Al mirar la lista de los artículos “más enviados por correo electrónico” de The New York Times, creo que podemos concluir sin ningún género de dudas que los lectores están sufriendo un hartazgo poselectoral: parece que lo único que quieren leer es sobre comida. Y eso está bien.
Pero quería compartir algunos de los pensamientos provocados por una reciente columna de The New York Times de Ross Douthat, en la que señala algo importante, a saber, que la coalición ganadora del presidente Obama no estaba compuesta, en su mayor parte, por liberales progresistas que escuchan la Radio Pública Nacional y que son culturalmente innovadores. Por el contrario, la mayor parte de ella procedía de grupos “unidos por el miedo económico”, como afirma Douthat.
Efectivamente, las mujeres solteras, los hispanos y los afroamericanos están a favor de un Estado del bienestar porque esos grupos pueden necesitar la seguridad que dicho Estado del bienestar puede proporcionar. En lo que difiero con Douthat es en sus insinuaciones de que, (a) el aumento de la inseguridad refleja la “desintegración social”, y que, (b) centrarse en el Estado del bienestar es un callejón sin salida.
La verdad es que, aunque las mujeres solteras y los miembros de los grupos minoritarios están menos seguros en cualquier momento dado que los blancos casados, la inseguridad aumenta para todo el mundo, debido a los cambios en la economía.
La estructura industrial estadounidense es probablemente menos estable de lo que solía serlo; no podemos contar con que las grandes empresas actuales sobrevivirán, por no hablar de mantener su dominio, a lo largo de toda una vida laboral. Y los beneficios tradicionales de un buen trabajo –un plan de pensiones de beneficios definidos y un buen plan de asistencia sanitaria– han estado desapareciendo en todas partes.
Cada vez que lean un artículo de alguien que elogia el dinamismo de la economía moderna y las virtudes de la toma de riesgos, y que declara que todo el mundo tiene que esperar tener varios trabajos en su vida, y que nunca se puede dejar de aprender, etcétera, etcétera, tengan en cuenta que es un retrato de una economía sin estabilidad, sin garantías de que el trabajo duro proporcionará un nivel de vida coherente, y en la que siempre existe la posibilidad de quedar excluido simplemente porque resulta que se encuentran en el lugar equivocado en el momento equivocado.
Y no hay nada que la gente pueda hacer en sus vidas personales o en su comportamiento para cambiar esto.
Su iglesia y su matrimonio tradicional no garantizarán el valor de sus planes de pensiones ni harán que los seguros sean asequibles en el mercado individual.
Entonces, esta es la pregunta: ¿no es esta exactamente la clase de economía que debería tener un Estado del bienestar fuerte?
¿No es mucho mejor tener una asistencia sanitaria y una pensión básica garantizadas de la Seguridad Social en vez de simplemente añorar un colchón de seguridad empresarial que ya no existe?
¿Podría alguien tan siquiera discutir que un poco de seguridad económica básica haría funcionar mejor nuestra dinámica economía al reducir el factor miedo?
Ahora bien, nada de esto hará que vuelvan las costumbres tradicionales, pero ese es un tema muy distinto.
En Suecia, más de la mitad de los niños nacen fuera del matrimonio, pero no parece que sufran mucho por ello, quizá porque el Estado del bienestar es muy sólido. A lo mejor nosotros seguimos el mismo camino. ¿Y qué?
En cualquier caso, Douthat tiene bastante razón al señalar que la coalición de Obama es en gran parte una respuesta al miedo en vez de, o así como, a la esperanza. Pero eso está bien.
© 2012 New York Times