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martes, 9 de marzo de 2021

Colombia: La JEP, los Falso-Positivo, la Paz o la Guerra. 2da Parte.

Por: Tony López R.

Todo comenzó a partir del asesinato del prestigioso líder revolucionario Jorge Eliecer Gaitán. Eso quiere decir que el 90 por ciento de sus habitantes hoy, han vivido bajo los efectos de una devastadora guerra, especialmente en territorios alejados de las grandes ciudades.

La alianza de la poderosa oligarquía liberal-conservadora ante la posibilidad de que la corriente liberal gaitanista de fuerte contenido social, lograra la segura victoria de Jorge Eliecer Gaitán en las elecciones de 1950, decidieron acabar con la vida   del líder de multitudes y conductor en ese momento del Partido Liberal.

Esa alianza política, en el periodo de 1946-58, se calcula que provocó el asesinato de cerca de 300 mil colombianos, aunque el periodo mayor de estos asesinatos fue ejecutado entre 1946 y 1952, la mayoría de militancia liberal-gaitanista, comunistas, e inocentes campesinos, a mano de la policía y ejército, o paramilitares conocidos como “Pájaros y Chulavitas.”

La Declaración de Benidorm, julio del 56, y el Pacto de Sitges, julio del 57, en España, acordados por el líder liberal Alberto Lleras Camargo y el expresidente conservador Laureano Gómez, dio origen al Frente Nacional, y así, pusieron fin a la violencia política y a la dictadura de Rojas Pinilla (1953-57). Con dicho pacto, se logró cierta normalidad de carácter institucional y aprobaron una política de alternancia del poder.  El Frente Nacional tuvo una duración de 16 años (1958-1974).

Desde entonces y hasta la fecha el conflicto armado interno en Colombia ha sido una realidad, y durante el gobierno de Álvaro Uribe (2002-2010) Juan Manuel Santos (2010-2018) y el actual gobierno de Iván Duque, los crímenes y asesinatos se han venido sucediendo e incrementando. El Centro Nacional de Memoria Histórica, precisa que del año 1958-2016 el conflicto armado ha dejado un total de 262,000 mil muertos, 80,000 desaparecidos, 8 millones de desplazados y 37,000 secuestros.

La exclusión social, el abandono de buena parte de los territorios del centro, oriente y sur occidental del país, donde no existía el orden y estructura institucional, llamadas zonas territoriales dependientes directamente de la Presidencia hasta 1980.  El enriquecimiento de los minoritarios, pero grandes propietarios de tierras, latifundios gigantescos, la discriminación racial y de los pueblos originarios, el abuso con los obreros y campesinos y en definitiva la carencia de justicia social, fue la que originó la lucha armada en la segunda parte del silgo XX, a partir de 1964 hasta nuestros días.

Con el triunfo de la Revolución Cubana de enero de 1959 y la derrota de la dictadura de Batista, la victoriosa Revolución Cubana, con su líder Fidel Castro Ruz al frente, quien, con un enorme apoyo popular, logró la independencia y soberanía  de  Cuba y sembró la esperanza  en la región y su ejemplo a influido favorablemente en el movimiento revolucionario y social de nuestro continente.

De igual modo lo fue la Revolución Sandinista en Nicaragua en 1979 y la Revolución Bolivariana en Venezuela iniciada en 1999. Y por esas razones el imperialismo les ha declarado la guerra, a estas tres naciones, como lo anunció el ahora derrotado presidente Trump.

Los pueblos tomaron conciencia y despertaron de la desesperanza que les envolvía la neo-colonización estadounidense, bajo la política Macartista del anti comunismo, se fomentaron y crecieron numerosas organizaciones y movimiento revolucionarios y sociales en este hemisferio. El escenario de abandono social, miserias, insalubridad, analfabetismo, desempleo, incultura, hoy más agudo y profundo por el fracasado modelo neoliberal en toda América Latina.

Esta crisis no ha sido originada por Cuba o por el castro-chavismo, como lo señala el uribismo en sus campañas políticas en Colombia, error, la grave crisis ha sido causada por la total injerencia económica, política, militar diplomática y social, de los gobiernos de Estados Unidos, los que han fomentado este deplorable estado de miseria y desigualdades, al imponer no solo en Colombia, sino en la región el antidemocrático modelo neoliberal. 

