enormes extensiones de tierra fértil para garantizar la autosuficiencia alimentaria y las agro-exportaciones, ni atesoramos, como Venezuela, recursos naturales demandados por el mundo. Nuestra imprescindible inserción en la economía mundial hay que articularla sobre la base de bienes y servicios ‘de alto valor añadido’, o, lo que es lo mismo, valor creado por el conocimiento.

“Un SCTI es un dispositivo social encaminado a la creación sistemática de nuevo conocimiento, la asimilación crítica del creado en otras partes, y su conexión eficaz con la producción de bienes y servicios, o, como dirían los economistas, ‘la reproducción ampliada de la vida material’.

“Tenemos un buen punto de partida: el capital humano existe, no solo el científico, sino toda una población educada y con una actitud cultural proactiva hacia la ciencia y la innovación. Y tenemos el socialismo, que es mejor que la economía de mercado para transformar la riqueza material en espiritual, y esta de nuevo en riqueza material.

“Se puede hacer, pero tenemos que hacerlo en el mundo de hoy, que no es igual al del siglo XX”, previene Lage.

Doctor Luis O. Gálvez Taupier, director general del ICIDCA
Luis O. Gálvez Taupier, doctor
en Ciencias Técnicas y  director 
general del Instituto Cubano de
Investigaciones y Derivados de
la Caña de Azúcar.
(LEYVA BENITEZ)
Al peso que tienen en la realidad cubana los insuficientes recursos naturales y la limitada población del país, suma el doctor en Ciencias Técnicas Luis O. Gálvez Taupier las características de la geografía de la Isla. Y con él, director general del Instituto Cubano de Investigaciones y Derivados de la Caña de Azúcar (Icidca), coincide Carlos Cabal, quien grafica así la situación:

“Extensa longitud costera en relación con su pequeña superficie. Nuestra posición ocasiona una alta vulnerabilidad ante fenómenos naturales como los huracanes, regímenes de lluvia anómalos, elevada aridez de los suelos, todo lo cual tiende a hacerse más crítico por los cambios climáticos que están teniendo lugar. Además, parte de nuestro archipiélago está en una zona sísmica activa. Otros países con problemas similares los enfrentan con éxito por disponer de una CTI sólida”.

El ingeniero Gálvez reconoce como el resultado más importante de la estrategia cubana de crear centros de investigación el del campo de la biotecnología, principalmente la biomedicina, concebida como un sistema integral consolidado de ciclo cerrado; pero a la vez observa que el resto de la actividad científica, principalmente la vinculada a la gestión productiva, en gran medida ha sufrido un deterioro.

“Esto se debe al bajo reconocimiento de su importancia para la economía y verla como una actividad que no siempre genera ingresos a corto plazo”, dice. A ello atañe que en ese renglón se hayan presentado limitaciones de recursos y medios para investigar, lo cual provoca la desmotivación de sus investigadores y especialistas, y ha estimulado un éxodo a otras labores y los llamados sectores emergentes.

“A tales circunstancias se suman las nuevas normativas como parte de las medidas del Perfeccionamiento y Reordenamiento Empresarial, que determinan la asunción de estructuras empresariales en los centros de investigación e innovación tecnológica vinculados a la producción. Así dejan de tener un presupuesto del Estado para cubrir los gastos y pasan a depender de los ingresos de los proyectos de investigación que contraten con los grupos empresariales y empresas productoras interesadas por los servicios técnicos que puedan brindar y las producciones que realicen”, dice con pesar.

-¿Qué se entiende por CTI?

Doctor Jorge Núñez Jover, director de Posgrado y coordinador de la Cátedra de Ciencia, Tecnología, Sociedad e Investigación de la UH
Jorge Núñez Jover, doctor en 
Ciencias Filosóficas, director de
Posgrado y coordinador de la 
Cátedra de Ciencia, Tecnología,
Sociedad e Investigación de la
Universidad de La Habana.
(LEYVA BENITEZ)
-Todos los países necesitan contar con capacidades para producir, distribuir y usar el conocimiento –advierte el licenciado en Química y doctor en Ciencias Filosóficas Jorge Núñez Jover, director de Posgrado y coordinador de la Cátedra de Ciencia, Tecnología, Sociedad e Investigación (CTS+I) de la Universidad de La Habana. La educación es la base del SCTI. Podemos decir tajantemente que no hay desarrollo posible sin conocimiento.

