Posted by heraldocubano
Por Arthur González.
Sin duda alguna, el gobierno de los Estados Unidos ha llegado a la fase superior del imperialismo, el fascismo despiadado que no respeta ningún derecho y menos la soberanía de los otros estados. Así lo confirman los hechos acontecidos durante el presente año 2019.
El presidente Donald Trump desde su llegada a la Casa Blanca, demostró ausencia de ética y valores, que unido a su falta de experiencia política lo hacen un dirigente que toma decisiones a caprichos, a partir de su distorsionada personalidad, sin importarle reglas establecidas para las relaciones internacionales.
Sus desmanes se han puesto en evidencia en el maltrato y ofensas al personal y funcionarios de su gabinete, por lo que muchos renuncian en demostración de rechazo al gobernante.
Trump seleccionó a funcionarios con las más altas posiciones de derecha, de ahí las decisiones que aprueba contra los países y gobiernos que no aceptan sus órdenes imperiales.
Hoy Estados Unidos está fuera de casi todos los tratados internacionales firmados por administraciones anteriores, desata políticas contra quienes se oponen a sus ideas, propicia golpes militares en el mundo, declaró una guerra comercial con China, Rusia y las más recientes con aliados como Francia, Brasil y Argentina, situación que certifica el carácter fascista de su pensamiento.
La obsesión que tiene contra Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia lo llevan a tomar medidas de guerra económica, comercial y financiera jamás vistas con anterioridad, superando ampliamente a los presidentes que le precedieron.
La designación de Mike Pompeo, ex director de la CIA, como Secretario de Estado, derribó la división virtual que existía entre las acciones de política exterior y las de inteligencia, como son la guerra sucia, los planes de asesinato a dirigentes que no son del agrado yanqui, el terrorismo de Estado, las campañas de guerra psicológica y el diseño y financiamiento de golpes militares, al mejor estilo de los ejecutados en la década de los años 60 y 70 del siglo XX.
El neo fascismo yanqui incrementa el racismo, brutales represiones contra los pueblos, si el menor respeto por los derechos humanos, civiles, religiosos, de género y pensamiento, algo que recuerda la actuación del ejército alemán y las SS de Adolfo Hitler, de quien Trump copia hasta algunos gestos y formas de gobernar.
En ese sentido, es tal la guerra psicológica, las campañas de mentiras fabricadas contra todo el que no se le arrodille, que lo conducen al chantaje, la extorsión y la persecución política más despiadada que se pueda imaginar.
Hoy la NED y la USAID, de conjunto con el Departamento de Estado y la CIA, obtienen presupuestos desorbitantes para erosionar a aquellos gobiernos no aceptables para Estados Unidos, que superan ampliamente aquellos dedicados a programas sociales del pueblo norteamericano.
Los planes yanquis para derrocar al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, son violatorios de toda razón política, de la Carta de las Naciones Unidas, los Derechos Humanos y de la lógica sensata, sin que nadie en el mundo se le oponga, ni siquiera la Unión Europea, que dobla las rodillas antes sus locuras.
Pompeo sigue al pie de la letra los caprichos de Trump, llegando a confesar sin el más minino pudor, que la CIA prepara a sus funcionarios para mentir, lo que demuestra las razones de tantas falsedades construidas para dañar la imagen de gobernantes no aceptables para los yanquis.
Lo inaudito de esta etapa fascista de Estados Unidos es que, con toda desfachatez y prepotencia imperial, el Secretario de Estado declaró el 2 de diciembre 2019, que “Washington ayudará a los gobiernos legítimos de América Latina para evitar que las protestas, que se desarrollan en diversos países, se conviertan en sublevaciones”.
Fascistas del siglo XXI que apoyan las salvajes y criminales represiones que acometen los gobiernos de Ecuador, Chile, Bolivia y Colombia, contra los pueblos obstinados de tanta desigualdad, pobreza, exorbitantes costos de la educación, salud, vivienda y transporte, en contraste con los bajos salarios, las exiguas pensiones y recortes en seguridad social, mientras los ricos se llenan sus bolsillos explotando sin piedad.
