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jueves, 22 de octubre de 2015

El boom de la cocinas de inducción en Cuba

Foto: Roberto Garaicoa



Desde que comenzó la venta “liberada” de cocinas de inducción en el país, las seis provincias seleccionadas viven su particular fiebre por los nuevos aditamentos. En Pinar del Río, por ejemplo, son largas las colas que se observan en las afueras de los puntos habilitados para adquirir estos utensilios de moda.

Sentado en una pequeña elevación, Pedro mira de cerca la gente que espera fuera de la conocida Tienda de Muebles, en la céntrica calle Martí. Por el cansancio en el rostro todo indica que su turno para comprar ha demorado más de lo deseable.

“Imagínate que llegué a las 7:00 am para irme temprano, pero tengo el 114, así que piensa desde cuándo había gente aquí. Vine hoy porque antes no tenía el dinero necesario”, cuenta desde la misma posición, seguro de que no concluirá tan rápido el trámite.

La novedad del acceso a un equipo de cocción y su menaje básico con precios relativamente bajos (500 pesos, 20 CUC) ha disparado las expectativas en poblaciones necesitadas de acceder a nuevos equipos que faciliten la vida diaria.


Cola para comprar el “módulo de cocción” nuevo en Pinar del Río. Foto: Eduardo González

Las cocinas, de una sola hornilla, llegan para sustituir a los módulos eléctricos repartidos durante la llamada Revolución Energética, entre 2005 y 2006, y que después de casi una década de explotación se acercan al fin de su vida útil.

Caminando por las calles de Pinar o esperando en las paradas de ómnibus, se escuchan frases como “hay que ver si estas no gastan más corriente que las otras”, y otras opiniones que debaten sobre la eficiencia de los equipos, la distribución, los precios y supuestos negocios ilegales que se rumoran a su alrededor.

Autoridades de los ministerios de Energía y Minas y de Comercio Interior han insistido en los días previosque estos dispositivos poseen mayor durabilidad, confort y eficiencia energética que las anteriores, 30 por ciento más gastadoras de electricidad.

La oferta en esta primera etapa en el país asciende a 284 mil módulos y los gobiernos locales fueron comisionados para asumir el orden en la distribución, a fin de evitar aglomeraciones y, por supuesto, los omnipresentes revendedores.


Cola para comprar el “módulo de cocción” nuevo en Pinar del Río. Foto: Eduardo González

La complejidad de satisfacer la alta demanda con una oferta restringida ha conducido a la regulación de la “libertad” de venta. “Hay que traer el carnet de identidad y la libreta de abastecimiento, porque se vende una sola por núcleo familiar y te ponen un cuño para garantizarlo”, explica Pedro, quien optó por pagar en efectivo y no apelar a la posibilidad del crédito bancario.

“Con el banco la cosa se demora mucho, es mucho papeleo; hay que buscar un codeudor y esas cosas”, afirma Rosalba, otra señora de la cola, atenta a la conversación.

“Vi la de mi vecina y vine rápido. Se ven muy lindas, un sueño, y son rápidas”, afirma. Ella aguarda tranquila a que se organicen los demás, aunque supone que no alcance en esta vuelta, por su turno número 64. “No importa, dijeron que volverían a entrar”, se conforta.

Otros pinareños, en cambio, no son tan pacientes. Son el pasto que alimenta el sentido de la oportunidad de los revendedores, quienes cotizan en hasta 50 pesos (2 CUC) el turno adelantado.

Quienes acuden a comprar esperan que estas cocinas de inducción (artículos de vitrocerámica que generan calor a partir de un campo electromagnético) les obliguen a acudir mucho menos a los talleres estatales. Allí no termina aún la recurrente ausencia de piezas de repuesto para equipos que ocasionan severos dolores de cabeza a la hora de cocinar, cuando se han agotado las reservas de gas licuado o keroseno repartidas en momentos puntuales del año.

Al nuevo “aparatico” le generan mejor fama. Según la prensa oficial desde que en el mes de abril se expendieron unas 70 mil hornillas de inducción para casos amparados por la Asistencia Social, y solo regresaron por problemas de funcionamiento poco más de 60.

El calor en las cocinas cubanas dirá la última palabra, en esta nueva etapa de la llamada “política de cocción” en Cuba.

Foto: Eduardo González

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