“Para comenzar es clave entender que ciencia, tecnología e innovación no son la misma cosa. Necesitamos buenos investigadores, centros de investigación y universidades, excelentes doctorados, magníficas publicaciones. Pero la tecnología no se reduce a eso. Para producir alimentos, organizar el sistema de transporte, mejorar el de salud, construir viviendas… necesitamos seleccionar bien las tecnologías que usamos. Estas no necesariamente dependen de nuestras investigaciones científicas. Hay equipamiento o formas de organizar los procesos productivos y sociales que están disponibles y basta con asimilarlos.

“Pero incluso ese acto de apropiación de tecnologías generadas en otros contextos requiere de conocimientos, de gente preparada. Hay algunas que serán derivadas de nuestra ciencia: una nueva vacuna, una semilla propia; pero la mayor parte de estas, los artefactos y procesos que modelan nuestras vidas cotidianamente, no provienen de aquella aunque se benefician de sus resultados.

“Finalmente, la innovación es también algo diferente: se trata de la incorporación al tejido productivo y social de nuevos equipos, formas organizativas, procesos. Es la solución creativa de problemas con base en el conocimiento. Una tecnología comprada en el exterior o producida en Cuba que no se disemina e incorpora a la vida práctica de manera sostenida no constituye una innovación.

“Lo otro es que todo ello debe constituir un sistema. Los países que más han avanzado construyeron sistemas que articulan a las personas, las organizaciones, los territorios, que influyen en la producción, distribución y uso del conocimiento. Y eso solo es posible si existen leyes, regulaciones, normas, procedimientos, incentivos, que lo hagan posible. Se requiere mucha comunicación, intercambios, flujos de conocimientos y tecnologías entre los actores colectivos. Si tenemos todo ello, tenemos un SCTI”, resume Núñez Jover.
Doctor Jesús Guanche Pérez, coordinador de la Sección de Ciencias Sociales y Humanidades de la ACC
Jesús Guanche Pérez, doctor en 
Ciencias Históricas y
coordinador de la Sección de 
Ciencias Sociales y Humanidades
de la ACC. 
(CORTESÍA DEL ENTREVISTADO)
Convencido de que la CTI no pueden considerarse un “gasto”, desde el paradigma economicista está el doctor en Ciencias Históricas Jesús Guanche Pérez, coordinador de la Sección de Ciencias Sociales y Humanidades de la ACC y miembro de su Consejo Directivo.

“Se trata de una inversión estratégica, un recurso múltiple y complejo que va desde lo humano debidamente preparado y estimulado, el conocimiento sistematizado, acumulado y transmitido, la información precisa, la adecuada visibilidad pública, los medios tecnológicos más actualizados para acceder al conocimiento, y los mejores modos de hacer en cada caso. Esto abarca desde la docencia hasta la acertada toma de decisiones.

“Un país que invierte una parte muy importante del PIB en educación y salud, por ejemplo, está aún lejos de invertir lo necesario en este campo estratégico, pues son precisamente la CTI puestas en función del desarrollo humano, mediante la prosperidad económica, las que pueden poner al día otros muchos sectores o campos en la sociedad, especialmente la propia economía.

“Hoy vivimos en un país pequeño de una sociedad global. Si no se está plenamente consciente de que formamos parte del sistema-mundo, con un modelo sociopolítico alternativo (contestatario) a la dependencia del poder transnacional, nos ahogamos en la aldealidad. Entre muchos factores, acelerar el desarrollo de la CTI debe facilitar un salto hacia adelante para superar el ostensible atraso respecto a otros países de nuestra más cercana área geográfica. Eso ya está estudiado estadísticamente con múltiples detalles”, asegura este Académico de Mérito.

