Por JOHN OTIS The Wall Street Journal
LA PAZ, Bolivia—El presidente Evo Morales, quien se encamina a ganar un tercer mandato el domingo, debe gran parte de su popularidad al principal arquitecto del resurgimiento económico del país: su ministro de Economía, Luis Alberto Arce, un autoproclamado socialista que suele citar a Marx y Engels.
Sin embargo, a pesar de que habla como sus aliados de izquierda de Argentina y Venezuela, Arce ha evitado los traspiés que han llevado a estos países por un sendero de inflación galopante, depreciación de la moneda y recesión.
Bolivia, un país con 10 millones de habitantes que ha atravesado décadas de inestabilidad económica, ha registrado un crecimiento económico anual de alrededor de 5% desde que Morales asumió la presidencia en enero de 2006.
“A mí, no me interesa la imagen que quiero proyectar”, dice Arce en su oficina en La Paz, que está decorada con un retrato de Ernesto “Che” Guevara, quien murió en este país mientras trataba de fomentar una revolución. “Me interesa hacer la transformación de Bolivia”, agrega Arce, a quienes algunos llaman un neoliberal que no ha salido del clóset.
Morales, el primer presidente de origen indígena de Bolivia, ha expulsado al embajador estadounidense, forjado estrechos lazos con Cuba y Venezuela, y ha sido criticado por grupos de derechos humanos que lo acusan de intimidar a sus opositores y a la prensa. De todos modos, sus políticas favorables para las empresas han producido un vigoroso crecimiento económico y un ferviente respaldo. Una encuesta publicada el 2 de octubre por el diario El Deber indicaba que Morales derrotaría a su rival más cercano, Samuel Doria Medina, con un margen de 41 puntos.
“Para mí no es tan difícil ganar las elecciones”, aseveró Morales, de 54 años, en una entrevista el domingo con el canal de televisión Unitel.
Arce concibió políticas para el sector gasífero que generaron grandes ingresos al tiempo que controló el gasto. A partir de mayo de 2006, el gobierno exigió que las empresas energéticas extranjeras pagaran 32% adicional en impuestos y regalías. Los altos precios del gas natural, impulsados por la creciente demanda de Argentina y Brasil, así como el aumento de las exportaciones de plata y zinc, también han contribuido.
Parte de la nueva riqueza ha llegado a las clases bajas a través de subsidios y programas sociales. La pobreza extrema ha bajado de 38% a 18%, dice Arce, con lo cual Bolivia supera a Paraguay y deja atrás su estatus de larga data como el país más pobre de Sudamérica. En abril, el Banco Mundial calificó estos resultados como “extraordinarios”.
Arce, quien pasó 19 años en el Banco Central de Bolivia bajo presidentes fiscalmente conservadores, a menudo ha seguido un libreto ortodoxo. Ha mantenido presupuestos equilibrados y el país ha acumulado mas de US$15.400 millones en reservas internacionales, uno de los niveles más altos del mundo por el tamaño de su economía.
Jeffrey Webber, un politólogo canadiense que estudia la economía boliviana, escribió hace poco que “las tasas de inflación ha sido contenidas a niveles que mantendrían a Milton Friedman descansando en paz en su tumba”.
“Arce ha sido un gestor económico muy cuidadoso”, señala Baudouin Duquesne, quien pasó años como director del Banco Interamericano de Desarrollo en Bolivia y ahora desempeña el mismo cargo en Venezuela. “Él es una de las principales razones por las que Bolivia está en la posición en la que se encuentra hoy”.
Hijo de maestros de escuelas públicas, Arce se preguntaba en su adolescencia por qué un país rico en recursos naturales como Bolivia estaba sumido en la pobreza. El marxismo parecía ofrecer una salida, recuerda que concluyó de joven. Arce, quien jugó de base en su equipo de baloncesto en la universidad, estudió economía y se unió a uno de los partidos socialistas de Bolivia.
A principios de los años 80, sin embargo, el gobierno de izquierda hizo un manejo tan malo de la economía que la inflación anual llegó a 24.000%. Durante las siguientes dos décadas, los votantes optaron por gobiernos de centroderecha que priorizaban la disciplina fiscal, la privatización de empresas y la liberalización del comercio. Estas llamadas reformas neoliberales frenaron no sólo la inflación sino también el crecimiento económico. Entre 2001 y 2006, Bolivia tuvo cinco presidentes.
Mientras tanto, Arce ascendía en el Banco Central, donde pasó a ser subgerente de reservas. No obstante, dice que se opuso a las reformas económicas y que las criticó en dos tesis universitarias. Esa afirmación provoca risas entre sus detractores.
“Si tú vas a entrar a trabajar en una entidad que promueve ciertos principios en el manejo económico, por supuesto tienes que compartirlos. De otra manera es muy difícil que te pongas a trabajar en algo en lo que no crees”, dice Jimena Costa, candidata a diputada de la oposición y ex colega de Arce en la Universidad Mayor de San Andrés, en La Paz.
