Mi blog sobre Economía

domingo, 5 de octubre de 2014

La nueva economía sostenible para las organizaciones del Siglo XXI

Por Julia Ramos Puentes

Como dice Jonathan Dawson, profesor de Economía para la Sostenibilidad del Schumacher College en el libro “Teacher´s Guide: Design for Sustainability”, “Una nueva economía no emergerá de los poderes económicos y del sistema capitalista, sino de abajo arriba, de las personas hacia sus comunidades, regiones y países; cuando estos aprendan a construir y tomen el control de la economía, cuando determinen realmente cuales son las formas de medir su propio bienestar; y aprendan a proteger los recursos naturales que la tierra nos ofrece por nuestro bien y el de las futuras generaciones”



Y es que parece que economía y desarrollo sostenible son dos conceptos completamente antagónicos en la sociedad actual en la que vivimos. Por lo tanto, en este texto quiero demostrar que ambos no sólo pueden ir de la mano, sino que son totalmente complementarios e interdependientes.

Comencemos definiendo Sostenibilidad y Economía. Según las Naciones Unidas, Sostenibilidad es la capacidad de cubrir las necesidades de las generaciones actuales sin comprometer las necesidades de las generaciones futuras.

Mientras que Economía procede del Griego “Oikos”, que significa: “cuidado o gestión de la casa”. Por lo tanto Economía ySostenibilidad parecen, al menos en cuanto a definición, dos conceptos bastante similares, sobre todo si comprendemos que el cuidado de la casa se refiere al cuidado de nuestra casa, el planeta TIERRA. Así pues, para que el cuidado de la tierra ocurra, es necesario que gestionemos sus recursos de manera inteligente sin comprometer nuestra propia supervivencia y la de las personas que están por venir.

Ahora bien, parece casi una locura pensar que en los tiempos actuales en los que vivimos, economía y sostenibilidad puedan ir de la mano, sobre todo cuando hemos igualado el concepto de economía al concepto de dinero, volviéndose éste además dueño y señor de todo y de todos. Parece que el dinero ha pasado de ser un medio para el intercambio, al elemento central alrededor del cual se construyen y organizan las relaciones humanas. Pues bien, esta realidad económica que parece tan obvia y que muchos aceptamos como única y posible, no es más que una “historia” reciente. Hoy en día asumimos que el dinero, siempre ha funcionado de la misma manera. Nada más lejos de la realidad, ya que por ejemplo, no fue hasta 1870 que el dólar americano se estableció como la única moneda nacional. Hasta esa fecha existían más de 7000 monedas diferentes en circulación y se usaban miles de otros productos para el intercambio en ese país.

Asimismo, los tres organismos internacionales, el Fondo Monetario Internacional, El Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio, principales responsables de regular los asuntos económicos a nivel internacional, sólo llevan operando desde mitad del siglo XX.

Así pues, si queremos llegar a implementar una nueva economía para las organizaciones del siglo XXI, primero tenemos que comprender el funcionamiento del sistema económico actual, entendiendo en profundidad qué es, cómo se crea y cómo funciona el dinero.

Entendiendo el sistema financiero

Con la llegada de la era científica en el Siglo XVI, llegó la separación de los seres humanos con la naturaleza. Pasamos a ver nuestro medio ambiente como un subsistema al servicio de la economía que nos aportaba un banco de recursos lleno de productos transformables para satisfacer todas las necesidades económicas del ser humano.

El desarrollo económico de los asentamientos humanos ha pasado del modo supervivencia de los cazadores-recolectores al desarrollo de la agricultura, a la especialización de las habilidades, para pasar a la industrialización y finalmente al consumo masivo y excesivo.

El sistema económico actual ha florecido gracias a la llegada de la era de los combustibles fósiles. La explotación de losrecursos naturales ha puesto a nuestra disposición enormes cantidades de energía, dando lugar a grandes avances tecnológicos, pero también con inmensos costes para la sociedad y el planeta, como los gases de efecto invernadero o la disparidad económica entre ricos y pobres.

Este sistema económico asume que siempre tendremos energía barata y que el crecimiento es ilimitado. Pero, ¿cómo se puede tener crecimiento ilimitado dentro de un planeta con recursos limitados?

Asimismo, nos han hecho creer que el crecimiento económico y la globalización es la única alternativa, el único camino, cuando éstos no son más que una construcción cultural impuesta sobre todas las personas, resultado de unas cuantas elaboradas políticas creadas por el sistema capitalista industrial. (Gibler 2006)

Ahora bien, Si queremos generar cambio, necesitamos conocer el funcionamiento del sistema desde dentro. ¿Cómo funciona realmente el sistema económico actual y el dinero?

La primera gran revelación es que el dinero es creado por los bancos comerciales, que son entidades privadas, en forma de deuda.

¿Esto qué significa? Pues que cada vez que una persona solicita un préstamo en un banco, éstos crean un dinero electrónico imaginario, asumiendo que el individuo pagará su deuda con intereses en el periodo especificado.