Doctor Luis Alberto Montero Cabrera
Luis Alberto Montero Cabrera,
doctor en Ciencias Químicas y 
Profesor Titular de la Universidad
de La Habana. 
(foto ANARAY LORENZO)
Con la experiencia adquirida en tantos años frente a un aula, el doctor en Ciencias Químicas Luis Alberto Montero Cabrera, Profesor Titular de la Universidad de La Habana, explica que los productos de la ciencia y la alta tecnología suelen ser exclusivos porque se basan en descubrimientos originales solo alcanzables por sistemas de mejor calificación intelectual que la generalidad de la humanidad. “Y eso genera altos precios de mercado y una consecuente elevada productividad del trabajo si tales productos y servicios aparecen adecuadamente demandados.

“Como conclusión simple de lo anterior tenemos que nuestra oportunidad de que el trabajo realizado se convierta en riqueza y bienestar para los cubanos es emplear la exclusividad de nuestra preparación y calificación científica para vender caro lo que produzcamos y que las ganancias financien nuestro bienestar material.

“Eso se logra con una capacidad elevada de desarrollo tecnológico e implementando posibilidades teóricamente ilimitadas de innovar en nuestras producciones y servicios. Y un socialismo bien concebido se muestra como ideal para lograr esto”, alerta Montero.
Doctora Olga Fernández Ríos, vicecoordinadora de la Sección de Ciencias Sociales y Humanidades de la ACC
Olga Fernández Ríos, doctora en 
Ciencias Filosóficas y 
vicecoordinadora de la Sección 
de Ciencias Sociales y 
Humanidades de la ACC. 
(foto CLAUDIA RODRÍGUEZ)
Como buena filósofa, la doctora en Ciencias Olga Fernández Ríos, vicecoordinadora de la Sección de Ciencias Sociales y Humanidades de la ACC, echa mano de un concepto para dar riendas a su respuesta.

“Cuando hablamos de un sistema en el sentido social nos referimos a un conjunto de entidades y organismos interrelacionados, con influencias e interacciones mutuas para enfrentar determinadas actividades y para lograr objetivos de interés común. En un sistema todos sus integrantes están conectados, cada uno influye y es influido por los otros, es una relación que también se expresa en las funciones que corresponden a cada entidad u organismo que lo integran.

“Potenciar el SCTI significa fortalecerlo a fin de que cada elemento juegue la función que le corresponda, para trazar objetivos bien definidos, desarrollar las capacidades de investigación, innovación y organización que contribuyan a las necesarias transformaciones en nuestro modelo de desarrollo económico y social”.

A propósito interviene el doctor en Ciencias Físicas Carlos Rodríguez. “Al SCTI le corresponde lograr la participación efectiva de la CTI en todas las esferas de la vida socioeconómica. Para ello, deberá fomentar la capacidad de innovación en todos los sectores y conducirla en correspondencia con nuestros objetivos estratégicos. Por una parte, se trata de fortalecer la generación y transferencia de resultados de la investigación y el desarrollo tecnológico propios. Por otra, se requiere aumentar la absorción de nuevos conocimientos, productos y tecnologías a través de la inversión y el comercio exterior.

“Las políticas adoptadas deberán fortalecer tanto las capacidades de oferta, generación y transferencia, como las de demanda y asimilación. Estos componentes deben formar parte de un esfuerzo coherente que integre al potencial científico y tecnológico con los sectores productivos y de servicios y con la dirección del país”.

No se puede evaluar ni dirigir con anécdotas

-¿Qué pasos hay que dar para que el país tenga un SCTI moderno y robusto?
-La Verdad, decía Lenin, es siempre revolucionaria -recuerda Agustín Lage antes de subrayar los que considera seis aspectos esenciales: Tomar conciencia de que el período especial que siguió en los años 90 a la desaparición de la URSS y al reforzamiento oportunista del bloqueo estadounidense contra Cuba, si bien es básicamente una historia de resistencia y victoria del pueblo cubano, también nos dejó heridas y secuelas; y en el tema que nos ocupa, un daño tangible en el Sistema de Ciencia, Tecnología e Innovación.
No hay desarrollo posible sin conocimiento
No hay desarrollo posible sin conocimiento. (foto CLAUDIA RODRÍGUEZ HERRERA)
“Lo segundo es la comprensión de que el SCTI de Cuba hay que hacerlo crecer. Y no a un ritmo derivado del crecimiento de la economía, sino por delante de este. A riesgo de provocar la crítica ácida de algunos economistas, diría que hay que hacerlo crecer fuera de proporción. No debe ser consecuencia distal del crecimiento económico, sino causa motriz de este.

