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domingo, 25 de octubre de 2015

Ecoturismo en Cuba: Un modelo de desarrollo económico sostenible

Douglas Rader • 25 de octubre, 2015


Con la descongelación de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, y la construcción del interés por las inversiones para la isla en EE.UU. y otros países, Cuba se encuentra en una encrucijada.

¿Serán pronto sus costas tropicales destino de imponentes cruceros y desmesurados centros turísticos, o existe una manera más sostenible de desarrollo para una nación que se preocupa profundamente por su singular patrimonio natural? Muchos cubanos piensan que sí, y estamos de acuerdo.

El enfoque cubano de la conservación y protección del medio ambiente ya es un modelo para otras naciones del Caribe. El país está en condiciones ahora de ser también un modelo regional para el desarrollo económico sostenible.

Ampliando su pequeña y exclusiva industria de ecoturismo, Cuba puede estimular la inversión y crear puestos de trabajo, mientras protege los arrecifes de coral y los grandes peces que la convierten en uno de los lugares más especiales del mundo.

La emergente industria del ecoturismo señala el camino

En la actualidad, en Cuba, el prístino Parque Marino Nacional de Jardines de la Reina es sede de una pequeña empresa de turismo sostenible que proporciona un impulso económico muy necesario para pequeñas comunidades costeras.

Casi la cuarta parte de las familias en Júcaro –el pequeño pueblo pesquero de donde parten los viajes hacia los Jardines– ya tienen una fuente de ingresos relacionada directamente con la mayor área marina protegida del Caribe.

La operación actual de ecoturismo en los Jardines es aún muy pequeña; sólo a 1 500 visitantes al año se otorga el acceso a este tesoro de clase mundial.

Pero la industria también tiene una pequeña huella espacial y ecológica, lo que significa que podría ser replicada a una escala más amplia por los dos archipiélagos del sur de Cuba, y convertirse en un centro económico y ecológico para planes más amplios de desarrollo en la región.

Por supuesto, al igual que en otros lugares, existen desafíos asociados a la construcción de la industria del ecoturismo en los Jardines de la Reina.

Los frágiles ecosistemas y las áreas naturales remotas sólo pueden mantener una cierta cantidad de infraestructura para dar cabida a los nuevos visitantes. Una cuidadosa evaluación del posibles impacto ambiental, de conformidad con la legislación cubana vigente, debe preceder y guiar cualquier nuevo desarrollo turístico.

Si no se toman estas precauciones, estos lugares especiales desaparecerán junto con los turistas que los aman. Pero nos sentimos esperanzados de que Cuba elegirá el camino correcto, porque el pueblo cubano sabe que está sentado sobre un tesoro coral.

Cuba tomó medidas enérgicas para proteger los arrecifes

A menudo se describe la costa de Cuba como un lugar detenido en el tiempo –un punto de venta para los turistas dispuestos a pagar un suplemento por una experiencia única. Por supuesto, hay más que decir.

El pueblo de Cuba ha optado por proteger amplias franjas de sus más valiosos hábitats – oceánicos y terrestres por igual– en una red nacional de parques y otras áreas protegidas.

Para las aguas y ecosistemas marinos, el objetivo es proteger a largo plazo un asombroso 25 por ciento del área de aguas poco profundas de Cuba, haciendo énfasis en cuatro arcos de islas, cada uno del tamaño de los cayos de la Florida.

Hoy en día, los Jardines de la Reina es sólo uno de los pocos lugares del Hemisferio Occidental donde todavía se pueden ver densos grupos de corales cuerno de alce. Estos son una reminiscencia de los arrecifes existentes en la Florida y en otros lugares en la década de 1960, antes de que una enfermedad borrara del mapa a la mayoría de ellos.

Los Jardines también cuentan con muchas especies de tiburones de arrecife –coralino, jaquetón, limón, nodriza, tiburón ballena y más– junto con una gran cantidad de grandes meros, distintos tipos de pargos y otros peces de arrecife.

Estas aguas son especiales por derecho propio, pero también están estrechamente vinculadas a la salud de los arrecifes de coral en Estados Unidos, México, Bahamas y el resto del más amplio Atlántico Centro-Oeste.

Si Cuba equipara los valores ecológicos de diferentes zonas de la región con sus usos económicos más altos y mejores, puede crear una cartera de enfoques que pueden servir a los cubanos –y a aquellos de nosotros a sotavento de Cuba– ahora y en el futuro.

(*) Douglas Rader es el científico oceánico principal de EDF y asesora a nuestra dirección en los aspectos científicos de las políticas y programas que afectan a los océanos.

(*) Dan Whittle, director del Programa Cuba de EDF, colaboró en el artículo.

Traducción de Germán Piniella para Progreso Semanal.

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