Juan Antonio Morales, presidente del Banco Central entre 1995 y 2006 y quien no tiene parentesco con el presidente, no tiene ningún recuerdo de Arce criticando las políticas bancarias y se sorprendió cuando se incorporó al gabinete de Morales. Aun así, afirma que Arce fue una elección lógica porque a mediados de la década pasada, era uno de los pocos expertos financieros bolivianos con experiencia gubernamental y que simpatizaban con el movimiento izquierdista de Morales.
Las credenciales de Arce en el Banco Central lo convirtieron en un símbolo de la continuidad económica. Eso era vital para Morales, quien no tiene una capacitación formal en economía. Pese a sus promesas de poner boca abajo el orden político, Morales anhelaba estabilidad política.
“El primer reto que teníamos era demostrar que nosotros, la izquierda, manejamos la economía mejor que la derecha”, dice Arce.
Eso con frecuencia involucraba aguantar la presión de firmar cheques. Por ejemplo, Arce recuerda una conversación con Morales en la que lo convenció de no duplicar los sueldos de los empleados públicos. En la nacionalización parcial del sector gasífero, Arce dijo que resistió llamados a expropiar activos de empresas extranjeras.
No se pudo contactar a Morales para que hiciera comentarios.
Con el tiempo, este curso moderado ha conducido a fuentes nuevas de ingresos. El gasto del gobierno se ha cuadriplicado desde 2005. Se están construyendo carreteras, hospitales y escuelas, así como un sistema de transporte por teleférico en La Paz.
Durante la gestión de Morales, el número de empleados estatales ha crecido a casi el doble y ahora reciben dos meses de bonificación. Se prevé que el Producto Interno Bruto crezca 5,5% este año.
Costa y otros detractores acusan al gobierno de derrochar fondos y dicen que, dada la escala del ascenso económico de Bolivia, debería haber hecho mucho más.
“Hay trabajo”, expresa Íngrid Mariño, quien tiene un pequeño negocio de venta de huevos. “No nos falta nada aquí”.
Pese a que los economistas dicen que el modelo de Morales no refleja El Manifiesto Comunista, Arce insiste en que los cambios han sido radicales. “Marx dice: para lograr el salto al socialismo hay que desarrollar las fuerzas productivas. Es lo que estamos haciendo”.
LA PAZ, Bolivia—El presidente Evo Morales, quien se encamina a ganar un tercer mandato el domingo, debe gran parte de su popularidad al principal arquitecto del resurgimiento económico del país: su ministro de Economía, Luis Alberto Arce, un autoproclamado socialista que suele citar a Marx y Engels.
Sin embargo, a pesar de que habla como sus aliados de izquierda de Argentina y Venezuela, Arce ha evitado los traspiés que han llevado a estos países por un sendero de inflación galopante, depreciación de la moneda y recesión.
Bolivia, un país con 10 millones de habitantes que ha atravesado décadas de inestabilidad económica, ha registrado un crecimiento económico anual de alrededor de 5% desde que Morales asumió la presidencia en enero de 2006.
“A mí, no me interesa la imagen que quiero proyectar”, dice Arce en su oficina en La Paz, que está decorada con un retrato de Ernesto “Che” Guevara, quien murió en este país mientras trataba de fomentar una revolución. “Me interesa hacer la transformación de Bolivia”, agrega Arce, a quienes algunos llaman un neoliberal que no ha salido del clóset.
Morales, el primer presidente de origen indígena de Bolivia, ha expulsado al embajador estadounidense, forjado estrechos lazos con Cuba y Venezuela, y ha sido criticado por grupos de derechos humanos que lo acusan de intimidar a sus opositores y a la prensa. De todos modos, sus políticas favorables para las empresas han producido un vigoroso crecimiento económico y un ferviente respaldo. Una encuesta publicada el 2 de octubre por el diario El Deber indicaba que Morales derrotaría a su rival más cercano, Samuel Doria Medina, con un margen de 41 puntos.
“Para mí no es tan difícil ganar las elecciones”, aseveró Morales, de 54 años, en una entrevista el domingo con el canal de televisión Unitel.
Arce concibió políticas para el sector gasífero que generaron grandes ingresos al tiempo que controló el gasto. A partir de mayo de 2006, el gobierno exigió que las empresas energéticas extranjeras pagaran 32% adicional en impuestos y regalías. Los altos precios del gas natural, impulsados por la creciente demanda de Argentina y Brasil, así como el aumento de las exportaciones de plata y zinc, también han contribuido.