“Ese crecimiento del SCTI hay que diseñarlo y medirlo con indicadores cuantificables, que deben formar parte del plan de la economía y debatirse como mismo se hace con el programa de desarrollo económico. La ciencia no se puede evaluar ni dirigir con anécdotas. Hay mejores formas de evaluarla, que aunque son incompletas e imperfectas, es mucho peor no utilizarlas.

“Luego hay que revisar las estructuras y procesos organizativos que necesitamos. Debe ser una tarea social consciente, y como tal, requerirá conducción consciente. Hay variantes posibles. Lo que sí es perfectamente claro es que esas estructuras y procesos no deben ser los mismos de ayer. La realidad es distinta, nuestras estrategias también deben serlo”.

Agustín Lage sugiere rediseñar una estrategia de financiamiento del sistema que debe procurar un equilibrio entre el de fuente empresarial y el que proviene del presupuesto del Estado. “Ciertamente, el componente empresarial debe crecer, pero el presupuestado también lo necesitamos. Tienen funciones diferentes. Y ambos deben ser medibles y transparentes, tanto en su volumen (sea el que fuese posible) como en sus asignaciones.

“Finalmente requeriremos también un tratamiento especial de la 'Empresa Socialista de Alta Tecnología'. Es un componente nuevo que debe nacer en el tejido empresarial cubano llamado a un rol protagónico (no exclusivo, pero sí protagónico) en la conexión de la ciencia con la economía. Hay semillas de esto germinando en la Biotecnología, en las Ciencias Informáticas y otros campos, pero ahora es preciso capturar esas experiencias en definiciones estructuradas de cuáles deben ser los atributos y las atribuciones de ese tipo de empresa dentro de nuestro modelo económico”, convoca.

La actividad científica, principalmente la vinculada a la gestión productiva, ha sufrido deterioro
La actividad científica, principalmente la vinculada con la
gestión productiva, en gran medida ha sufrido un deterioro.
(foto CLAUDIA RODRÍGUEZ HERRERA)
Carlos Cabal, también Profesor Titular de la Facultad de Física de la Universidad de La Habana, agrega que en lospresupuestos del Estado cubano se deberían incluir partidas explícitas y crecientes destinadas al fomento de la investigación científica, el desarrollo y la innovación. Ese presupuesto podría tener fuentes financieras, entreotras, a partir de los ingresos que la propia ciencia genera actualmente.

Además, plantea estrechar e incentivar los nexos entre los actores de la ciencia, la educación superior y todo el sistema educacional cubano. De igual forma, entre la educación superior, los centros científicos y el sistema empresarial cubano, y motivar la formación de jóvenes científicos con alto nivel por medio de un programa priorizado y audaz de formación de doctores. 

Entre sus criterios, el Académico de Mérito Luis Gálvez sostiene que para lograr una eficiente y eficaz función de la ciencia ante la producción “tenemos que lograr interesar, por las más diferentes vías (y aquí también hay que innovar), a la empresa y la unidad productora (sea cual fuere la forma de propiedad y organización empresarial que adopten) en la búsqueda sistemática de soluciones técnicas y en la asimilación de nuevas tecnologías que contribuyan a elevar su eficiencia, valor agregado y sostenibilidad a largo plazo.

“Este es un medio de favorecer la economía y competitividad de la empresa y del país, y a la vez de obtener ingresos suficientes que le permitan financiar la actividad de los centros de investigación y desarrollo, pues ven en estos la garantía de su desarrollo y mejoras continuas.