Para que nadie se llame a engaños del verdadero rostro del neofascismo yanqui, Pompeo, sin ningún temor, justificó que su país pueda participar en los esfuerzos represivos contra las pacíficas protestas populares en América Latina, asegurando con la mayor desfachatez que “Estados Unidos representa el mayor ejemplo de democracia en la historia del mundo”.
¿Pensará el señor que los pueblos no conocen quien reparte dinero para la subversión contra los gobiernos no aceptables para la Casa Blanca?
Con visitar las páginas oficiales de la NED y la USAID se puede comprobar los millones de dólares que destina anualmente Estados Unidos, para derrocar a los gobiernos de Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua, entre otros no aceptables para ellos.
En su continuado discurso para demonizar a Cuba y Venezuela, y justificar las repudiables guerra económica, comercial y financiera que aplican para ahogar a sus pueblos, expresó que “ambos países están detrás de quienes incitan a la violencia y disturbios en estos territorios”, ocultando que precisamente es Estados Unidos quien financia los golpes militares, la propaganda subversiva, los llamados opositores e incluso los actos provocativos y acciones terroristas, con el objetivo de destruir ambos procesos revolucionarios que tanto odian los yanquis.
En la locura enfermiza que corroe a la administración Trump, Pompeo señaló que “La Habana y Caracas quieren secuestrar las protestas y tratan de convertir las democracias aliadas de Washington en dictaduras”, y en su desvarío mediático acusó igualmente a Rusia de “ser una influencia maligna en América Latina”.
Basado en la doctrina hitleriana de repetir una mentira para convertirla en una verdad, acusó a Nicolás Maduro de “negarse a honrar el deseo democrático del pueblo venezolano y su presidente interino legítimo, Juan Guaidó”, idea que causa risas pues el mundo sabe que el Títere fue fabricado por los yanquis, no ha podido obtener respaldo del pueblo, ni tan siquiera de los partidos de la oposición, siendo acusado de corrupto por embolsillarse el dinero de la supuesta “ayuda humanitaria”, durante el fallido Cucutazo, teatro montado meses atrás en la ciudad de colombiana de Cúcuta, fronteriza con Venezuela.
En su imparable guerra psicológica dijo que “miles de agentes de inteligencia cubanos son el soporte vital de régimen de Maduro y por eso hemos echado atrás algunos de los acercamientos con Cuba, aplicándole nuevas sanciones”.
Pompeo elogió sínicamente la expulsión de médicos cubanos de países como Brasil, Ecuador y Bolivia, acciones que persiguen cortar la entrada de dividas a Cuba, como parte del recrudecimiento de su repudiable guerra económica, que en 60 años no han podido doblegar la resistencia y unidad de los cubanos.
Sin máscaras ni afeites, los neo fascistas declaran al mundo que asesinar, masacrar y apresar arbitrariamente a los pueblos, es parte de su política en Latinoamérica, para evitar que los ciudadanos reclamen una vida más digna y humana de la que les ofrece el neo liberalismo impulsado por los yanquis, sistema que solo conlleva a la pobreza, desigualdad, al alto consumo de drogas y a la prostitución infantil, como formas de sobre vivir en ese sistema inhumano, donde las personas solo valen por lo que tienen en sus bolsillo.
Hoy los latinoamericanos no son los mismos de 30 años atrás y si en aquellos años se lanzaron a las calles sin temor a ser asesinados, torturados y desaparecidos, como hicieron los yanquis durante la Operación Cóndor, las nuevas generaciones no podrán ser acalladas, aunque retornen las mismas tácticas imperiales, porque como afirmó José Martí:
“Vencer es el secreto único del bienestar de los pueblos y la garantía de su libertad”
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