Max J. Castro • 26 de julio, 2016
MIAMI. La semana pasada estuvo llena de buenas noticias para los progresistas. Se inició el lunes en Cleveland con el desastroso inicio de la Convención Nacional Republicana que elegiría oficialmente a Donald Trump como candidato del partido a la presidencia.
Las nubes ensombrecían el evento, incluso antes de que empezara, a medida que incondicionales republicanos, como todo el clan Bush y John Kasich, gobernador de Ohio, donde se encuentra Cleveland, expresaron su desdén dejando de aparecer.
En la sala, el problema comenzó temprano con cuestionamientos de credenciales y enfrentamientos verbales que pusieron de manifiesto que no todos los republicanos incondicionales que sí asistieron se resignaban ante una candidatura de Trump.
Cualquier maniobra de última hora para negarle una victoria a Trump era rechazada por la inmensa mayoría de los delegados y estaba condenada al fracaso. Sin embargo, el intento mismo, así como el hecho de que elestablishment republicano en el público se quedó cruzado de brazos cuando normalmente debía aplaudir, presagió que hasta la apariencia de unidad del partido no iba a ser alcanzada en esta convención. Un Partido Republicano dividido automáticamente hace que la pesadilla de una presidencia Trump sea aún menos probable de lo que era antes.
Todo empeoró a medida que la noche avanzaba. La esposa de Donald Trump, Melania, pronunció un elegante discurso diseñado para ayudar a humanizar al candidato. A los delegados les encantó. El único problema fue que grandes secciones del texto se copiaron línea por línea del discurso pronunciado por Michelle Obama en la Convención Nacional Demócrata en 2008.
El plagio se convirtió instantáneamente en la noticia de la convención. Los medios sociales y los cómicos de los programas tarde en la noche se dieron gusto ridiculizando la metida de pata. Los más importantes medios de comunicación también publicaron la noticia y recibieron respuestas constantemente cambiantes de su equipo de campaña, desde negativas iniciales a una tardía admisión por una escritora de discursos que se culpó a sí misma. Cualquier mensaje que la campaña de Trump tuviera intención de enviar a los electores el día de la inauguración se perdió en la controversia.
Los medios de comunicación todavía estaban hablando de la noticia cuando el senador de Texas Ted Cruz dejó caer una bomba. En su discurso en horario estelar se negó deliberadamente a refrendar a Trump, un atrevido alejamiento de la tradición y del tema de la unidad del partido. Partidarios de Trump abuchearon a Cruz hasta que se retiró del escenario, pero el daño ya estaba hecho. Cruz se robó el show que debía haber sido del discurso de Mike Pence, candidato a la vicepresidencia con Trump.
La campaña de Trump se disparó en el medio hablado y tácito. Las imágenes también eran malas. Mostraron que el público era casi todo blanco. Las convenciones republicanas han parecido como una reunión del Parlamento sudafricano antes de Mandela, pero esta fue la más pálida en mucho tiempo. Independientemente de esto, pocos negros votarán por Trump. Más importante aún, las imágenes deslumbrantemente blancas no deben haber pasado inadvertidas para otras minorías, incluidos latinos y asiáticos y el tipo de blancos progresistas que apoyaron a Bernie Sanders en las primarias. Cualquier esperanza de presentar al Partido Republicano de Trump no sólo como unido, sino también como inclusivo, fue un fracaso flagrante.
Todo esto significa que en general se mostrará un electorado marcadamente dividido en cuanto a color, etnia, género, orientación sexual, nivel educativo y edad. Políticamente, Estados Unidos se ha convertido efectivamente en dos países. Uno está conformado por la creciente ola de diversidad y de jóvenes que se inclinan a la izquierda. El otro está compuesto por la población blanca cuyo dominio demográfico continuará reduciéndose. El núcleo de este Titanic se compone de hombres de raza blanca, especialmente de hombres blancos de más edad con menor nivel educativo.
El ascenso de Trump debería ser considerado como una reacción de los que anteriormente tenían derecho a su privilegio cada vez más reducido. Cuando se fundó el país, solo hombres blancos con propiedades tenían derecho al voto. Ahora un negro es el presidente y una mujer blanca puede sucederle. La frustración se vio agravada por el hecho de que durante las últimas dos campañas a la presidencia que el Partido Republicano perdió, el voto blanco masculino fue abrumadoramente a favor de los candidatos republicanos. Hacer de nuevo grande a Estados Unidos, el mantra de Trump, debe descodificarse como tomar de nuevo el privilegio perdido. Pero ¡ay!, eso se ha ido para siempre, y es una buena noticia.
Pero las noticias buenas no terminaron con la convención. El 20 de junio, The New York Times publicó un análisis de cuál de los candidatos era probable que ganara las elecciones. El artículo, que apareció en la sección Times Upshot, que sigue la contienda, se basa en una metodología cuidadosamente elaborada. Se tienen en cuenta todas las encuestas recientes y una gama de otras variables. Upshot ha llegado a la conclusión de que Hillary Clinton tiene un descomunal 76 por ciento de posibilidades de imponerse.
Aplausos también para la noticia de que Roger Ailes, el fundador de Fox News como una exclusiva plataforma mediática para la derecha, se quedó sin trabajo después de una investigación interna provocada por una demanda que mostró un patrón de acoso sexual. Buen viaje para el hombre que hizo False News (*) y cuyas acciones son despreciables a nivel político y personal.
Por último, los tribunales también trajeron buenas noticias. Un tribunal falló en contra de la táctica republicana de aprobar leyes estatales de identificación para evitar que voten las minorías y los pobres. Un tribunal decidió que Texas no podía prohibir la presencia de refugiados sirios en el estado.
Fue una muy buena semana. Por supuesto, no todas las noticias fueron buenas. La peor noticia fue la represión indiscriminada que desató el líder autocrático de Turquía, Recep Erdogan Tayyp, después de un golpe de estado fallido en su contra.
Thomas Friedman, columnista de The New York Times, vio un parecido interesante entre la tragedia de Turquía y la tragedia que se desarrollaría en este país si Trump fuera elegido. Termino con las palabras de Friedman:
“Estados Unidos no es Turquía, pero en términos de personalidad y estrategia política, Erdogan y Donald Trump fueron separados al nacer”.
“Y el drama que sucede hoy en Turquía es la historia de cuán descarrilado puede estar un país que fue exitoso cuando un líder que demoniza a todos sus rivales y se dedica a descubrir locas teorías de conspiración llega a creer que sólo él es El Hombre –el único que puede hacer su país grande otra vez y se instala en el poder”.
(*) Juego de palabras en inglés de False News (Falsas Noticias) con Fox News. (Nota del Traductor.)
Traducción de Germán Piniella.
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