Parte de la nueva riqueza ha llegado a las clases bajas a través de subsidios y programas sociales. La pobreza extrema ha bajado de 38% a 18%, dice Arce, con lo cual Bolivia supera a Paraguay y deja atrás su estatus de larga data como el país más pobre de Sudamérica. En abril, el Banco Mundial calificó estos resultados como “extraordinarios”.
Arce, quien pasó 19 años en el Banco Central de Bolivia bajo presidentes fiscalmente conservadores, a menudo ha seguido un libreto ortodoxo. Ha mantenido presupuestos equilibrados y el país ha acumulado mas de US$15.400 millones en reservas internacionales, uno de los niveles más altos del mundo por el tamaño de su economía.
Jeffrey Webber, un politólogo canadiense que estudia la economía boliviana, escribió hace poco que “las tasas de inflación ha sido contenidas a niveles que mantendrían a Milton Friedman descansando en paz en su tumba”.
“Arce ha sido un gestor económico muy cuidadoso”, señala Baudouin Duquesne, quien pasó años como director del Banco Interamericano de Desarrollo en Bolivia y ahora desempeña el mismo cargo en Venezuela. “Él es una de las principales razones por las que Bolivia está en la posición en la que se encuentra hoy”.
Hijo de maestros de escuelas públicas, Arce se preguntaba en su adolescencia por qué un país rico en recursos naturales como Bolivia estaba sumido en la pobreza. El marxismo parecía ofrecer una salida, recuerda que concluyó de joven. Arce, quien jugó de base en su equipo de baloncesto en la universidad, estudió economía y se unió a uno de los partidos socialistas de Bolivia.
A principios de los años 80, sin embargo, el gobierno de izquierda hizo un manejo tan malo de la economía que la inflación anual llegó a 24.000%. Durante las siguientes dos décadas, los votantes optaron por gobiernos de centroderecha que priorizaban la disciplina fiscal, la privatización de empresas y la liberalización del comercio. Estas llamadas reformas neoliberales frenaron no sólo la inflación sino también el crecimiento económico. Entre 2001 y 2006, Bolivia tuvo cinco presidentes.
Mientras tanto, Arce ascendía en el Banco Central, donde pasó a ser subgerente de reservas. No obstante, dice que se opuso a las reformas económicas y que las criticó en dos tesis universitarias. Esa afirmación provoca risas entre sus detractores.
“Si tú vas a entrar a trabajar en una entidad que promueve ciertos principios en el manejo económico, por supuesto tienes que compartirlos. De otra manera es muy difícil que te pongas a trabajar en algo en lo que no crees”, dice Jimena Costa, candidata a diputada de la oposición y ex colega de Arce en la Universidad Mayor de San Andrés, en La Paz.
Juan Antonio Morales, presidente del Banco Central entre 1995 y 2006 y quien no tiene parentesco con el presidente, no tiene ningún recuerdo de Arce criticando las políticas bancarias y se sorprendió cuando se incorporó al gabinete de Morales. Aun así, afirma que Arce fue una elección lógica porque a mediados de la década pasada, era uno de los pocos expertos financieros bolivianos con experiencia gubernamental y que simpatizaban con el movimiento izquierdista de Morales.
Las credenciales de Arce en el Banco Central lo convirtieron en un símbolo de la continuidad económica. Eso era vital para Morales, quien no tiene una capacitación formal en economía. Pese a sus promesas de poner boca abajo el orden político, Morales anhelaba estabilidad política.
“El primer reto que teníamos era demostrar que nosotros, la izquierda, manejamos la economía mejor que la derecha”, dice Arce.
Eso con frecuencia involucraba aguantar la presión de firmar cheques. Por ejemplo, Arce recuerda una conversación con Morales en la que lo convenció de no duplicar los sueldos de los empleados públicos. En la nacionalización parcial del sector gasífero, Arce dijo que resistió llamados a expropiar activos de empresas extranjeras.
No se pudo contactar a Morales para que hiciera comentarios.
Con el tiempo, este curso moderado ha conducido a fuentes nuevas de ingresos. El gasto del gobierno se ha cuadriplicado desde 2005. Se están construyendo carreteras, hospitales y escuelas, así como un sistema de transporte por teleférico en La Paz.
Durante la gestión de Morales, el número de empleados estatales ha crecido a casi el doble y ahora reciben dos meses de bonificación. Se prevé que el Producto Interno Bruto crezca 5,5% este año.
Costa y otros detractores acusan al gobierno de derrochar fondos y dicen que, dada la escala del ascenso económico de Bolivia, debería haber hecho mucho más.
“Hay trabajo”, expresa Íngrid Mariño, quien tiene un pequeño negocio de venta de huevos. “No nos falta nada aquí”.
Pese a que los economistas dicen que el modelo de Morales no refleja El Manifiesto Comunista, Arce insiste en que los cambios han sido radicales. “Marx dice: para lograr el salto al socialismo hay que desarrollar las fuerzas productivas. Es lo que estamos haciendo”.
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