Para que el sistema siga en funcionamiento, es necesario que exista una necesidad de préstamos constante por parte de los individuos y el mercado.

Lo que muchas personas piensan es que el dinero de los bancos proviene de los depósitos de los clientes en ese mismo banco y en realidad funciona totalmente a la inversa.

De esta manera, el sistema económico y el dinero tienen su pilar en la deuda adquirida y en los intereses que esta deuda genera; y por tanto dependen del crecimiento económico constante como única forma para el repago de la deuda. Algo todavía más terrorífico que esto es, que este sistema necesita de la competencia entre personas, quitándose los recursos unos a otros para poder saldar sus cuentas con el banco.

Actualmente el 90% del dinero mundial es solamente una cifra en un ordenador, siendo dinero electrónico completamente intangible.

Otro factor totalmente sorprendente es que los gobiernos no crean el dinero usado por sus ciudadanos y que éstos dependen y deben operar de la misma manera que los individuos, es decir, pidiendo préstamos con intereses a los bancos. Recordemos además que los bancos son entidades privadas.

Asimismo, se estima que el 96% del dinero que existe actualmente en circulación es dinero meramente especulativo y se usa para conseguir beneficios especulando sobre las tasas de conversiones monetarias en los mercados internacionales.

La creación del dinero como deuda e intereses hace que el dinero se transfiera de pobres a ricos. Se calcula que aproximadamente el 10% de la población gana aproximadamente el doble en intereses por sus depósitos bancarios que paga por sus créditos. Lo mismo sucede entre los países en vías de desarrollo y los países desarrollados.

Es por esto que para poder generar una economía realmente sostenible y justa, no sólo es necesario cambiar el funcionamiento del dinero como deuda sino que además es necesario prestar atención a dos factores clave: las externalidades y los subsidios.

Pongámonos en contexto: Hoy en día, 52 de las 100 economías más poderosas en el mundo son grandes corporaciones.

Pues bien, las externalidades corresponden a todos aquellos costes sociales y ambientales no incluidos en el precio pagado por los consumidores finales. Esto hace que en muchos casos sea más barato importar productos de otros países que consumir los del propio.

Si las externalidades fueran internalizadas, es decir, si los costes sociales y ecológicos asociados a los productos industriales fueran incluidos en el precio final, el coste de producción sería mayor y dichos productos ya no sería tan rentables.

Este simple cambio tendría un efecto enorme sobre el consumo a nivel mundial, ya que los productos sostenibles, por ejemplo la agricultura local y ecológica sería más económica que cualquier producto agrícola producido de manera industrial e insostenible. Esto tendría impactos positivos inimaginables sobre toda la sociedad, ya que prosperarían las organizaciones sostenibles y los seres humanos podríamos desarrollar nuestras carreras profesionales en empresas con sentido en las que sentirnos realizados.

El segundo factor son los subsidios. Se estima que cada año se destinan 700 billones, provenientes de impuestos, a actividades que destruyen el medio ambiente (Brown 2008).

La mayor parte de los subsidios se destina a los grandes productores y las grandes multinacionales, lo cual impide a los pequeños productores y a los países más pobres competir en igualdad de condiciones.

Pues bien, hasta ahora hemos visto que el dinero como deuda, las externalidades y los subsidios son tres factores que requieren un cambio si queremos construir un nuevo sistema económico más sostenible y justo. La buena noticia es que la solución no es tan compleja como puede parecer a priori, ya que según los datos expuestos anteriormente, todo este entramado podría parecer una lucha de David contra Goliat.

Por lo tanto, el cambio, como dijimos al principio, vendrá de abajo a arriba y para ello es necesario que desarrollemos proyectos que apoyen el surgimiento de un nuevo modelo económico.

El cambio de abajo hacia arriba

Este nuevo modelo económico requiere que comprendamos varios factores: El primero es que existe una interconexión entre todas las cosas y todos los seres vivos. Lo que yo hago a otros y a mi entorno tiene un impacto sobre mí mismo.

El segundo es que el crecimiento ilimitado y exponencial es imposible y antinatural. No hay ningún proceso en la naturaleza que siga ese patrón. El crecimiento siempre tiende al equilibrio en el tiempo.

También se hace necesario que revisemos nuestras creencias sobre el dinero. ¿Cuánto dinero quiero o cuanto necesito? El cambio de la visión de la economía del cuanto quiero al cuanto necesito es el principio de la economía no violenta o de la suficiencia que promovía Gandhi. Una economía en la cual nadie toma más de lo que puede utilizar, porque si lo tomara lo estaría quitando a otra persona. Gandhi escribió: ‘la naturaleza produce suficiente para satisfacer nuestras necesidades del día a día; y si tan solo cada persona tomara lo suficiente para sus necesidades y nada más, no existiría pobreza en este mundo.’

