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lunes, 22 de agosto de 2016

Río 2016: medallas… ¿cubanas?

Julio Batista • 22 de agosto, 2016


LA HABANA. Acaban de finalizar los Juegos Olímpicos de Río 2016 y la delegación cubana firmó cosecha de cinco metales dorados, dos de plata y cuatro de bronce para incluirse entre las primeras 20 naciones en el medallero general. Podría pedirse más a los nuestros, pero lo cierto es que la cifra de preseas es justa y aspirar a más sería desconocer la actual situación del deporte cubano.

De nuestros cinco campeones tendremos noticias a granel, incluyendo los recibimientos en los barrios y las cursis notinovelas de sus familias durante las competencias. Por eso les propongo un repaso por algunas medallas de las que no hablará la prensa nacional, aquellas que fueron a los cuellos de los cubanos que, en Río 2016, compitieron bajo otra bandera.

En la cita olímpica recién concluida estuvieron presentes –y dispersos– entre varias naciones participantes más de una decena de deportistas de origen cubano, quienes, en la mayoría de los casos, hicieron carrera en la isla antes de radicarse en tierras foráneas.

Del tema ya se ha hablado. La migración deportiva es un tema harto conocido y Cuba, aunque nos guste pensar que sí, no es la única nación que ha visto cómo algunos de sus mejores atletas desfilan bajo otros pabellones. Pero concentrémonos en aquellos que llegaron hasta Río y allí dejaron su marca.

En total hablamos seis preseas: cinco platas y un bronce. Conseguidas en tres especialidades: gimnasia artística, voleibol, atletismo y boxeo. En las dos primeras Cuba no consiguió subir al podio.

En la pista fueron las especialidades con vallas las protagonistas del accionar de los cubanos radicados en ultramar.

El primero en alcanzar la gloria fue el vallista corto Orlando Ortega al obtener la plata para España con crono de 13.17 segundos. El desempeño deportivo del antiguo discípulo de Santiago Antúnez es loable aunque haya levantado polémicas.

Dos días después llegaría el turno para Yasmani Copello. El corredor “turco” estampó récord para los otomanos y consiguió la medalla de bronce en los 400 metros con vallas al parar los relojes en 47.92 segundos. Nada que asombrara demasiado, especialmente si se tiene en cuenta el título europeo conseguido por Yasmani apenas un mes atrás.

Ni en las vallas cortas, ni en los 400 con vallas los representantes cubanos lograron avanzar más allá de las rondas clasificatorias.

Aunque terminó sin medallas vale la pena destacar a Libania Grenot, experimentada corredora que, con el uniforme de Italia, consiguió incluirse en la final de la vuelta al óvalo. Libania entró octava, pero a sus 33 años cumplidos una final olímpica sabe a gloria.

En la gimnasia nuestra delegación nunca escaló al podio. La lesión de Manrique Larduet nos privó a millones de ver al joven en su máximo esplendor. Sin embargo, otro cubano cargó con dos preseas de plata en las finales por aparatos. Su nombre: Danell Leyva. Su bandera: la norteamericana.

Integrante del equipo estadounidense de gimnasia artística, Leyva sumó a su palmarés olímpico los segundos lugares en barra fija (15.500) y barras paralelas (15.900). Justo en esas dos finales intervino nuestro Manrique.

Leyva es todo un consagrado. Bronce en el concurso de máximo acumulador en la cita estival de Londres 2012, su paso por la selección norteña ha tenido como batín un amplio número de medallas en certámenes nacionales y mundiales.

Por su parte, el boxeo nos mostró el lado más amargo de nuestra diáspora cuando, en la división de los 64 Kg, Lorenzo Sotomayor eliminó –vistiendo la casaca azerí– a Yasnier Tolero en los cuartos de final. Esa fue una de las dos divisiones en las que Cuba no obtuvo medallas, pero un cubano subió al podio.

Sotomayor cedió en la final de la división y terminó por colgarse la medalla de plata que significó la mejor actuación de Azerbaiján en el torneo boxístico de Río 2016, pues al logro del púgil cubano apenas consiguieron sumar otra presea de bronce.

Pasados los 30 años, Lorenzo es el actual campeón de su categoría en los Juegos de Europa y uno de los representantes más queridos del boxeo en Azerbaiján, donde ha adquirido un apodo interesante: el Muhammad Alí de Azerbaiján.

En cuanto a los deportes colectivos, espacio en el que Cuba tuvo un pálido desempeño en estos Juegos Olímpicos, un hombre muy conocido por el público nacional imprimió su calidad.

En Río el excelente voleibolista Osmany Juantorena accedió, finalmente, a una cita olímpica, llevando de la mano al poderoso equipo de Italia. Considerado en su momento como el mejor jugador del planeta, el cubano disputó la final ante el elenco anfitrión. La azzurri no pudo con un resplandeciente Brasil que barrió en tres sets, pero la plata olímpica engrosará ahora las vitrinas de Osmany.

En total contraste con esta actuación, la escuadra cubana se marchó del certamen sin haber alcanzado siquiera una victoria, un resultado previsible ante el notorio descenso en la calidad de nuestra selección nacional.

También entre los equipos destacó otro cubano, el balonmanista Rafael Capote, quien con la plantilla de Qatar no pudo pasar de cuartos de final, pero consiguió incluirse entre los ocho mejores equipos del planeta en la cita carioca.

Subcampeón del mundo con los qataríes, Capote regresó en 2016 al país donde abandonó la delegación cubana nueve años atrás, durante los Juegos Panamericanos de Río 2007. De nuevo en Brasil, Capote, máxima referencia entre sus compañeros, resultó el máximo goleador del conjunto y pieza clave en el engranaje de la selección.

A esta lista podríamos sumar también la de varios entrenadores nacidos en la isla que, también con otros uniformes, vieron cómo sus pupilos recogían medallas en Río 2016. Ello sería un buen punto si quisiéramos confirmar una tesis: en las citas estivales no es precisamente la calidad deportiva en nuestros atletas y/o entrenadores, el freno que nos impide ascender en el medallero colectivo.

Foto de portada: El voleibolista Osmany Juantorena, jugando con el equipo italiano.

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