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sábado, 10 de noviembre de 2012

¿Está China haciendo trampa?

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Joseph E. Stiglitz

Joseph E. Stiglitz, a Nobel laureate in economics and University Professor at Columbia University, was Chairman of President Bill Clinton’s Council of Economic Advisers and served as Senior Vice Pr…

Portrait of Joseph E. Stiglitz ¡Trampa! De otra manera, dicen los EU, ¿cómo podría China ofrecer precios más bajos que los productores estadounidenses en tantos sectores?

Durante décadas, Estados Unidos parecía dominar las manufacturas, así que los funcionarios de ese país se concentraron en liberalizar el comercio de bienes manufacturados. Hicieron pocos esfuerzos a fin de nivelar las condiciones para los granjeros, pues sabían que Estados Unidos no podía competir en agricultura.
Ahora, China le está ganando la competencia a todo el mundo, y está acumulando enormes superávits comerciales con los EU. Por ello, el Secretario del Tesoro de Estados Unidos acusa a China de mantener bajo su tipo de cambio de manera deliberada y pide que deje que las fuerzas del mercado determinen el valor del reminbi. El economista en jefe saliente del FMI, Ken Rogoff, advierte que los superávits ponen en riesgo la estabilidad global.
Para quienes recuerdan la crisis en el Este de Asia de hace cinco años, gran parte de esto parece ir en contra de lo que se decía entonces. A China se le instó a no poner a flotar su moneda. Hasta que el peso argentino implotó, las tasas de cambio fijas eran aceptables. La Tesorería de los EU aplaudía la intervención de los gobiernos en los mercados de divisas, y alentaba al FMI a apoyar dichas intervenciones con préstamos de miles de millones de dólares a países en crisis. Si China hubiera dejado que su divisa flotara en ese entonces, su valor se habría depreciado, y habría acentuado la crisis.
Se le advirtió a los países que evitaran los déficits comerciales y que aumentaran sus reservas, ya que constituye la primera línea de defensa. Los países del Este de Asia siguieron esos consejos porque tenían buenos motivos para hacerlo: habían visto las consecuencias de una falta de reservas.
Los gobiernos del Este de Asia sabían entonces que las políticas del FMI agravarían sus desaceleraciones económicas, pero fueron incapaces de resistirse a ellas. El FMI tenía el dinero que necesitaban. China y Malasia, lo suficientemente afortunadas para no tener que recurrir al FMI, o lo suficientemente valientes para emprender su propio camino, hicieron lo que dicen lo libros de texto que había que hacer: siguieron políticas monetarias y fiscales expansivas. La economía de China siguió creciendo al 7%. Malasia tuvo la desaceleración económica más corta y menos profunda.
Para entender lo que está en juego, hay que explicar unos cuantos elementos económicos básicos. Primero, el comercio internacional se basa en el principio de las ventajas comparativas: los países exportan bienes en los que tienen una ventaja relativa e importan bienes en los que tienen una desventaja relativa. Con mucho, Estados Unidos tiene actualmente una desventaja relativa en las manufacturas, mientras que China tiene una ventaja relativa. China debe exportar bienes manufacturados a los EU.
Segundo, si un país invierte más de los que ahorra, va a tener que pedir prestado, y lo malo de eso son los déficits comerciales. El creciente déficit comercial de Estados Unidos es resultado de la inaudita mala administración del gobierno de Bush. Los recortes a los impuestos, que Estados Unidos no se podía dar el lujo de aplicar, convirtieron un enorme superávit fiscal en un gigantesco déficit. En lugar de ahorrar, Estados Unidos está pidiendo préstamos, muchos de ellos en el extranjero. A eso, y no a la política de tipo de cambio de China, es a lo que hay que achacarle la culpa.
De hecho, el superávit comercial total de China es en realidad pequeño, de alrededor del 1% de su PIB. Por supuesto, la administración Bush quiere echarle la culpa, pero ni China ni nadie más debe dejarse engañar. Esto recuerda lo que sucedió hace veinte años, cuando el presidente Reagan urdió enormes recortes a los impuestos que supuestamente se pagarían solos, pero que generaron grandes déficits fiscales que, a su vez, condujeron a déficits comerciales importantes. En esa época se culpó a Japón.
La dura realidad es que ni el FMI ni la administración Bush creen realmente en los mercados libres. Interfieren con ellos cuando les conviene. La administración Bush apoyó rescates para las aerolíneas, subsidios sin precedentes para la agricultura y protección tarifaria para el acero.
El FMI tiene razón: hay un riesgo real de inestabilidad global, pero la causa subyacente son los enormes préstamos del extranjero a los EU, que comenzaron bajo el presidente Reagan. Esto convirtió a los EU en un gran deudor. Si algún día los acreedores deciden que quieren conservar menos dólares, ello podría desencadenar importantes movimientos en los tipos de cambio, lo que generaría inestabilidad global.
¿Por qué el FMI no ha condenado con severidad esos déficits? ¿Por qué los países más ricos del mundo pueden vivir con más de lo que tienen mientras que el FMI regaña a los países más pobres por transgresiones menores?
El problema se complica por el sistema global de reservas, en el que la mayoría de los países demandan dólares para enterrarlos. El sistema exige que el país con la divisa de reserva (los EU) sea un gran deudor, hasta el punto en que otros pierden la confianza. Pero para resolver los problemas de fondo del sistema financiero global, necesitamos ir más allá de la autocomplacencia que ha caracterizado desde hace mucho al G-7 y del unilateralismo que define a la actual administración de los EU.
China tuvo razón al ignorar las exigencias de Estados Unidos. Poner a flotar el tipo de cambio habría expuesto al país a inestabilidades que habrían conducido a una serie de problemas adicionales, sobre todo en su delicado sistema bancario. Una tasa de cambio más elevada debilitaría la creación de empleos y contribuiría a la deflación, que China está combatiendo con éxito.
China es afortunada al tener la libertad para aplicar sus propios puntos de vista. Sus enormes reservas extranjeras le permiten ignorar al FMI y a la Tesorería de los EU. A fin de cuentas, esta podría ser la razón más convincente por la que China debe seguir acumulando superávits comerciales. Una vez más, China ha demostrado su dominio de los principios económicos básicos. Otros en la región desearían haber actuado en forma similar.

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