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jueves, 17 de marzo de 2011

Tres fuentes de energía poco convencionales

Por Michael Totty
[tech]
Lo sensacional acerca de la energía es que está por todas partes; lo difícil es darle un uso útil. A continuación damos un vistazo a tres tecnologías en desarrollo que buscan aprovechar recursos energéticos no convencionales para producir las que podrían convertirse en fuentes vastas de electricidad.
Pare y avance
Hacer que un auto avance requiere mucha energía, pero cuando el vehículo frena, la mayor parte de esa energía se disipa. Los ingenieros que diseñaron modelos híbridos a gasolina y electricidad desarrollaron una forma de recuperar parte de esa energía que se pierde y convertirla en electricidad para recargar las baterías.
Pero, ¿qué tal si esa energía fuera depositada en la red eléctrica?
Esa es la idea detrás de varios proyectos para aprovechar la energía cinética de un vehículo y convertir estacionamientos y calles en mini plantas eléctricas. Las técnicas varían pero la idea es la misma: a medida que un vehículo pasa sobre una porción de la vía, un dispositivo convierte la fuerza del auto en movimiento en electricidad.
Highway Energy Systems Ltd., una compañía británica, ha desarrollado un aparato que atrapa energía y lo ha instalado en varios lugares, incluyendo estacionamientos de aeropuertos y depósitos. El aparato usa placas movibles que cuando se hunden por los vehículos que frenan, usa imanes para activar un generador que produce electricidad.
El aparato genera entre 32 y 42 kilovatios por hora en tráfico continuo, señala Peter Hughes, el inventor del sistema y director gerente de la empresa, que espera instalar el dispositivo en 250 lugares para mitad de año.
Océanos calientes y fríos
Los océanos son vastos depósitos de energía y por años los científicos han estado desarrollando formas de aprovechar la energía de las olas, las corrientes y el viento que genera el mar. Ahora, otra fuente potencial está recobrando atención: la diferencia entre las temperaturas cálidas de la superficie y las frías de las profundidades del océano.
Conocida como "conservación de energía maremotérmica", el proceso usa las aguas cálidas del mar para calentar un fluido, como amoníaco, a un nivel de ebullición bajo, produciendo un vapor que activa una turbina que a su vez genera electricidad. El agua fría es extraída por ductos desde la profundidad del océano para condensar el vapor y mantener el ciclo en movimiento. Ya que los sistemas requieren grandes diferencias de temperatura —al menos 20 grados centígrados— la tecnología es más apropiada para zonas en los trópicos.
La idea de la conversión de energía maremotérmica data de los años 1880 y la primera planta experimental fue construida en Cuba en 1930, aunque necesitaba más energía para operar que la que producía. El desarrollo en la tecnología se disipó con la caída de los precios de la energía en las décadas de los 80 y 90, pero recientemente varios países se han interesado en el tema. Lockheed-Martin Corp., que en 1979 construyó una planta en Hawai, recibió en 2009 un contrato por US$8 millones por parte de la Marina de Estados Unidos para refinar su diseño.
El reto es el diseño, la construcción y la instalación del ducto de 305 metros de largo y gran diámetro que extrae el agua fría a la superficie. Lockheed apunta a construir una planta piloto para 2014.
Encuentro entre río y mar
Cuando el agua dulce y la salada se juntan, el proceso de ósmosis crea presión y libera una cantidad significativa de energía. Este evento natural crea los estuarios del mundo, donde los ríos se encuentran con el mar, una potencial fuente de energía.
Statkraft, una compañía de electricidad del gobierno de Noruega, abrió a fines de 2009 la primera planta eléctrica osmótica del mundo en las afueras de Oslo. La planta, cuyo propósito principal es probar el concepto, combina agua de mar con agua fresca, separadas por membranas. La presión del agua fresca que ingresa empuja el agua salada hacia una turbina, generando electricidad.
La empresa estima que la tecnología podría producir hasta 1.700 teravatios de electricidad en todo el mundo, casi la mitad de lo que genera toda la Unión Europea. Entre los retos que enfrenta: el pretratamiento del agua que se usa en las plantas exige energía, lo que reduce la eficiencia general y las membranas son muy costosas.
 

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