Mi blog sobre Economía

lunes, 21 de marzo de 2011

Paul Krugman: "Obama está fuera de la realidad"

Por Juana Libedinsky

NUEVA YORK.- Imagine un paciente que debió ser llevado en situación altamente crítica a la sala de emergencias. Sí, su vida puede haber sido salvada justo a tiempo, pero eso no quiere decir que esté listo para abandonar el hospital. Por el contrario, sigue muy enfermo y no tenemos idea de cuándo se recuperará.
Para Paul Krugman, reciente premio Nobel de Economía, célebre columnista de The New York Times y profesor estrella de la Universidad de Princeton, la metáfora del enfermo es la más adecuada para entender la situación económica actual.
"Creo que la economía global se está estabilizando, que no es lo mismo que decir que está mejorando, pero es un paso importante. La producción está creciendo, lo mismo que el PBI en las principales potencias."
-¿Vienen días más prósperos?
-Esta situación no debe interpretarse como que se está camino a la prosperidad, sino simplemente que se ha detenido la caída desde el precipicio. Miro las grandes economías hoy y encuentro que su futuro aparece como Japón en los 90, con una situación económica persistentemente deprimida, pero no catastrófica, explica a LNR el hombre que es autor de una treintena de libros (que van desde trabajos técnicos, como Trade Policy and Market Structure hasta best sellers, como The Great Unravelling).
De cualquier manera, para un analista que se ha definido a sí mismo como "pesimista por naturaleza" ésas ya son noticias para alegrarse cautelosamente -o, en términos más "krugmanianos"- al menos dejar de deprimirse. Y él, por lo pronto, adelantó a LNR que pensaba pasarse las siguientes dos semanas "más preocupado acerca de si podré subir la próxima colina en bicicleta que sobre el futuro del mundo".
Krugman no sólo fue la bestia negra de la administración republicana, sino que es considerado uno de los críticos más acérrimos que tiene el presidente norteamericano Barack Obama desde la centroizquierda americana.
-¿Qué opina de la actuación de los líderes mundiales con relación a la crisis?
-El presidente Obama no está haciendo lo suficiente, y en los países europeos las políticas también son inadecuadas. Hasta ahora no hemos visto demasiado movimiento para aumentar las regulaciones, así que temo que en unos cinco años el sistema no será demasiado diferente del que teníamos en 2007, con lo cual seremos vulnerables a una nueva crisis.
En su columna en The New York Times, a menudo Krugman ha ido más allá. Por ejemplo, el día en que se anunciaron los detalles del plan de salvamento, el experto escribió sobre su "desesperación" porque "Obama aparentemente aceptó un plan financiero que, en esencia, da por sentado que los bancos son fundamentalmente sólidos y que los banqueros saben lo que están haciendo. Es como si el presidente estuviera determinado a confirmar la creciente percepción de que tanto él como su equipo económico están fuera de contacto con la realidad, que su visión sobre la economía está nublada por sus lazos excesivamente cercanos con Wall Street".
Prueba evidente del poder de la palabra escrita de Krugman fue que el presidente, en una conferencia de prensa y con una ligera nota de irritación en la voz, lo invitó a ofrecer un mejor plan para arreglar el sistema bancario.
Sin embargo, Obama -que por entonces pronunció mal su apellido, como "Kragman", algo que el economista no olvidó- nunca hizo nada por conocer personalmente a Krugman, quien tampoco fue invitado a participar del equipo económico, como muchos esperaban.
"Soy por naturaleza inapropiado para tener un puesto en cualquier gobierno -aclara a LNR-. No me sale ser bien educado y tengo poca paciencia para las tonterías. Pero, además, gracias al hecho de trabajar en un diario nacional, tengo una plataforma muy pública desde la cual opinar sobre políticas. Me cuesta pensar que cualquier posición en el gobierno podría ser mejor en cuanto al servicio que le puedo dar al público."
-Pero, ¿no era que los diarios son cada vez menos importantes y están camino de desaparecer?
-El futuro nunca llega tan rápido como pensamos. Y aunque obviamente es una industria con problemas financieros, creo que, aun cuando diarios pequeños desaparezcan, no hay nada como ser un diario nacional como The New York Times. Así que soy cuidadosamente optimista respecto de casos como el de mi empleador.
Salvar la civilizacion galactica
En los últimos años, la fama de Krugman se ha vuelto exponencial, no sólo por el Nobel, sino porque se considera que predijo mucho de la crisis internacional que se venía.  
Sin embargo, asegura que hubiera preferido haberle errado esta vez.
