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jueves, 11 de diciembre de 2014

La especulación del fracking y la confiscación de depósitos

Por Marco Antonio Moreno

Desde el estallido de la crisis chipriota hemos detallado el nuevo patrón que seguirá la Comunidad Europea para el rescate de los bancos en problemas. El laboratorio chipriota dado a conocer por el entonces presidente del eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, ha sido el modelo para los rescates europeos, y la última cumbre del G-20 celebrada en Australia el pasado 16 de noviembre, aprobó el plan para reforzar esta línea de acción y dar prioridad al pago de las obligaciones de los bancos entre sí por sobre todos los demás pagos. Es decir que las armas de destrucción masiva de los derivados financieros tendrán prioridad por sobre los depósitos de los ahorrantes. La web de Zero Hedge rescató este post de Russell Napier titulado The Day Money Dies (El día que el dinero murió) para describir los peligros de la formidable declaración del G-20 en Brisbane, Australia, patrocinados por la Comisión Europea que encabeza Jean Claude Juncker.

Este nuevo plan del G-20 tiene el objetivo de recapitalizar a las instituciones financieras con los depósitos de los clientes para dar prioridad al pago de las obligaciones de los bancos entre sí. En otras palabras, es un plan para confiscar los depósitos bancarios de los ciudadanos para ayudar a rescatar esos monstruos cargados de toxinas que son "demasiado grandes para caer" de la banca. Con ésto, la Comunidad Europea espera dar más cuerda al euro y apuntalar a la Estrella de la Muerte del sistema financiero. Esta nueva modalidad de rescate incluye la confiscación de los fondos de pensiones de los ciudadanos. Como la prensa española no informa de estos hechos, sugiero la lectura de este artículo de Matt Taibbi en Rolling Stones de septiembre del año pasado, a poco andar del debut del caso Chipre: Looting the Pension Funds (El saqueo de los fondos de pensiones), el plan de Wall Street que la Comisión Europea encabezada por Juncker replicará en Europa. 
¿Qué tiene que ver ésto con la burbuja del Fracking?

Un hecho que no debe dejar de sorprender a los interesados en estos temas es la sorprendente incapacidad de los bancos centrales para detectar burbujas. Tal como la Reserva Federal y el Banco Central Europeo fueron incapaces de detectar la burbuja inmobiliaria incubada por más de una década y que reventó el año 2008; seis años más tarde y en pleno desarrollo de la actual crisis financiera fueron incapaces de detectar la burbuja del fracking, el petróleo y el gas de esquisto extraído por la vía de la fracturación hidráulica. Es cierto que los bancos centrales no están para aconsejar a las empresas de extracción en cuales pueden ser sus mejores opciones, pero al menos deberían anunciar los peligros que encierra el hecho de que todos corran en manada a apostar por el mismo producto. Cuando esto ocurre, algo anda mal en el sentido de la inversión y en la mirada de los bancos centrales y, como indica la historia, está destinado al fracaso.

Como apuntábamos en el post anterior, desde que el petróleo alcanzara en julio de 2008 los 145 dólares el barril, la industria del fracking estadounidense se disparó y la producción de petróleo pasó de 4 millones de barriles diarios (mbd) a 9 mbd compitiendo, en volumen de producción, con Arabia Saudita y Rusia (10 y 9 mbd, respectivamente, datos EIA). El shale-oil fue el gran repunte que tuvo la economía de Estados Unidos y lo que la hizo diferenciarse de la economía europea. Esta gráfica da cuenta del nivel de empleo alcanzado en los Estados pro Shale-Oil, versus los Estados No-Shale-Oil. Esta es una gráfica que recuerda plenamente el nivel de empleo de las empresas inmobiliarias españolas antes de la crisis, versus el empleo de las empresas no inmobiliarias. 


 

Ahora que todas las inversiones del fracking dejan al descubierto que su nivel mínimo de mantención es con el precio del barril de petróleo en torno a los 70 dólares (sin incluir los costes financieros), el descenso del precio del petróleo está significando el cierre de numerosas empresas vinculadas al fracking. Estas empresas apostaban a un precio del barril de petróleo en torno a los 100 - 110 dólares. Pero ahora que ha caído a los 60 dólares el barril, su operación se hace insostenible. 

Esto confirma que el precio del petróleo fue manipulado al alza por las instituciones financieras tal como éstas lo hicieron con las tasas Libor y Tibor. En el período de la euforia, y cuando el petróleo se estabilizó en torno a los 100 dólares el barril, era fácil hacer apuestas de que se mantendría en ese nivel (como lo hicimos en este post del año 2011 cuando desconocíamos la potente especulación del fracking, y cómo se manipulaba abiertamente el precio del petróleo para facilitar las inversiones de la fractura hidráulica. 

Sin embargo, una vez que la manipulación del precio fue detectada comenzaron a percibirse las anomalías en la determinación de su precio y el petróleo entró al purgatorio de la industria financiera. Una vez confirmada la especulación de su precio, el petróleo ha descendido un 40 por ciento en cinco meses destapando nuevos escándalos de la industria financiera. Si el Ibex, el Dax o el Dow Jones descendieran un 40 por ciento en cinco meses la economía de estos países se paralizaría. Esto puede ocurrir con el desplome del precio del petróleo dadas las fuertes conexiones que lo mantuvieron en 115 dólares el barril para apoyar la industria (y burbuja) del fracking. Una vez que ésta ha reventado, y cuando el precio se inclina a los 60 dólares, todo el sistema financiero que impulsó la burbuja se puede ir a pique tal como ocurrió con el estallido de la crisis inmobiliaria el año 2008. Por eso no debe sorprender que la nueva banca en problemas que resulte de esta nueva crisis haga uso de las nuevas atribuciones que le permite el G-20 y confisque los depósitos y los fondos de pensiones de los ciudadanos. La oligarquía financiara que domina el mundo a través de los gobiernos y las instituciones tipo G-20 están ajenas a los intereses de los ciudadanos dado que defienden solo los intereses de las grandes corporaciones.

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