La vía armada en Colombia nació a fines de la década del 40, se incrementó en la del 50 con las guerrillas liberales y comunistas y luego de un periodo de seis años (1958-64) de tranquilidad, este fue interrumpido cuando la oligarquía liberal conservadora se preocupó con el avance del movimiento campesino que el Partido Comunista había logrado en la zona de Chaparral, el Sumapaz y muy especialmente en Guayabero, Pato, Rio Chiquito y Marquetalia.

Frente a ese movimiento, el entonces senador Álvaro Gómez Hurtado, vocero de la derecha conservadora los acusó de subversivos y las calificó de “republiquetas independientes” y llamó a exterminarlas.  Así fue, el 27 de mayo de 1964 fue atacada Marquetalia por el ejército, con el apoyo y asesoramiento de las fuerzas militares de Estados Unidos, enfrentando al comando de autodefensa de 48 hombres, capitaneados por Manuel Marulanda, así surgen las FARC. Ese batallón del ejército no pudo derrotar a ese valiente grupo de campesinos, que se convirtieron en guerrilleros, tampoco los 16 mil soldados que desplegaron en la zona, bajo el amparo del llamado Plan LASO.  

Los movimientos surgidos en la década del 60 como el ELN el 4 de julio de 1964 y el Ejército Popular de Liberación (EPL) de tendencia maoísta, en 1964, se fortalecieron y están vigentes. Todas permanecen combatiendo por sus ideas, como las FARC-EP Segunda Marquetalia, ELN, las FARC-EP y él EPL. Todas en disposición de dialogar con un gobierno serio y que cumpla lo que se acuerde fielmente y reiteradamente condenan lo que ha hecho el presidente Duque y Uribe en su condición de presidente del Partido Centro Democrático de desconocer los Acuerdos de La Habana y hundir esos acuerdos.

Diferente a lo sucedido con el otro sector de las FARC, que rindió sus banderas de lucha, renunció a sus principios políticos marxista-leninista-bolivariano y asumieron una política alejada de la lucha revolucionaria, cambiar su nombre por Partido del Común, y escoger libremente la respetable vía electoral y tradicional en Colombia. El nuevo Partido se simboliza con una Rosa, muy semejante a la de la socialdemocracia europea. 

El ELN espera pacientemente en La Habana que el gobierno de Duque cumpla con abrir los diálogos. La opinión pública debe saber que entre las dos tendencias de las   FARC-EP, alzadas en armas, según lo publicado por las FF.MM, cuenta con cerca de 6000 mil guerrilleros armados. Si con todas estas fuerzas, no se logra abrir un proceso de diálogo y negociación y combatir y liquidar el paramilitarismo, será muy difícil alcanzar la paz en Colombia.

Los Acuerdos de La Habana, han sido incumplidos y solo de ellos, queda el de la Justicia Especial de Paz (JEP) que por cierto el presidente Duque y Uribe quieren acabarlos. Y no podemos seguir creyendo que se ha logrado la paz.  Dolorosamente a esa conclusión están llegando los pueblos y comunidades colombianas que día tras días ven caer bajo las balas de las criminales bandas de paramilitares a ex combatientes, que firmaron esos traicionados acuerdos, y líderes y lideresas comunitarias, étnicas y afrodescendientes.

Siguen saliendo nuevas informaciones sobre la vinculación de las FF.MM con los falso-positivos y los miles de víctimas inocentes, en un conflicto cuyo proceso de dialogo y paz, ha sido traicionado.  

Muy claro lo expreso el ex presidente Andrés Pastrana Arango, a la periodista Vicky Dávila, en su libro Enemigos, (pag.126-127), cuando le dijo: “lo he dicho y siempre lo he reiterado. Uribe nunca estuvo de acuerdo con la paz y eso no fue justo con el país y no fue justo en mi Gobierno y no ha sido justo con el Gobierno del presidente Santos, porque inclusive él hizo un proceso de paz con los paramilitares, pero porque es bueno hacer un proceso de paz con los “paramilitares” y malo como lo que hice yo con las FARC o que lo haga Santos”. Y remató el ex presidente Pastrana con estas palabras: “Uribe nunca le ha dado la oportunidad de la paz a Colombia”

En la tercera parte y final le continuaré precisando aspectos sobre el conflicto social y armado que se escenifica en Colombia y que evidentemente mientras la oligarquía liberal conservadora, no acepte un verdadero sistema democrático y se logre un serio, genuino y real dialogo entre todas las partes en conflicto y los acuerdos que de allí emanen, sean sometidos a una Asamblea Nacional Constituyente Corporativa y estos formen parte de la Carta Magna.

(*) Periodista, politólogo y analista internacional.

La Habana, 26 de febrero del 2021.  20.30 hrs.

 

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