Una visión similar es la que promueve Charles Eisenstein, en su libro “La economía sagrada”. Eisenstein habla de la “economía del regalo o la donación”, una forma de economía muy cercana al ser humano ya que ha funcionado durante miles de años en nuestros sistemas sociales. La economía de la donación consiste en compartir con los demás aquello que no necesitas, ya que la abundancia para las personas de mi entorno es abundancia para mí mismo y genera gratitud, buena voluntad, seguridad…

Gracias a la comprensión de todos estos factores, podemos ver que la finalidad de una organización del siglo XXI no debe ser la maximización de beneficios, sino la generación de riqueza sostenible a todos los niveles. Una forma más práctica de entender esto es profundizando en la fórmula de Beneficio = Ingresos – Gastos.

Las organizaciones del Siglo XXI tendrían que tener un beneficio cercano a “0”. Cualquier empresario se echaría las manos a la cabeza con esta afirmación. No obstante, pensemos en la situación económica actual. La persecución de la maximización de beneficios nos ha llevado a buscar la minimización de costes sin importar el impacto social y/o ambiental de nuestras actividades empresariales.

En época de crisis económica, esta actitud se ha llevado hasta las últimas consecuencias, como por ejemplo, llevando la producción a países extranjeros con la consecuente pérdida de empleos a nivel nacional. Lo curioso de esta fórmula (B=I-G) es que el reducir gastos tiene un impacto directo sobre los ingresos, haciendo que las propias personas a las que hemos despedido ya no tengan suficiente poder adquisitivo para seguir comprando nuestros productos, con lo cual nuestros beneficios se ven mermados. Esta es la historia de la pescadilla que se muerde la cola.

Ahora bien, la visión de una economía sostenible que tiende a beneficio “0” necesita que nuestros ingresos y gastos sean lo más equitativos posibles. Para ello, al igual que mirábamos anteriormente con las externalidades, necesitamos imputar todos los costes reales de producción a esta fórmula. De esta manera, los gastos ya no se observan como gastos, sino como una inversión por el bien de la sociedad y el planeta. Si yo invierto más y mejor en las personas que trabajan en mis proyectos, ellos tendrán mejor poder adquisitivo lo cual revertirá directamente en mis ingresos. Recuerda, “si tú tienes más yo también tengo más. Todos tenemos más”. Es lo que en la metodología Dragon Dreaming se llama una cultura de “ganar-ganar-ganar”, donde los individuos, la comunidad y el planeta se benefician siempre.

Cuando me refiero a “costes reales” hablo de todos aquellos que no son sólo necesarios para mi producción sino que además tienen en cuenta mis necesidades personales. Asimismo, si estos costes reales son generados en la comunidad o entorno en el que desarrollo mi actividad, esto tendrá un impacto más directo sobre mis ingresos.

Finalmente, eliminemos de nuestra mente la cultura de la usura y de la especulación, dejando de buscar el mejor precio posible o el mayor retorno sobre la inversión, ya que de manera más o menos directa, esto tiene un impacto negativo sobre nosotros mismos.

¿Qué más podemos hacer para generar el cambio?
Para generar cambio debemos comenzar con cambiarnos a nosotros mismos poniendo en práctica todo lo anterior, más:
Apoyando y/o invirtiendo en proyectos sostenibles y empresas locales.
Donando una cantidad de tus ingresos a otras personas o proyectos cercanos.
Dejando de apoyar el sistema económico tradicional y comenzando a utilizar sistemas económicos alternativos como cooperativas de crédito, bancos de tiempo, monedas alternativas, microcréditos.
Transmitiendo a amigos-familiares-conocidos el funcionamiento del sistema económico y como el dinero procede de la deuda.
Conectando con personas con visiones similares.
Reclamando a los gobiernos una economía nacional real donde el dinero sea creado por los gobiernos, sin deuda y donde la riqueza de un país se mida por factores como la felicidad de sus ciudadanos, la inversión en infraestructuras o servicios sociales, la preservación del medio natural etc..

Finalmente, no te dejes desmotivar por la creencia de que todo esto siempre ha sido así y de que no puede cambiar.

De acuerdo con “Alvin Tofler, si los últimos 50.000 años de existencia humana se dividieran en lapsos de vida de aproximadamente 62 años cada uno, habría habido unos 800 períodos de vida. De éstos, 650 se habrían pasado en las cavernas; la electricidad se habría usado durando dos vidas; el petróleo se habría usado sólo en la presente vida; y la computadora, por supuesto, se habría usado en menos de la mitad del lapso de vida más reciente.” Así que esta historia económica contemporánea no es más que un pequeño lapso de tiempo en comparación con toda la historia de la humanidad. Este texto es la base de la visión económica de la metodología Dragon

Dreaming, en la que se desarrollan talleres para la “captación empoderada de fondos” y se analizan los sistemas económicos para las empresas del siglo XXI. Puedes tener más información aquí.


Bibliografía e inspiración:

Teachers guide: Design for sustainability. Gaia Education.

John Croft. Dragon Dreaming project design.

Charles Eisenstein Sacred Economics London July 2012

Awakening the Dreamer. Pachamama Alliance.

El dinero como deuda.

Otto Scharmer. 8 institutional innovations that could update the economic system.

http://www.ecohabitar.org

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