-¿No tuvo nada de sorpresa?
-No esperaba ver durante mi tiempo nada que se asemejara a la crisis de 1930, y no creo que haya nada gratificante en tener que vivirla, naturalmente.
Las crisis no son para él un entretenimiento pasajero, sino uno de los principales temas en los que siempre ha enfocado su carrera.
-Digamos que me interesan más los problemas potenciales que los posibles beneficios. Soy un realista, pero con una inclinación pesimista respecto de lo que me interesa analizar.
Esto lo ha llevado en repetidas ocasiones a estudiar la Argentina, aunque, esta vez, a las preguntas concretas sobre el país pide no responder.
-Resulta que no he estado haciendo mis deberes sobre América latina, y haciéndolos poco sobre los países emergentes en general. Antes, para ver una crisis, tenía que tomarme un avión a Buenos Aires o a Yakarta. Ahora me es suficiente con tomarme el tren que va de mi casa a Manhattan –resume.
-Al menos teniendo en cuenta este contexto, ¿cómo ve a América latina?
-Dado lo terrible de la crisis internacional, creo que América latina no se ha movido particularmente mal en el asunto. Esto no quiere decir que allí las cosas anden bien, pero al menos los bonos de países emergentes se han mantenido y los gobiernos han desarrollado políticas más o menos moderadas respecto de las contracciones fiscales y monetarias. Así que si uno quiere ver algo parecido a la vieja América latina tiene que mirar al Este europeo. Argentina no es la nueva Argentina, Letonia es la nueva Argentina.
-¿Qué le recomendaría al ciudadano medio argentino que quiere cuidar el bolsillo?
-No hace falta poner el dinero bajo el colchón, pero sí hay que ser muy prudentes a la hora de comprar cualquier activo riesgoso, y controlar mucho los gastos.
-¿Y al Gobierno?
-Con relación a la crisis internacional, no hay mucho que una economía pequeña pueda hacer al tener una autonomía limitada, pero sí es importante dejar que el tipo de cambio se ajuste y evitar políticas de contracción del crédito. Los mercados emergentes están hoy menos dependientes de los flujos de fondos internacionales, así que veo menos problemas que en 1997 o 1998, o en la Argentina de 2002. Puede decirse que han hecho un digno trabajo de atravesar esta crisis internacional sin que ésta les inflija un daño catastrófico.
Descendiente de inmigrantes judíos pobres que llegaron a Estados Unidos desde Rusia, nació en 1956 y creció en una pequeña casa suburbana de Long Island. Muy tímido y retraído en la escuela, su interés por la economía nació de una fuente inesperada: los libros de Isaac Asimov, en los cuales los especialistas en ciencias sociales, los únicos que realmente comprenden la dinámica del mundo, salvan a la civilización galáctica. "Eso es lo que yo quería ser, y ser economista era lo más cercano", asegura.
De cualquier manera, tras su paso por la Universidad de Yale y con el doctorado en el Massachusetts Institute of Technology (MIT), la idea que el  joven investigador tenía sobre su futuro era la de ser "un tranquilo académico del tipo que usa sacos de tweed con pitucones en los codos y se sienta con una pipa en un sillón (a pesar de no ser fumador)", confesó a poco de ganar el Nobel.
Gran admirador de John Maynard Keynes, y con una ideología que muchos han asemejado a la socialdemocracia europa, se dedicó a buscar su propia gran idea.
Krugman ya era uno de los economistas más importantes de su país antes de cumplir los 30 años, pero la Academia Sueca finalmente lo premió en 2008 por su análisis sobre los patrones comerciales y la localización de la actividad económica. Desde entonces, según él mismo sostiene, su vida no ha cambiado mucho: "Por supuesto que fue un honor. Pero antes de que me lo dieran ya era un personaje de la esfera pública acosado y sobreexigido, que es básicamente lo que soy hoy también".
Krugman, sin hijos y casado en segundas nupcias con Robin Wells, una economista que ha colaborado en algunos de sus libros, vive en las bucólicas cercanías de la Universidad de Princeton, en Nueva Jersey. Allí, tras el premio, ni siquiera pidió que le dieran un lugar más privilegiado para estacionar su auto, cuando, en Estados Unidos, la mejor cochera es el más claro símbolo de que uno se ha vuelto importante.
"Nada es seguro -concluye-, pero veo un futuro razonable para la región de América latina. No es tan riesgosa como antes para invertir y, aunque el riesgo continúa siendo alto, con la crisis internacional estamos viendo que ese riesgo está más equitativamente distribuido en el mundo."
Dice Krugman. Y se marcha raudo a pedalear

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