“Para alcanzar los objetivos que se quieren es necesario resolver las dificultades con el relevo generacional del potencial humano de la ciencia cubana vinculado a los aspectos de la formación y especialización, el descenso del número de graduados de ciencias exactas e ingenierías, el desplazamiento de los investigadores a otros sectores de la economía, y el innegable incremento de los procesos migratorios de jóvenes talentosos”, asevera.

El asimismo Investigador Titular de la Fundación Fernando Ortiz, Jesús Guanche, es uno de los muchos que han trabajado recientemente en dos propuestas complejas pero necesarias. “En primer lugar sobre el estado de la ciencia y sus perspectivas; y paralelamente en el estado del conocimiento como patrimonio acumulado y su adecuada utilización”.

“Esto abarca toda la sociedad, sin excepción, pues la ACC es disciplinalmente inclusiva (a diferencia de otras en el mundo) e institucionalmente multirrepresentativa; es decir, el grueso de la membresía forma parte o labora en muy diversas instituciones, de manera que tiene un perfil transversal a toda la sociedad cubana. Nuestros científicos son docentes, investigadores y directivos…, con un muy reconocido prestigio nacional e internacional.
La batalla económica requiere un fuerte componente de ciencia, tecnología e innovación
La batalla económica requiere un fuerte componente de
ciencia, tecnología e innovación. (Archivo de BOHEMIA) 
“En lo personal considero que nuestra sociedad tiene más problemas organizacionales que de otra índole y ese es un desafío permanente para la ciencia y para quienes tienen la responsabilidad de organizar.

“Por ejemplo, una asignatura pendiente es llegar a formular una Ley de Ciencia, Tecnología e Innovación, que se encuentre a la altura de nuestro tiempo y de proyección al futuro, tal como demanda la institucionalización del país”, sustenta Guanche.

Y a este último criterio incorpora otro matiz Jorge Núñez, especialista en Estudios Sociales de Ciencia y Tecnología. “Construir un sistema de tal naturaleza no se puede lograr por decreto. No es posible sentarse en una mesa y diseñarlo. Ese sería un sistema imaginado pero no real.

“Requiere mucha concertación de esfuerzos e intersectorialidad. Ningún ministerio por separado puede ser el portador del sistema porque en este intervienen empresas, sistema educacional, de salud, financiero, medios de comunicación, gobiernos locales, entre otros muchos. Esa concertación demanda claridad conceptual, evaluación rigurosa de la experiencia internacional y nacional y, con base en todo ello, la construcción de políticas de alta calidad.

“Si se tiene todo eso entonces solo será necesario sumar mucha voluntad política, la misma que permitió en los años 60 y 70 construir las bases del sistema científico nacional y en los 80 y 90 crear la industria biotecnológica nacional. Y por supuesto, recursos imprescindibles. El mayor respaldo a esa voluntad política debe ser la comprensión de que sin educación, ciencia, tecnología e innovación, no hay desarrollo posible”.

Sin moldes prestablecidos

Atenido a que la CTI no son actividades verticales de organismo alguno y sí horizontales en toda la sociedad, el profesor Luis Montero exterioriza su deseo de que en el país la ciencia esté presente en cada razonamiento y decisión relativos al desarrollo de la economía y la sociedad.

“La tecnología debe ser activa y productiva al servicio de la implementación y puesta en práctica inmediata y eficiente de cualquier idea de interés social y personal, en todas las organizaciones que lo requieran, sin moldes prestablecidos. Además, el emprendimiento y la innovación deben ser una forma de concebir y realizar el desarrollo permanente y competitivo de las actividades productivas.

Científicos en plena labor investigativa
(foto CLAUDIA RODRÍGUEZ HERRERA)
“Si aceptamos lo anterior, es preciso establecer o facilitar todas las conexiones posibles dentro de la sociedad entre los que crean nuevos conocimientos y la forma de realizarlos prácticamente con los encargados directos de crear valor con su trabajo, en cualquier instancia”.

Por eso ratifica una idea de interés compartido, y  propuesta a la máxima dirección del país. “Debemos tener una organización nacional que gestione la promoción de la CTI al servicio de toda la sociedad y eso debe hacerlo un ente multisectorial horizontal del Estado. Estas acciones no pueden estar concentradas en ningún organismo, porque no son verticales”.

En tanto, Olga Fernández, Académica Titular de la ACC, clama por una mejor interacción entre todos los organismos y ministerios, con empresas capaces de aplicar resultados científicos y tecnológicos y de promover encargos a la ciencia, que a la vez contribuyan con recursos económicos y materiales para su desarrollo.

“En el terreno del financiamiento se deben promover fórmulas y mecanismos diversos para sufragar la CTI e identificar los centros e investigaciones que requieran de un presupuesto diferenciado o asignado. Es el caso, por ejemplo, del campo de las humanidades y las ciencias sociales, que, aunque directamente no tengan impacto económico, desempeñan importantes roles en el complejo y contradictorio proceso de construcción socialista.

“Como nunca antes, hoy es necesario reconocer que la CTI no son nichos aislados de la sociedad, sino parte de ella, de ahí la necesidad de una adecuada promoción social de esas actividades que acerque a científicos y directivos con los ciudadanos, con todo el entramado social, y de forma muy especial con el mundo de la educación y de la cultura. Lograr una mejor información a nuestro pueblo sobre los importantes aportes de la CTI es un objetivo por cumplir, que urge ser reactivado, y que a la vez puede convertirse en una importante fuente de estimulación a quienes promueven el desarrollo científico y tecnológico del país”, expone Olga. 

A lo que Carlos Cabal añade: “La singularidad de la Revolución Cubana, sus procesos sociales, culturales e ideológicos atípicos y de ascendente complejidad requieren y ameritan que el país tenga una ciencia social, humanística sólida, y medios y formas de comunicación social efectivos, que, junto con la Escuela, trasmitan e impriman conocimientos y convicciones con métodos científicos basados en los valores ético-morales más elevados que la creación humana haya gestado”.

Por su parte, Carlos Rodríguez se muestra rotundo. Aspira a “contar con un sistema de dirección de la CTI moderno, multisectorial, que oriente, apoye, facilite e integre las actividades, abandonando el modelo actual, que no se corresponde con las necesidades de hoy. Este tendría que fomentar formas más flexibles y efectivas de conexión entre el potencial científico y las instituciones de la producción, los servicios, los órganos de dirección y la Defensa.

“También hace falta detener el actual proceso de deterioro y retomar el crecimiento selectivo, escalonado, balanceado y sostenible del potencial científico, con metas claras que combinen el desarrollo del potencial humano con las inversiones necesarias para garantizar su productividad y reproducción.

La población mantiene una actitud cultural proactiva hacia la ciencia y la innovación
El capital humano existe, no solo el científico, sino
toda una población educada y con una actitud 
cultural proactiva hacia la ciencia y la innovación. 
(foto CLAUDIA RODRÍGUEZ HERRERA)
“En particular, es necesario elevar la intensidad de las actividades de I+D+i en las universidades a fin de lograr un mejor aprovechamiento de su importante potencial científico, garantizar la reproducción de los recursos humanos para la ciencia y elevar la calidad de la educación superior, brindando especial atención a las investigaciones de carácter estratégico para el país y la formación de doctores.

“Por último, pero no porque sea lo menos importante, hay que elevar considerablemente el nivel de informatización de todo el SCTI, para lograr un aprovechamiento cualitativamente superior de las oportunidades que ofrecen las TIC”.

Planificar y concebir un SCTI moderno y acciones concretas y estratégicas que detengan el deterioro de la CTI y las sitúen en el lugar que les corresponde como catalizador del desarrollo económico y social, es anhelo de todos los entrevistados para este espacio.

Darles cada vez más participación en ese proceso a los actores del escenario científico incrementaría el compromiso de estos con la nación, y sería una buena señal para la comunidad a la que pertenecen, así como para el resto de la sociedad. Reinicio ventajoso que pudiera garantizar una partida invicta en nuestro tablero de ajedrez.

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